Para darse cuenta del retroceso en el plano social que estamos viviendo los argentinos desde hace un año y medio basta con mirar la realidad (muchas veces en carne propia) y ratificarlo con las cifras oficiales del Indec, que cada vez se parecen más a un manifiesto opositor.

Por ejemplo, el Índice de Gini mide la inequidad en la distribución del ingreso, con un número que va desde el cero (absolutamente equitativo) al uno, totalmente inequitativo. Lógicamente, cuanto menor es el índice mejor es la situación distributiva. En junio último se conoció la medición correspondiente al primer trimestre del año: 0,437 contra 0,42 del mismo período del 2015 (no se publicó el del 2016); es decir, un empeoramiento de 1,7 puntos

Otra forma de medir la equidad distributiva consiste en medir la brecha entre el 10% de la población que recibe más ingreso frente al 10% que recibe menos. La relación pasó de 17,8 veces en el 2015 a 21,8 (empeoró un 22%).

En la actualidad, el 10% que más gana se apodera del 31,6% del total del producto mientras que el 10% que le sigue recibe 16,7%: el 20% más rico se queda con el 48,3% del ingreso total, casi la mitad del mismo. El 10% más pobre recibe sólo el 1,4% mientras que, sumado al siguiente 10%, nos dice que el 20% de menor ingreso en la sociedad recibe solamente el 4,8% del total producido.

Este deterioro en los índices sociales es una consecuencia directa de la devaluación del 40% al comienzo de la gestión junto a la rebaja o eliminación de retenciones a la exportación de productos primarios, que se reflejaron en un proceso de aumentos de precios de los bienes de consumo que ganaron por casi un 10% a los aumentos de salarios durante el año. Es decir, el salario real cayó aproximadamente un 10%, mientras aumentaban los despidos, los cierres de fábrica y la desocupación. Implicó una caída de lo recibido por el trabajo asalariado correspondiente al 34,3% del ingreso total al cerrar el 2016, cuando en el año 2015 había sido del 37,4%. La disminución de 3,1 puntos porcentuales representa, según el informe de Cifra, un total de 16 mil millones de dólares transferidos por los asalariados a favor del capital.

Warren Edward Buffett es un inversor y empresario estadounidense. Es el mayor accionista y Director Ejecutivo de Berkshire Hathaway y el principal accionista del Bank of América y está considerado como uno de los más grandes inversores en el mundo; su patrimonio neto personal este año fue estimado 76.100 millones de dólares (según la revista Forbes). Buffet, en un acto de sinceramiento que no es común en su clase social, hizo una declaración pública que muy bien podría corresponder al presidente de la Nación o a los CEOs que lo acompañan:

“Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, quien la ha declarado, y vamos ganando”.