Después de un año de ajuste del gasto público impuesto por el presidente Mauricio Macri y el ministro Alfonso Prat-Gay, que implicó una disminución del gasto en términos reales del 17% anual con enorme costo social, es un total fracaso, ya que el déficit público se duplicó respecto al año anterior. Ahora viene el nuevo ministro, Nicolás Dujovne, con la promesa de un mayor ajuste del gasto y, por lo tanto, de mayor costo social.

Claro que este costo no afecta la sensibilidad social del nuevo ministro, sensibilidad que se pone de manifiesto cuando propone, como parte de la política económica, bajar el costo laboral y abrir más las importaciones de bienes de consumo, lo cual implica cierre de empresas nacionales y mayor desocupación. O cuando escribió el tuit (21-7-2012) criticando la noticia que los alumnos de una escuela rural del interior aumentaban su rendimiento escolar mediante el uso de las notebooks entregadas por el gobierno con estas palabras: “Gracias al porno superan frío y olvidan hambre”.

Pero este nuevo ajuste está condenado al fracaso, igual que el anterior. Veamos rápidamente algunos conceptos económicos que lo explican:

-Desde los años ’30 del siglo pasado es sabido que el aumento de la inversión (pública o privada) y del gasto público, tienen un efecto multiplicador sobre toda la economía, aumentando el producto bruto en un monto mayor que el gasto inicial. Según un estudio de Standard y Poors del año 2015, el multiplicador del gasto público en nuestro país es del 1,8. Lo cual quiere decir que si el gasto aumenta en $ 100 (sin aumentar los impuestos) el PBI (Producto Bruto Interno) va a aumentar dentro de cierto plazo en $ 180. El multiplicador actúa en forma positiva si el gasto aumenta y de manera negativa si el gasto disminuye. Además, hay que tener en cuenta que la magnitud del multiplicador depende de dos factores: a) si la economía está en expansión o en recesión (es mayor en el segundo caso); y b) el rubro del gasto (es mucho mayor en el caso de la inversión pública, que en el gasto de consumo del Estado).

-La recaudación impositiva depende de la evolución del producto. Según los economistas argentinos Amico y Fiorito (2017), la elasticidad de los impuestos en Argentina oscila entre 1,4 y 1,9. (Esto significa que si el PBI aumenta en 1% la recaudación impositiva lo hace, según de qué impuesto se trate, entre 1,4% y 1,9%).

Les propongo un ejercicio sencillo para aplicar los conceptos anteriores, para ver cómo funcionan en un caso similar a la economía actual:

Sea un PBI de 1.000 con un gasto público y una recaudación impositiva de 350. Sea el multiplicador del gasto 1,8 y la elasticidad de la recaudación impositiva del 1,75 (promedio entre 1,4 y 1,9). Supongamos una política de ajuste que reduce el gasto en 50.

Como el multiplicador es 1,8, el PBI va a bajar en 90 (1,8 x 50), lo que significa un 9% del PBI (90 respecto a 1.000).

La recaudación impositiva va a caer un 15,75% (1,75 x 9%), lo que significa una reducción de 55,125 (el 15,75% de 350)

Es decir que el ajuste del gasto de 50, trajo aparejado una disminución de la recaudación fiscal de 55,125. Esa implica un crecimiento del déficit de 5,125.

El ejemplo anterior no tiene otro fin que aclarar lo que pasa con el ajuste del gasto, el del 2016 y lo que se espera del 2017 y no pretende ser una simulación de la situación actual, aunque los números utilizados (participación del gasto público del 35% del PBI y los índices aplicados) son, en grandes pinceladas, los que corresponden al país. El objetivo es ilustrar la cadena causal DÉFICIT PÚBLICO – AJUSTE DEL GASTO – DISMINUCIÓN DEL PBI – DISMINUCIÓN DE LA RECAUDACIÓN IMPOSITIVA POR ENCIMA DE LA BAJA DEL GASTO – AUMENTO DEL DÉFICIT … cadena que conforma un verdadero círculo vicioso.

Lo que puede ser objetado es el multiplicador utilizado (1,8), que es un promedio cuando el ajuste se asienta en la reducción de la inversión pública, dado lo inelásticos a la baja que son los demás gastos. Y el multiplicador de la obra pública es sensiblemente superior al promedio.

Así, en el 2016, el gobierno de Macri, que un año antes de asumir prometió “el más ambicioso plan de infraestructura de la historia argentina”, bajó, en términos reales, la inversión pública entre el 40% y 50%, contra un promedio de reducción del gasto del 17%.

Al déficit lo provocó el actual gobierno, al disminuir los ingresos fiscales (eliminación o rebaja de las retenciones a las exportaciones agropecuarias y mineras). Con su política de ajuste no ha hecho más que aumentar dicho déficit, agravado porque produjo una caída del PBI, con el aumento del desempleo y cierre de empresas que trae consigo.

La propuesta el ministro Dujovne de profundizar la misma política tiene un final conocido, porque años atrás ya lo hemos vivido.