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26/11/2023

Si todos unidos no triunfamos...

Si todos unidos no triunfamos... | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Más temprano que tarde, esa multitud de votantes “libertarios”, se sentirán nuevamente estafados, pero esta vez el daño les llegará hasta los huesos.

Rodolfo Canini

Si todos unidos no triunfamos quiere decir que algunas cosas se hicieron mal, muy mal. Sin mucho análisis, para el vecino de a pie, había más argumento para votar a Javier Milei que al ministro de Economía, que traía en su espalda una larga, ascendente y descontrolada inflación, a un presidente que escondía la cabeza como una tortuga (o como un traidor), y a una vice presidenta con una jefatura política indiscutible, pero con un excesivo respeto a la institucionalidad, que no le permitió ejercer el liderazgo más allá de expresiones públicas impotentes. En síntesis: un gobierno que decepcionó a propios y ajenos. Una militancia desorientada, carcomida por la falta de empatía con la dirigencia, con la única convicción que en frente había algo peor. Si bien el candidato Sergio Massa estuvo impecable durante la campaña, tenía una historia y un presente que no le favorecían. El otro candidato corría con la ventaja (en tiempos de despolitización) de no contar con un pasado político y ufanándose de ello, exponía a la “clase política” como casta privilegiada y corrupta. Todo esto inoculado durante mucho tiempo con fuertes dosis de odio desde los medios hegemónicos de comunicación a lo largo y ancho del país.

El peronismo parecía que había puesto la maquinaria electoral en marcha, por lo menos se percibió en las elecciones generales, cuando dejó en el tercer puesto a la derecha “tradicional”. Todo indicaba que la racionalidad, las nefastas historias vividas con la última dictadura cívico-militar, sumado a las otras dos experiencias neoliberales que arrasaron con las fuentes de trabajo, las empresas públicas y la posibilidad de vivir en una sociedad más justa, le darían la oportunidad al oficialismo de corregir errores y hasta recorrer un nuevo camino. Ni las encuestadoras pudieron aplacar la sorpresa: la extrema derecha o lo ultra antipopular fue votada por más de la mitad del Pueblo argentino.

Desde el oficialismo, nunca se tuvo en cuenta a la nueva clase socioeconómica: la precarizada. Aquí se nuclean las personas que no se encuentran regularizadas laboralmente, con una relación laboral ambigua (se desconoce quién es el patrón), con subcontrataciones, trabajos por horas y en su gran mayoría, con salarios bajos. La clase precarizada fue ensanchándose y tomando “novedosas” formas de dependencia laboral en las tres olas neoliberales (dictadura del 76/83; menemismo 89/99 y gobierno de la Alianza 99/02).

Seguramente también los trabajadores sindicalizados votaron a la ultra-derecha, sin identificar demasiado la implicancia de ello en la aplicación de las políticas públicas del gobierno “libertario”. Pero eso no fue relevante al momento de emitir el voto. Había que dejar en claro la bronca que ocasionó el gobierno encabezado, o descabezado, por Alberto Fernández. La clase precarizada, empatada cuantitativamente con la sindicalizada, se sumó a este tipo de voto. Empapado de resentimiento, su voluntad electoral fue a parar a eso que es desconocido, y por lo tanto se ignora su potencial daño a los intereses de su clase económica.

El resentido se reconoce trabajador, pero desconoce las causas de las injusticias que padece, a diferencia del quetiene conciencia de clase, que se percibe clase obrera y comprende la razón de su pertenencia. Harriet Beecher Stower ejemplifica la pertenencia de clase en su obra “La cabaña del Tío Tom” cuando Legree designa a Tom, el esclavo, como el administrador de su plantación, pero cuando le pide a élque azote a una muchacha, también esclava, se niega. Porello los guardias lo muelen a palos. Esa pertenencia a una condición económica fideliza su accionar e impide traicionar su condición.

Más temprano que tarde, esa multitud de votantes “libertarios”, se sentirán nuevamente estafados, pero esta vez el daño les llegará hasta los huesos. Si en todo ese proceso, lograron tomar conciencia respecto de cuál es la clase a la que pertenecen, y comprenden sus causas, se organizarán; buscarán juntos con otros pares una solución real y no mágica, construirán un liderazgo y no seguirán al primer gritón furibundo que empatice con sus broncas; cambiarán el odio por amor al prójimo y el resentimiento por lucha. Para ello habrá que esperar, resistiendo.

29/07/2016

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