Columnistas
30/06/2018

Decime si exagero

Biutiful Lúsers

Biutiful Lúsers  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

A un mes de haber publicado la primera, vamos con la segunda entrega de esta serie de inmensos discos de grandes artistas que, resultando ser tremendos fracasos comerciales, terminaron convirtiéndose en joyas invaluables en la historia de la música grabada en estudio.

Fernando Barraza

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Hace un mes publicábamos en esta columna la primera parte de esta serie de artículos destinados a vindicar discos que, por sus fatales y escazas ventas, han estropeado económicamente las carreras de muchos solistas y agrupaciones; todos ellos discos excéntricos, rupturistas, nacidos en la necesidad que estos artistas sentían de dejar de hacer lo que venían haciendo durante años para volver a creer en sí mismos desde otro ángulo. Por lo general estos movimientos bruscos significaron grandes fracasos comerciales que afectaron sus carreras, ora porque su gente les dio la espalda a la hora de comprar el disco, ora porque sus casas discográficas –descontentas con la medida innovadora- los mandaron al muere a la hora de promocionar y distribuir estos lanzamientos, todas ellas gemas que con el tiempo han encontrado su lugar en el Partenón de la música. 

Hoy vamos a centrar nuestra atención en el disco menos (pero menos-menos-menos)  vendido en la carrera de Frank Sinatra, un nombre que de sí trae la idea de éxito asegurado. Bueno, no siempre fue así queridos amigos…

El pueblo y la melancolía

“Watertown” (1970) es sin lugar a dudas el disco más arriesgado de toda la discografía del jefe Frank y es el trabajo que vamos a poner en la lupa hoy para coronarlo como un auténtico “Biutiful Luser”.

Arranquemos diciendo que esta placa fue grabada en uno de los peores inviernos de la vida de Frank, cuando estaba celebrando 55 años, el ocaso para muchos artistas de la cultura de masas que celebra la juventud por sobre todas las cosas; y que además le llegó un momento bipolar de su trayectoria: por un lado era el jefe de su propio sello discográfico, Reprise Records, el sello que él mismo había creado para tener mayor libertad creativa; pero por el otro lado sintiendo el peso de la falta de éxitos masivos que su propio status de leyenda viva le exigía y encontrando que tanta libertad creativa lo había sumido en un pozo de falta de inspiración. Hoy, a la distancia, se puede entender perfectamente que si existe una lista de diez discos indispensables de la carrera de Sinatra, cinco son consecutivos y provienen de esta dorada época de libertad creativa: “Strangers In The Night” (1966), “Francis A. & Edward K” -junto a Duke Ellington- (1968), Cycles” (1968), “My Way” (1968), “A Man Alone” (1969) y, por supuesto, este “Watertown”,  disco conceptual que de punta a punta narra una historia melancólica, profunda y madura.

“Watertown” no fue el primer disco conceptual que la voz grabó en su carrera. En 1955 editó “In The Wee Small Hours” que, anoten este dato: fue el primer disco de la historia de la música popular sajona concebido como una unidad sonora y no como una mera colección de canciones sueltas; pero con “Watertown” Sinatra quiso ir mucho, mucho más lejos.

Para comenzar a trabajar el disco que sucedería a su “A man alone” (1969), un hermoso homenaje al poeta Rod McKuen que no impresionó a su audiencia cautiva, lo único que La Voz tenía en claro era que quería contar, a lo largo de todo su nuevo disco, una buena historia, algo que perdurara por siempre. Un poco espejado en el suceso de crítica y ventas de una andanada de discos conceptuales editados durante los tres años anteriores a que él entrase en el estudio para grabar “Watertown”, Frank tenía de donde espiar: Beatles, Stones, Beach Boys, Kinks, The Zombies, Frank Zappa, todos esos artistas habían explorado en el arte que el sr de los ojos azules había probado con suceso en los cincuentas; es decir: si él había inventado el concepto dentro de un disco de canciones, pues él mismo sería el que diera un nuevo y gran batacazo en ese terreno, demostrando a los cincuenta y cinco años quien era el jefe.

En esta búsqueda exhaustiva por dar con los compositores indicados, Frankie convoca al dúo Bob Gaudio y Jake Holmes, dos músicos/productores conocidos por los lectores de Va Con Firma a raíz del capítulo uno de esta saga de hermosos perdedores: Bob y Jake son los artífices de  “Genuine Imitation Life Gazette” (1968), el increíblemente fino disco conceptual que casi quiebra económicamente al grupo soul The 4 Seasons.

En aquella dupla tan gloriosa como anticomercial, Gaudio era el hombre que conocía al dedillo las calves del suceso en la música popular de masas  y Holmes era el músico y poeta maldito que había escrito, por ejemplo, el oscuro “Dazed and Confused" que hiciera globalmente famoso Led Zeppelin unos años más tarde.

El jefe dio, por recomendación de su propio equipo de trabajo, con una copia de “Genuine Imitation Life Gazette” y, fascinado por el sonido, los arreglos y el concepto general, pensó que sería bueno que Gaudio y Holmes se hicieran cargo de la composición y producción de su siguiente disco.

Visto a la luz de los años quizás no se vea (escuche) tan revolucionario el cambio que Sinatra se decidió a hacer con esta incorporación, pero si se lo contrasta con lo que Nelson Riddle y Don Costa le venían produciendo en años anteriores, “Watertown” es un punto polarmente distante a todo ese material.

Por aquellos años, las orquestas de la música popular comenzaban a sonar antiguas, pero la imparable corriente sicodélica disparada por los Beatles/George Harrison hizo que resurgieran con un nuevo sonido, en el que los planos de la orquesta se distorsionaban, se enmascaraban y se cubrían en estudio haciendo que el “trabajo psicodélico” termine por tener fuerte anclaje en lo casi sinfónico. Quizás esa unión fue lo que sedujo a Frankie una vez que terminó de escuchar con atención el impecable trabajo de estudio hecho por Gaudio y Holmes en el disco de los Seasons. La Voz, entonces, llamó a los susodichos y no dudo ni por un instante en entregarse de alma entera al dúo creativo.

Lo que se dice

Si bien lo que suena en “Watertown”, musicalmente  hablando, es maravilloso e innovador, lo más importante es, quizás, la historia que el disco narra, una hermosa obra poética que nace del británico genio músical/literario del melancólico Jake Holmes. El blog musical “Neurótico y Romántico" hace un excelente resumen del contenido poético del disco y lo cuenta así:

“Un hombre ha sido abandonado por su esposa y queda solo a cargo de sus dos pequeños hijos. Canción tras canción, el protagonista relata la crónica de su desamparo. En el lado A nos habla sobre Watertown, un pequeño pueblo en donde nada sucede excepto la lluvia (“Viejo Watertown/todo el mundo conoce el crimen perfecto/matando el tiempo/y nadie va a ningún lugar). Cuenta como su mujer se fue y después de su adiós no hubo explosiones en el cielo ni se escucharon arreglos de cuerda. Detalla sus intentos por salir adelante a pesar de todo, las cartas que escribe para contarle como crecen sus hijos y termina confirmándonos que, a pesar de todo, volvería a enamorarse de ella (“Si pudiera volver el tiempo atrás/ver el hoy desde el ayer/te amaría de todas maneras”). En el lado B nos describe a Elizabeth, su esposa (“vestida en sueños para mí/fuiste todo lo que desee ver”). Asegura que sabe lo que pasó y que va a olvidarlo para que todo vuelva a comenzar. Recibe –o imagina recibir- una carta en la que ella le anuncia su regreso, y concluye con “The Train”, en donde relata que va a la estación para recibirla, pero Elizabeth nunca baja del tren ("Los pasajeros para Allentown se fueron/el tren lentamente comienza a moverse/pero no puedo verte en ningún lado”). El protagonista de "Watertown" se confunde con un Sinatra que se muestra vencido como nunca antes. Abandonado, perdido, desesperado. La maravillosa Sol García cree que esta historia es la representación del punto de débil de Frank: el trauma por el abandono de Ava Gardner. En cambio el blogger Francis @ tiene la inquietante teoría de que Elizabeth no abandonó a su marido, sino que en realidad falleció.”

Que hermosa y melancólica historia, ¿no?

Lo que se escucha

En materia sonora, y tal como habíamos señalado, el disco no se anda con pequeñas: lo que Gaudio y Holmes imaginaron en materia de composición y arreglos, resultó plasmarse en una excelente grabación que el ingeniero Frank Laico (quien condujo técnicamente obras maestras de Barbra Streissand, John Cage, Stan Getz y Jobim, entre tantas otras) terminó por plasmar un disco inolvidable desde su sonido original.

Ya desde “Watertown”, el tema que abre la placa, queda bien en claro que esto es cosa seria. Con su pesado bajo eléctrico, su sombría calidad y la campana del tren que se termina convirtiendo en la marcha de la locomotora que arranca y se va para siempre, el disco está ambientado tan perfectamente que no queda nada por decir sobre su factura impecable. La voz de La Voz se trabaja en toda la placa con maestría, en planos que pueden llegar a romperte el corazón, como en “Goodbye she quietly says”, donde las líneas melódicas de flauta y oboe hacen magia, pero la voz de Frank conmueve hasta los huesos. El tema termina, precisamente, con la voz de Sinatra en primer primerísimo plano y una suave guitarra con trémolo, bien moderna, casi psicodélica, depositando la emoción exactamente donde tiene que estar.

Más “adentro” del disco hay delicados arreglos en suaves staccatos de violines y como en “For a while “, donde el cello acentúa el espíritu de lluvia y cielo gris que carga toda la obra.

Geniales pianos mezclados con nítidas guitarras acústicas, como en “Michael and Peter”, refuerzan el tono de melancolía sin agobiar, más bien todo lo contrario: la belleza se impone fantástica. Hay pasajes de amor puro, como en “I would be in love (anyway)”, una épica balada de amor con gran estribillo. O “Elizabeth”, un tema en el que la evocación a la mujer que no está te muestra mucho más la belleza que la caracterizó, que la tristeza de haberla perdido. Este espíritu es reforzado en “What a funny girl (you used to be)” donde la alegría que recuerda a la Elizabeth ida es notable, subyugante.

En pasajes como el de “What's now is now” aparece el rock en su concepto “sónico”, la batería está alta, la guitarra y el bajo tienen preponderancia, pero las cuerdas surgen, como siempre para demostrar que esto no es un disco de rock: es un disco de Frank, ¡vamos!

Mencionados todos los temas del disco hasta aquí, honremos los tres temas de salida, el final mismo de una obra inmensa: a “She says” le alcanza su minuto cincuenta segundos para expresar de manera simple y minimalista (y con un coro de niñas que te dejará boquiabierto) el espíritu de esperanza quebrada, pero al fin en pie, que mueve al hombre protagonista de este disco. Las cuerdas de los últimos cuarenta segundos son de lo más bello que escucharás en un disco de música popular. La última frase casi a capella de Frank te cortará el aire.

El final del disco llega con “The train”, tan bien explicado desde su poética, más arriba en este artículo, en la reseña de los amigos de “Neurótico y Romántico”. Desde lo musical, este tren de despedida es lo más parecido a una canción beat que Sinatra haya cantado en su vida fuera de algo que pueda haber grabado con su hija Nancy, el contraste campante entre lo que la letra dice (resignación) y lo que la música sugiere (alegría) es tan grande que la canción tiene un peso específico desconcertante y genial.

Con los años apareció un bonus track, “Lady Day”, una canción que, como también rescatábamos del artículo de “Neurótico y Romántico”, sirvió para abrirle la puerta al misterio sobre si en realidad Elizabeth estaba muerta. La canción no descolla, tal vez porque su estructura musical es un poco convencional y está mucho más emparentada con el anterior Sinatra que el resto del material del disco; pero es un bello epílogo de salida para un disco conceptual entendiendo que un final abierto le sienta muy bien a obras de este tipo.

El último dato que aportaremos sobre este disco es su arte de tapa: un grabado del maestro Ove Olsen que, si lo ves en el formato vinilo, puede tenerte varios minutos observándolo con abstracción y maravilla.

El final del artículo certifica la inclusión de esta obra en la saga de los biutiful lúsers. La placa vendió poco, muy poco, deprimido Sinatra decidió levantar la presentación oficial del disco: un especial para televisión que se iba a transmitir vía satélite para varios países de todo el planeta. Un año más tarde, Frankie anuncia que abandonaría la música. Cuatro años más tarde regresa renovado con una muy buena idea para re-lanzarse; pero esa, esa es otra historia.

Dejamos aquí un link en youtube para escuchar este disco entero. Pinchalo, dale una oportunidad a esta madura historia de un hombre común que se para desnudo frente a sus propios sentimientos y al paso duro que debe dar para retimonear su vida y la de sus hijos. Dale una oportunidad a todo el disco y… ¡decime si exagero!

  

29/07/2016

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