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Quiso una vez el maestro Kapuscinski (maestro de periodistas), en un acceso de pueril entusiasmo, que el emblema de la así llamada "teología de la liberación" fuera la icónica figura de un Cristo armado, y así lo sugirió con un libro de su autoría que lleva por título, precisamente, Cristo con un fusil al hombro. El caso es que, en los días que corren, elvrégimen de Zelensky, en Ucrania, le ha matado el punto al polaco. Con ayuda (Zelensky necesita ayuda para todo) de un mercenario canadiense que en sociedad se presenta como periodista, el titular de la franquicia "Ucrania" al que la Otan llama "presidente", ha pergeñado una fealdad plástica de esas que sólo puede concebir una conciencia estética fascista. El "emprendedor" de marras, que anda por el mundo arropado en la bandera rojiblanca con una hoja de arce en el medio (our maple leaf, la llaman orgullosamente los honrados ciudadanos canadienses), ha montado un "unicornio", con el que recauda fortunas y cuyo "objeto social" es la venta de una especie de calcomanía que muestra a la Virgen María no ya con un fusil al hombro ino con un lanzamisiles Javelin en su regazo, acunándolo como si el artefacto fuera el mismo niño Dios.
Se trata de un adefesio perpetrado en colorinches que es promovido como agradecimiento a la madre del Altísimo, pues se supone que ha sido la Virgen quien le ha enviado al régimen de Kiev a un profeta salvador del volumen de "San Javelin", que así llama la propaganda fascista ucraniana, al misil antitanque portátil suministrado por el Pentágono, y su santidad residiría en que el tal "san javelin" es muy eficaz para perforar blindajes y destruir tanques enemigos, además de que, como se lo carga al hombro, se puede emplazar en lugares quebrados y pletóricos de boscosidades y escarpaduras, como es el terreno en ciertas zonas de Ucrania.
Como se sabe, esta María madre de Dios no figura en tal crácter en los santos evangelios cristianos. Antes bien, ella se introdujo en los asuntos humanos por el úcase del Papa y la decisión inapelable del concilio de Éfeso, que era un pueblo griego que quedaba en lo que hoy es Turquía. Hay dos representaciones plásticas emblemáticas y muy difundidas, en la historia del cristianismo: una -la que nos interesa ahora- es Teothokós (en griego, la que da la vida), que muestra a María con el Niño en sus brazos. Con el Niño, no con un lanzamisiles, como la están representando, a estas horas, los fascistas otanistas asistidos por escribas y artistas plásticos que cobran del presupuesto de la Otan en el rubro diversionismo ideológico. Sería apropiado el desagravio a la santísima virgen cristiana.
Recientemente, Rusia denunció que las compañías estadounidenses Exxon Mobil, Halliburton y Chevron están aprovechando la "lucha por la libertad" que libra Ucrania, para apoderarse del petróleo y el gas ucranios. Nada nuevo. Es rutina el latrocinio para unos Estados Unidos que nacieron al mundo honrando esta norma ética fundamental: cuando lo ajeno me hace falta, es mío. Y si para apropiarnos de lo ajeno tenemos que escupir sobre la democracia, la soberanía y los derechos humanos, lo hacemos, y más: no sólo escupimos sino que también le hacemos pis encima al primer "foolish" que se tome en serio aquellos progresistas dicharachos para la galería.
Y así, una variante del terrorismo de Estado es la piratería de Estado. Este delito internacional se configura cuando un país planta fuerzas militares propias en otro país, dentro de sus cuencas hidrocarburíferas, para apropiarse del petróleo y del gas o de los demás recursos naturales de ese otro país ocupado. Es lo que está haciendo Estados Unidos también en Siria desde hace décadas, ante la mirada estúpida del resto de la comunidad internacional que sigue parloteando sobre "democracia y derechos humanos " por boca de sus "estadistas" ad hoc a coro con, precisamente, los Estados Unidos, que, de ese modo, les toman en pelo a los ingenuos y bienintencionados que parlotean sobre democracia y derechos humanos. En Siria, por lo demás, opera Daesh, un grupo terrorista criminal perseguido por el legal gobierno sirio. Sin embargo, estos terroristas del Daesh son armados y apoyados con uniformes, comida y atención médica por el ministerio de Defensa norteamericano, más conocido como "Pentágono". Daesh “roba para la corona”, es decir, roba petróleo sirio para los Estados Unidos.
En fin, los medios occidentales no dicen que Putin defiende en Ucrania la libertad y la democracia, y quien así lo afirmara sería tildado, cuanto menos, de loco o de algo peor por esa galerie de cons (platea de boludos vendría a significar esto en la lengua de Molière) que se intoxican a diario mirando y escuchando todo aquello que los medios occidentales les cuentan con la misma rutinaria regularidad con que la clepsidra deja caer sus gotas a la hora del crepúsculo. Estos medios, además, desinforman ocultando.
Por caso, en Argentina, por ejemplo, las que derrocaron a las dictaduras fueron fuerzas sociales que revistaban en el campo de la democracia. De igual modo -y siempre en modo suposición- quienes se negaran a obedecer a una dictadura que derrocado hubiere a un gobierno constitucional, serían actores sociales integrantes del campo de la democracia. Así, en 2014, una parte de Ucrania se negó a reconocer el golpe de Estado que vino a suprimir a un gobierno que, mal o bien, era legal y llamaría a nuevas elecciones. Esa región es la conocida como Donbás y está, a su vez, constituida por dos unidades demográficas identificadas con sendos nombres: Donetsk y Lugansk. La represalia de los golpistas contra unos ciudadanos que, con razón, no los reconocían como gobierno, fue la cruda y sanguinaria represión que se cobró la vida de miles de personas, con métodos que sólo los nazis practicaron alguna vez. A los ucranianos de origen y espiritualidad rusa que habitaban el Donbás (que, en realidad, son más rusos que ucranianos) les fueron suprimidas sus escuelas, se les prohibió hablar su idioma y practicar su religión cristiana ortodoxa, entre otros atentados a la democracia y los derechos humanos. Se avecinaba un desplazamiento forzado de población en el Donbás, o algo peor, cuando el "círculo rojo" estadounidense percibió que la situación geopolítica en la región bien podía ser explotada contra Rusia, cuyo gobierno no acepta uncir al milenario país al dogal de la hegemonía estadounidense en el mundo. La alianza belicista OTAN comenzó entonces a asistir al régimen de Zelensky con armamento sofisticado y apto para amenazar a Rusia en su linde occidental, amenaza que se veía potenciada con los amagues de incorporar a Ucrania a la OTAN, y de convertirla en plaza de despliegue de misiles termonucleares en la frontera misma de Rusia, que es como si Rusia desplegara esas armas en la frontera de México con Texas. El resto es conocido. La situación actual está cristalizada en una dilemática opción para Ucrania: o pierde por catástrofe una guerra que no puede sostener sine ie ariesgo de que el pueblo ucraniano se lo lleve puesto a Zelensky, o acepta iniciativas como las de Brasil y China para alcanzar la paz.
Mientras tanto, Estados Unidos mantiene a la humanidad bajo el riesgo de la extinción. El último desvarío conocido lo ha sido en nuestro país y por boca de esa especie de Pablo Escobar de la política llamado Marc Stanley, que es el embajador de Estados Unidos en la Argentina y que declaró, apenas se acomodó en su nueva vivienda de la calle Colombia, que venía a trabajar para que nuestro país no afianzara ningún vínculo con China. Eso es mafia, no diplomacia.
China no navega con sus barcos en el golfo de Yucatán pero nosotros sí lo hacemos en el estrecho de Taiwán. Eso puede ocasionar una guerra con China y queremos saber si, ante esa dulce eventualidad, la Argentina le permitiría a China abastecerse de granos a través del río Paraná.
Tal es la estólida posición del gobierno de Estados Unidos trasmitida por el embajador Stanley. Si le das de comer a mi enemigo, sos mi enemigo, era la velada amenaza a un gobierno ya arrodillado en pos de los "favores" que Estados Unidos le puede hacer a la Argentina para que el FMI le tire unos mangos a esta hora en que el sol la cresta dora. Se cuenta que, cuando el buen Alberto se reunió con Biden clamando ayuda, éste, luego de escucharlo atentamente y conociendo la afición del presidente argentino por el rock, no quiso ser menos y lo despidió con estas aladas palabras de Ella Fitzgerald en Summertime: I think that one of these mornings you're gonna to rise up singing. Sin embargo, ya han pasado muchas mañanas en Olivos y Alberto nunca se despierta cantando. No obstante lo cual, en la Casa Blanca lo consideran un "good fellow", en línea y con un leve aire de familia con aquel inolvidable coronel Varela de nuestra Patagonia sur y de nuestra historia obrera.
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