El 7 de diciembre de 2019, Mario Wainfeld escribió en Página 12 un excelente y preciso análisis de coyuntura que él tituló: "Un gabinete con la impronta de Alberto Fernández"; y que incluía esta volanta: "donde hay una necesidad hay un ministerio".

Yo le escribí lo que sigue. “... Brillante lo de "donde hay una necesidad hay un ministerio". La empañaste un poco cuando te pusiste a aclarar en modo peronista...”. Y le contaba una charla entre dos escritores:

- Escuche dear... -le dijo una vez Oscar Wilde a Andre Gide-, Las Nourritures Terrestres (los frutos de la tierra) están bien... están muy bien.

- Pero, dear, prométamelo ahora, no vuelva a escribir nunca más YO.

El otro lo miró con cara de se me cayó el sistema...

-Es que... sabe usted...?, -prosiguió Wilde- En arte no hay primera persona… -remató el genio, que venía recién salido de Reading...

Y "yo" le seguía diciendo a Mario Wainfeld:

Levantaré la copa, sabiendo que ambos celebramos el fin de la distopía M.

Saludos... J. Ch.

Mi lúdico reproche era por este párrafo, que Mario agregó al final de su nota: "...Donde hay una necesidad hay un ministerio: La frase previa debería presentarse como tríada, en carácter transitivo. Donde hay una necesidad hay un derecho y una cartera que tratará de defenderlo o promoverlo".

Su respuesta a mi "reproche" pinta de cuerpo entero a un caballero de la existencia, que eso fue él. Me dijo así: "Gracias por el elogio y por la crítica, que lo embellece- Chin, chin...". Mario.

Uno menos , ahora... Un digno menos. Más pobres, ahora, todos nosotros. Y sólo queda lamentarlo y, en lo que se pueda, emularlo.

La muerte, de eso se trata.

Con Mario Wainfeld perdemos a un hombre culto y a un periodista esencialmente refractario al elitismo, en un oficio donde pululan los infatuados a los que no se les da bien la originalidad, que era la marca en el orillo de Mario.