-?
 
 
 
Columnistas
29/10/2023

La fuga de capitales

La fuga de capitales | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cuando las empresas “fugan” dinero, la economía nacional sufre tres grandes daños: cae la percepción de impuestos -quitándole al Estado recursos para mejorar sus prestaciones-, se consumen divisas -que son un bien escaso- y se reducen las inversiones. Para el país es una enorme riqueza desaparecida.

Humberto Zambon

[email protected]

Uno de los principales problemas que enfrenta la economía argentina, y la del tercer mundo en general, es el de la “fuga” de capitales. Según la Tax Justice Network (informe del año 2021), por año se envían a los llamados paraísos fiscales unos 483.000 millones de dólares, producto de impuestos no cobrados por evasión impositiva (a nuestro país lo estima en 1.286 millones, que representan el 2% del PBI). Según esa institución, “(Un) reducido club de países ricos, con control real sobre las normas tributarias mundiales, es el responsable de la mayoría de las pérdidas fiscales sufridas por el resto del mundo, siendo los países de menor ingreso los que más sufren”. A lo enviado a los “paraísos fiscales” hay que sumar los dólares en efectivo guardados en cajas de seguridad o “bajo el colchón” de particulares, además de depósitos bancarios, compra de inmuebles o inversión directa en el extranjero (para los argentinos, en Uruguay o Estados Unidos)

Un simple gráfico puede ser útil. En una economía cerrada y, por razones de simplicidad, sin tener en cuenta al estado, el ingreso nacional está conformado por “sueldos” (en sentido amplio, remuneración del trabajo: incluye los jornales de trabajadores no registrados y de los artesanos, monotributistas o pequeños empresarios) y por “ganancias” (todo ingreso por propiedad: ganancias propiamente dichas, intereses y rentas). Grosso modo, se puede estimar que los sueldos se gastan íntegramente en consumo (los pocos ahorros son compensados con ahorros negativos de otros receptores) mientras que las “ganancias” se dividen en consumo y, el residual, en “ahorro”. Por su parte, el ahorro puede destinarse a nuevas inversiones o fugarse del país.

Consumo + Inversión conforman el producto bruto que es igual al ingreso nacional.

La inversión cumple una doble función: por un lado, es parte de la demanda agregada que conforma el producto bruto; por el otro, la inversión permite mantener y aumentar la capacidad productiva del sistema; cuanto mayor sea la inversión mayor será el producto bruto y, por lo tanto, el ingreso nacional. La inversión es el motor del crecimiento económico. Obsérvese en el gráfico que la fuga de capitales es ahorro que no se convierte en inversión.

La “fuga” produce tres daños muy grandes a la economía: 1) Reduce la percepción impositiva, por lo que quita posibilidades al estado de mejorar las prestaciones públicas o realizar políticas redistributivas; 2) consume divisas, que son un bien siempre escaso para un país dependiente (puede generar o empeorar la “restricción externa”); y 3) Reduce las inversiones y, por lo tanto, afecta al crecimiento del PBI.

Los economistas ortodoxos explican (y justifican) a la “fuga” considerando que los empresarios comparan las tasas netas de retorno de las inversiones interna con la externa, optando “fugar” si la primera es menor que la segunda. La tasa neta se obtiene restandode la tasa nominal la tasa de inflación esperada, que incluye el riesgo devaluatorio del tipo de cambio, además del riesgo político y el impositivo.

Si bien los agentes económicos (especialmente de clase media) tienen una larga experiencia de inestabilidad monetaria, que los lleva a considerar a los dólares como refugio contra la inflación, así como la oscilación cambiaria, regulatoria e institucional genera incertidumbre que alienta la fuga para proteger activos, solas no alcanzan a explicar la importancia del fenómeno. Los economistas heterodoxos buscan explicarlo en el carácter rentístico en la formación del excedente económico en las economías dependientes. Al menos, en la mentalidad rentística de la clase dirigente, clase que no tiene pudor en pedir ayuda económica al estado cuando las condiciones son adversas (pedido de subsidios, de “precio sostén” si el de mercado baja, etc.), pero, a la inversa, procura no pagar impuestos cuando la situación es favorable, al punto que la evasión impositiva es una especie de deporte nacional.

Tradicionalmente, la “fuga” se concretó utilizando la subfacturación de las exportaciones y sobrefacturación de importaciones, así como los precios de transferencia de las multinacionales. A partir de 2011, a raíz del aumento de los controles, el método varió hacia las consultorías externas, los servicios de “informática” y de “financiación”, las “regalías por licencias” y “otros servicios empresariales”. Desde el 7,4% de las importaciones pasó a representar el 9,3% (unos 6.686 millones de dólares anuales).

Hubo períodos de libre compra de divisas. Entonces, se podía mantener el valor del ahorro con cuentas en dólares; mientras se mantengan como depósitos están en el sistema (esos recursos los bancos efectúan préstamos en dólares a exportadores e importadores), pero el recuerdo del 2001, cuando se congelaron los depósitos y se canjearon por deuda a largo plazo, está muy fresco, y gran parte de los ahorristas prefiere retirar los dólares y guardarlos en cajas de seguridad. En general, la escasez de divisas llevó a restricciones en el monto depositado (desde los últimos días del gobierno de Macri, ese límite se estableció en 200 dólares por persona y por mes).

Luego del 2001 y hasta el 2009 la fuga se financió mediante el comercio exterior superavitario, luego con reservas (que llegaron al mínimo en 2014); en el 2011 se pusieron restricciones y se pasó de la compra directa de moneda extranjera, por lo que se pasó al “contado con liquidación” (consiste en la compra de títulos que tienen cotización en moneda extranjera en las bolsas del exterior, donde se venden y se hacen de los dólares fugados).

Como es lógico, en los períodos de gobierno neoliberal, ante la desregulación, aumentó la “fuga”. Por ejemplo, el fracaso del modelo neoliberal aplicado entre 1975-2001 (voluntariamente entre 1976 y 1983 y a partir de la “convertibilidad” en los años ’90, y durante el gobierno de Alfonsín por inercia, por no poder desmontar al sistema impuesto), en que la economía creció solo al 1,5%, apenas igual al crecimiento poblacional, el pago de intereses por deuda externa fue 117.000 millones de dólares y la fuga de capitales de 136.000 millones, enorme destrucción de riqueza, en parte financiado por nueva deuda que aumentó a razón del 12,5% anual (un total de 166.000 millones).

La fuga en el período 1976/1983 representó el 5,2% del PBI, bajó al 3% entre 1984 y 1989 y subió al 4,1% entre 1990 y 2001.

En 2003-2015, a pesar del cambio político que representó el Kirchnerismo, siguió la fuga entre 2002 y 2015, aunque reducida, entre el 2,5% al 3,3% del PBI de promedio, según sea el método de cálculo aplicado. La “fuga” se agudizó luego de la crisis del 2008 y del conflicto con el “campo”, lo que, unido a la caída de los términos del intercambio de nuestro comercio exterior, volvió a instalar la restricción externa y establecer el control de cambios.

Para el período que sigue puede ser útil el siguiente cuadro:

Obsérvese que en el período neoliberal la fuga anual más que duplicó la del período anterior (22.493 millones vs. 10.374 millones), acompañado de un crecimiento negativo del PBI. La “fuga” fue financiada con deuda externa, que aumentó en 109 mil millones de dólares.

Según el INDEC el valor de lo fugado es de 360.082 millones de dólares, que incluye billetes y depósitos en el exterior por 235.504 millones.

Debe quedar en claro que la “fuga” es responsable de la disminución de la disponibilidad de divisas y además, junto con el pago de intereses de la deuda externa, de las posibilidades de crecimiento de la economía por falta de inversiones. La “fuga”, entre los años 2002 y 2015 fue entre el 13,2 y 17,1% de las exportaciones y entre 15,6% y 20,7% de las inversiones (según el método de estimación utilizado). Para el país, una enorme riqueza desaparecida.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]