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12/05/2024

Los éxitos de Milei

Los éxitos de Milei | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Para volver a la inflación del gobierno anterior, Milei planchó el dólar y los salarios, suspendió la actualización de las tarifas y reguló precios privados como los de las prepagas. ¡La realidad mató al dogma de la mano invisible del mercado!

Humberto Zambon

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En el círculo íntimo de la presidencia dicen estar eufóricos: ¡El éxito en la política económica! Basados en la disminución paulatina de la inflación a un dígito mensual y a dos períodos mensuales con superávit fiscal, creen estar tocando el cielo, a las puertas del gran cambio que proyecte al país al primer plano mundial; inclusive esta opinión está abonada por varios comentaristas periodísticos, especialmente aquellos que siempre jugaron a ser los “amigos” del poder. Entre los más entusiastas se encuentra el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que ya ha salido a proponer, dado el éxito logrado, la reelección del presidente por otros cuatro años, cuando solo han transcurrido cinco meses de su gestión.

La inflación: Milei está (o estaba) convencido que los mercados seautoregulan y que la mano invisible del mercado lleva rápidamente al equilibrio; además del convencimiento de que la inflación es un fenómeno puramente monetario.

Pero no es así. Por un lado, el mercado de competencia perfecta que plantea la teoría que consulta Milei no existe en la realidad, sino que, especialmente el de productos industrializados, es oligopólico y al equilibrio que puede alcanzar no es el óptimo. En segundo lugar, y como vimos en varias notas anteriores, la inflación moderna no es un fenómeno puramente monetario, sino que es el síntoma de desequilibrios en la economía real y es multicausal. En la actualidad, la inflación argentina es de costos y depende fundamentalmente del tipo de cambio, con el aporte, además, del nivel de sueldos, de la tasa de ganancia que fijan los oligopolios que dominan el mercado y de las tarifas de servicios en manos del estado.

Milei creía que eliminando el déficit fiscal y, como consecuencia, la emisión monetaria para cubrirlo, el tema inflación estaba resuelto (¿Se acuerdan de Macri diciendo que terminar con la inflación era el problema más fácil que tenía por delante? Lo mismo le pasó a Milei). Lo cierto es que en diciembre devaluó el peso un 118,4% y, sumado a la liberación total de los precios, lo pagó con un salto inflacionario (25,5% en diciembre, 20,6% en enero, 13,2% en febrero y 11% en marzo y se calcula cercano a 10% en abril) Y este dato es lo que se festeja, el llevar la inflación a una cifra similar a la que tuvo el gobierno anterior en su último año.

Para lograr ese nivel de inflación debió dejar de lado su base doctrinaria, que queda solo para ser utilizada en sus exposiciones internacionales, y proceder a “planchar” las variables que inciden en el nivel inflacionario: el valor del dólar fundamentalmente, pero también los salarios (no homologando paritarias), suspendiendo actualizaciones de tarifas de servicios ya anunciadas y, rozando la herejía, regulando precios privados, previamente liberados, como las tarifas de las prepagas (¡La realidad mata al dogma!).

Se trata de imitar lo que pasó con la convertibilidad en los años ’90, en que se “planchó” el dólar y durante muchos años hubo libre ingreso de mercaderías y capitales y se logró la estabilidad de precios. Claro que para cubrir la necesidad de dólares causada por el exceso de importaciones se recurrió a las privatizaciones y, cuando no quedaron bienes susceptibles de ser vendidos, al endeudamiento externo. Hasta que no dio más y vino la crisis del 2001.

Pero el panorama actual es muy distinto: 1) por la historia pasada, hay gran resistencia popular a la privatización de empresas públicas y 2) después de lo que dejó Macri no hay posibilidad de nuevo endeudamiento externo. Por esa razón se propuso el RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversores) que ofrece al país como una especie de “paraíso fiscal”, que no pregunta sobre el origen del capital y ofrece los recursos argentinos en venta, con descomunales privilegios a los inversores, pero que, esperamos, resulte imposible aprobarlo porque, además de rematar los recursos naturales y destruir industria nacional, convertiría al país en guarida fiscal para el narcotráfico y la evasión impositiva.

Para mantener “planchado” al dólar paralelo (“Blue”) se utilizó la iliquidez producida por el aumento de precios sin un crecimiento equiparable de la cantidad de dinero y de los ingresos, lo que no solo redujo drásticamente el ahorro en dólares a que estaba acostumbrada la clase media, sino que obligó al desahorro, aumentando la oferta de dólares. La pregunta es ¿Hasta cuándo puede mantenerse ese “planchado”? Por lo pronto el campo está esperando una devaluación para liquidar el grueso de la cosecha y el Estado necesita dólares, que no consigue. Los economistas en general coinciden en que la devaluación será inevitable (dentro de ¿uno, dos, tres? meses).

Superávit fiscal. Como se viene repitiendo, es un superávit mentiroso, logrado postergando el pago de deudas, como en el caso de la energía, suspendiendo la obra pública o reduciendo las jubilaciones reales (35% en el trimestre), los sueldos (entre el 15 y 25%), las transferencias a las provincias y a las universidades, etc., todo lo que ha llevado a una hiperrecesión: al 31 de marzo la construcción había caído el 42,2% anual y la industria el 21,2%.

Es como el caso de la familia aquella que no llegaba con dinero a fin de mes, entonces dejó de pagar el alquiler, la luz, el gas y al almacenero de la esquina, y vio que a fin de mes le sobraba dinero, incluso podía pensar en ahorrar para las próximas vacaciones. ¡Y salió a festejar el superávit logrado!

En estos dos casos, el superávit del estado y el de la familia, como en el caso de la inflación, la pregunta que queda flotando es la misma: ¿Cuántos meses puede durar?

29/07/2016

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