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16/10/2016

La deuda pública externa

La deuda pública externa | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La política del endeudamiento externo está favorecida por el desendeudamiento que dejó el gobierno anterior, pero el juego es muy peligroso. Es la conocida bola de nieve, que ya explotó con la profunda crisis de 1982 y, de recuerdo fresco todavía, se repitió agravado en el año 2001.

Humberto Zambon

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La deuda pública es la tomada por el Estado (nacional, provincial o municipal) y es necesario distinguir entre deuda externa e interna. La diferencia fundamental entre ambas es que la deuda pública externa está dada en moneda extranjera y la interna en moneda nacional

Normalmente no se hace esa distinción y cuando se habla de deuda pública se lo asimila a deuda externa. Esto tiene una razón de ser: como Estados Unidos tiene el importante privilegio de emitir la moneda internacional, el dólar, en este caso ambas deudas son iguales; como tanto la colocada en el interior del país como en el exterior están nominadas en dólares, no hay razón en diferenciarlas (las dos son equivalentes a deuda interna) y por eso los manuales de economía de ese origen identifican ambas como una sola. El caso se repite en Europa con el euro: como ningún país tiene la posibilidad de emisión, ambas deudas coinciden, en este caso como externas.

Inclusive en nuestro país hasta entrado el presente siglo más del 90% de la deuda pública era en moneda extranjera, por lo que también se justificaba la confusión. Pero después del acuerdo de deuda del 2005, gran parte de la deuda pública está emitida en pesos y, por lo tanto, no hay razón para no distinguirlas.

En el caso de deuda pública interna, ésta se trata de obligaciones de pago futuro que ciudadanos radicados en nuestro país deberán efectuar (mediante el pago de impuestos) a otros ciudadanos también radicados aquí; se trata de transferencias entre contemporáneos; como los receptores de ese ingreso normalmente son inversionistas, es muy probable que lo destinen a nuevos documentos de deuda pública, de forma tal que ellos mismos financien –al menos en parte- el pago de la obligación anterior; además, como el estado tiene el poder de emisión de dinero y cuenta con varios recursos de la política monetaria para cumplir con los pagos, por deuda interna nunca puede caer en “default”. Esto explica porque en endeudamiento público norteamericano que se aproxima al 100% de su PBI no genera mayor preocupación respecto a su cumplimiento futuro.

Por el contrario, la deuda pública externa y sus intereses deberán ser abonados con divisas, cuya escasez es una de las características de los países dependientes, que se conoce como la “restricción externa” y que limita las posibilidades de desarrollo de un país. Por ello siempre es preferible el endeudamiento en moneda nacional.

El gasto del Estado, tanto nacional, provincial o municipal, se realiza en pesos. Si existiera déficit a cubrir con deuda, esta debe ser en pesos, deuda interna, y nunca se debería recurrir a deudas nominadas en moneda extranjera.

Sin embargo el Estado nacional procura endeudarse en dólares (u otra moneda extranjera) para cubrir el déficit presupuestario. Y alienta a las provincias, como Neuquén, y a empresas públicas a hacer lo mismo. El objetivo real es cubrir el déficit de la balanza de pagos del país, afectado por la apertura indiscriminada que trajo aparejado el aumento de las importaciones así como el envío al exterior de las utilidades obtenidas en el país por las empresas trasnacionales, el ahorro en dólares por parte de la población y la fuga de capitales. Ese, más que cubrir el déficit en pesos del Estado, es el objeto del nuevo endeudamiento.

La política del endeudamiento externo está favorecida por el desendeudamiento que dejó el gobierno anterior, pero el juego es muy peligroso. En el futuro próximo hay que pagar los intereses y devolver el capital, por lo que disminuye aún más las posibilidades de importación de bienes imprescindibles y obliga a endeudarse más para suplir las necesidades de la balanza comercial y cumplir con los servicios de deuda. Es la conocida bola de nieve, que ya explotó con la profunda crisis de 1982 y, de recuerdo fresco todavía, se repitió agravado en el año 2001. 

Además, incrementa la “restricción externa” y reduce las posibilidades futuras de crecimiento económico.   

El panorama que se abre para la economía argentina con la política económica hoy aplicada, como lo muestra la experiencia del último medio siglo, puede calificarse como muy delicado.

29/07/2016

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