“(Existe) una campaña destinada a exhibir nuestras tragedias presentes como resultado de la política económica aplicada (por el gobierno anterior)… cuando la realidad es que estamos sufriendo las consecuencias de haber abandonado aquella política. La maniobra es clara: primero se hizo arriar las banderas del desarrollo con justicia social y soberanía, y ahora se trata de asegurar que nadie se atreva en el futuro a levantar estas mismas banderas. Hoy, no hay más que mirar la cara de la gente para ver su angustia”.

El párrafo anterior no corresponde a un artículo de opinión escrito estos días ni a declaraciones de economistas actuales. Fue escrito hace 41 años y corresponden a una entrevista a José Ber Gelbard publicada por la revista “Cuestionario” de marzo del 1976 (transcripta por Julián Blejmar en “Cash” del 7 de mayo de este año).

Existe un libro escrito por María Seoane, la autora de “La noche de los lápices” entre otros, que tituló “El burgués maldito”; se trata de una biografía de Gelbard, el que fue el ministro de Economía de la tercera presidencia de Perón, y su lectura es recomendable porque está muy bien escrita y es amena, casi atrapante, y porque se trata de uno de los personajes claves de la historia económica argentina.

Gelbard nació en Polonia y llegó a la Argentina a los once años de edad (1928). Fue, fundamentalmente, un autodidacta y un luchador nato. Su vida política se inició en el Partido Comunista, pero cuando el peronismo desarrolló su política de redistribución del ingreso y de inclusión social, lo apoyó con toda vehemencia. En 1953, en concordancia con el proyecto de Perón, fundó la Confederación General Económica (CGE) para nuclear a la pequeña y mediana empresa nacional, en particular la industrial. La CGE fue prohibida entre 1955 y 1958 pero, a partir de esta última fecha, la refundó y continuó siendo el principal dirigente.

Como empresario fue creador y dirigió empresas como FATE, Constructora Wobron y Acindar.

En 1973 fue convocado al ministerio de Economía. Elaboró un “Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional” que priorizaba al consumo como factor de crecimiento, un aumento de las exportaciones no tradicionales, la fuerte intervención del Estado en la economía, nacionalización de los depósitos bancarios, fomento agrario, etc. Lo cierto es que en 1973 el PBI creció el 6,1% y al año siguiente el 6,4%; el desempleo bajó al 2,5% de la población activa y la participación del salario llegó al 41% del PBI.

Perón murió el 1 de julio de 1974 y bajo el gobierno de su sucesora, Isabel Martínez, se desencadenó una lucha por el poder que en un momento se personalizó entre López Rega y Gelbard; triunfó el primero, la derecha y Gelbard debió renunciar al ministerio. A partir del golpe de 1976 fue perseguido y se le quitó la ciudadanía argentina. Murió en el exilio, en 1977.

Volviendo al párrafo inicial de esta nota, Gelbard se refiere a los dos años en que estuvo a cargo de la cartera económica y a la campaña desatada en su contra desde fines de 1975. Pero su evidente actualidad debería ser motivo de reflexión.

Gardel y Le Pera dicen, en su famoso tango “Volver”, que “veinte años no es nada…”. Parafraseándolos, podemos asegurar que, para la derecha argentina, “cuarenta años es dos veces nada”: las mismas políticas, los mismos errores y siempre la misma excusa ante los primeros fracasos, “la culpa es del gobierno anterior”.