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12/11/2023

A 40 años, el riesgo de colapso democrático

A 40 años, el riesgo de colapso democrático | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Las esperanzas y utopías que había al finalizar la dictadura quedaron muy lejos. Milei representa a una ultraderecha que se mostró amenazante desde mediados de 2020, en plena pandemia. Nadie lo frenó a tiempo. Ahora solo una mayoría de votos puede impedir caer a un abismo de caos, devastación y violencia.

Miguel Croceri

“Argentina enfrenta peligros tremendos para su futuro en el corto y mediano plazo. El próximo 10 de diciembre se cumplirán 40 años desde que se inició la actual etapa democrática, y sin embargo podría ocurrir la brutal paradoja de que en esa fecha asuma el gobierno de la Nación una alianza de la derecha más la ultraderecha. - Esa perspectiva no es segura, pero es una posibilidad. Todo depende del resultado electoral”.

El párrafo anterior está entre comillas porque es copia textual del comienzo de una columna de opinión (similar a esta) publicada en Va Con Firma hace algo más de cuatro meses. (Nota del 02/07/23). En aquel momento todavía no se habían realizado las elecciones primarias (que tendrían lugar el 11 de agosto) en las cuales Javier Milei fue el candidato más votado. Luego, en la primera vuelta de las elecciones generales (22 de octubre) el más votado fue Sergio Massa, y en el balotaje del próximo domingo (19 de noviembre) uno de ellos dos será elegido presidente de la Nación.

El tremendo arrastre en votos demostrado hasta el momento -cuando todavía falta la instancia electoral última y definitoria- por el binomio presidencial que Milei integra con Victoria Villarruel, es atribuido generalmente y de manera simplificada a una decepción popular frente al gobierno de Alberto Fernández y de la coalición gobernante encabezada por el peronismo.

El indicador obvio de ese estado de ánimo en la sociedad es la alta inflación, y la consecuente pérdida de poder adquisitivo en las economías familiares de la mayor parte de las clases bajas, medias-bajas y medias en general.

Pero siendo evidente la gravedad del drama económico-social que sufren sectores mayoritarios del conjunto social, ese tipo de razones no toma en cuenta fenómenos más profundos, y menos visibles, que contribuyeron a generar un clima social propicio para que hoy exista el riesgo de un colapso democrático.

Desde hace al menos tres años y medio, cuando Argentina y la humanidad entera sufrían la tragedia del Covid, y no existían las vacunas ni nadie tenía la menor certeza acerca de cuándo podría terminar semejante catástrofe universal, en nuestro país (y en muchos otros) ya se estaban produciendo manifestaciones públicas de una prédica extremista y violenta.

Buenos Aires, año 2020, plena pandemia. Cartel en un vehículo de manifestantes en el centro porteño el día 9 de julio.

 

A mediados de 2020 podía advertirse la urgencia de construir un muro democrático de contención frente a una ultraderecha que empezaba a mostrarse amenazante en las calles, teniendo como uno de sus motores a la prédica destructiva de las corporaciones dominantes en el sistema de medios de comunicación.

Por entonces era posible observar la necesidad de impedir queesa base social y corporativa extremista acumulara más poder y aumentara su peligrosidad. (“Imprescindible: que la ultraderecha no pueda avanzar políticamente”, se titulaba un artículo que publicó Va Con Firma en aquel tiempo. Nota del 13/07/2020).

Sin embargo, nadie lo frenó a tiempo. Los hechos fueron como fueron, y hoy Milei y Villarruel representan una alternativa de poder que empezó a surgir en aquellas circunstancias terribles para la salud y la vida humana.

Qué “casta” y cuál “sistema”

Desde hace varios años, el fuerte apoyo electoral a dirigentes y partidos o coaliciones de ultraderecha es una constante en diversos países del mundo. En el nuestro, la irrupción de Milei y la reafirmación cada vez más conservadora de los sectores mayoritarios del macrismo y de la Unión Cívica Radical, constituyen una expresión de esa tendencia.

En cuanto al dirigente libertariano (autodefinido como “libertario”), sus prédicas más eficaces de campaña han sido la consigna de la “dolarización”, y además presentarse como opositor a una denominada “casta”. Ambos golpes de efecto nunca fueron respondidos por las fuerzas democráticas y populares.

Por esa defección de quienes debieron haber trabajado fuertemente para frenar a tiempo el peligro, ciertos discursos -aún contrarios al candidato de la derecha extrema- dicen todavía hoy que Milei representa una “rebeldía” frente al “sistema”. ¿A cuál “sistema” se refieren esas interpretaciones?

El sistema económico y social que domina al mundo, incluido -obviamente- nuestro país, es el capitalismo. Y los planteos “mileístas” están destinados a defenderlo de forma fanática, instigando a destruir los poderes públicos que a través del Estado actúan como contrapeso de los sectores económicos y sus corporaciones asociadas, que sustentan a los poderes de facto locales e internacionales.

La ultraderecha es todo lo contrario de la rebeldía. Es un fanatismo extremo, ultra-capitalista y pro-estadounidense. Milei lo dice explícitamente al afirmar que sus principales aliados internacionales serán Estados Unidos e Israel, pero sin embargo nadie la hace reproche alguno por semejante exhibición impúdica de sometimiento a intereses extranjeros.

(Las consideraciones de los párrafos anteriores formaron parte de un texto publicado en Va Con Firma a comienzos de junio pasado, con el título “Ultraderecha significa hoy ultra-capitalismo y pro-EE.UU.”. Nota del 04/06/23).

Balotaje angustiante y dramático

La angustia con la que llegan al balotaje una parte muy grande de las argentinas y argentinos, se debe en gran medida al hecho de que las dirigencias que aspiran a representar sus intereses nunca se tomó muy en serio la tarea de mostrarle a la ciudadanía el peligro que se avecinaba.

El extremista que disputará la segunda vuelta creció en su popularidad con la consigna de enfrentar a “la casta”, sin que nadie le recordara jamás a la opinión pública que la casta que realmente domina al mundo es el poder capitalista que él defiende a ultranza.

Asimismo, nadie explicó nunca que si nuestra Nación cayera en la trampa de eliminar la moneda nacional y en su lugar se implantara el dólar, Argentina mantendría los símbolos y la apariencia de un país pero en realidad pasaría a ser una provincia monetaria de Estados Unidos.

Y lo más increíble es que desde las fuerzas democráticas y populares jamás señalaron a Milei por su condición de violento. Como brutal paradoja, quien lo hizo en la campaña para la primera vuelta fue Patricia Bullrich, cuando ambos todavía competían entre sí y no eran aliados. (Tema tratado en Va Con Firma hace casi dos meses, nota del 17/09/23). 

Recién este sábado (11/11), faltando una semana para la dramática segunda vuelta electoral, Sergio Massa pidió por la red digital X (antes llamada Twitter) “que el insulto no se transforme en nuestro idioma”, y adjuntó un breve video con expresiones públicas de un Milei siempre agresivo, desencajado, desquiciado. (Posteo de Massa en X). El mensaje del candidato de Unión por la Patria llegó con varios años de atraso.

Al menos desde 2018 Milei utilizó públicamente los insultos como recurso fundamental para hacerse conocido, convertirse en un personaje mediático, ganar popularidad y finalmente acumular capital político. Las grandes cadenas mediáticas potenciaron su mensaje hasta el infinito para fomentar el odio y otros sentimientos destructivos, además de aumentar su rating.

Y hace ya dos años y medio (desde comienzos de 2021) el libertariano se postuló como diputado nacional, multiplicando su prédica violenta. A pesar de todo, hasta el mensaje de Massa de este fin de semana, jamás ninguna figura importante del espectro democrático se lo había reprochado. Dejaron crecer un monstruo sin siquiera tratar de impedirlo.

Aquellas esperanzas de 1983

Tanto por la potencial destrucción de las libertades públicas, garantías constitucionales y normas básicos del Estado de Derecho -un proceso que tiene sus orígenes en etapas políticas anteriores y se agravó tremendamente durante el régimen que encabezó Macri-, como por la ruina económica y mayor injusticia social que traería aparejada la llegada de Milei al gobierno, Argentina enfrenta hoy el riesgo de un colapso democrático.

En la América Latina de la tercera década del siglo XXI, “ultraderecha” no solo implica discursos agresivos y destructivos, propagación del odio y la violencia social y política, eliminación de derechos civiles y conquistas sociales, y además fomento de sentimientos y acciones antidemocráticas, sino que además significa promover un tipo de capitalismo cada vez más cruel e inhumano, y someter más todavía al país bajo la dominación norteamericana.

El sistema institucional que empezó a regir tras el fin de la dictadura genocida hace casi 40 años, significó la esperanza de recuperar los derechos políticos esenciales y también de avanzar hacia una mejor calidad de vida para el pueblo. Todo ello expresado en la frase “con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”, que Raúl Alfonsín predicó en la campaña electoral de 1983 y reafirmó al comenzar su gobierno. (El concepto consta en un fragmento del discurso de asunción presidencial de Alfonsín, publicado en el Facebook oficial del ministerio de Cultura de la Nación. Posteo del 31/03/2020). 

Hoy, aquellas utopías democratizadoras quedaron muy lejos. En lo inmediato la única expectativa razonable es que, en el balotaje, una mayoría de votos impida la caída de nuestra Patria en un abismo de caos, devastación y violencia, que esta vez no sería por imposición de un régimen dictatorial sino por la decisión electoral de una parte de la ciudadanía.

29/07/2016

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