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Columnistas
09/04/2023

Escatológicas II

Escatológicas II | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cristina exhibe mejores títulos que nadie para ser candidata a lo que sea. Sin ella, el peronismo y el FdT no existen.

Juan Chaneton *

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Política y pedofilia se han dado la mano en la coyuntura. Al gobierno de Alberto Fernández se le quemaron los libros con Vicentín, luego con el "cumple" de Fabiola en Olivos y más luego con Edesur, sin contar con que se le acaba de morir una bebé de tres años en la vereda de la Casa Rosada, que es el lugar donde ella vivía con sus padres "en situación de calle", en un contexto general en el que el 49 % de la población pasa hambre dos veces por semana y da grima y un poco de odio escuchar al sujeto decir que quiere terminar con 20 años de kirchnerismo para después aclarar -como Jey Mamón- que él no dijo lo que dijo. Terminar con la inflación es más difícl, a lo que parece, que termnar con el kirchnerismo.

Según la derecha, el país a oscuras es una responsabilidad del "kirchnerismo" porque durante años puso la tarifa a precio de regalo y las empresas, altruistas por definición, no encontraron la manera de hacer lo que más anhelaban: invertir para mejorar la vida de los usuarios.

El gobierno zafó del apagón al estilo Alberto: una "sanción" por 180 días y pour la galerie. Se trata de un gobierno que, en casos extremos como éste, no le puede encontrar el agujero al mate porque sus deficiencias ideológicas lo limitan para todo lo que sea agarrar al toro por los cuernos o ponerle el cascabel al gato. La encerrona para el miserable gobierno de Alberto Fernández se resume en que o bien interviene Edesur para luego pagar fortunas como indemnización o la interviene para luego no saber qué hacer para mejorar el servicio, pues la solución al problema energético y, en general, al problema económico argentino, consiste en rosquear tal solución con China -cuyos mil millones no sufren ni apagones ni pobreza- pero negociar soberanamente es algo que no está en la naturaleza de las cosas ni en la ideología de "Alberto". Con el estéril mamarracho de los "180 días" no habrá beneficio alguno para nadie y, de paso, se les toma el pelo a los que sufrieron 40 grados sin luz y sin agua durante 15 días. Tal "intervención" debería servir, por lo menos, para ventilar los chanchullos de la empresa vinculados a la fuga al Caribe de las fortunas recibidas como "subsidio". Pues, para Edesur y afines, es preferible fugar que invertir y para al gobierno actual es mejor mirar para arriba y silbar.

La solución es no tener miedo de incomodar al dueño geopolítico de la región. Pero pedirle eso a Alberto Fernández sería haber perdido del todo el sentido de la realidad. Inversiones extranjeras a largo plazo provenientes de quien esté dispuesto a invertir a largo plazo en la Argentina. De eso se trata. Y sólo si a eso se está dispuesto, tendría sentido la estatización. El problema energético argentino, como todo el problema económico del país, es un problema esencialmente político.

Alberto Fernández, es lícito suponerlo, vino a trabajar para que el peronismo pierda y desaparezca de la escena. Se trata de un servicio invalorable que les prestaría a los dueños del poder en la Argentina que son -como "Héctor"- amigos suyos. Es un "enemigo del pueblo", este malhadado Alberto, pero, al revés del doctor Stockmann en la dramática de Ibsen, este argentino es parte del problema y no de la solución. En todo caso, son los peronistas los llamados a ejecutar las sanciones del caso sobre la persona de alguien que está en vías de lograr lo que no pudo la fusiladora del '55.

Empero, Alberto le gana a Cristina, ha dicho el otro Fernández, el Aníbal, un gomía de ley, y estaría duro cuando dijo eso. Como Patricia Bullrich saliendo de La Brigada estaría, la carísima parrilla de San Telmo visitada también con profusión de guardaespaldas por el "dirigente obrero" Facundo Moyano.

Nada positivo por aquí ni por allá. Y si el candidato va a ser Massa, Alberto o Scioli, no cuenten con el electorado.

Massa candidato viene a ser un dato de la pornopolítica. Al parecer, es el candidato de la Cámpora, pero este Massa es el mismo que dijo, en 2015, que iba a barrer con los ñoquis de la Cámpora. Y también el mismo del que la Cámpora predicaba que se trataba de un empleado de la embajada yanqui. Credibilidad en modo turbulencia, aquí.

Sólo la vocera presidencial ve las cosas en modo feliz, cuando dice que la Argentina no está aislada. Pero Cerrutti dispone más de audacia que de inteligencia. Ella no puede distinguir entre Alberto Fernández y la Argentina. O tal vez distinga. Pero le pagan para que no distinga. Este último Estado, el argentino, es el que está "aislado" en el mundo, y no por perversa malignidad del mundo sino por la contumaz irrelevancia con que las políticas públicas del gobierno actual y del anterior (que en eso coinciden: ambos han carecido de política exterior) han empujado a la Argentina en el escenario global. Y así, tomarse un café con el módico presidente argentino es para Biden o para Macron un rutinario punto de agenda en el que la Argentina es, incluso, menos relevante que Chad (Macrón sabe de esto; el Chad es una ex colonia francesa que le está irrogando al "Elysée", problemas adicionales al de los jubilados a los que Macron pretende estafar. Alberto Fernández no le sirve a Biden ni para hablar con Daniel Ortega, que no tiene del argentino la mejor opinión, precisamente.

Ni para emisario, digamos. El que acaba de visitar a Biden es un presidente mendicante, como siempre. Por favor, dénos una mano en el Fondo, le dijo a Biden, quien luego de decirle "cuente conmigo" lo despachó con un cálido apretón de manos. De paso, la mano que pide el presidente argentino es para pagar lo que no le quiere pagar a ese 49 % de pobres-indigentes con que ya cuenta la Argentina. Alberto Fernández es autor de un crimen imperdonable: someterse a una organización delictiva que le envió 44 mil millones de dólares a un gobierno para que los utilizara en su campaña electoral, organización a la que, en vez de decirle que los delitos no pueden ser la base para ningún reclamo, decidió pagarle con el sufrimiento del pueblo que hoy se sumerge en la indigencia cada dia más. Ese es Alberto Fernández.

A ver si los peronistas toman nota y se lo facturan.

Estados Unidos quiere expulsar a China de la construcción nuclear y de infraestructura de puertos y ferrocarriles de la Argentina; y también quiere que la Argentina contrate a empresas estadounidenses para explotar el litio argentino. Nada de industrializar ese mineral en origen. Venderlo crudo a Estados Unidos, de eso se trata y eso quiere Washington, como se vende el maíz y la soja en la Argentina pastoril. Y después, Estados Unidos y Alberto Fernández dicen que están interesados en que la Argentina deje de ser un país pobre donde hasta los niños han empezado a morirse. A cambio de echar a China y de quedarse con el litio, Alberto Fernández recibe de Biden "una mano con el Fondo". Y no sólo eso. Cuando una potencia extranjera dice públicamente que "China nos amenaza el agua dulce y el litio que tenemos en Argentina" y el presidente argentino se hace el otario y no dice nada pues teme que, si dice, Biden no lo ayude con el Fondo, la Argentina está ante un problema existencial. Peligra su futuro como país.

Este "presidente" argentino es una calamidad equivalente al covid 19.

Tal vez Lula y Brasil podrían servirle de referencia a Fernández para atisbar, aunque más no fuera por las tapas, lo que es una politica de Estado digna de respeto. Acaba de finalizar la "Cumbre por la Democracia", que organizó EE.UU., y en la cual el presidente de Brasil se negó a firmar una declaración contra Rusia. "La bandera de defender la democracia no puede usarse para construir muros o crear divisiones. Defender la democracia es luchar por la paz. El diálogo político es la mejor manera de construir consensos de paz", dijo Lula y sus palabras no sonaron a banal sanata como ocurre cuando Alberto Fernández dice lo mismo. A esa hora, el presidente argentino estaba pidiéndole por favor a Biden, lo de siempre: plata para pagar una deuda originada en un delito del gobierno anterior. Y los pobres ya son el 49 %.

Y el aire rancio se vuelve fresco en la hierática oratoria que irrumpe. Los esbirros de la Casación y los amarillos de Juntos por el Cambio son las marionetas de Magnetto. Y yo no voy a ser mascota de Magnetto. De modo que en 2023 no voy a ser tampoco candidata a presidenta ni a vice presidenta... Todo eso dijo Cristina y, afortunadamente, no dijo candidata a gobernadora de Buenos Aires, de modo que se puede volver de aquel encendido discurso en el que pareció abdicar de la corona, discurso denso en términos de lo que es el núcleo incandescente de la política -el poder y quién lo detenta- y, volviendo de aquellos dichos apodícticos, anunciar (probablemente con señalado éxito de crítica y de público) que va a ser candidata a la gobernación de la primera -en términos electorales- provincia argentina: Buenos Aires.

Exigir, pedir o mendigar una Paso es un disparate político o una deformación democratista, según se mire. O pura mala fe. No hay que ir a una Paso en el FdT ni discutir en el FdT con los que quieren una Paso. Y esto porque no hay que perder el tiempo escuchando vulgaridades acerca del "soberano" y de los derechos del pueblo, como si los derechos del pueblo fueran a estar garantizados con Scioli o Massa surgiendo de una Paso. Ir a una Paso es dar una vuelta de tuerca más al torniquete de la engañifa al pueblo, al que se le pretende hacer creer que "la democracia" consiste en dirimir roscas y entuertos en espacios opacos a los que "el pueblo" nunca accede o de los que siempre es expulsado, a no ser que sea "hermano gran famoso" o tenga dinero para pagar una pegatina de afiches o bancar una campaña.

Cristina exhibe mejores títulos que nadie para ser candidata a lo que sea. Sin ella, el peronismo y el FdT no existen. Zannini y Kicillof, en todo caso, podrían ser muy bien los instrumentos de una estrategia de poder que consulte, en primer lugar, la derrota de los enemigos del pueblo nucleados en el macro-radicalismo. A esa fórmula presidencial, en la boleta con Cristina gobernadora, no le gana nadie, ni en la Paso ni en el pozo, y los pone a todos contra el piso, pues Cristina les saca cuarenta puntos de diferencia en el Conurbano a evanescentes como Santilli o Ritondo y esos cuarenta puntos (en un padrón que exhibe a Buenos Aires con el 37 % del total nacional), hacen la diferencia en el nivel general. Así de simple. Razón de más para no entender qué pasa por la cabeza de los que se resignan al No de Cristina y, en simultáneo, le piden a Alberto que se baje. ¿Qué creen? ¿Que la borratina de Alberto va a obrar milagros? El FdT no tiene, sin Cristina, ningún candidato ganador, aunque Alberto se baje, se suba o se acueste a dormir.

Y contar con una Argentina alineada globalmente con las fuerzas de la persistencia de la vida humana en el planeta no es poco. De eso se trata, aunque los decisores con que cuenta el país en esta hora amarga de su existencia no tengan ni idea de que de eso se trata. Cambiar los alineamientos geoestratégicos de la Argentina en el mundo para acometer el desafío de la industrialización del país. En línea con ello, habría que cortarla con la sanata de "los más vulnerables", sobre todo cuando los más vulnerables empiezan a morirse cerca de la cama donde duerme el Presidente y frente a las oficinas del "jefe de gobierno".



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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