Columnistas
08/10/2023

Reflexiones sobre el déficit fiscal

Reflexiones sobre el déficit fiscal | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En la Argentina, en los últimos 122 años hubo solamente 10 años de superávit y 112 de déficit. De esos 10 años de superávit, 6 corresponden a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

Humberto Zambon

[email protected]

La diferencia entre ingresos y egresos del estado se denomina superávit fiscal si el primero supera al segundo o déficit fiscal si es lo contrario. Si se tomara los gastos sin incluir a los financieros estamos hablando de resultado primario (superávit o déficit primario). Finalmente, para volver a los resultados comparables en el tiempo y entre los distintos países, al resultado se lo divide por el PBI (el resultado se expresa en por cientos del PBI).

La derecha argentina sostiene dos mitos respecto al déficit fiscal: en primer lugar, lo rechaza de raíz considerándolo siempre malo; en segundo lugar, cree que es un producto del “populismo”, que se trata de una “enfermedad de la economía argentina”. Así, Patricia Bullrich propone en su programa “déficit cero” y Milei lo ha calificado de inmoral (“Perfil” 17-8-23).

Este rechazo absoluto del déficit fiscal se debe a una teoría económica que atrasa por lo menos un siglo y que considera a la inflación como causada por el exceso monetario (lo que actualmente se conoce como “inflación de demanda”). Suponen la relación unicausal:

DEFICIT FISCASL -> EMISIÓN MONETARIA -> INFLACIÓN

Mientras que en la economía contemporánea (con papel moneda inconvertible y las herramientas financieras desarrolladas) es multicausal; por ejemplo, en la economía argentina actual, la inflación se origina en el tipo de cambio (la escasez de dólares frente a una fuerte demanda de esa moneda) y a la lucha por la distribución del ingreso nacional ante clases sociales con diferencia de intereses (productores agropecuarios, empresarios industriales, trabajadores…). Como decían los estructuralistas, en este caso la relación entre cantidad de moneda e inflación tiene un origen causal distinto: es la inflación la que causa emisión y no a la inversa.

Al déficit fiscal también lo rechazan el FMI y otros organismos internacionales acreedores por distinta razón: a ellos le interesa que no haya déficit primario, para asegurarse el cobro de sus acreencias.

Reiteramos: que el déficit fiscal (que se puede cubrir con endeudamiento público y/o con emisión monetaria) sea malo es un mito. Puede ser bueno o malo según las circunstancias.

En la Argentina, en los últimos 122 años hubo solamente 10 años de superávit y 112 de déficit. De esos 10 años de superávit, 6 corresponden a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, según se puede ver en el gráfico que acompaña esta nota (¡el 60% de los años sin déficit fueron bajo gobierno “populista”!). Este fue un superávit fiscal virtuoso ya que el país estaba en “default” y no se pagaba capital ni intereses de la deuda externa en manos particulares (sí a los organismos internacionales de crédito); parte de ese importe no se gastaba, sino que se ahorraba en divisas (porque simultáneamente había superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos), lo que dio un fuerte respaldo para la negociación con los acreedores (quita de capital, baja de intereses y nuevos plazos de pago) y permitió el pago de toda la deuda con el FMI, logrando así la ansiada independencia económica que luego perdería puerilmente Macri con un nuevo endeudamiento (que no fue en beneficio del país sino que terminó en el exterior).

También existe el déficit virtuoso, Por ejemplo, cuando la actividad privada genera una demanda global insuficiente, creando recesión, el gasto del estado aumenta (incrementando el déficit fiscal) para reemplazarla, mejorando la situación general de la población, tal como enseñaron Keynes y sus seguidores.

Además, Milton Friedman, el economista liberal creador del monetarismo y asesor de Pinochet y su política neoliberal, sostenía que la masa de dinero de una nación debía aumentar al mismo ritmo que la tasa de crecimiento de la economía, evitando así la iliquidez. Pero la cantidad de dinero no se modifica por arte de magia, sino que, para aumentar, requiere que alguien la ponga en circulación: en este caso, ese papel lo cumple el estado al gastar más que sus ingresos (déficit fiscal cubierto por emisión monetaria).

Para desmentir que el déficit fiscal sea una “enfermedad argentina”, sino que se trata de un fenómeno habitual en el mundo actual, bastan unas pocas cifras:

-Entre los 27 países que conforman la Unión Europea hay sólo dos que tienen superávit: Dinamarca (3% del PBI) y Luxemburgo (0,8%); los demás tienen déficit (10 con déficit menor al 3% y 15 mayor a esa cifra). Los de mayor déficit son: Grecia (7,5%), Italia (7,2%), Hungría (7,1%), Rumania (7,1%), España (6,9%) y Francia (6,5%). Como los países de la UE no tienen moneda propia, el déficit se financia con endeudamiento; por esa razón y por el mantenimiento del déficit en el tiempo, el endeudamiento público representa el 182,1% del PBI en Grecia, el 150,2% en Italia, el 123,4% en Portugal, el 116,1 % en España y el 113% en Francia.

-Tomando todos los países del mundo, solo 24 tienen superávit: Noruega (26%), Chile (1,3%), Rusia (I0,77%) y Croacia (0,4%) y pequeños estados independientes. Tienen déficit fiscal Estados Unidos (11.6%), Israel (10,76), Venezuela (12.3%), India (9,65%), China (7,54%), Japón (6.6%), Australia (6.26%), Colombia (7,3%), Panamá (6.7%), Paraguay (6.2%), etc.

-La deuda pública representa el 250% el PBI de Japón y cerca del 150% en el caso de Estados Unidos. En ambos casos se trata de deuda valuada en moneda propia y como los estados tienen la posibilidad de emisión monetaria, siempre se puede pagar, no hay temor a un “default”. Obsérvese que esto se pierde en el caso de dolarización monetaria.

--Según Fabián Amico (“¿El déficit fiscal enfermedad de la Argentina?”), en los últimos años el 80% de los países presentan déficit y, entre ellos, el 50% hace más de 10 años con resultado deficitario. Apenas el 5% de los países tienen superávit durante más de 10 años.

El gráfico que se presenta a continuación muestra el resultado fiscal argentino desde el año 1983 hasta el 2017. 

FUENTE: Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la CABA (agosto de 2018).

Pasada la pandemia, que en todo el mundo disparó el déficit fiscal, en 2021 hubo un déficit del 4,33% y, en el año pasado (2022) el déficit primario fue del 2,4% del PBI (meta del FMI: menor al 2,5%) y el total, incluyendo el gasto financiero, fue del 7,56%.

En el mundo contemporáneo parece normal la deficiencia de la demanda global para alcanzar una situación cercana al pleno empleo; entonces el déficit fiscal moderado no es ninguna enfermedad, sino que se trata de una herramienta de política económica “normal” aplicada en la mayoría de los países

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]