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Columnistas
12/03/2023

Decime si exagero

Un paseo por el techo de los Oscar

Un paseo por el techo de los Oscar | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El premio al mejor film del año en la ceremonia de los Oscar es un momento de alcance global y es noticia durante semanas enteras. En el siguiente dossier vamos a dar un paseo corto por cada una de las diez películas que esta noche se participarán para ver cual de ellas se lleva el premio más preciado de la industria mundial del cine.

Fernando Barraza

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Saludando y deseándole suerte a nuestra “Argentina, 1985”, candidata a Mejor Película Extranjera, comencemos este dossier en el que le dedicaremos un par de párrafos a cada film en compulsa para alzarse con la estatuilla a Mejor Película en la edición de esta noche de los Oscar.

Los films están acomodados de manera un tanto azarosa. Esperemos que las reseñas te sirvan como guías para ver si te vas a sentar a verlas, o no.

01 Top Gun Maverick, de Joseph Kosinski:

Arranquemos por la peor.

No cuenta a su favor que la película esté hecha con pericia y elevadísimo presupuesto, de lo contrario la mayoría de los costosos e imbancables tanques de Hollywood merecerían el mote de buenos films, y no lo son. Esta película, tampoco.

La industria sabe que necesita gente con pericia, entonces no sorprende que Paramount haya contratado a la estrella Disney Joseph Kosinski como director,. El tipo es ducho en la arena del combo agrandado de pochoclos, ha hecho blockbusters y construyó un camino rutilante en el mundo de las mega publicidades de las principales firmas globales. Además, los productores lo han destacado en cuanto medio les dio una nota: el tipo sabe como manejar la plata -como pocos- para que una superproducción rinda y de ganancias.

Top Gun Maverick es un bodrio, es cierto, pero al mejor estilo del cine de Leni Riefenstahl o de Palito Ortega, es cine de propaganda y eso siempre fue y será importantísimo a nivel social.

La película exuda patriotismo imperial, pero a niveles que hasta el mismísimo Homero Simpson criticaría. Ahora: tiene códigos nuevos, bien de estos tiempos. Por ejemplo: no sabemos quien es el enemigo, porque no se dice de manera explícita durante todo el film. El enemigo existe, se lo combaten pero no se nombra. Es raro, pero si lo pensás no tanto: son tiempos de corrección política y parece que ya no da acusar tan abiertamente al enemigo mostrando su bandera en un film si se quiere que ese film recaude millones en todo el planeta.

En este caso el enemigo del pueblo norteamericano tiene aviones mucho más modernos, y quiere almacenar uranio en una isla para -malos como son- fabricar armas nucleares de destrucción masiva. Bien, con todos esos datos en la mesa, el norteamericano medio y todas las personas del planeta que consumen sin chistar el discurso hegemónico de USA deducirá quienes son los enemigos entre dos opciones: o son los rusos, o son los chinos.

La duda binaria se disipa con un spoiler que te voy a contar: en un momento Maverick y el hijo de Goose se hacen pasar por pilotos del mismo bando que sus enemigos, con los cascos puestos, pero con los visores alzados. Se saludan con el avión de al lado: ninguno de los cuatro pilotos tienen ojos rasgados, es decir: EL ENEMIGO ES RUSO. Fin de la discusión.

Concluyamos por favor: Norteamérica vuelve a entregar una película de alcance masivo global en donde vemos flamear su bandera durante todo el metraje, asistimos a una invasión ilegal a territorio extranjero con fines de “justicia” y nos llevamos dos grandes lecciones repetidas insistentemente por diferentes protagonistas en diferentes partes del guion: “no pienses, solo hazlo”, dicen, para justificar una acción militar descabellada. La otra gran enseñanza es: “no importa el avión, importa el piloto”, lo dicen para justificar que EEUU hoy no posee el ejército más poderoso del planeta, pero si “la mejor gente a cargo”, por lo tanto continúan siendo los más poderosos.

Más irracional e imperialista, no se consigue.

Ojalá no se lleve el Oscar. Por dos motivos.

El uno: es un pésimo ejemplo moral para el planeta entero.

El dos: es una película sumamente mediocre compitiendo con 9 films de categoría.

 

02 The Banshees of Inisherin, de Martin McDonagh:

En términos industriales: ¿es esta la película menor de las diez candidateadas? Probablemente. También es una de las más inquietantes y profundas.

Sus herramientas fundamentales tienen que ver con el escenario escogido, la premisa de acción y los personajes planteados allí, en ese paisaje. Su acierto es su escala: historia mínima, gran desarrollo.

Si nos cuentan la simple historia de un amigo que -de repente- decide dejar de hablarle a otro, ambos habitantes de una pequeña isla irlandesa, en 1923, y con ese solo resorte argumental alcanzamos a ser espectadorxs de un auténtico universo de la comedia humana, con muchos de sus elementos esenciales en escena (sentido de la vida, bondad y maldad, la muerte, etcétera) tendremos que concluir que lo que nos han puesto frente a los ojos es una trabajada pieza narrativa que bien puede ser considerada de aquí en más como pequeña obra maestra. Condimentos no le faltan.

Colin Farrell hace de Pádriac, el tipo “lerdo” del pueblo, rayano a lo que la sociedad (cualquier sociedad) considera un tonto, un bobo, un “deficiente”. Brendan Gleeson hace de su amigo, un viejo violinista frustrado que una buena tarde decide no juntarse ni hablar más con Padriac, porque lo considera aburrido, y además lo culpa de detener sus aspiraciones de componer música, entre otros retrasos de la vida y tiempos malgastados que le achaca. El violinista está tan confundido, que en un momento de crueldad hasta se lo dice, pone en palabras la culpa.

Solo con esta premisa de acción Martin McDonagh construye un pequeño gran edificio cinematográfico que seguramente destacará a futuro en la historia del cine en general. Y lo que logra, lo consigue a fuerza de originalidad y un profundo sentido de la construcción dramática.

Desandar las crisis existenciales de los dos amigos tras esta decisión terminal de uno de ellos es también asistir a toda la crisis que el pueblo entero “hereda” de esta determinación definitiva. Sorprende es este tejido social que McDonagh consigue hilar de manera tan sólida pues nos metemos en la isla y quedamos allí: enredados todo el metraje en esa realidad isolar que va creciendo en dramatismo.

Para orientarles en el tono del relato solo se me ocurre una comparación que mezcla la dramaturgia con la literatura y por último con el cine: esta película es como si algún escritor británico de ficción de la generación de Will Self o de Hanif Kureishi hubiera agarrado una obra de Ibsen y la hubiera adaptado para el cine. Hay un realismo cotidiano llevado con mucha naturalidad a extremos por cuestionamientos existenciales de fondo que padecen los personajes, y pueden resolverse en acciones que derivan de la tensión más pura y dura.

Si no le dan el Oscar a la mejor película, se merece el mejor guion original, por lejos.

Fascinante de ver.

 

03 Avatar, de James Cameron:

¿Es compatible un mundo en el que se respete la biodiversidad, se viva con ella y no en ella y que además se respeten las diversidades filosóficas y espirituales y a las diferentes etnias con uno que militariza, llega, modifica y coloniza? En la mente de James Cameron parece que sí.

En esta segunda parte de su saga esquizofrénica, Cameron vuelve a ponderar el pensamiento de la gente de la tierra, pero capitaneada por el mismo marine arrepentido que se convirtió en na'vi en la primera. A Hollywood (entiéndase: sistema de propaganda de la ideología y la moral estadounidense) le encantan los héroes “tolerantes” que simpatizan con las “minorías étnicas” hasta convertirse “en uno de ellos”, como el teniente Dunbar de “Danza con Lobos”, o inclusive el despiadado mata indios del capitán Algren, que viaja a Japón, se enamora y se convierte en “El último Samurai”. Los ejemplos son más, la lista es larga, pero idéntica en su factura.

Plagada de estereotipos e interpretaciones sui generis de lo que es vivir en armonía con lo que te rodea, con liderazgos bien norteamericanos y cero de concepción circular del poder dentro de una comunidad, el film de James no solo naufraga conceptualmente en una nada de mensajes new age, sino que se hace larguísimo, aburrido y plagado de secuencias de animación combinadas con personas maquilladas (o no) con CGI que son una suerte de ostentación del poder de creatividad de animadoras y animadores que a Cameron le gusta fanfarronear ya desde los años de “The Abyss”. Pues si su metier es mostrar secuencias impactantes en todo caso, que se pase a la industria de los video juegos.

¿Puntos a favor?: la secuencia argumental de la tukun (ballena) marginal, lástima que está un poco “inspirada” en Moby Dick. Los últimos diez minutos del film también superan a todo el resto, por profundidad e inspiración. El resto, como diría Homero Simpson: ¡aburridoooooooo!

 

04 Women Talking, de Sarah Polley:

Si bien hablamos de la premisa sencilla y esencial de “The banshees of Inisherin”, no existe entre todas las películas nominadas al Oscar al Mejor Film una película más simple y directa que esta. Sin ningún tupo de pliegues este largometraje se puede resumir casi por completo en un solo y corto párrafo:

En una comunidad menonita las mujeres son sedadas por las noches y violadas por varios hombres de su comuna. Esto sucede durante generaciones y se encubre con historias de súcubos y demonios. Un buen día dos chicas adolescentes descubren a uno de los hombres que violan por las noches, quien delata a los otros partícipes. La policía entra a la comunidad, los llevan presos. Los hombres juntan dinero y paga su fianza. Los violadores están por regresar a la comunidad y las mujeres -a pedido de las autoridades (hombres, claro)- deben perdonar a sus agresores, o irse de la comuna.

Todo esto es contado en racconto, porque la película arranca en el preciso instante en que las mujeres se juntan en asamblea en un granero para tomar una decisión entre tres opciones: se quedan y luchan para que haya destierro para los violadores y no para ellas; se van y dejan a los hombres, raíz de los pesares que caen sobre ellas y sus hijxs; o los perdonan y la vida continúa como siempre, a la intemperie del horror regresando tras el indulto.

Con esta simple materia prima, la actriz y realizadora Sarah Polley construye una de esas películas que no dejan de ser cine del mejor, pero que se anclan en una locación casi fija (en este caso el granero de la asamblea) y se convierten en increíbles obras teatrales. Con este método narrativo a Hitchcock le fue enormemente bien en “La soga” o en “La ventana indiscreta”, a Greenaway -con un poco mas de libertad- en “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”, a Polansky en “Carnage”. Y la lista sigue.

A Sarah Polley capaz que la conoces. Su presencia actoral en cámara es impactante, si viste “Mi vida sin mi” o “La vida secreta de las palabras” no te olvidás de ella por nada, es la colorada. Como directora y guionista es menos conocida, pero ha dejado un par de películas muy pero muy logradas. En “Lejos de ella”, por ejemplo, toca el tema del amor después del olvido (alzheimer en este caso), haciendo que “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” quede en segundo puesto.

Ahora llega con esta adaptación de la novela homónima de la -también canadiense- escritora Miriam Toews y parece estar dispuesta a darle una continuidad a su propia poética, enfocada en temáticas relacionadas con la mujer, las asimetrías, el mundo femenino narrado desde adentro, las violencias y los silencios.

Con el pie en el acelerador apretado a fondo, pero con la paciencia para convertir este torbellino en un acontecimiento estético y narrativo bien bello, Polley encuentra los momentos precisos para meter varias ideas fuerza muy pero muy potentes en torno a lo que se vive, se piensa y se milita en materia de feminismos. Lo hace con una clase, una verosimilitud y una altura narrativa que dejará sin palabras a todas esas personas que apuestan al retroceso de la consagración de derechos e igualdad por parte de las mujeres. Y lo hace desde la “meca del cine”, territorio norteamericano en el que el activismo antiderechos viene jugando fuerte, bien fuerte.

Quizás en esas mujeres menonitas, que en pleno Siglo XXI piensan y viven como a principios del XIX, Sarah ha encontrado la rendija apropiada para que el público global asome el ojo a la cerradura.

Film interesantísimo como ejercicio narrativo del teatro en el cine. En este sentido, bellísimo.

Film necesario para vos que sos docente o referente en tu comunidad y crees que de alguna manera te podés sentar a hablar con tus estudiantes o la juventud de tu territorio sobre violencias de género, asimetrías y decisiones morales frente al abuso.

La metáfora de la bolsa de piedras que debe convertirse en combustible es de lo más potente que se ha expresado para ejemplificar la sororidad. Una película que reflexiona sobre el amor tiene una llave en lo que logra la violencia ¿Te intriga todo esto? ¡Mirá la película!

 

05 Elvis, de Baz Luhrmann:

Este film, desbordante, sensual y existencialista es tal vez el mejor retrato que la industria norteamericana del entretenimiento pueda hacer de el ícono del hermoso pájaro en la jaula de oro, Elvis Presley, un tipo desbordante, sensual y empujado a replantearse su propio existir como figura pública del entretenimiento y ser humano común y corriente.

Hemos publicado en este artículo de julio de 2022 una completa reseña sobre la película, así que quien quiera pasar a leer en profundidad que decíamos sobre este trabajo grandioso de Baz Luhrmann, que vaya al enlace y lea.

 

06 Triangle of Sadness, de Ruben Östlund:

Solo el sueco Ruben Östlund sabrá por qué le llevo casi una hora introducir el tema central de su película, pero lo cierto es que es tan contundente lo que hace con la hora y media siguiente que pocas ganas quedan de objetarle nada.

La idea de Östlund ha tenido cientos de adaptaciones en la literatura y en el cine, pero él consigue presentarla en escena con un toque personal que cualquiera que se siente a ver la película le agradecerá: ¿es el espíritu humano un tirano que solo busca la oportunidad para ejercer el dominio de unos sobre otros, o podemos zafar de esta tiranía?

Para llevar adelante esta idea, el sueco utiliza dos figuras simbólicas clasicísimas: el barco y la isla desierta, dos lugares en los que -pase lo que pase- todo lo que suceda es inevitable.

Por eso aseguramos que la película arranca verdaderamente a los 57 minutos, cuando el Capitán Thomas Smith (el mismo nombre que el célebre marshall del Siglo XIX que fue uno de los mayores estereotipos del pro hombre blanco de EEUU “civilizando” el salvaje oeste) sale de su camarote y se codea con el pasaje en una cena inolvidable. Hay que agradecerle infinitamente a la dirección de casting de la película haber elegido a Woody Harrelson para este papel, porque es la persona indicada para que todo se desborde y comience a andar. Este es el papel de su vida.

La secuencia de la cena y el posterior desastre a bordo es algo que se recordará de aquí en más como un célebre momento de inteligente crítica por el grotesco a la sociedad de consumo y a todos los pilares fundamentales del capitalismo más irracional que nos ha traído hasta aquí haciendo cosas verdaderamente insensatas. Esos treinta minutos son como si Passolini se hubiera asociado a Mel Brooks y le hubieran encargado una corrección de guion a Fellini. No hay desperdicio en ningún minuto de esa secuencia completa. La “transmisión” para todo el barco del millonario ruso y el capitán, absolutamente borrachos y sincerados con todo, es para aplaudir de pie mientras te reís y levantás el puño.

Pero la cosa no queda allí, que sería un final alto si terminara en ese instante. Östlund va a más. Luego llega la tercera parte de la película, que es un epílogo que no conviene espoilear, pero que es una inmejorable manera de terminar la alegoría. El director sueco necesitaba dar vuelta las jerarquías sociales y de género, y en esa última hora... ¡vaya si lo consigue!

Puede ser que para los estándares actuales de narración audiovisual el film resulte un poco largo (esa introducción tan extensa...) pero hay que acompañarlo, porque el resultado final es contundente.

Dato saliente: el triángulo de la tristeza que le da título a la película solo se nombra al principio muy de pasada, pero así le llaman en cirugía plástica a las arrugas que se hacen en el triángulo que se forma entre la frente y la nariz y que -siempre según los criterios estéticos de la ciencia plástica- hace que un rostro se vea triste. No se opera, se paga una buena cantidad de dinero y se aplica el mejor botox en 15 minutos y dura... lo que dure.

Para cerrar esta pequeña reseña y tratar de condensar el espíritu de esta película, me quedo con una síntesis que realizó Gianella Altuna para el portal cultural digital “Mag.” del diario “El Comercio” que dice:

Triangle of Sadness, muy al estilo de Ruben Östlund, es una película llena de simbolismos y ambigüedades que deben ser interpretadas por el espectador. Y se agradece, porque ya fue suficiente con Avatar: el camino del agua para la cuota anual de cintas evidentes”.

 

¡Acertadísimo!

 

 

07 Tár, de Todd Field:

Esta es una muy buena película, pero si la ponemos en perspectiva y dentro de la filmografía de Todd Field, la buena impresión se diluye notablemente.

Rara avis de la industria del cine norteamericano, Todd Field prefiere actuar en teatro que dirigir, siendo que crítica y público lo han acompañado en las que hasta ahora fueron sus dos únicas películas en 22 años: “En la habitación” (2011) y “Secretos íntimos” (2006), dos verdaderas joyas que supieron urdir argumentos de vidas cotidianas (¿ordinarias?) con una acción in crescendo que del suspenso en aumento pasaba a grandes, pero grandes finales.

Con este antecedente en puerta, y tras estar 18 años sin estrenar una película, Field regresa a los cines con este film, que ofrece un protagónico atractivo (directora de orquesta devorada por su propio personaje divo) con quizás la mejor actuación que Cate Blanchett haga en su vida, lo que es decir: quizás de las mejores actuaciones femeninas que recuerde la historia del cine por mucho, mucho tiempo ¿Todo esto junto hace de esta película algo enorme?

No tanto.

Hay algunos tropiezos en el desarrollo del largometraje que nos cuenta la historia de la excéntrica, megalómana y talentosa Lydia Tár. El primero es que “el método Todd Field” es puesto en escena en el film (larga introducción, principio de acción en escena, suspenso, aceleración final tras episodio inesperado y conmovedor, desenlace) pero las cosas no terminan de funcionar bien y del todo. Todd Field tropieza con sí mismo.

No es que no interese lo que te cuenta, todo lo contrario, pero sin embargo las cosas fallan un poco dentro del recorrido de la película.

Es que el relieve del personaje (y el tamaño descollante de la actuación de quien lo encarna, salve Cate) se termina comiendo una película que -para compararla con otra sobre genios musicales- debiera tener condimentos desbordantes como el Mozart de Milos Forman, que cae a los pies del protagónico de Tom Hulce, pero se amolda a una historia que lo acompaña. A Tár nada la acompaña hasta el olimpo de su propia altura, ni siquiera una historia de manipulación y cancelación con ribetes psicológicamente violentos. No hay thriller, no hay peripecias, se diluye lo que hay de drama. Solo hay música de Mahler, una realización cinematográfica sólida y una banda sonora genial del maestro Hildur Guðnadóttir para que Blanchett se luzca en bestial performance.

A las personas melómanas le va a encantar. A quienes siguen a Blanchett también. Al resto ¿quien sabe? Tiene algunas reflexiones sesudas sobre los temas de identidad y manipulación afectiva en un mundo de redes sociales, es decir: no le falta esa cuota de contenido (vamos, ¡es Todd Field!) pero de todo el resto le falta un montón, sobre todo de lo que ha hecho funcionar al cine de Field de una manera mucho más enérgica y viva que en esta pieza prolijita donde un solo personaje pisotea al resto como si fueran un poco de cartapesta.

 

 

08 Sin novedad en el frente, de Edward Berger:

Sobre esta inmensa película, que tiene amplias posibilidades de arrebatarle el Oscar a nuestra “Argentina, 1985” ya que también compite en el rubro “Mejor Película Extranjera” ya hemos hablado en extenso en un artículo publicado en febrero de este año. De ella dijimos que es uno de los más pacifistas films de todos los tiempos, que para llegar a serlo te sumerge de manera bestial dentro de la guerra, que su factura técnica es perfecta y que sus actuaciones son sencillamente conmovedoras. Pero analizamos más aspectos de esta mega producción alemana, así que si te querés enterar, entra en el enlace y lee.

 

 

09 Everything Everywhere All at Once, de Dan Kwan y Daniel Scheinert:

Nada puede salir mal si una película comienza atravesando un espejo. Y así comienza este largometraje, con la cámara y nosotrxs, al igual que Alicia, atravesando el espejo. A partir de allí, celebraremos un pacto con los Danieles (Kwan, chino norteamericano, y Scheinert, judío norteamericano), dos directores y guionistas que ya habían puesto al mundo a delirar con ellos en “Swiss Army Man”, la película de 2016 en la que Harry Potter (Daniel Radcliffe) hace de un cadáver que le salva la vida a un náufrago que está a punto de suicidarse.

Pues esa coloratura surrealista, heredada de los momentos de mayor inspiración del mejor y más atrevido Terry Gilliam, vuelve a brillar en este film tan indescriptible que la crítica ha premiado en importantes festivales como comedia, como film de ciencia ficción y hasta como musical.

Si hay que elaborar una sinopsis, bien puede ser esta: Evelyn Wang, mujer de cincuenta y pocos, se da cuenta de que su vida es un tedio. Atrapada en el negocio de lavandería que tiene junto a su marido, está al borde del colapso por alienación y desagrado en la vida. Justo en ese preciso instante sucede algo fantástico: se le brinda la oportunidad de verse a sí misma en los distintos universos paralelos en los que -tomando otras determinaciones- fue otras Evelyn.

Esto que puede parecer demasiado delirante y hasta algo caótico, aquí es un rompecabezas cada vez más volado y atrevido. Haciendo que quienes vemos el film no podamos dar crédito a los niveles de surrealismo por los que pasea la trama, aunque no podamos dejar de ver porque en el fondo hay un sustrato de realidad tan simple, profundo y edificante, que no largaremos la historia a pesar de los delirios puestos en escena. Como sucede al leer Alicia en el país de las Maravillas, o ver Tideland de Tery Gilliam. Ni más ni menos.

Tomándose a la chacota la teoría supremacista de los multiversos salvados solo por la acción proba de los súper héroes, los Danieles hacen de este film algo inolvidable, cotidiano y humanista a más no poder.

Dudamos que esta noche le den la estatuilla a esta película, la Academia no suele premiar a aquellos que dejan de lado la aspiración comercial por completo y se lanzan de cabeza a la pileta de la voz propia. Aun así es bueno alentarte a que la veas, y decirte que si la ves, nos darás la razón en que se puede hacer magia con solo atreverse a cruzar a través del espejo...

 

 

10 Los Fabelman, de Steven Spielberg:

¿Existe impudicia cuando un director de cine filma desde su propia infancia hasta el ingreso a su vida adulta romantizando por completo lo que muestra? Si es cualquier director, sí; pero si es Steven Spielberg, no.

Montada sobre los ejes de la indiscreción que suele usar en casi todos los relatos que narra, este es el film de Steven, que retrata la historia de Sam Fabelman (él mismo) yendo de una niñez idílica en la que ama hacer películas en súper 8 hasta la entrada a la adultez y la posibilidad de convertir su pasión de infancia en su modo de vivir y ganarse la vida. La película, a pesar de ser descaradamente autorreferencial es un fresco adorable que -sin sacar los pies de un relato por demás clásico- logra lo que pocas de sus películas han logrado hasta aquí: un grado de intimidad impecable.

Lejos de los personajes grandilocuentes que rodó cuando hizo “La lista de Schindler”, “El color púrpura”, “El imperio del sol” “AI” o “La Terminal”, Steven se muestra a sí mismo en este film con una capacidad total para cerrar la cámara sobre lo íntimo, para mostrar lo interesante y profundo de un recorrido que en manos de otra persona hubiera sido un acto de vanidad y egolatría de lo más infumable. Si a Schindler se le ven los hilos cuando sobreactúa el final del film, y Tom Hanks pone a brillar demasiado sus ojos como oficial norteamericano en “Salvando al Soldado Ryan” o haciendo de Victor Naborsky, nada de esto es necesario para que un genial Gabriel Labelle te haga entrar en la piel y el alma del alter ego de Spielberg niño/adolescente. ¿Había intentado Steven filmar de tan cerca a sus personajes antes? Sí, claro ¿Había logrado este efecto tan potente en otra ocasión? Sí, un poco lo logró con el personaje de David Mann en “Duel”, su primer largometraje y bastante más lo logró con Roy Neary en “Encuentro Cercano del tercer tipo” (mucho se lo debe al trabajo colosal de Richard Dreyfuss) pero ahora, en 2022, la cosa es mucho más meritoria, porque no hay platillos voladores dejando boquiabierta a la audiencia y porque quien aparece en cámara es -no nos cansemos de repetirlo- casi él mismo. Se agradece entonces esta genial sinceridad sencilla, porque con ella ha construido uno de sus mejores películas.

De la factura técnica de todo el largo no se puede decir nada: todo el mundo sabe que Spielberg en eso es un maestro total.

Por último agradecer la irrupción de un nuevo Spielberg, que en realidad retoma el humor ácido que mostró de joven en “Duel”, en pasajes de “Tiburón” y en algunas escenas del primer Indiana. Este Spielberg poco conocido es capaz de meter en este film la linea “¡Antisemita del orto!” en uno de los diálogos mas intensos de toda la película y un Spielberg que -en la misma línea- es capaz de poner a David Lynch a hacer de John Ford, hacer que éste la rompa toda y que -encima- te haga reír muchísimo para ver como caen los títulos en tu cara si más.

Digámoslo en términos mundialistas: cuando todos creían que estaba para el retiro, golazo de Steven desde afuera del área.

 

29/07/2016

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