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El peronista Carlos Ruckauf fue el primero en introducir a las “balas” como parte de su prédica para conseguir votos. Fue hace 24 años, en las elecciones generales de 1999, cuando él era candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Partido Justicialista.
“Hay que meter bala a los delincuentes”, fue uno de sus eslóganes de campaña. Ganó las elecciones, aun cuando su partido perdió a nivel nacional a manos de la denominada “Alianza” que triunfó con Fernando de la Rúa como candidato a presidente. Ya en el ejercicio del máximo cargo del gobierno bonaerense, con total descaro, inescrupulosidad y alevosía, Ruckauf designó como ministro de Seguridad de la provincia al teniente coronel (retirado) Aldo Rico, quien había sido el cabecilla sedicioso que su sublevó contra la democracia en los años 1987 y 1988.
(Un año después de aquélla prédica electoral del ‘99, desde el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, el admirado y recordado periodista Jorge “Tuti” Gadano analizaba a través del diario Río Negro las consecuencias de “Las balas de Ruckauf”. Nota del 21/10/2000. A su vez, en 2015, en un artículo publicado por Clarín, el respetado periodista Fernando Soriano evocó aquél discurso de campaña de Ruckauf y su posterior gestión de gobierno en el área de Seguridad. Nota del 01/12/2015).
El justicialista vencedor del ‘99 duró solo dos años como gobernador. Cuando ocurrió el estallido nacional y social de diciembre de 2001, huyó del gobierno bonaerense y se refugió como canciller en el gabinete del presidente de transición Eduardo Duhalde.
En 2003 se inició la etapa política que lideraron Néstor Kirchner y luego Cristina, y aquella prédica de instigación a la violencia dejó de existir en el discurso político argentino. Con solo una excepción: a partir de 2007, y tras haber sido ampliamente derrotada por Cristina en la elección presidencial, en sus apariciones públicas Elisa Carrió comenzó una permanente alusión a las ideas y nociones de “matar”, “morir”, de que había “armas” en el gobierno de entonces, afirmar que ella se sentía “mucho más tranquila” tras la muerte de Kirchner, burlarse de la condición de “viuda” de Cristina, etcétera, etcétera.
(Carrió jamás recibió reproche público alguna por su prédica agresiva y beligerante. Ni siquiera de dirigentes kirchneristas. Jamás. publicó varias notas al respecto en distintas ocasiones. La primera fue hace seis años con el título “El país está en crisis y Carrió usa, como siempre, la violencia retórica”. Nota del 27/03/2017).
Con el transcurrir del tiempo, y mientras se naturalizaba el discurso beligerante de Carrió, la prédica violenta -especialmente contra Cristina y todo su sector político- fue ejercida de modo creciente desde los medios de comunicación por las figuras más famosas del ultra-antikirchnerismo. Personajes como Jorge Lanata y Susana Giménez fueron emblemáticas de esa retórica que también se fue naturalizando.
Posteriormente, con la pandemia del Covid y las inmensas -y hasta ahora insondables- transformaciones que se produjeron en su subjetividad colectiva, se generalizaron los predicadores mediáticos de la derecha y la ultraderecha que expanden permanentemente discursos de violencia y destrucción. Ejemplo de ellos/ellas son Viviana Canosa, Angel Etchecopar, Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Laura Di Marco, Alfredo Leuco, Pablo Rossi y el cada vez más “famoso” Esteban Trebucq, entre muchos otros y otras.
Balas y dinamita
La lengua se les va soltando cada vez más a los/las violentos/as, quienes cuentan con una muy favorable receptividad en una parte considerable de la población, y así se llega a que dirigentes políticos que ejercen cargos públicos o que se postulan para ellos, o que los han ejercido, hagan uso de retóricas agresivas como forma de conseguir adhesión en la sociedad.
Así, cuando era candidato a diputado nacional en 2021 -función legislativa a la que finalmente accedería- Javier Milei dijo con total impunidad, y con su habitual estilo desaforado, desencajado, a los gritos, que había que “dinamitar” o “hacer volar por los aires” el Banco Central. (Declaraciones televisivas recogidas por el diario Cronista, nota del 12/08/2021). Incluso, en una publicación digital que propagandizaba su candidatura, aclaró que sus palabras no debían tomarse como “una metáfora”. Publicado en El Café Diario. Ver nota que no está fechada).
Igual que a Ruckauf hace más de dos décadas, igual que a Carrió hace más de 15 años, jamás nunca nadie le hizo algún reproche público a Milei por su apología del delito. De tal manera, el fenómeno se sigue agravando.
El año pasado, pocos meses después de haber asumido una banca como diputado nacional, José Luis Espert dijo que había que “encarcelar o meter bala a los mapuches”. (Información del diario Ámbito, nota del 24/06/2022).
Conscientes de que ese tipo de discursos le redunda en mayor adhesión política de ciertos sectores del electorado, Espert tiende a promover la eliminación física de otros sectores de la sociedad a los que considera enemigos. Así como antes lo había hecho con un pueblo originario, ahora también hace “extensiva” la instigación al asesinato de dirigentes de organizaciones sociales que de forma habitual utilizan el corte de tránsito como forma de protesta y lucha.
Personificando concretamente en Eduardo Belliboni, referente de Unidad Piquetera y del Partido Obrero, hace un mes Espert pidió a través de Twitter “Cárcel o bala para vos, Belliboni, que lucrás con los pobres”. Esta vez, el militante amenazado presentó una denuncia penal. (Información de Infobae, nota del 14/03/23).
Macri, ante jerarcas capitalistas
Los/las dirigentes de derecha y ultraderecha están cada vez más violentos, y en último en exhibirse impunemente en ese sentido fue Mauricio Macri. Personaje herido gravemente en su inmensa vanidad y lleno de rencor y odio por no haber conseguido su reelección en 2019, el sujeto intenta e intentará por todas las formas que le resulten posibles seguir influyendo en la política nacional y propagando su prédica destructiva, a pesar de que al menos este año no será candidato a presidente.
En la semana recién transcurrida, ante un auditorio que congregó a varios de los verdaderos “dueños del país” por su poderío económico, Macri se inspiró en lo que dijo Milei en 2021, y redobló la apuesta -o la multiplicó al infinito, según como se interprete-: aseguró por su parte que en Argentina era necesario “semi-dinamitar todo”.
Entre quienes lo escuchaban estaban multimillonarios jerarcas capitalistas como el presidente de la Unión Industrial, Daniel Funes de Rioja; el representante de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi; y los empresarios Martín Cabrales (de la firma Cabrales) y Bettina Bulgheroni (de Semconsult). El marco del discurso del ex presidente de la Nación fue un almuerzo organizado por la asociación empresarial denominada Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp).
En esa ocasión Macri fue consultado sobre las posibilidades electorales de Milei, y contestó: “Es obvio que pienso que (quienes integran Juntos por el Cambio) vamos a ir a la segunda vuelta contra esta nueva expresión más liberal, más rupturista, de más enojo con la frustración que se arrastra durante décadas”. Fue allí donde resumió lo que el diario Página 12 denominó “su plan explosivo”, al afirmar que hacía falta “semi-dinamitar todo” para, supuestamente, “romper con el statu quo”. (Publicado en Página 12, nota del 13/04/23).
Este es el nivel discursivo de dirigentes extremistas de máxima importancia, integrantes de espacios políticos que aliados entre sí -las distintas derechas más la ultraderecha- pueden llegar a ganar las elecciones de este año en nuestra Patria. No es seguro que eso vaya a ocurrir. No es inevitable, ellos no están solos en el escenario electoral. Faltan varios meses y también el gobierno y el Frente de Todos harán valer su peso y su protagonismo.
En cualquier caso, la prédica de “meter bala” y de “dinamitar” o “semi-dinamitar todo”, son una novedad absoluta en términos históricos para nuestro país. Son manifestaciones de violencia de las palabras que expresan un cierto “clima de época”, un determinado “estado de ánimo”, que se han expandido en la política y en la sociedad argentinas, y que hasta el momento eran desconocidos en las campañas electorales.
De tal manera, paulatinamente se van rompiendo los fundamentos de los principios democráticos, el Estado de Derecho y la paz social que Argentina logró hace casi 40 años.
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