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24/03/2024

Cien días de gobierno y un final anunciado

Cien días de gobierno y un final anunciado | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Las tres experiencias neoliberales previas (Martínez de Hoz, Menen - De la Rúa y Macri), terminaron en un fracaso total. No hay razón alguna para que el fin de este gobierno sea distinto.

Humberto Zambon

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Cosa extraña este gobierno. Lleva cien días, poco más de tres meses, y pareciera que llevara años; recién empieza y cada vez hay más gente a la que le gustaría que estuviera terminando. Supongo que eso se debe a lo ocurrido en las distintas áreas, por ejemplo, la social, por su indiferencia a lo que le sucede a numerosos sectores de la sociedad o, en lo político, al clima de confrontación permanente, con odio y amenazas, a quienes piensan diferente, con ”la cultura del odio y del individualismo extremo generado”, según un documento de la Iglesia Católica, o con su política económica que lleva al empobrecimiento creciente de la población (sólo en el primer mes la pobreza aumentó el 8%)

Aquí nos ocuparemos preferentemente del último aspecto, el de la política económica aplicada, una nueva versión del neoliberalismo más crudo.

La política económica “libertaria” tiene dos puntos clave: el déficit fiscal y el sector externo.

El primero tiene importancia fundamental en su programa de gobierno porque el presidente está, equivocadamente, convencido que la inflación es un problema monetario, que depende de la cantidad de moneda emitida, y esa emisión tiene por objeto cubrir el déficit fiscal, es decir, la diferencia entre los gastos y los recursos del estado. Como la obsesión del presidente es terminar con la inflación, no pierde oportunidad para decir “El déficit cero es innegociable”.

El segundo es el sector externo, cuyo problema se puede sintetizar como “no hay dólares” y que es un problema común con todas las economías de industrialización tardía, lo que se conoce como la “restricción externa”, en nuestro caso agravado por un sobreendeudamiento externo generado por el gobierno de Macri, sumado a una profunda sequía que afectó a las principales exportaciones del país durante el año 2023. Este desequilibrio externo se manifiesta en la reiterada devaluación del peso. Hay que tener en cuenta que, a pesar de lo que cree Milei, la inflación se origina en desequilibrios de la economía real y ésta (la devaluación) es la primera de las causas de la inflación argentina actual.

El tipo de cambio no es un valor arbitrario que fija el gobierno, sino que tiene límites objetivos en función de la productividad del trabajo local comparado con el promedio internacional; debe ser lo suficientemente alto como para fomentar las exportaciones y desalentar las importaciones prescindibles.

La devaluación genera un aumento en el precio en pesos de los productos exportables, en nuestro país básicamente alimentos que integran la canasta familiar, y en los importados, fundamentalmente insumos y maquinaria industrial; prácticamente todo el espectro de precios de la economía, es decir, causa la inflación, la que deteriora el poder de compra de los ingresos fijos (sueldos, jubilaciones…) y también al valor real del tipo de cambio, por lo que hace necesaria una nueva devaluación. Se entra así en el círculo vicioso de devaluación – inflación – devaluación –.

Así, a pesar de qué, al iniciar su gobierno en diciembre del 2023, Milei devaluó el peso un 118% (creo que fue la devaluación más grande de la historia argentina) y que continúa a razón del 2% mensual (al 20 de marzo llega al 129% respecto al inicio de su gobierno), ya hay síntomas de atraso cambiario y las cámaras de exportadores están exigiendo otra devaluación grande. Dado la necesidad de dólares y la proximidad de la cosecha “gruesa”, posiblemente durante el mes de abril haya otra mega-devaluación, con sus consecuencias conocidas.

Como el gobierno es reacio a actualizar el monto de jubilaciones y pensiones o a homologar aumentos de sueldo, con la inflación estos sectores pierden poder adquisitivo (los sueldos registrados en promedio habían caído a fines de enero un 21.3%) generando recesión económica (caída de ventas, de ocupación y comienzo de cierre de empresas) que se suma a la alta inflación, lo que se suele denominar “estanflación”.

Vayamos al déficit fiscal ”cero”. Para Milei consiste en una drástica reducción de erogaciones (obras públicas, compras, sueldos, jubilaciones, transferencias a provincias…) pero no un aumento de ingresos, con impuestos a los de mayor poder contributivo; al contrario, suele manifestar como objetivo una reducción de los impuestos.

En una nota reciente analizamos las consecuencias del ajuste de los gastos públicos. Por el efecto multiplicador del gasto, la baja de este produce una disminución mayor en el producto bruto, es decir, en el ingreso de los agentes económicos; esto trae aparejada una disminución de los ingresos públicos (por disminución del objeto impositivo y porque, en una emergencia, el impuesto suele ser la primera obligación que se incumple). Es decir, conforma un círculo vicioso que culmina en la necesidad de un nuevo ajuste:

AJUSTE DEL GASTO -> DISMINUCIÓN DEL PRODUCTO -> RECESIÓN -> MENOR RECAUDACIÓN FISCAL -> AUMENTO DEL DÉFICIT FISCAL -> NECESIDAD DE NUEVO AJUSTE

Recientemente Milei anunció triunfante el haber logrado en febrero el anhelado “déficit cero”. La pregunta lógica es ¿Hasta qué punto ese equilibrio es duradero? Según el CEPA, destacado instituto de investigación en política económica, el “déficit cero” se consiguió mediante la caída real de las jubilaciones (35,4%), disminución del gasto de capital (principalmente obras públicas) 23,7%, recorte de subsidios (12,2%), salarios (6,9%), otros, como transferencias a provincias y financiación de universidades (total 21,8%). No parece posible mantener mucho tiempo sin una recomposición de sueldos y jubilaciones y con las obras públicas sin ejecutar… El “déficit cero” es una ilusión de corto plazo.

Mientras, en los 100 días se obtiene como resultado la estanflación actual, con 80.000 despidos en la construcción (según la UOCRA, por la paralización de la obra pública), una “ola” de despidos en la administración pública iniciada a mediados de marzo, caída brutal del poder adquisitivo de jubilaciones y de sueldos, lo que ha llevado a más del 50% de la población a vivir en la pobreza (que en setiembre era 38%, ambos datos según “The Economist” de Londres), y una caída de la demanda agregada (a fines de enero las ventas mayoristas cayeron el 28,5% y la producción industrial PYME el 30%), lo que está anunciando suspensiones y despidos de personal en la actividad privada.

Las tres experiencias neoliberales previas (la de Martínez de Hoz durante la dictadura, la convertibilidad de Menen y De la Rúa y el gobierno de Macri), con su política de desregulación y apertura económica, terminaron igual: fracaso total con destrucción de la industria nacional, endeudamiento externo y aumento de la desocupación y la pobreza. No hay razón alguna para que el fin de este gobierno sea distinto…

29/07/2016

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