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Columnistas
28/05/2023

La generación diezmada

La generación diezmada | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Todos hemos sido diezmados y todos somos huérfanos de aquellos obreros y estudiantes que supieron honrar la vida y la política.

Juan Chaneton *

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Las estadísticas que orientaban el accionar de los organismos de derechos humanos allá por la época en que los radicales defendían -con yrigoyeniana tenacidad- la obediencia debida y el punto final, señalaban que los diezmadores de una generación se habían ensañado especialmente con las comisiones internas y cuerpos de delegados de las fábricas establecidas a ambos lados de la General Paz (entre Constituyentes y San Martín, digamos) y en los complejos fabriles de Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán, o de Pacheco y González Catán en los arrabales proletarios de la ciudad junto al río inmóvil. Y ello no era casual, sino que se debía a que, en el contencioso social de entonces, los dos actores enfrentados (titulares de sendos proyectos de poder político) tenían su sede, la clase obrera en aquellas fábricas devenidas trincheras de una lucha de clases reacia a dejarse procesar mediante los mecanismos de la sanata y el engaño propios del parlamentarismo burgués; mientras que el "círculo rojo" de entonces contaba también con sede propia pero en ubicación diversa, esto es, en los mismos lugares inasibles y evanescentes que disfruta también hoy.

Había, claro está, otros componentes de un dramatis personae no inventado por Shakespeare pero que bien habría sido digno de su caudaloso talento, y a quienes el vate de Strattford habríales asignado -es razonable suponerlo- el siempre digno papel de actores de reparto. Estos actores secundarios eran, por caso, unos "hijos de Codovilla" más amantes de los hemiciclos y la oratoria que Jean Jaurés, pero sin su ángel, y se destacaban un poco porque pugnaban por hacerle olvidar a los argentinos un pasado de partido percudido por los mohos de una pretérita costumbre que habían practicado con esmero: difundir en las fábricas, mediante el MUCS (Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical dirigido por Rubens Íscaro), que aquel Roosevelt que había ayudado a Stalin a terminar con el nazismo, en Buenos Aires se llamaba Spruille Braden, era el embajador de la democracia en América y tenía toda la razón del mundo cuando decía que Perón y Hitler eran lo mismo.

Más allá, reptaban unos otros, puros como la virgen de tanta intrascendencia, en cuya retórica la "revolución permanente" que proponían era como el hecho estético para Borges: la inminencia de una revelación que nunca se produce.

Pero lo cierto, puro y duro, es que los hijos de la generación diezmada tienen por padres y madres a aquellos obreros y obreras de aquellas fábricas arrasadas por el terrorismo de Estado y hoy esos hijos son piqueteros desocupados o víctimas, bajo formas variadas y siempre crueles, de la exclusión neoliberal que ningún gobierno ha querido o podido revertir, de modo que cuando se les ofrece a esos hijos que tomen la posta debería, simultáneamente, abrírseles las puertas, por lo habitual cerradas, de los conclávicos espacios de la rosca política que es donde se deciden las candidaturas. De aquellos padres, estos hijos. Para aquéllos, metralla y fuego; para éstos, ni justicia.

Pues nosotros, los periodistas, algo sabemos de desaparecidos y de "diezmaciones". Los reportes que oportunamente conoció la CIDH procedentes de las organizaciones sindicales que nucleaban a los trabajadores de prensa y que se batían, en esos años del terrorismo de Estado, en supina soledad, acreditan con pruebas una cifra que merodea los doscientos trabajadores de prensa detenidos-desaparecidos en los chupaderos del enemigo terrorista militar de entonces. Los periodistas registrados en Capital Federal, en aquellos años, eran poco más o menos, ocho mil. 200 es un porcentaje significativo de 8000. Nos diezmaron muchos compañeros. Demasiados...

Por lo demás, cabe la pregunta: ¿y los que no fueran hijos de ninguna generación diezmada pero supieran cómo suprimir la inflación o cómo funciona el escenario global y de qué lado tiene que pararse la Argentina..., qué? ¿Amado Boudou y Alicia Castro, son hijos de la generación diezmada? ¿O apenas sus entenados sietemesinos?

La generación diezmada y sus hijos sólo admiten una presencia metafórica en la política argentina de hoy. Todos hemos sido diezmados y todos somos huérfanos de aquellos obreros y estudiantes que supieron honrar la vida y la política poniendo por delante de su bienestar personal y conveniencias de fin de semana, el deber de jugarse a fondo del único modo que garantizaría (garantizará) algún día, la victoria sobre círculos rojos liberales y soles negros fascistas.

Los equívocos, malentendidos y quid pro quos nos han venido asolando la inteligencia desde hace bastante tiempo, por cierto. Ha habido y se resiste a morir, una suerte de presunción iuris tantum que circula, implícita, en las organizaciones partidarias y sociales del campo popular: "ser familiar de desaparecido" legitima un plus de favorable consideración a la hora de medir y calibrar, militancias, aportes y compromisos. Una falla ideológica, ahí, en la práctica y la conciencia de los que aspiran a dejar atrás la sociedad capitalista, si es que a eso aspiran.

Pero si que votar hubiera a hijos de la generación diezmada, lo primero que habría que hacer es ir a buscar a esos candidatos a los conurbanos y piquetes donde viven, y no a la calle Matheu de Balvanera ni a ningún otro mentidero.

Pues así, enancados en esos equívocos, hemos llegado a algo que se veía venir pero que no había venido del todo: la gran garantía de triunfo electoral del FdT es que Larreta no se baje y sea candidato de J x C. Lo veníamos diciendo en anteriores colaboraciones. Era más o menos elemental. Ayudar un poco a Milei para que el esperpento crezca, pues los votos que pueda obtener se los rapiñará a la derecha, de modo que la derecha, si dividida, más probablemente derrotada, incluso con un candidato que no fuera Cristina. Macri no galvaniza voto duro ni impide fuga por derecha hacia Milei debido a la memoria de los desastres que perpetró bien secundado por analfabetos de su laya como Dujovne o Caputo. Bullrich, en cambio, sí galvaniza, pues no tiene un voluminoso pasado de gestión que esconder y es tanto o más irresponsable que Milei a la hora de hacerse la dura. Por eso, no se entiende muy bien por qué la estupidez derechosa de no llevarla al tope, y celebrémoslo...! "Horacio" trabaja, aun haciendo la plancha, para el FdT. Eso decíamos y a eso hemos, malhadadamente, llegado. Pues, atento todo lo pendiente como proyecto de país, lo bueno hubiera sido llegar por claridad conceptual, es decir, por mérito propio y no por falencia ajena.

Por fin, si la épica que alumbró con el siglo bolivariano va a culminar en Scioli o Wado de Pedro, el kirchnerismo habrá mutado, de esperanza de millones a banal incidente de la historia. En ese caso, los alquimistas de la nueva piedra filosofal de la política argentina, se privarán de mi calificado voto. Nunca falta un Grabois para canalizar una protesta, una decepcionada protesta.

Et tout le reste est littérature, como una vez dijo, con excelente literatura, Jorge Luis Borges ¡cuándo no...!



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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