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Gabriel Boric, Presidente de Chile, anunció la estatización de la industria del litio. La medida establece fundamentalmente la expropiación del mineral, que ahora le pertenece al Estado chileno. Se permitirá participación de capitales privados, pero con condicionamientos. En adelante se aceptará la inversión privada pero solamente en asociación directa con el Estado. De esta manera, se pretende garantizar que el Estado tome participación en todas y cada una de las etapas de explotación del litio. El país trasandino representa el 11% de la reserva global de este mineral, mientras que Bolivia, 25%; Argentina 23%; EE.UU. 9% ; Zimbabwe 4%; China 5%; Canadá 4%; Alemania 3% y México2%.
La creación formal de una Empresa Nacional de Litio requiere la sanción de una ley por parte del Parlamento chileno. Mientras tanto, la Corporación Nacional del Cobre estará facultada para administrar los contratos con las empresas privadas implicadas en el litio y llevar a cabo las licitaciones para la asociación público-privada de nuevos proyectos.
El litio es elemental para producir las baterías que permitirán al mundo cortar la dependencia de los combustibles fósiles y migrar a energías renovables más limpias. Se calculan poco más de 1000 millones de vehículos alrededor del planeta, que en poco tiempo deberán ser eléctricos de acuerdo a las legislaciones vigentes de numerosos países. Cada auto eléctrico necesita una batería que contiene 6 kilos de litio, algo así de lo que necesitan 17 mil celulares. Contando con éste recurso natural, para el Gobierno chileno es trascendental su nacionalización, medida que se suma a un nuevo rumbo económico con un Estado presente, con mayor planificación e intervención en el mercado.
¿Qué pasa en nuestro país?
Fernanda Avila, la secretaria de Minería, rechazó crear una organización de productores de Litio de América del Sur, propuesta por Bolivia. La negativa fue a instancias de gobernadores de Provincias en las cuales se encuentra el tan preciado mineral. Los mandatarios de Jujuy, Salta y Catamarca no quieren negociar las facultades que les concede el art 124 de la Constitución Nacional, el cual establece que “corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio”. La Ley de inversiones Mineras establece para la Provincia un exiguo 3% de la renta generada por la extracción del mineral. La reforma neoliberal que se hizo en 1994 a la Carta Magna le quitó el dominio del subsuelo al Estado Nacional para transferírselo a cada Provincia. Parecía una propuesta muy federal en principio, pero con el paso del tiempo y de los hechos, están a la vista los obscenos beneficios para las empresas multinacionales mineras en detrimento de los intereses del país, y también de las provincias. Es por aquella reforma del 94, que no se puede nacionalizar el litio en la Argentina (como sí lo ha hecho Bolivia, México y ahora Chile), excepto que se lo declare “recurso estratégico”. Desde hace 10 años se han presentado distintas iniciativas legislativas en el Congreso de la Nación. Aún el tema no se puso en el centro de la escena. En el 2022 las exportaciones aumentaron en un año 221% y su precio subió en los últimos 15 años 1100%. Esta situación aumenta el interés para tratar el tema en el Congreso, pero más le interesa a EE.UU.
Patria o colonia
La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE.UU., visitó nuevamente nuestro país hace pocos días. Sin disimulo alguno, dejó en claro el interés de su país en los recursos naturales de toda la región del sur de América, en especial el litio. Manifestó que el recurso en cuestión forma parte de la seguridad nacional del país del norte, advirtiendo, sin disimulo también, lo riesgoso y lo inconveniente que puede resultarle para Argentina, asociarse con China. Y obvio, ofreció “la colaboración” de su país para la explotación del litio.
Si nuestro país no nacionaliza este recurso, ni se asocia con Chile, Bolivia y México, ni crea una empresa estatal para asociarse con capitales privados en toda la cadena, desde la extracción hasta su utilización, incluyendo fabricación de automóviles eléctricos, se puede correr el riesgo que el triángulo del litio se convierta en un nuevo Potosí, donde se llevaron miles de toneladas de plata (se calcula a valor de hoy, 110 mil millones de dólares) y dejaron la tierra arrasada y regada de sangre.
Si se ejerce la soberanía política también se corren riesgos, como los tuvo Bolivia con el golpe al gobierno de Evo Morales, riegos a enfrentar un bloque económico como Venezuela, Nicaragua y la mismísima Cuba. Se corren riesgos a que te invadan, que te gatillen en la cabeza, porque el imperio es impiadoso y no perdona la desobediencia. Pero vale la pena asumir los riesgos para volver a ser Patria y dejar de ser colonia.
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