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En agosto de este año se resolvió el ingreso, a partir del 1° de enero del 2014, de Argentina en los BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). A pesar de la cantidad de información generada en estos días, parece conveniente ampliar algunos conceptos para la correcta interpretación de lo que significa este hecho para nuestro país.
Antecedentes: La división entre países ricos y pobres, separados por una brecha de riqueza cada vez mayor, es algo relativamente reciente en la historia mundial. Su origen se remonta al siglo XVI, con la conquista de América y toma fuerza a partir de los años ’70 del siglo XIX en los que, debido a la fuerte concentración del capital en los países centrales, comenzó la exportación de capital, buscando nuevas inversiones en el exterior como fuentes de ganancia. Estoy dio lugar a la extracción de parte del excedente económico generado en los países receptores de la inversión por parte de los países centrales. Al fenómeno se le dio el nombre de imperialismo y fue muy estudiado a partir de principios del siglo XX.
En 1939, al comienzo de la Segunda Guerra, había un solo país independiente en África (actualmente hay medio centenar) y muy pocos en Asia, mientras que en América Latina los países eran formalmente independientes, pero mantenían fuertes lazos de dependencia económica con Inglaterra y/o Estados Unidos. Al finalizar la guerra hubo un generalizado movimiento mundial anticolonial, favorable a la independencia política de esos países, movimiento apoyado inicialmente por las grandes potencias: Estados Unidos y la Unión Soviética, debido a que formalmente no tenían colonias y sus intereses eran opuestos al restablecimiento de los imperios coloniales europeos que habían causado la primera guerra. Así obtuvieron su independencia formal prácticamente todos los países del mundo, algunos de forma casi pacífica, como India, otros violenta, como Argelia o los de la Península de Indochina.
Se creó, de esta forma, un sector del mundo contrapuesto a los países ricos con economía capitalista (primer mundo) y a los de economía con planificación central (URSS y las democracias populares dependientes de ella, llamada segundo mundo), el formado por los países pobres o con industrialización tardía, como los de América Latina. A partir de 1952 se acuñó el término de tercer mundo para ese sector muy heterogéneo, término que logró rápida y universal aceptación.
Por un lado, las Naciones Unidos lo hicieron público, creando una oficina para la cooperación Sur-Sur y, en 1988 se firmó el Acuerdo estableciendo “un sistema global de preferencias comerciales entre los países en desarrollo”, a los que adhieren 42 países.
Por el otro, la percepción de problemática e intereses comunes, alejados de los dos bloques dominantes, dio lugar a la conferencia de Bandung en Indonesia en 1955, donde asistieron los principales líderes, como Nerhu (India), Sukarno (Indonesia), Nasser (Egipto) y Tito (Yugoeslavia). Posteriormente, encabezado por los mismos líderes, en 1961, en la Conferencia de Belgrado, se creó el Movimiento de Países no Alineados con 21 miembros iniciales que, en poco tiempo, llegaron casi al centenar y a tener mayoría en la Asamblea de las Naciones Unidas. Sin embargo, el fin de la guerra fría y la desaparición del bloque del socialismo real desarticuló al bloque de Países no Alineados y a sus miembros,
Pero no eliminó las diferencias objetivas entre ambos sectores, que han recibido distintas denominaciones: países ricos y países pobres, primero y tercer mundo, centro y periferia (según la teoría de la dependencia), países desarrollados y subdesarrollados o desarrollados y emergentes (que toman nota que la tasa de crecimiento de alguno de los subdesarrollados en algunos momentos es superior a la de los desarrollados), desarrollados y en desarrollo (con el supuesto ideológico de que los subdesarrollados actuales serán mañana desarrollados), Norte y Sur, etc.
Un antecedente directo del BRICS es la reunión realizada en México en 2003 entre Brasil, Sudáfrica e India para tratar el tema de medicamentos, en particular los desarrollados para la cura del SIDA, fabricados en gran cantidad por la India mientras que los otros dos países estaban muy necesitados de ellos; sin embargo, no se pudo llevar a cabo un intercambio a precios asequibles entre los países debido al régimen de patentes establecido por la Organización Mundial del Comercio (OMC). También denunciaron las asimetrías en las relaciones entre países del Norte y Sur (por ejemplo, en los subsidios a la agricultura, prohibidos en el Sur, pero de uso corriente en el norte. Finalizaron declarando la necesidad de cooperación Sur-Sur.
Finalmente se constituyó el grupo con las economías “no centrales” más grandes: Brasil, India, Rusia y China que, desde el año 2006 es conocido por su acrónimo: BRIC, que luego, en el 2010, con la incorporación de Sudáfrica, se constituyó en el BRICS, que procura la cooperación Sur-Sur y el incremento del intercambio comercial, utilizando las monedas propias, es decir, sin la utilización del dólar como moneda internacional y sin injerencia en las cuestiones de política interna ni en el sistema de gobierno que cada uno adopte
Es una aplicación práctica de lo que Samir Amín aconsejó en su trabajo “La desconexión” de 1988: los países de la periferia deberían tratar de desconectarse del sistema capitalista central, por el carácter desigual de desarrollo que se obtiene, procurando relacionarse entre sí para lograr un desarrollo completo.
Los 5 países representan más del 30% del territorio total, el 40,6% de la población y 25,77% del PBI mundial medido a precios corrientes (31,5% medido por la paridad del poder de adquisición, PPA) y, en los últimos años, han aportado más del 50% del desarrollo económico global.
Como la balanza de pagos conjunta del BRICS es altamente positiva (390.000 millones de dólares el año pasado) tienen recursos financieros suficientes para asegurar el crecimiento global. Así han creado el NBD (Banco de Desarrollo) y, aunque todavía desactivado, el Acuerdo de Reservas Contingentes (CRA) con recursos de 100.000 millones de dólares, para ayudar a los países con problemas de balanza de pagos y liquidez a corto plazo. Son las funciones que inicialmente, luego de la segunda guerra, se les asignara al actual Banco Mundial y al FMI, respectivamente.
Con el triunfo de Bolsonaro en Brasil y la elección de gobiernos derechistas en India y Sudáfrica, la idea del BRICS pareció demorarse, pero bastó el triunfo electoral de LULA (que fue desde el comienzo uno de los grandes impulsores) para revitalizarlo, designándose a Dilma Rousseff como presidenta del NBD y resolviendo este año la ampliación numérica del grupo: Entre los 22 países que presentaron solicitud formal de ingreso, fueron seleccionados Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía, quedando próximo a ingresar importantes países como México, Indonesia y Zimbabwe.
¿Por qué nuestro país? A pesar del escepticismo de muchos detractores, que hablan de nuestra decadencia o del fracaso de país como tal, Argentina ocupa el puesto 22 en el ranking de países más ricos (20° si se computa el PBI medido por PPA), tiene un índice de desarrollo humano (que publican las Naciones Unidas) superior al de los cinco integrantes actuales del BRICS, integra el G-20, es un importante socio comercial de Brasil y China y posee grandes recursos naturales, energéticos, alimenticios y de materias primas, que interesan especialmente a los demás integrantes del grupo.
¿Y qué ventajas tiene ingresando al BRICS? Potenciar su comercio internacional sin depender del dólar, que es el elemento escaso de nuestra economía, y tener acceso a fuentes financieras distintas al FMI (ya este año, antes de ingresar al BRICS y por un crédito de China, se obtuvieron recursos para pagar al FMI superando la extorsión que significa depender de un solo acreedor). Implica no integrarse a ninguno de los bloques de la actual puja hegemónica, manteniendo relaciones normales con ambos, según nuestras necesidades y conveniencias. Significa fortalecer el Mercosur y la integración latinoamericana, buscando un desarrollo común e independiente.
Como era de esperar, la derecha argentina manifestó su oposición. Javier Milei declaró en el Consejo de las Américas que "nuestro alineamiento de geopolítica es Estados Unidos e Israel. Nosotros no nos vamos a alinear con comunistas". Hay, evidentemente, mala fe, ya que es imposible tanta ignorancia: Rusia, desde la caída de la URSS ha entrado en un capitalismo salvaje mientras que Sudáfrica y la India tienen gobiernos conservadores o de derecha; Brasil tiene con Lula un gobierno progresista (“populista”), pero lejos del comunismo, mientras que en China se discute si es un capitalismo de estado o un “socialismo a la China”; respecto a los nuevos integrantes, con nuestro país, se los puede acusar de teocracias o dictaduras donde no se respeta los derechos humanos, al menos según el criterio occidental, pero nunca de comunistas.
En el mismo foro, Patricia Bullrich declaró que “Quiero dejar una cosa muy clara: hemos expuesto nuestra posición contraria al ingreso a Brics… La Argentina bajo nuestro gobierno no va a estar en Brics”.
Para la derecha argentina nuestro destino es de colonia imperialista (lo que el Papa Francisco denomina “nuevo colonialismo”); todavía no aceptó que el pueblo hace casi 80 años haya optado, bajo el lema “Braden o Perón”, por la independencia económica y la soberanía política.
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