Columnistas
29/06/2019

Decime si exagero

El día que Arco Iris se tomó un platillo volador

El día que Arco Iris se tomó un platillo volador | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Hay hoy un gran disco por descubrir. Vamos a leer y escuchar “una de OVNIS” en otra entrega de esta columna dedicada a grandes discos desmerecidos de artistas populares a los que el mercado les dijo que no cuando se animaron a arriesgarse.

Fernando Barraza

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Hola ¿cómo estás, siempre pasás por acá? Si no sos habitué a “Decime si exagero”, te contamos que en nuestra columna semanal solemos tener una sub-columna que de vez en cuando desempolvamos para beneplácito de melómanas y melómanos. Esa sección se llama “biutiful lúsers” y desde el nombre se burla un poquito del término/frase con el que los sajones suelen referirse a los artistas que “apuestan” y “pierden con dignidad”, a todos aquellxs seductorxs perdedores del mundo del arte que -a pesar de ser perdedorxs- son “bellxs”. Es que, si te ponés a pensar, existe una buena cantidad de artistas populares, músicxs de “carrera”, que abandonaron su zona de confort para grabar obras de arte que hoy son inmortales, pero en sus días de estreno han sido discos que terminaron haciéndolos fracasar económicamente.

Hasta hoy, que iremos con la cuarta entrega de esta sección, hemos desplegado en nuestras columnas “Biutiful Lúsers” una galería de hermosos perdedores que se jugaron por la belleza y en ese cambio -siempre teniendo en cuenta las reglas del mercado- “perdieron”. Te dejamos el listado de las columnas que ya pasaron, por si querés escuchar hermosos discos durante el fin de semana, aparte del que hoy te vamos a reseñar, claro está:

En nuestra primera entrega le tocó el turno a “The genuine imitation of life gazette”, el curioso y psicodélico disco de los Four Seasons.

Un mes más tarde hablábamos de “Watertown”, el bello, oscuro y melancólico disco de Frank Sinatra que casi lo funde económicamente.

La tercera y -hasta hoy- última entrega de esta saga de hermosos perdedores la protagonizó el maestro Litto Nebbia, quien en 1974 editó “Huinca”, el disco que lo alejó para siempre de la imagen lavada que su compañía discográfica pretendía de él.

Hoy vamos a hablar de “Agitor Lucens V”, el hermosísimo magnus opus de la banda de rock argentina Arco Iris, un disco de una agrupación de primera línea del rock vernáculo que, para que se den cuenta de lo negado que está por la industria, nunca fue re-editado en digital. Si lo escuchás, por ejemplo, en spotify, en el canal oficial de Arco Iris, lo vas a estar escuchando de una desgrabación hecha (¿por Ara Tokatlian en persona?) desde un vinilo en muy buen estado. La primera pregunta que sobrevuela sobre este disco aéreo y sideral sería entonces... ¿¿¿dónde estarán los masters de esta verdadera joya????

De este álbum conceptual muy pero muy poco se conoce y esto es una verdadera pena; en su época no fue un éxito -más bien todo lo contrario- ya que es una obra que continuó al increíble “Inti Raymi”, pero cambió notablemente el camino de búsqueda de la banda, que venía haciendo el amor en una cama con colchón de rock y de música folklórica latinoamericana, sobre todo la andina. Cuatro discos importantes (Tiempo de resurrección, Sudamérica o el regreso a la aurora, Suite Nº 1 e Inti Raymi) le llevó a Arco Iris convencer al rockero medio argentino -un pelín terco y fóbico al folklore- que había una excelente oportunidad de disfrutar de la música nueva y vanguardista sonando a rock, pero con un anclaje bien fuerte en nuestro folklore. Lejos estábamos de la explosión popular-rockera que años más tarde impulsaría Leon Gieco, desdibujando las barreras de los géneros. Hasta ese entonces el rockero medio -repitamos el concepto- era BASTANTE CUADRADO. Se aceptaba latinismos de Santana, pero si nuestrxs rockerxs se animaban a poner color ocal en su música (folkore o tango) eran completamente bardeados.

Así, en apariencia un poco a contramano de su propia construcción estética, nace esta obra fundamental de este súper grupo, la última con la formación clásica de Tokatlian, Santaolalla, Bordarampe y Gianello. Decimos “en apariencia” porque en enero de 1974 (cuando el disco sale a la venta) puede que haya parecido que los Arco Iris “abandonaban” su veta latina para darle paso a un rock sinfónico de teclados y guitarras, pero esto -los años lo ponen en perspectiva- no fue TAN así.

En este disco doble hay un menor contenido folklórico, pero la ausencia no es total. Ni mucho menos.

Desde lo conceptual el disco es fuerte. Entiéndase por “fuerte” el hecho de que los Arco Iris vivían en comunidad y cada uno de sus discos trajeron consigo conceptos líricos que les comunitaries venían trabajando puertas adentro en su tribu hippie. Este disco no es menos. Es más: precisamente lo fuerte de su mensaje lírico es lo que quizás “asustó” un poco a las grandes audiencias. Los Arco Iris abordan en esta placa una temática vinculada a los extraterrestres y a la espiritualidad de su presencia en la tierra, un tema que hoy es de divulgación habitual entre quienes creen de manera mística en estos temas.

El tema es que les chiques, viviendo en la realidad colectiva de su propia comunidad, bien creían en la posibilidad de que “la luz” que necesitaba nuestra humanidad podía venir de esos platillos voladores que tanto se “vibraban” por aquellos años, sobre todo en los medios alternativos de comunicación (escritos) de la época. Tanto así, que -cuentan- la obra completa surge del encuentro que la banda tuvo con Fabio Zerpa, un ex actor devenido en investigador de fenómenos sobrenaturales, a vistas de realizar para él la música de un audiovisual llamado "El Cosmos y el quinto Hombre", un material que (atenti la muchachada) está garbado pero hasta hoy permanece inédito.

La historia que cuenta el disco es la del extraterrestre Agitor Lucens V, quien -desprendido de su nave madre- visita una civilizacion indígena nativa, y con ellos comparte su sabiduría. El tono místico, de la nueva era, que el disco tiene desde este sentido, se contrapone un poco con un elemento que -sería muy interesante poder entrevistar a los protagonistas en algún momento y preguntarles- es completamente disruptivo del pensamiento “mágico”. Ese elemento es la política.

Hay en “Agitor Lucens V” muchísimas menciones socio-políticas de peso específico denso y fuerte. No nos olvidemos que, a pesar de que el 90% del rock argentino de época surfeó muy superficialmente en la militancia política, el contexto en el que sale el disco es el previo a la primavera camporista. Así, ya lo veremos en el análisis particular de cada uno de los temas, los conceptos de “lucha” e “igualdad” aparecen muy reales y concretos en contrapunto con la candidez de la energía mística que se desprende de la historia. Este es un rasgo característico de estos seis primeros discos de Arco Iris: hippies, si, pero no mensos.

¿Fueron todos estos conceptos tan eclécticos, mezclados con paciencia orfebre, uno de los principales motivos para que el público grande pasara por alto este disco? Puede ser. Demás está decir que la crítica (que suele ser tan o más cuadrada y conservadora que el público en general) detestó esta placa. Hay una crónica que es un testimonio clave para entender el injustificado desprecio que la época que vio nacer al disco tuvo, precisamente, por el disco. Como introito al ejemplo que vamos a dar, digamos que para las presentaciones oficiales de la placa, los Arco Iris entablan relación directa con Oscar Araiz, quien participa con su ballet en vivo sobre el escenario e incluso representa la obra en varios teatros de París. Bueno: de una de esas presentaciones perfomáticas en Buenos Aires, el crítico de arte y comunicador Jorge Andrés (un tipo bastante chévere y muy formado) publicó el sábado 9 de agosto de 1975, hace treinta y cuatro años, un artículo en el diario La Opinión donde califica de “esperpéntico” al estreno local de “Agitor Lucens V”. En la crítica dice cosas como:

"La música progresiva nacional falleció pura e ignorante como un chico. El único, inolvidable rasgo que llegó a definir fue su simpatía tierna y ruidosa. Con tiempo para crecer es probable que hubiera sido sensual, fantasiosa y con ansias de cambios profundos, pero claudicó antes, cuando había roto todos los vidrios sin lograr abrir la ventana”

Y este es el preámbulo, después es cuando DESTROZA a Arco Iris, miren esto:

“El martes a la noche, en la misma sala de la calle Corrientes, se presentó Agitor Lucens V, un 'concierto-ballet' de Gustavo Santaolalla interpretado por el conjunto Arco Iris y bailado por el elenco de Oscar Aráiz, el mismo que hace poco tiempo estrenó la obra en Francia pero con la parte musical grabada. No conforta asistir a este espectáculo, que se repite el lunes y martes próximo. Es música de ínfimo nivel, plagada de lugares comunes, ejecutada con crudeza y exhibicionismo y repleta de una poesía de vulgar intención profética. Y pretenciosa, que es el más difícil de perdonar de todos los defectos"

Y lo más petulante llega en este párrafo:

“(Agitor Lucens V es) una estirada hora y media de música con ocasionales partes cantadas y que viene a ser algo así como la anticipación de una utopía sideral, a pesar de que también se incluye un himno de énfasis guerrero y un Salmo a Cristo frente al cual la Misa Criolla de Ariel Ramírez suena como el mejor Mozart”

Luego Jorge Andrés se anima a criticar a Oscar Araiz, el puntaltense que es considerado como el más grande iniciador de la danza contemporánea argentina, un tipo que estudió danza clásica en la Escuela del Teatro Argentino de La Plata, creador del Ballet del Teatro San Martín, laburante del arte que se especializó en la composición coreográfica en diferentes academias del mundo, alguien que como bailarín formó parte del Ballet del Teatro Argentino de La Plata e integró el Grupo Cámara de Dore Hoyer... Bueno, no importa: a Andrés no se le cae un poquito la cara para aflojarle a la crítica y -redondiemos ya- termina diciendo que la apuesta de Arco Iris es una “infernal vulgaridad musical".

De más está decir que hay que explicar mucho quién es Jorge Andrés (a pesar de sus logros como comunicador de cultura) y muy poco sobre el valor artístico y social que tiene Arco Iris, ¿no?

Pero estos párrafos de desprecio están puestos en nuestra crónica para hacer notar cuán incomprendido fue este disco que hoy se explica y brilla por sí solo. Olvidémonos de estas descargas de improperios y volvamos al disco en sí, una placa que precedió en al menos un lustro a la fiebre de la era de acuario en relación al tema OVNI (el disco más emblemático del rock en este sentido: “No earthly connection”, de Rick Wakeman, se grabaría recién cinco años más tarde). ¿Y cómo suena el disco?... pues DE LA HOSTIA. Si bien la producción artística corría por cuenta del mismísimo Gustavo Santaolalla (el tiempo, los Oscar y los Grammy le dieron la razón en su toque genial y único para ésto), los ingenieros de la placa fueron dos verdaderos peso pesados de las grabaciones argentinas de los sesenta, setenta y ochentas: Teddy Goldman y el portugués Jorge Da Silva, uno es el tipo que hizo sonar bien el Luna Park (uno de los sitios más feos para hacer sonido en vivo) y el otro es el tipo que grabó a Spinetta, Serú, Piazzolla, Argerich... ¡a todes!. Pero esta dupla no fue el único lujo en la grabación de este rompecabezas progresivo, ya que el posterior corte de audio lo realizó el mismísimo Jorge Sorroza, la persona que debería tener un monumento en algún lugar público de Argentina por haber hecho los cortes y edición de esa bellísima joya que es “De la Ushuaia a la Quiaca”, un disco que estética y socialmente atravesará los milenios con la cabeza más que en alto. Con semejante plantel y el hambre de gol de Santaolalla y el resto del equipo a pleno... decime... ¡qué podía fallar, eh?

Volviendo un poco al concepto en sí del disco -y antes de pasar al picado de tema por tema- ¿qué podemos reprocharles a los Arco Iris, si hubiera que “reprocharles” algo por este disco?... ¿qué no apostaron a la fórmula segura de seguir en la línea de sus discos anteriores y experimentaron jugándose por hacer algo nuevo y distinto?... ¿eso le reprocharíamos a cuatro talentos de menos de 25 años que vivían en una comunidad donde el arte era lo primordial? Mmmmm... no parece una buena idea.

Sumale a todo esto que en el año en el que se COMPUSO este disco, Yes edita “Close to the edge”, Genesis saca “Foxtrot”, Jethro Tull publica “Thick as a brick”, King Crimson va con “Islands”, Miles Davis irrumpe con esa coctelera de emociones y estilos que es “On the corner” y bandas más “periféricas”, pero conocidas entre los músicos, como Tangerine Dream, editan el oscurísimo “Zeit”, o los Aphrodite's Child de Vangelis y Demis Roussos sacan el alocado y ecléctico “666”... ¿qué ibas a esperar de una banda como Arco Iris, un tomo dos de “Inti Raymi”?

Para ir finalizando con el contexto, mencionemos que el arte de tapa es una buena apuesta estética del equipo de diseño gráfico que tenían Music Hall y Sicamericana, mostrando en tapa la famosa fotografía de un OVNI tomada por Raúl Galán el 10 de abril de 1970, a las 13.30 en la ciudad de Mar del Plata, publicada más tarde en la tapa del diario La Razón y que en el interior del gatefold se puede ver una impactante pintura del plástico Juan Carlos López.

Ahora si, hagamos un repaso lado por lado, respetando las minúsculas en los títulos del diseño original:

Lado 1

intro (la divina madre): el disco comienza con una fuerte presencia del órgano eléctrico que tan magistralmente toca Ara Tokatlián en todo el disco y la guitarra de Gustavo Santaolalla que funciona casi como un cello. El instrumental es una obertura, tiene épica pero nunca pierde un intimismo potentísimo, una característica que atraviesa toda la placa, un rasgo bien OVNI: espectacular, sí, pero enigmático.

lucero andino (la morada de los dioses)esta es una típica cancion andina de Arco Iris, tiene cadencia casi bagualera desde la lírica: “en las piedras del camino/ se ha sellado mi destino/ caminar/ y alcanzar fuego gris/ a tus pies/ solo las huellas de aquel que es/ llenan ahora todo mi ser” dicen. Nota: el concepto del Fuego Gris es retomado por Spinetta veinte años más tarde. Bellísima canción.

vientos celestiales (en las cumbres): este tema tiene una tradición mística que recien explotarían las bandas años más tarde, en la segunda mitad de la década del setenta. Los vientos de Ara son bellos, Gustavo canta por momentos como tenor, eso es muy raro, voces de niñes y una guitarra en arpegio de mantra completan un clima hipnótico como pocas veces alcanzó Arco Iris y -escuchale y decime si exagero- el rock argentino todo.

bas bus: es un instrumental de Gustavo que es... ¡casi klezmer! Una sorpresa de energía musical total que estalla en medio de climas totalmente distintos a esta composición. El saxo de Ara: épico.

si el señor me dio estas manos: esta es la canción “montonera” total. Aquí es donde, como decíamos párrafos más arriba, textos políticos se cuelan por entre las vetas místicas. La letra dice: “Si el señor me dio esta boca para orar/ también es para no callar/ Si el señor me dio estos brazos para trabajar/ también son para (hoy) luchar/ La conciencia de los días que vendrán/ no la haremos mirando atrás/ pues las gargantas se cansaron de gritar/ solo tenemos que empezar (ya)”. ¿Más claro? Imposible. Hermosa canción de arenga que cierra este lado con ganas de pasar al que sigue.

Lado 2

príncipe del alba (aurora boreal):esta es una “chaca” como las que compone Gustavo desde hace cuarenta y cinco años, y una chaca que incluye “profecías”, una chaca con grandes arreglos de voces, con un clarinete doblado en estudio, muy pero muy bello, con un bombo legüero y batería descomunales, sellando el concepto de que Horacio Gianello es uno de los mejores bateristas argentinos de todos los tiempos. Atentxs: es el tema más “spinettero” de Gustavo Santaolalla, no es poco, eh...

las luces eternas:este es un típico rock de época, sólido, muy bueno desde su apoyatura en las líneas del órgano y los sintes de época, tiene muchas variantes “a lo Yes”, pero tiene todo lo que las otras bandas argentinas nunca llegaron a tener muy desarrolladamente (y Arco Iris SÍ): una coloratura latinoamericana muy fuerte, un sonido propio e inconfundible. La batería por ahí va tocando malambo, el colchón de teclas es progresivo sajón, el bajo con wah wah (Guillermo Boradampé debe haber vuelto loco a los ingenieros, porque se nota que es pedal de wah wah para guitarras) es una delicia; y el solo de guitarra filoso, doblado, a lo Iommi, de Gustavo es épico, bien malambero: es lo más de lo más. Otra vez dan ganas de cambiar el lado y seguir escuchando.

Lado 3

el regreso del pájaro dorado: el lado abre con una sucesión de climas bien laburados, otra vez -por poner un anclaje- todo es un rompecabezas progresivo, sutil (más Crimson que Yes, por nombrar conocidos) Muy buen trabajo de la guitarra eléctrica de Gustavo, el recorrido experimental del tema termina como una suerte de malambo con a go gós y cascabeles sonando de fondo. Se va con un parche de cuero y el saxo de Ara descolla simulando un cuerno que hace como una suerte de llamada tribal. Hay de todo, y todo queda bello.

la nave madre: este es otro tema bien climático, con búsquedas musicales más emparentadas con el jazz rock, quizás más Mahavishnu. La flauta de Ara en contrapunto con la guitarra con wah wah debería ser materia de estudio en las escuelas: finísimo.

el arcángel miguel/ agitor: de esta canción destaquemos el aporte de unos coros dodecafónicos contemporáneos que te entran por la piel hasta el hueso, es un medio tiempo-rock, una canción con sutiles arreglos que sería algo así como un “presagio” al estilo que unos años más tarde grabaría Soluna, la siguiente banda que Gustavo y Horacio formarían con otros grandes personajes del rock argento.

sendero de marcahuasi: este aire de joropo (¿es el hoy mítico ronroco de Gustavo el que se escucha de fondo y aporta ese clima espectacular?) trae otra vez el “toque montonero” al disco: “cantaré por todos los caídos/ para que nadie vuelva a caer/ lucharé el dia/ ya esta llegando/ y como el manzano florecere/ volverá el que fue dijo el sol/ pronto ven” Otra vez hay un gran laburo del bajo con wah wah (¡que grosso que sos Guillermo!). El contrapunto entre la flauta y la armónica para el final es una decisión de Ara que es para sacarse el sombrero. El tema habla de uno de los lugares más míticos de América dell Sur: Marcahuasi (ma?ka?wasi) una meseta de la Cordillera de los Andes ubicada al este de Lima, sobre la cadena montañosa que se eleva hacia la margen derecha del río Rímac. Un lugar mágico a 4000 metros de altitud sobre el nivel del mar.

paraíso sideral: esta canción me recuerda mucho al genesis de vox dei en este sentido: está construida sobre un lick muy lento, atractivo y pesado del bajo. Es una oda total a la new age espacial, una gran canción con un solo muy bello de saxo soprano. Así lo hacen de nuevo: termina el tema y querés más, por eso pones el útimo lado del álbum doble con un entusiasmo inédito en épocas de playlistas.

Lado 4

Un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo: es este un instrumental de jazz rock hecho y derecho, pero con el ritmo 6/8 bien chacarero en la bateria. Por eso ES Arco Iris y no OTRA BANDA.

Lucens V: aquí hay olor a Pink Floyd y a tangerine Dream, un buen olor a ambos, claro está. Este es un tema bien acústico que quizás sea una suerte de adelanto al Gustavo Santaolalla actual. La voz de Dana Tokatliáne parece que viene desde el cielo, es de lo más bello que tiene un disco que de por sí es muy bello.

Las huestes de Orion: meta usted en una coctelera a Pescado Rabioso y a Jethro Tull, póngale un saxo a lo Ornette Coleman y méxclelo con aires de saya, termine con un contrapunto jazzero entre saxo y bateria y tendrá usted lo que para muchos es el mejor tema del disco.

Salmo a Cristo: La oscuridad es luz a veces. Si no lo entiende, preste atención a este comienzo (nuevamente danza Tangerine Dream por el lugar), los hermosos arreglos de órgano que se escuchan son de un ipactante órgano de tibos que grabó por Héctor Zeoli en la Basílica del Santísimo Rosario de Lima. Una belleza de todo bellezor. La letra menciona directamente a Cristo, pero lo hace como lo haría 25 años más tarde Eliseo Subiela en “Últimas imágenes del naufragio”, se evoca a Cristo pero para redimirlo del acto global de tenerlo sádicamente clavado a la cruz dos mil años después de los acontecimientos. Y dice: “baja los brazos Cristo/ tu cansancio de siglos/ no comnueve a la gente/ y está duro el madero/ y están los clavos fríos/ baja tus pobres brazos/ y alejate del hombre/ tal vez tu ausencia/ traiga la añoranza de luz/ y ante la desnuda cruz/ se alce un mundo en asombro/ y se sienta el desamparo/ y se te busque, dios” ¿Que tal? Así, con ideas incendiarias para la época (imaginen a los obispos del onganiato...) se cierra un disco complejo y trabajado, ¿no?

Bien: para finalizar te dejamos un link en youtube para escuchar el disco completo, una aventura que te recomendamos. Que hagas en “pausa” de la vida, con atención, si es con auriculares y echadx tranquilx en algún sillón o lugar cómodo, mejor que mejor. Entrale, prestale la atención que se merece a uno de los discos más infravalorados del rock argentino. Dale play y... ¡decime si exagero!

29/07/2016

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