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“Cuando un tipo llega a más de 50 años, es soltero, duerme con la hermana,
habla con los perros
y tiene que alquilar a una mina para que diga
que es la novia para disimular ante el pueblo, no puede ser nada bueno”.
Alberto Samid
La distribución es una función de la producción. Esto significa que es inherente a ella y que, en el límite, es parte constitutiva de ella. La producción que no circula, se pudre, de manera tal que al circular se realiza como circulación y se completa como producción. Pero también genera, en tanto circulación, una dinámica de valor. Ésta es una dinámica de valor porque durante la circulación, la producción genera valor y este valor está expresado en la retribución a los factores que posibilitan tal circulación.
El domingo 29/10 por la noche, en el programa televisivo con que regularmente nos fatiga un precario Luis Majul, el "libertario" Milei aseveraba lo que ya es su mantra identitario: que la Argentina es pobre por falta de libertad, y que más del 60 % del electorado se acaba de pronunciar a favor de tal libertad. Nadie, sensatamente, espera que un hombre con las limitaciones culturales y de formación que exhibe Majul pueda desmentir a Milei o, cuanto menos, hacerle una pregunta inteligente. Pero el caso es que la Argentina es pobre a causa de que, debido a la libertad con que se han movido sus élites fundadoras, la formación social nacional se ha consolidado como estructura primarizada vendedora de commodities con poco o ningún valor agregado. Nadie se hace rico vendiendo lo que da la tierra sino lo que da la industria. El déficit fiscal, en la Argentina, nace en la esfera de la circulación de las mercancías y esto ocurre en toda la periferia subdesarrollada, pues estas periferias no entran al mercado mundial más que como vendedoras de productos agropecuarios. Si la Argentina cancelara su déficit sin romper con la primarización, al poco tiempo el país volvería a ser deficitario, pues la lechuga y el crudo sin procesar valen poco, y lo que vale son los satélites, los insumos para la industria aeroespacial y de telecomunicaciones, los ordenadores y la maquinaria sofisticada que la Argentina está en condiciones de producir con planes a largo plazo. De donde se sigue que el problema económico argentino no es de déficit fiscal sino de patrón productivo. El diagnóstico de la derecha es erróneo pues ubica a tal déficit en la etiología de las crisis económicas nacionales. Una "economista" de Milei llamada Diana Mondino ha trillado las mismas insustancialidades conceptuales. Se trata de una señora ya entrada en años y con un cerebro refractario a todo lo que sea una concepción holística de la realidad existencial del ser humano. Ella cree lo que le enseñaron y no tiene los medios intelectivos necesarios para analizar críticamente lo que le han enseñado. Cree -así lo ha dicho hace poco- que la regla de tres y los vaivenes del blueson el alfa y el omega de la existencia. Lo ejemplificó con una especie de tontería vacía de toda sensatez: hacé negocios -dijo- es tu derecho; pero si te va mal es tu problema y no me pidas que lo paguemos entre todos. Pero quien hace negocios navega con barcos que no construyó y transita por autopistas que construyeron otros. Toda la sociedad humana es una premisa material sin la cual son imposibles los negocios. Por eso es una burrada mayúscula absolutizar la dimensión económica y valorar todo el quehacer social a través del espejo sin azogue del mercado y la renta. Es una burrada, salvo que sea una inconsciente ideologización interesada, tal vez lo más probable.
El correlato político de la derecha económica es, en la Argentina, la escatológica depravación ética de sus actores, respecto de los cuales todavía hay algunos imbéciles que los reputan "lo nuevo" en la política. Lo actuado recientemente por Milei, de eso se trata. En Acassuso te vi, cambiando amor por dinero. El Gato se pirovó al León, que bramaba de placer, y colorín colorado, este cuento no ha terminado todavía, pero lo cierto es que corrió la guita, que es la única emoción fuerte de Milei, y el tipo se prostituyó con el patrón que lo convirtió en su esclavo sexual de la política.
Y las cosas son tan así, que el filósofo argentino Alberto Samid acaba de decir algo con lo que estamos completamente de acuerdo: Milei duerme con la hermana y habla con los perros ... no puede ser nada bueno para el país". (https://www.pagina12.com.ar/615159-alberto-samid-milei-duerme-con-la-hermana-y-habla-con-los-pe). Y agregó que Sergio Massa va a resultar para la Argentina lo que fue John Kennedy para Estados Unidos. En realidad, con que Sergio se parezca un poco al Frondizi de Petróleo y Política, es para darse por bien servidos. Y no es arbitraria la esperanza. Acaba de decir el candidato en la reunión que mantuvo con empresarios en la sede de la UIA el pasado 30 de octubre que: “Les conté centralmente cuáles son los objetivos 2024-2027 en términos de equilibrio fiscal, de superávit comercial, de reducción de impuestos para las pymes, de eliminación de impuestos para aumentar las exportaciones, de blanqueo, laboral, pero sobre todo, de desarrollo industrial. Creo que tenemos que construir un país en el que la suma de trabajo y producción nos permita garantizar no solo el aumento de las exportaciones sino además el aumento del trabajo y la participación del salario en la distribución del ingreso".
Hasta aquí, estamos en el ámbito de la reflexión, es decir, de lo racional. Pero desde que apareció Milei en la escena mediática de este país, regreso mentalmente, en forma esporádica, a la Commedia. Es inevitable, sobre todo cuando el sujeto exhibe su repugnante perfil acompañado de su espantosa hermana. Me hacen acordar -sobre todo esta última- a Gerión, esa monstruosa epifanía que Dante describe como habitante del infierno en no sé qué cantica, pero sí recuerdo que se trata, esa aparición, de una enemiga de Dios adicta a la violencia: se llama Gerión y dice Alighieri, más o menos -así lo dispone ahora mi memoria-: "He aquí la fiera con la cola en punta // la que montes pasa y rompe armas y muros // he aquí la que apesta al mundo entero...". Era la traducción de Battistessa, leída hace ya demasiados años, y en su momento se dijo que esa Gerión era una metáfora de la corrupción, aunque otros dijeron que en ese círculo infernal habitaban los enemigos de Dios, de la belleza y del arte, lo que, tratándose de Milei y de su hermana, parece más ajustado a la verdad.
El caso es que, por todo lo que está en juego, luce como caro y noble anhelo de las buenas gentes, que las bases del trotskismo organizado no les lleven el apunte a sus malamente idelogizadas direcciones que, en una circunstancia dramática como la que vive nuestra amada patria argentina, llaman, una vez más, al disparate: "Nuestra posición es no votar a Milei y, a la vez, no darle apoyo político a Massa" (Cristián Castillo, del PTS de Bregman). Es decir, ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario... bien trotskista. Han decidido salir a luchar. El problema con los troskos es que son capaces de luchar tanto contra Macri como contra el Che Guevara o Salvador Allende (cosa que ya hicieron), esto último con el beneplácito del Departamento de Estado. Así las cosas, con que sólo unos módicos 500 mil ciudadanos de los poco más de 700 mil que votaron al Frente de Izquierda en la primera vuelta, se den cuenta de que el voto en blanco favorece a la ultraderecha, todo tendería, un poco más, al final feliz el 19 de noviembre. Le prendemos, pues, velas al santo, al tiempo que felicitamos a esa rara avis, un trotskista inteligente, que es el Pollo Sobrero que, desde su partido Izquierda Socialista, ha explicado, con serena reflexión huérfana de todo tontuelo doctrinarismo, que este Sergio Massa con el cual está de acuerdo en poco, por no decir en nada, es el obligatorio camino para cerrarle el paso a la ultraderecha en este doliente país. Y a la izquierda que no tiene aserrín en la cabeza, nunca le fue indiferente que el fascismo se hiciera con el poder del Estado o fracasara en el intento.
De los derechos humanos, ni hablar. Ni hablar de eso es lo que quiere Milei. Un delincuente de uniforme llamado Violante, que es como llamarse violador, o casi, ha calumniado recientemente al ministro Agustín Rossi. Lo ha hecho vía Tuiter (ahora vía X), diciendo que Rossi, como ministro de Defensa, organizaba orgías en Campo de Mayo. Tuvo el tupé, el reivindicador de asesinos, de mostrar en las redes un falcon verde con un epígrafe que decía que en el baúl de ese auto, cabrían unas siete personas. Eso es apología del crimen de lesa humanidad, y este violador inmundo debería estar preso. Es amigo de la Villarruel, la otra aplogista del terrorismo de Estado que va amancebada con Milei autoproponiéndose para dirigir la Argentina en los próximos años.
Estos criminales resentidos quieren volver al pasado. Pero ese pasado no volverá de ningún modo. No debe volver por la memoria de los muertos, de nuestros muertos: "Graciela María de los Milagros Doldán, también conocida como la “Gringa” y “Teresa”, cuando fueron a buscarla para matarla, se fue tranquila, la cabeza erguida, haciendo la “V” de la victoria a sus compañeros de infortunio. Pidió que la fusilen sin venda, sin mordaza, sin maniatar; que ella no se iba a escapar, porque quería morir viendo el sol y el cielo. También pidió el último cigarrillo. Al Mayor que dirigía el fusilamiento lo despidió: le dio la mano, un abrazo y le dijo: «Sos el último ser humano que voy a ver antes de morir y, aunque vos no lo sepas, sos un ser humano y para mí es importante, porque me estoy despidiendo de la humanidad». El Mayor volvió al Destacamento 141 llorando y no quiso participar nunca más de un fusilamiento clandestino. La compañera Doldán le había ganado la última batalla, solamente apelando a su grandeza”, se puede leer en el imprescindible sitio del historiador Roberto Baschetti, así lo dice la última edición del sitio APU (Agencia Paco Urondo).
Por ellos. Por los que fueron nuestros. Por esa memoria. Con esa memoria hay que ir a votar. Estamos al borde del colapso. Pero el colapso todavía es evitable.
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