No fue por “el dólar retrasado” la corrida de esta semana. Como la mayoría de las escaladas de la moneda estadounidense fue una puja de poder entre el dueño del circo, disfrazado de mercado, y el debilitado gobierno. Tampoco la estampida de los papelitos verdes fue producida por los dichos del mono, siguiendo con la lógica circense, a quien, hasta la monada de banqueros, lo calificó de irresponsable. Quedó claro que Javier Milei responde a las órdenes de esos 4 o 5 vivos, a los que quiere ver preso el ministro de Economía, Sergio Massa.

Para saber quién es el dueño del circo, y en consecuencia, por qué baila el mono, hay que recorrer algunos caminos. Sabemos que Milei hace un tiempo atrás era un economista desconocido, hasta que comenzó a florearse con su cabellera abundante y despeinada y su traje azul a rayas por las pantallas de la TV. Su actuación histriónica y su vocabulario soez y violento comenzó a llamar la atención, primero por lo payasesco, después por su pateadura a lo establecido. Su discurso contra la “casta política”, cosechó numerosas adhesiones. Quizás solo para eso haya sido creado el personaje. Pero para sorpresa de sus mentores, la adhesión y empatía generada en sectores populares, lo instaló en el sistema político por él denostado. A partir de ahí, la figura se populariza a través de los miles de trolls utilizados por Fernando Cerimedo, quien lidera un conglomerado de empresas que incluye medios de comunicación, agencias de publicidad y marketing político. Tiene como antecedente la intervención en las campañas presidenciales de Jair Bolsonaro, en Brasil, y contra la reforma constitucional en Chile, con total éxito. Hasta ese momento, la campaña permanente de Milei la financiaba la Fundación Atlas Network, con sede en EE.UU. Esta Fundación “invierte” en candidatos de ultraderecha en todo occidente. Pero en la última etapa de la trayectoria política del político antipolítica, el principal financiamiento provino del Fondo de Inversión Blackrock. Parte de esa moneda se la lleva Cerimedo, el consultor que explicita: “sueño con ser el Magnetto de la derecha”.

Resulta tragicómico ver a los periodistas “ensobrados” de La Nación + decir que “no se lo vio venir al fenómeno Milei”, que “no se lo tuvo en cuenta y ahora se transformó en un monstruo a quien no se lo puede parar”. Similares discursos se escuchan de parte de sus colegas del multimedio Clarín. Eso sí, el propio Alberto Fernández se encargó de suministrarle al monstruo los complejos vitamínicos para que tenga la fortaleza suficiente como para poner en jaque a los que hasta hace poco tiempo eran la oposición, también al oficialismo, y sobre todo al sistema democrático. Excluyo de esta responsabilidad a Cristina Fernández, quién permanentemente expuso, ante la sordera presidencial, el camino a seguir para evitar esta zozobra.

¿Quién es el dueño del circo?

Intuyo que uno de los cuatro o cinco vivos denunciados por Massa es Blackrock, el fondo de inversión internacional más grande del mundo. De ir alguien tras las rejas, seguramente que no irá preso su CEO Larry Fink. BlackRock mantiene en sus carteras gran parte de los bonos recibidos en el programa de reestructuración de la Deuda Externa. Es accionista de YPF. Posee el 5,67% del paquete, con 9,77 millones de acciones en su poder. Ingresó en la petrolera como socio privado en los 90, como parte de su alianza global con Repsol. Es accionista de multinacionales de fuerte presencia local como Coca-Cola, Bayer, Apple, Microsoft, Telefónica, McDonald's, Adidas; además de Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Banco Macro, Telecom, Arcos, Pampa Energía, entre otras.

¿Por qué Clarín y La Nación atacan a Milei?

En un principio lo apoyaron indisimuladamente como hacen con todas sus “mascotas” que desfilan circunspectamente ante sus cámaras. Saben que el mexicano Carlos Slim va a participar en la licitación del 5G contra Telecom SA, donde Clarín tiene intereses. Milei ya no los necesita… ni a ellos ni a otros empresarios locales. Se dio el gusto de dejarlos plantados en el Coloquio de IDEA (evento que junta al empresariado “nacional”), con total displicencia.

Sus nuevos patrones

Darío Epstein y Juan Nápoli el 8 de septiembre se reunieron en Nueva York con inversionistas y banqueros. Allí estuvieron presentes los ceos de BlackRock, Ashmore Group (Gestor de Inversiones con Sede en Londres), Vanguard Group (Administradora de fondos con Sede en Pensilvania EE.UU), Fidelity (Servicios financieros con Sede en Bermudas, Reino Unido), PIMCO (Gestoría de inversiones con Sede en California), Franklin Templeton (Servicios de inversión, de accionista y de distribución tanto globales como en Estados con Sede en Nueva York), Allianz SE (Servicio de Seguros con Sede en Munich - Alemania), Capital Group (Gestora global de inversiones, con Sede en los Ángeles), UBS (Servicios financieros – Sede en Zúrich - Suiza), Intesa Sanpaolo (Servicio financiero con Sede en Roma), TCW Group (Gestión de Activos con Sede en Los Ángeles), entre otros. El gran capital financiero global tomó examen a los representantes del que apuestan que sea el nuevo gobierno argentino.

¿Quién es Darío Epstein? Es el futuro ministro de Economía de Milei, si así lo decidiesen sus nuevos patrones y los votantes. Es un técnico de total confianza para Blackrock, demostrado en su desempeño en el Directorio de Pampa Energia S.A. defendiendo los intereses del Fondo de Inversión creado y administrado por Fink. ¿Quién es Juan Nápoli? Es candidato a senador por La Libertad Avanza y también es presidente del Banco de Valores (custodia de Fondos Comunes de Inversión) y vocal titular de la Asociación de Bancos de Argentina (Adeba). La reunión fue organizada por Gerardo "Gerry" Mato, CEO del HSBC para América Latina. Es el argentino más influyente en Wall Street. En su momento hizo jugar entero al Banco en favor de la re-elección de Mauricio Macri. No le fue bien y va por la revancha. Otro argentino dispuesto a articular la planificación de las políticas a ejecutar es Pablo Golberg, quien es el Jefe de investigación y administrador de cartera de deuda de mercados emergentes de Black Rock.

Estado o anarcocapitalismo

La puja de poder contra el Estado no es nada nuevo en el mundo de las ideas liberales. En la década del 40 del siglo pasado, el economista y filósofo político estadounidense Murray Rothbard comenzó a acuñar el término anarcocapitalismo o capitalismo antiestatal. Parte de suponer la existencia de una “ley Natural” que puede derivar en ideas deshumanizantes y disparatadas como vender órganos, cobrar peaje por el tránsito en una calle o vereda, o permitir la contaminación de un río, o elegir morirse de hambre, como lo ha expresado el propio Milei. Detrás de las ideas que llevan como estandarte “la libertad” se esconde la codicia, la avaricia de los grandes monopolios económicos, que pretenden hacer desaparecer cualquier regulación que limite sus ganancias. Son los grandes grupos del capital financiero internacional quienes fuerzan sostenidamente las reglas de juego. Ellos pretenden del Estado que les garantice hacer buenos negocios, les pague las deudas y les entregue los recursos naturales. Para ello necesitan las armas a su servicio y un sistema judicial que se encargue de encarcelar a los rebeldes y mantener a raya a los pobres. Del resto se encargará la única libertad que asfixia a los Pueblos: la “libertad” de mercado.