-?
 
 
 
Columnistas
14/05/2023

Disyuntiva nac & pop: Martha Argerich o Antonio Tormo

Dictarle a una provincia el modo en que debe elegir sus autoridades o quitarle ese derecho, aunque fuere de modo provisional, es como quitarle a un municipio la facultad de planificar su alumbrado público.

Juan Chaneton *

[email protected]

El último no peronista que pudo ganar en Tucumán fue Celestino Gelsi, en 1958, de la mano de Frondizi, es decir, eso ocurrió en una época en que unas aves emplumadas que medían tres metros de altura, poblaban la tierra y el sapiens acababa de suceder a Luis Juez en la cadena evolutiva. De ahí en más, Tucumán fue siempre (a diferencia de la Córdoba del citado prehomínido) bastión peronista.

Ganaban los peronistas en Tucumán, no porque quienes los votaban fueran brutos -como decían los radicales- sino porque los que votaban no le creían ni medio a los circunspectos que venían a decirles que "para salir adelante" hay que hacer unos sacrificios que siempre tienen como sujeto de los mismos a los mismos de siempre, esto es, a los obreros azucareros y no azucareros de Tucumán. Los no peronistas de aquel entonces, en Tucumán, se llamaban Hileret, Padilla (amigo de Eduardo Elordi, el fusilador de Zainuco, en el Neuquén de 1916), como hoy se llaman Alfaro, reclamante exitoso de la cautelar proscriptiva.

Tucumán, cuna de la Independencia. Manzur, por fin, viene a calmar tanta hambre y sed de justicia. Como una vez el gran Hugo Moyano supo decir cuando no lo querían ni ver en un mentidero al que aspiraba a entrar: ¿no lo quieren al negro Moyano...? Bueno, el negro Moyano no va… ¡Listo !, cerró el filósofo. Así también, oyendo la voz del ancestral llamado, Manzur, el proscripto, ha dicho: Si yo soy el problema ...pues bien, ese problema ya no existe, porque yo me acabo de bajar. Que dejen votar ahora...

Los cuatro cómplices togados de la maniobra (Rosatti, acusado de negociar fallos por un hombre del riñón judicial (Marchi); Maqueda, un entenado de Duhalde que se afanó la obra social de la Corte, a estar a las acusaciones que así señalan al hombre de derecho (al que no se le conoce ningún aporte vinculado al derecho); y, más allá, un camino corto que baja y se pierde entre Cerrito y Arroyo, sobre Posadas, la residencia a la que concurre regularmente y en sordina Rosenkrantz para reportar sobre lo hecho y lo por hacer cada vez que tiene que poner el gancho en algo de repercusión institucional o de "significativa trascendencia", como decían los militares que Clarín protegía en sus titulares en los años del terrorismo de Estado.

Estos cuatro son los que dicen hoy en la Argentina quién puede votar y quién puede, o no puede, ser candidato.

Este es el punto. El artículo 121 de la Magna Carta es el punto. Todo lo concerniente al sistema electoral, como la materia impositiva y el dictado de los códigos de procedimiento, es de resorte provincial y la Corte nacional no se puede meter ahí. Ese es el texto y el espíritu de la Constitución.

Dictarle a una provincia el modo en que debe elegir sus autoridades o quitarle ese derecho, aunque fuere de modo provisional, es como quitarle a un municipio la facultad de planificar su alumbrado público o prescribirle qué arenales tiene que empujar con una topadora para abrir una calle y no otra.

El sistema federal argentino se estructura sobre la relación complementaria entre tres esferas de poder: la municipal, la provincial y la nacional. Las municipalidades son lo más importante porque fueron primero en el tiempo. Juan de Garay fundó un municipio, no una provincia. Una manzana fundó (Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga), y sólo faltó la vereda de enfrente. Pero esa falta era la confirmación de que el municipio fue como el espíritu santo, el principio de todo. ¡Dios mío! ¡Qué sería de la historia y de la política sin la literatura ...!

Queremos decir que el punto del asunto no es ponerse a mirar con lupa si la Corte actuó "conforme a derecho" o no lo hizo así. La que echó un poco de luz sobre las cansadas mentes del progresismo argentino (el de los políticos y el de los periodistas), fue Patricia Bullrich. Ella dijo lo esencial: "les frenamos lo que querían hacer", dijo. Y eso es. De eso se trata. En la Argentina de hoy se enfrentan los bandos de "la democracia" y el de los que saben que tal "democracia" es un guion que circula en modo mensaje global para enfrentar a los que, cada vez mejor parados, están por la superación del sistema político de "la democracia" y por la sustitución de la economía a la que el sistema político sirve y del que resulta su sayo a medida.

La Bullrich, una demente presa de adicciones graves que puede aspirar a la presidencia de un país sólo en un país aquejado de una decadencia acentuadamente irreversible de sus élites gobernantes, sólo ella no se ha perdido, decimos, en huevadas democratistas y formalistas. Sabe que el contencioso, en la Argentina, no es jurídico sino político. Y sabe quién es quién en este contencioso. Sabe, sobre todo, que la Corte, es de ellos, como las fuerzas armadas a las que la candidata preferida de la Casa Blanca visita regularmente con el noble propósito de ganarlas para la causa del liberalismo estadounidense en el mundo, mientras a nuestros Sciolis Massas y Albertos varios ni se les pasa por el magin ocuparse de tales menudencias. Y cuando la derecha venga a quitarme la jubilación, yo no voy a culpar a la derecha sino a los que trabajaron para que la derecha volviera, aunque ahora anden por ahí diciendo que trabajan para otra cosa.

De modo que el asunto y su médula están claros. La amalgama neoliberal-hegemonista que juega funcionalmente para la geoestrategia de Washington, opera en descampado y en banda, todos juntos y en manada: los Rejuntados para el Cambio, los verde olivo con nostalgia de Videla, la "Corte Suprema" y el monopolio bifronte que "comunica" a la gilada lo que está ocurriendo según lo perciben los "periodistas" de Clarín y La Nación. Enfrente, los que encuentran ventajas en la vigencia de lo que llaman "Estado de derecho" y que siempre sienten un poquito de temor de que la Argentina salga de la esfera de influencia de Estados Unidos para jugar en el concierto de las naciones a favor de la democracia y contra todo hegemonismo, pues la hegemonía de Estados Unidos es la que, en última instancia, tutela y protege los privilegios de todos. Patricia Bullrich está siendo más realista que los que tiene frente a sí asistidos, éstos, por unos progresistas mediáticos que no tienen las ideas claras o encuentran ventajas en las oscuras pues, a fin de cuentas, a ellos la derecha no les va a tocar sus privilegios de clase media, que también los tienen.

Dime qué política exterior tienes y te diré qué hay dentro de tu cabeza. Cafiero y Argüello no son arquitectos de nada, pero mucho menos de una política exterior independiente. Juegan para una Argentina históricamente alineada en un irrelevante statu quo de acompañante no díscolo de decisiones geopolíticas ajenas, por más que, de tanto en tanto, gorjeen algo en favor de Malvinas, faltaba más...

El camino parece ensamblarse entre los dichos finales del discurso de Máximo Kirchner en La Matanza, el sábado 13, con algunos conatos de sana rebeldía habidos como consecuencia de la miserable decisión de la Corte Suprema de prohibir las elecciones allí donde gana el peronismo, esto es, ocupar la calle. También hubo quienes reclamaron lo mismo contra la proscripción de Cristina. Ahora, Máximo dijo que hay que ir más allá de la militancia burocrática de partido y meterse en el barro de los barrios, no para defender, claro está, a un indefendible gobierno como el actual, sino para decirle a ese pueblo que sufre a este gobierno de Alberto Fernández, que no todo está perdido y que desde diciembre en adelante, se puede revertir el daño que el sujeto ha hecho al pueblo y a la patria. Las tres propuestas, ensambladas, dan como resultado, la propuesta más general -movilizatoria- para imponer derechos. De eso se trata... y si el 25 de Mayo asoma el sol de la patria nueva y Cristina anunciara que va a competir, este escenario al garete que estamos viviendo daría una vuelta de campana y muchos deberían salir corriendo al baño para solventar debidamente la emergencia. Si así no fuera, estaríamos en problemas de cara al futuro. Porque si las Paso son, al decir de Kirchner, como la guitarra, esto es, un instrumento, y todo depende de la partitura, también es cierto que a Brahms lo pueden interpretar Martha Argerich o Antonio Tormo, y no es lo mismo.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]