Columnistas
02/04/2023

Aguafuertes del Nuevo Mundo

Mariana Enríquez: defensa de la ficción

Mariana Enríquez: defensa de la ficción | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La escritora, que también ejerce el periodismo, nació en 1973. Una de sus novelas fue traducida a más de 20 lenguas. Sostiene una firme postura a favor de la narratividad, aunque reconoce que vivimos un tiempo de euforia editorial, industrial y también de los escritores por la no-ficción.

Ricardo Haye *

Un par de años antes de la crisis sanitaria global y con diferencia de pocos días entre ellos, me tocó participar de dos encuentros académicos internacionales en los que se hablaba de comunicación y de literatura. Ambos se hacían fuera del país, circunstancia que contribuyó a reforzar cierto sensación de sorpresa. Grata, por cierto.

El hecho que la provocó es que entre los dos foros escuché cuatro presentaciones acerca de las escritoras argentinas Samanta Schweblin y Mariana Enríquez.

 

El asombro no obedecía al desacuerdo con ese interés, que estaba (y está) plenamente justificado. Pero no dejaba de resultarme llamativo que ese reconocimiento merecido lo hubiesen alcanzado tan rápidamente.

Mariana Enríquez nació en 1973 y Samanta Schweblin es incluso cinco años más joven. Las dos ya recibieron premios y han visto sus obras publicadas en otros idiomas. “Las cosas que perdimos en el fuego”, de Mariana Enríquez, por ejemplo, se tradujo a más de 20 lenguas.

La novela más reciente de Mariana, “Nuestra parte de noche”, recibió múltiples elogios al ser publicada en los Estados Unidos. El Washington Post definió al libro como "una obra maestra del terror sobrenatural" y The New York Times caracterizó a la autora como "una estrella de rock de la literatura".

Además de escribir cuentos y novelas, Enríquez también ejerce el periodismo (los lectores del suplemento cultural Radar, de Página 12, aún extrañamos su época de coordinadora), se desempeña como docente de ese ramo y hace pocas semanas el Teatro Coliseo de Buenos Aires fue escenario de un show integral suyo que parece hacerle honor al calificativo de rock star. Sin sacarle el cuerpo al tema, la protagonista de este hecho dice que el título le parece entretenido, aunque le suena un poco exagerado. Consultada por la agencia Télam acerca del fanatismo que despierta entre sus lectores reconoció burlonamente que le “divierte ser un personaje de rockstar, es lo que más querría ser en mi vida, así que está todo bien”.

Con alguna frecuencia suele hacer mención a su ‘mundo privado’, un inocultable tributo a la película de Gus van Sant y -a veces- conjuga esa dimensión íntima con la de la imaginación, conexión de la que surgen chispazos sugerentes, sobre todo cuando Mariana señala que para ella “pocas cosas hay más privadas que la imaginación”.

A partir de esa convicción, la escritora se interroga acerca de los vínculos que existen entre aquella facultad y la política, y entonces lo privado vuelve a ocupar el primer plano porque en su caso -explica- la política “transcurre en mi cabeza y de ella no hablo con nadie hasta que no está escrito”.

En este espacio ya hemos reivindicado el relato1. La postura que enuncia la mujer que concentra el interés de nuestra Aguafuerte de hoy también se encolumna en una cerrada y firme defensa de la narratividad, aunque reconoce que vivimos un tiempo de euforia editorial, industrial y también de los escritores por la no-ficción. Eso se manifiesta en una gran cantidad de memorias, de crónicas y de escritos relacionados con “lo real”, que funcionan muy bien y en los que la gente (el que escribe y el que lee) está muy interesada. “No es una novedad -apunta-; sucedió con los diarios de Kafka o con “Tristam Shandy”, pero parece que hoy es un género que se encuentra en auge”.

A pesar de que su escritura periodística circule por esos andariveles, Enríquez acepta que en su actividad literaria le gusta menos hacerlo y, con pesar, expresa su sensación de que los textos imaginativos, la ficción que no es autobiográfica, es considerada “menos valiosa, menos valiente, menos legítima”.

Es una sensación subjetiva y hasta contradictoria -consigna- porque, al mismo tiempo, “la lectura de la imaginación más desbocada sigue vendiendo muy bien. Desde el policial escandinavo hasta el redescubrimiento de la distopía con Margaret Atwood (no importa que haya sido por la tele: la gente va y compra el libro y eso está muy bien). Sin embargo, siento que es un mal momento para estos textos”.

Para precisar lo que piensa, evoca una anécdota reveladora que se refiere al desconcierto que le provocó la entrevista a una escritora joven. La mujer consultada decía que le resultaba imposible sentarse a escribir algo que no tuviera que ver “con su experiencia; que no formara parte de su vida”. En medio de su extrañeza, Enríquez pensó: “pero eso siempre es así”, y con picardía ahora argumenta: “si yo escribo un cuento en el que un personaje va a bailar, o toma cocaína, voy a usar mi experiencia sobre… ir a bailar, digamos. Puedo también recrear, exagerar y esconder mi experiencia -detalla-. Eso es la literatura. Pero la muchacha no se refería a estos procedimientos comunes. Quería decir que no podía contar algo que no le hubiese sucedido. Y cuando yo empecé a escribir, quería hacer todo lo contrario: inventar personajes, crear mundos, escaparme del tiempo y de la realidad. No tenía ningún interés en contar la historia de mi abuela”.

Doris Lessing ya rezongaba sobre esto mismo, cuando se refería a la novela realista, nos recuerda Mariana. La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007 se preguntaba “por qué la gente quiere convertir a los personajes de una novela en una autobiografía” y de inmediato sostenía: “nos enfrentamos a un rechazo de la imaginación. Hay un deseo general de saber ‘lo real, lo auténtico, lo que verdaderamente ha sucedido’. Hubo un tiempo en que nuestras narraciones eran imaginación, mito, leyenda. Parábola y fábula. Así era como nos contábamos las historias entre nosotros y acerca de nosotros. Pero esa capacidad se ha atrofiado por la presión de la novela realista. Por lo menos en la medida en que todos los aspectos imaginativos o fantásticos de la narración se han convertido en categorías definidas”.

Para cerrar contundentemente sus reflexiones, Enríquez cita al escritor colombiano Juan Cárdenas: “El espacio de la ficción es importante porque en él ensayamos cosas que nos permiten conjeturalmente probar ideas. Es un campo de pruebas del futuro, de la utopía o de cómo queramos que sean las cosas. Es decir, un espacio relevante de proyección del deseo colectivo. Se trata de un espacio políticamente muy cargado, ya que estamos poniendo a prueba otros mundos posibles, por lo cual resulta muy sintomático que el mercado esté procurando por todas los medios posibles avasallarlo; la decisión de negarlo va acompañada de la entronización absoluta de la no-ficción. De convertir la crónica, los videos autobiográficos y ese tipo de productos en la herramienta que impida la existencia de la ficción”.

Aunque Cárdenas consiente que alguien perspicaz puede decir que es imposible que eso suceda y que la ficción no desaparecerá, igualmente manifiesta sus serias dudas al respecto. “Creo que la ficción sí está amenazada por ese tipo de auge de la literatura testimonial”, lo cita Mariana, y agrega: “No digo que esté mal que exista; hay grandes libros de ese tipo, pero políticamente es muy conflictivo que se intente ocupar todo el espacio de la ficción con ese tipo de publicaciones. ¿No será que quieren cancelar la ficción para que no podamos imaginar? Te invito a pensar un poco más allá de lo que te pasó ayer cuando fuiste a comprar el pan y te encontraste con tu tío de 70 años… No quieren que nos imaginemos más que nuestra propia vida y encima pretenden que la contemos y que la volvamos a contar y que salga nuestra maldita cara en la portada del libro”. Al concluir la recreación de las palabras de su colega, Mariana pone su propio colofón: “Si eso no es una conspiración, no sé qué es”.

1 Véanse las Aguafuertes en este enlace



(*) Docente e investigador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]