Columnistas
14/04/2024

¡No es venganza..., es proyecto de país...!

¡No es venganza..., es proyecto de país...! | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Washington lo único que tiene en mira cuando piensa en Argentina es cómo instalar a estos bananeros del sur en el estatus de diligentes lacayos inclinados hacia el lado correcto en la balanza global.

Juan Chaneton *

[email protected]

Solía decir Torcuato Di Tella, cuando se olvidaba de que era ingeniero y se le daba la gana de ejercer otra de sus profesiones, la sociología, que la democracia es un sistema basado en reglas y que, si respetamos esas reglas, todos obtendremos un saludable bronceado bajo el benéfico sol de la democracia. A quienes piensan de este modo, el vínculo directo y sin intermediarios del líder con las masas, les parece no sólo una teratológica deformación de las cosas sino, sobre todo, un peligro. El peligro estriba en que aquellas masas, de repente, podrían darse cuenta de que la sociedad puede funcionar igual sin sistema institucional, es decir, sin "representantes" y sin clase política. Milei se insinúa como una potencial prueba de tal rareza. Y ésta es, también, la prueba de por qué la derecha (por lo menos la derecha ideológico-periodístico-intelectual) es renuente en apoyar a Milei. En su minuto, frotaron la lámpara y emergió un mamarracho que, de tan heteróclito, los puede perjudicar a ellos también, a la derecha, digo. Porque "la democracia" no está pensada para que su etimológico desiderátum sea, alguna vez, la feliz realidad de los pueblos. Eso es lo que se enseña en escuelas, conventos y conventillos, pero no es el "gobierno del pueblo" lo que importa sino controlar el caos, en cuyo mar embravecido podrían sucumbir hasta las naves de Temístocles y agostarse los campos ahítos de cereal y alimento.

Y no sólo consolidar un orden permite la democracia. También garantiza la expresión de todos, hasta la de los que dicen burradas a repetición. Veamos.

Por su pasado, Petro es un terrorista. No así Patricia Bullrich. Tal, la imbecilidad inconducente de un "presidente" argentino del cual podría decirse lo que Hayek opinó -palabras más o menos- sobre la democracia: considerar respetable a cualquier espantajo parido por la voluntad popular es una manifiesta patología del carácter. Sin embargo, nosotros, pecando de formalismo, nos tomamos en serio la teoría social y respetamos, de manera gentil, incluso al pedófilo que babea su lascivia en la piel de nuestros hijos… como debe ser en democracia. Respetamos "las reglas", como decía Torcuato. Observamos y hacemos observar, fielmente, en cuanto de nosotros depende, la constitución de la nación argentina y, de paso, rosqueamos lo que sea y con quien sea que haga falta.

Lo que al principio era sospechoso luego se tornó más claro. Que la derecha periodística del país, por boca de sus diferentes profetas, saliera a impugnar a coro y con estridencia la nominación de Ariel Lijo como candidato de Milei para la Corte Suprema, era llamativo, pues parecía un rollizo en el camino puesto para entorpecer la gestión de un presidente al que esa derecha le aplaude toda o casi toda su política económica. Y la sospecha disparó suspicacias no tan paranoides como parecía. Difamar a Lijo -como hacían y todavía hacen los medios de la derecha- era conditio sine qua nonpara que el kirchnerismo senatorial y su jefa política, pagasen un altísimo costo político en caso de que un acuerdo sobre el tema para nominar a aquél a la Corte, prosperase entre bambalinas. O, incluso, se iba en pos de algo más que hacer pagar cara la osadía: su buscaba (se busca) directamente, frustrar la imaginaria componenda.

En tanto, nos dirigimos, viento en popa, hacia la guerra civil. Algo isabelino de tan trágico se está incubando en esta sociedad a la que alguna vez le atribuimos destino de gran potencia, aunque sólo supiéramos que fue fundada por Julio Roca y Bartolomé Mitre y luego impugnada por Adolfo Saldías, Julio Irazusta y José Rosa. Aquéllos tenían un proyecto de país, que ahora triunfa. Éstos, influían en acólitos que sólo ofrecían unas efusiones emocionales que confundían argentinidad con unción. Pero proyecto de país, ninguno. Saldías gobernó. Y así estamos: conducidos por los herederos de los que siempre supieron qué querían cuando manejaban esto que llamaron "Provincias Unidas del Río de la Plata". Y lo que siempre supieron fue que la Argentina era de ellos, no del resto. Y para imponer esa verdad, primero que nada, había que grabarle a fuego, a ese resto, la certeza de que esa propiedad era la única verdad. Y para lograrlo, se apropiaron del micrófono, que detentan hasta hoy. Nunca tuvo, la clase obrera del país en cierne, conciencia de clase. Algunos creían percibirla en la "rama sindical" de un árbol frondoso en cuya copa más alta lucía una "central obrera" monolítica y ducha en cuestiones de poder. Otros, generalmente jóvenes de una estudiantina bullanguera, la adivinaban en ellos mismos, pues escandalizaban a sus tías viejas diciendo me gusta la negrada porque es mugrienta y tiene olor pis. Pero la conciencia de clase era otra cosa. El general Perón enseñó que antes que la violencia era mejor entregar el rosquete y, de ese modo, sería más fácil para un pobre que para un rico pasar por el ojo de una aguja, como le sucedía a aquel camello bíblico.

En tanto, horas llegarán, porque ya se están incubando. Serán horas en que la legitimidad de matar en la calle al de piel diferente, o al afeminado, o a quien se salga del canon cis, será legítimo. Horas llegarán en que matar al denunciado por el vecino del delito de kirchnerismo o comunismo, será uso y costumbre. Alguien nos trajo hasta acá. Y esos alguienes hacen congresos, asambleas y comités, a estas horas, para elegir autoridades.

Para colmo de pesares y confusiones, dicen hoy los panelistas afines al "régimen depuesto" encabezado por Alberto Fernández, que el gobierno de Milei se está vengando del kirchnerismo,: ¡no es déficit fiscal, dicen, es venganza...!; y esa superficial dicotomía es la prueba de que no han entendido nada de lo que nos pasó y nos está pasando como pueblo.

Pues la ecuación es exactamente al revés. No es venganza lo que está haciendo Milei, sino una política basada en un diagnóstico (tramposo, pero diagnóstico al fin). Ese diagnóstico dice que la crisis tiene su causa en el déficit de las cuentas públicas. Eso es mentira y para llevar a la práctica esa “política económica” (transferir ingresos) parlotean acerca de la corrupción de los otro y entonces, los canales de tevé afines al kirchnerisnmo dicen que se están vengando... Pero, ¿vengando de qué? Es lo mismo que decir: se vengan de lo que hicimos y si volviéramos haríamos lo mismo, aunque a la derecha se le hinche la vena del odio. Pero no es eso lo que hay que decir. Lo que hay que decir es que "ellos" tienen un proyecto de país (un proyecto de mierda, pero proyecto al fin) y nosotros no lo tenemos ni lo tuvimos nunca, salvo "la comida en la mesa" que era y es el proyecto de Guillermo Moreno. Pero "ellos" están haciendo algo más que generalizar el uso del mantelito blanco de la humilde mesa. Están incorporando a la Argentina al campo global anglosajón liderado por la OTAN, están haciendo geopolítica, mientras nuestro gobierno decía que Venezuela era una dictadura y Milei no dice que Israel es un Estado genocida. Ellos se animan, en fin, ante lo que nosotros nos cagábamos en las patas. Base militar de Washington en Ushuaia es la última derrota nacional rosqueada con la "generala".

Lo que es opinión es opinión y lo que es dato es dato. El dato fuerte, acá, es que, de los valientes soldados de la patria, los que más felices están con Milei y la "generala", son los integrantes de la brava muchachada de la Armada, esa que torturaba en la Esma, pues lo único que anhelan ahítos de ahínco, es la libertad de los suyos y que no se hable más de crímenes de lesa humanidad ni de pavadas semejantes. Quieren -dicen una fuentes insospechables de mentir en este tema-, sobre todo, desagraviar a ese histórico templo que es la Esma. Eso comparten también algunos de verde olivo que frecuentan a los de blanco, ya retirados todos ellos, pero que saben muy bien qué pasa con los activos dentro de los cuarteles. Las fuerzas armadas de este país sostienen a Milei y junto al "círculo rojo" darán la vida de los otros para que termine su mandato y lo suceda algún otro parecido. Esto es dato, no efluvio gritón de alcornoque hueco. Pero, además, es análisis mixturado con conjetura que, como decía Lacan, no excluye el rigor. No esperan mucho en materia de equipamiento los marinos. Saben que si una chatarra oxidada para desguace cuesta medio millón de dólares, sobre un portaaviones dotado de las tecnologías satelitales al uso, hay que perder toda fe y toda esperanza. Tampoco el sueldo, que no es bajo, lo ponen en primer lugar. Es demasiado simplón creer eso.

No es venganza, es proyecto político. Pues el caso es que nadie se venga de una fuerza política que decide pagar puntualmente una deuda descomunal originada en un delito. Y nadie se venga de un gobierno que tenía un embajador en EE.UU. que fatigaba todas y cada una de las escaleras de los despachos del salón oval, u "oral", u ovoide, garantizando opciones geopolíticas a un Washington que lo único que tiene en mira cuando piensa en Argentina es cómo instalar a estos bananeros del sur en el estatus de diligentes lacayos inclinados hacia el lado correcto en la balanza global. Con Alberto, la "generala Richardson" ya había dicho públicamente sin que el presidente dijera ni pío, que "tenemos litio en Salta". Ahora, la generala y el embajador Stanley, sabiendo que el nuevo gobierno argentino es más proanglosajón que la Corporación Rand y la CIA juntas, cacarean con insolencia acerca de lo que ya insinuaban el año pasado que era su programa central. No el de máxima, pues éste sigue siendo las bases militares en el país previa eliminación de la estación científica china en las inmediaciones de Ñorquín. Con Trump, se acabará la guerra en Ucrania y Estados Unidos vendrá por América Latina. Por toda América Latina. Gustavo Petro y López Obrador lo saben mejor que nadie.

De modo que el "mileísmo" no se está vengando de nada, pues mira más lejos en realidad; los que miran lejos son el inefable círculo rojo y las fuerzas armadas satisfechas con este gobierno al que sostienen; en cuanto a los gobiernos peronistas anteriores amagaron, a veces, un poco, pero no le hicieron a Washington nada irreparable en términos políticos, como irreparable fue decirles: ustedes en la cuenca del Orinoco, no ponen las patas ni para el día del "tea party" (Chávez-Maduro dixit). Si los planetas se alinearan y lográramos evitar, hacia el futuro, la violencia fratricida (para usar una pavada retórica con tufillo a Amado Nervo pero sin su elegancia), la contradicción berreta que se insinúa borrosamente, es socialdemocracia o fascismo. Hacia el futuro argentino, digo. Ni el radicalismo ni el peronismo podrán seguir existiendo si siguen siendo lo que han sido y hecho hasta ahora.

Nosiglia- Yacobitti- Massa- Lousteau, tal la cuadriga que deberá confluir, a corto plazo, para que en la Argentina alumbre el único asistencialismo posible en el mundo de hoy, que es el ambiguo solidarismo socialdemócrata como apariencia que encubre una esencia oximorónica: un matrimonio inaudito entre mercado y Estado. Semejante exotismo será el experimento que convendrá, por igual, al PJ y a la UCR y preservará a ambos del hasta hoy imparable virus de la extinción. Ninguno de los nombrados es Olof Palme o Mitterrand, pero cualquiera de ellos puede ser Pedro Sánchez y cuenta con el instinto de los políticos, que es la sobrevida a como dé lugar. Principistas, en todo caso, en esa gavilla, no hay ninguno y el único que quiere serlo -Lousteau- lo es de manera equivocada, pues confunde valores con formalidades leguleyas, y principios con las retóricas rimbombantes de los hemiciclos, lo cual agrava su ethosexistencial: tiene menos calle que un canario y menos noche que una paloma. 

Pero son los laureles que supimos conseguir. Salvo que Axel Kicillof podría ser un excelente Presidente y Juan Grabois un excelente presidente del Senado de la Nación. La unidad ante todo dijo este último hace poco.

En el largo plazo, presenciaremos estos alineamientos o la guerra que no queremos y nunca quisimos, pues sólo en paz se vive. No es verdad lo que dice el Morgan Stanley Bank cuando dice que en el lejano 2025 todos bailaremos la cumbia de la prosperidad; lo dicen no porque se equivocan, sino porque toman partido por este gobierno argentino y tratan de aportarle insumo político a una utopía transida de irrealidad y con destino de fracaso.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]