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05/02/2023

Decime si exagero

La más aguerrida película pacifista que se pueda hacer

La más aguerrida película pacifista que se pueda hacer | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Parte de la crítica nombra a “Sin novedad en el frente”como una de las películas de guerra más crudas de todos los tiempos. Es una de las cuatro que compite con “1985” por el Oscar a Mejor Película Extranjera de este año. Un film perturbador que vale la pena mirar en años de guerra global.

Fernando Barraza

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La crítica especializada está casi por completo de acuerdo en que nuestra “1985” no ganará este año el Oscar a la mejor película extranjera porque en la misma nómina de candidatas está “Sin novedad en el frente”, la gigantesca producción alemana por la que se adaptó de manera cruda y magistral la ya cruda y magistral novela homónima de Erich Maria Remarque. Son varios los motivos que posicionan a este film alemán como posible ganador por sobre sus contrincantes, entre los que se cuenta nuestra potente “1985”. Hablaremos de esto en este dossier. Pero antes démosle aunque sea el espacio de unos pequeños párrafos a las otras tres películas candidatas, que no se mencionan por ningún lado, pero son films que sin lugar a dudas conmueven y aportan universos creativos de peso. Veamos:

Arranquemos por “Close”, la candidata de Bélgica. Antes que nada hay que recalcar que no es la película de ningún recién llegado. Este es el tercer film de Lukas Dhont, el mismo que en 2018 la rompió en todos los principales festivales de Europa con “Girl”, su primer film, en el que contó de una manera única y fascinante las aspiraciones de una chica trans de 15 años que soñaba con ser bailarina clásica. Luego, en su segundo largo, profundizó aspectos de la condición humana en los tiempos que corren: en “Our nature”casi desnudó en cámara, entre otros temas cruciales, esta cultura del poder vernos y -sin embargo- no poder tocarnos. Ahora arremete con “Close” (que se llevó el premio del jurado en la última edición de Cannes) para contar la historia de Leo y Remi, dos niños de 13 años que fueron carne y uña toda su infancia, hasta que un hecho aparentemente fortuito los separa abruptamente. El film habla sobre la inocencia que se pierde cuando el mundo de la adolescencia se presenta como una antesala durísima a una adultez mayormente incomprensiva, cuando no intolerante. Pasea por grandes (grandísimos) temas: maltrato social (ahora se le dice bullying) homofobia, soledad hipercomunicada, entre otros. Parece una película fríamente calculada para darte donde más te duele, pero en realidad es un ejercicio de desarrollo de personajes hermoso. No está en ninguna plataforma accesible desde aquí, por lo que te recomendamos buscar las vías alternativas de verla o descargarla.

La segunda película es irlandesa, su título original es “An Cailín Ciúin” (tenés que verla para saber que significa) pero se ha comercializado en todo el planeta como “The quiet girl” (la chica tranquila), es un film del debutante Colm Bairéad que se llevó el Oso de Cristal (premio a la mejor ópera prima) en el último festival de Berlín. La historia es sencilla: una niña del campo es transitoriamente enviada a convivir por un tiempo con parientes que no conoce. Desgraciadamente esa pasa a ser su residencia definitiva. El tema es el siguiente: esto no pasa en cualquier sitio ni en cualquier lugar; esto pasa en 1981 en la Irlanda rural, prisionera de la guerra político/religiosa desatada desde las grandes capitales de aquel país sumido a la corona británica. Allí la película toma una estatura inmensa. Sin apartarse de la intimidad intrafamiliar que se plantea en el núcleo del guion, a Bairéad le alcanza y le sobra para contarte una historia enorme, la de su país por aquellas décadas de convulsión. Está en la plataforma Mubi, pero se consigue bastante fácil en los sitios alternativos de visionado o descarga.

La tercera y última es la más excéntrica de todas las candidatas (incluidas la nuestra y la alemana), viene de Polonia y se llama “Eo” y la dirige el experimentado Jerzy Skolimowski, un tipo que ha sabido estar al frente de films y series súper convencionales y comerciales, pero también joyas absolutamente distintas como “11 minutos”, película coral protagonizada por un verdadero enjambre heterogeneo de personajes; o la ya casi cuarentañera “The lightship” (el buque faro) con Robert Duvall, Klaus Maria Brandauer, William Forsythe y otros nenes al estilo en el reparto, que es una de las películas más claustrofóbicas e intensas que puedas ver en tu vida. Bueno, ese tipo este año que pasó se despachó con “Eo”, la road movie protagonizada por un burro (sí, sí: ¡un asno!) que va por el camino topándose con aventuras y desventuras que vemos a través de sus ojo animal. No hay diálogos, las secuencias son fragmentarias y sencillas (tal y como suponemos los humanos que vive un animal), no hay antropoformismo, en ningún momento se busca que Eo sea tierno como un niño, como era Chatran el gato, ni cínicamente francés como Baxter el bull terrier del film homónimo de finales de los ochenta del siglo pasado. Ni siquiera es parecido al otro burro famoso del cine adulto (no contemos al de Shrek, claro) que es el Balthazar de Robert Bresson, porque Eo no necesita que lo veamos con ojos de humanización. Vemos a Eo y vemos como Eo nos ve. Él es asno, nosotrxs: humanxs. El resultado final es hermoso, y por hermoso no ahorra críticas a esta sociedad en parte fascistoide que se disfraza de libertaria. Ojo con ese enfoque, que es muy profundo. Yo que vos, no me lo pierdo. Está en Mubi y se puede ver en línea o descargar de los sitios alternativos con bastante facilidad.

Bueno, pero aquí estamos para hablar sobre la que -parece ser- terminará alzándose con la estatuilla dorada. La película alemana de guerra más grande de todos los tiempos, basada en una de las novelas de guerra más importante de todos los tiempos. No es poca cosa, eh.

Veamos...

Lo primero que hay que decir sobre este film es que tiene un trabajo de realización cinematográfica a escala gigante, de esos que la Academia de Cine y Artes de Hollywood adora. Esta no es una película “pequeña” desde la producción (las otras cuatro nominadas, incluida la nuestra, lo son) más bien todo lo contrario. A nivel despliegue es un film para equiparar a otros gigantes como “Apocalypse Now”, “Stalingrado”, “Rescatando al soldado Ryan” o la más reciente “1917” de Sam Mendes. Por eso, y por ser una película que llega en el segundo año de una guerra europea de alcance global (Rusia y Ucrania) es muy probable que le den el premio en marzo. Dicho esto, vayamos ya a la obra cinematográfica per se.

Esta apuesta gigante corre bajo la dirección del alemán Edward Berger, un tipo con muchísimo más pulso y currícula en el mundo de las series que en el de los largometrajes, pero que debutó en 1998 con un peliculón llamado “Gómez”, búsquenla.

Podríamos darle más vueltas al asunto, pero vamos al hueso: este film llega para posicionarse en el catálogo de las más grandes películas de guerra (incluyendo todas la mencionadas en el párrafo anterior) y con un sitial que puede que no le quiten por mucho tiempo: ser abierta, inteligente y declaradamente antibélica. Salvo honrosas excepciones (“La delgada línea roja” puede ser una de ellas) las películas de guerra justifican de una u otra manera lo que se vivió en una guerra, aun las más críticas, como la antes mencionada “Apocalypse Now”, “La batalla de Argel” o “Full Metal Jacket”, por mencionar tres emblemáticas. Esta película no.

Partamos de la base de que está construida sobre una de las novelas más antibelicistas que recuerde la historia de la literatura toda, que es esa gigantesca oda que escribió en 1929 (con una Europa con la sangre fresca de la guerra aun en las manos) el por aquel entonces joven novelista alemán Erich Maria Remarque. En aquellos años dejó boquiabierta a toda la humanidad occidentalista, que -por consagrar y vitorear sin críticas las conquistas armadas coloniales de los siglos XVII y XIX en too el planeta- ni siquiera se veía en las puertas de hacer un ejercicio crítico de la guerra como metodología mezquina y genocida para la consolidación de proyectos geo-políticos.

Erich Remarque, aun con el olor a pólvora dando vueltas a su derredor, se animó a hacer esta lectura y -utilizando un término mundialista- picó en punta en tanto crítica pura y dura del desquiciado método de la guerra.

Materia prima de la realidad no le faltaba: durante la Primera Guerra Mundial murieron 10 millones de personas y 3 millones de ellas murieron de la manera más espantosa atrapadas en el frente en el que se desarrolla la novela: allí donde se produjo lo que algunos revisionistas técnicos de la guerra llaman el “estancamiento” de las trincheras enfrentadas entre alemanes y franceses. En pocos kilómetros oscilantes (a veces avanzaban los franceses, a veces los alemanes) hubo tres millones de muertos que fallecieron envenenados con el fosfógeno del gas mostaza, reventados por morteros y fusiles, o amputados en interminables batallas cuerpo a cuerpo. Tres millones: imaginen a toda la población de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires muriendo en cuatro agónicos años mientras pelean en una franja superficial como la que separa a Neuquén de Centenario.

Eso es lo que narra Erich Maria Remarque en su novela y eso es lo que se anima a mostrar en primer plano Edward Berger. Por eso su película es de las más cruentas que se hayan filmado jamás; porque visualmente no le niega espacio a la carnicería animal que se llevó a cabo en aquellos campos, aun cuando -como en la novela de origen- el verdadero foco esté puesto en la crítica humana a la insensatez de la idea de la guerra llevada a la acción por gobiernos que -por lo general- son autoritarios a más no poder.

Adaptada casi fielmente de la novela original, esta versión alemana deja realmente varios escalones abajo a las dos que hizo Hollywood antes. La primera es muy seminal, ya que fue hecha en 1930. La segunda es mejor y más famosa por estos lares ya que en Argentina se vio muchísimo por televisión durante décadas; es de1979 y todos recordarán como la rompió Ernest Borgnine en el papel de Stanislaus Katczinsky, el zapatero/soldado que solía calmar en momentos de desesperación total a los soldados jovencitos. Ninguna de las dos le llega ni a los talones a este versión de 2022 ¿la clave?: esta nueva versión no es norteamericana (los yankis no toleran el antibelicismo puro, por eso escupieron a Chaplin y frizaron a Terrence Malick) y esta nueva versión -como ya dijimos no una sino tres veces- no le teme a la adaptación más sustancial de la novela.

Por eso es pertinente ir terminando esta nota con un par de consideraciones y citas. Por un lado decir que para ser convincentemente antibelicista (y no unx merxs hippies de proclama vacía) hay que ser inteligente y sensible desde el análisis político, no basta con aborrecer la violencia per se. Erich Maria Remarque lo fue y Berger lo bancó hasta las últimas consecuencias. Por eso cada personaje con poder en la novela y en esta versión fílmica te va a dejar boquiabiertx, porque en cada uno de ellos estará sintetizada la incoherencia resolutiva de esta guerra (la narrada aquí) y de cualquier guerra en tanto instrumento de superación de conflictos geo-políticos. Ver una obra de arte (este film lo es) plasmando con contundencia esta idea fuerza es conmovedor y socialmente útil. Por eso este film está llamado a quedar en la galería de los clásicos del género.

Me atrevo a cerrar con algunas citas de dos gigantes de las letras latinoamericanas que escribieron completamente conmovidos cuando salió la novela de Remarque y se editó en español acá, allá por mediados del año 30. Valen estas citas, por más que hablen de la novela y no del film de Berger precisamente porque el film de Berger se ata casi calcado a la novela.

Dijo Octavio Paz sobre “Sin novedad en el frente” en un artículo que escribió para el periódico “El Comercio”:

 

El libro de Remarque es, sobre todo, impresionante, porque desde el principio al fin, lo que vemos o escuchamos es el trabajo del cañón. El monstruoso cañón. De principio a fin. La gama de todas las explosiones, la macabra fantasía de todos los despedazados. Y como contraste maravilloso, en un pueblo lejos de las líneas del frente, algunos profesores alemanes conversando de lo heroico de la guerra. Y en la trinchera, cargada del fango, que escupe a cada segundo el rebote de la metralla, unos estudiantes de filosofía que se dicen:

 

Y todo lo que hemos estudiado, ¿para qué nos sirve? En la universidad se nos enseñaba la belleza de la guerra, de lo heroico, de las conquistas, la grandeza del militarismo, la filosofía de Kant, pero aquí todo eso ¿qué tiene que ver con la guerra? ¿Con la horrible guerra? ¿Con el hombre que durante cuarenta y ocho horas gime enterrado bajo cadáveres?

 

Dijo Roberto Arlt sobre esta novela en una de las aguafuertes que escribía para el diario “El Mundo”:

 

Ustedes sabrán que el libro Sin novedad en el frente es la obra más revolucionaria, humanamente revolucionaria, que haya podido escribirse después de El fuego de Barbusse y El hombre es bueno de Leonard Franck.”

 

Explica párrafos más adelante que lo importante de la obra es el situarnos en el horror sin desviar la atención de los temas que humanamente importan. Algo así como la capacidad de poder ver lo esencial aun ateridos por el miedo de la violencia extrema y sin sentido de una guerra como aquella.

Más acá en el tiempo, el ensayista mexicano José Miguel Barajas García escribe una oración que resume a la perfección el espíritu de esta novela (y por añadidura de la película) y bien podría reemplazar de un solo plumazo a todo este artículo que de manera torpe escribí durante cuatro páginas de word. José Miguel dice:

 

Noventa años después, el libro de Remarque todavía nos interroga, sin haber padecido nosotros las granadas ni el terror de las trincheras”

 

Ese el el valor de esta novela y de este film. Por eso -a pesar de la rugosidad de la violencia que expone y muestra- bien vale la pena verlo y, por que no, hacérselo ver a las generaciones que hoy tienen la misma edad que el protagonista de esta historia, Paul Bäumer, un jovencito que escuchó hasta el cansancio lo importante que era pelear por su patria en una guerra gigantesca y al final... bueno... mejor mirá la película ¿dale?

Última cosa a detallar: si bien se llamó Primera Guerra Mundial, de esta guerra participaron solo los principales países europeos (y sus aliados más chicos, muchas veces sojuzgados) y EEUU y Canadá. No es un detalle menor, porque -a pesar del rimbombante título pangeo de “mundial”- explica de quienes fue la visión política que llevó a ejecutar una de las matanzas más grandes de la historia de la humanidad, que nada resolvió desde lo geo-político ya que, apenas 21 años después, volverían casi los mismos países al campo de batalla para ejecutar lo que -¡ahora sí!- sería la mayor matanza humana de todos los tiempos. Así la guerra. Por eso si este año lxs argentinxs nos quedamos sin Oscar y no nos llevamos “la tercera estrella” será importante que un film como “Sin novedad en el frente” avance en la consideración de un público global que lo vea y reflexione sobre todas estas cosas que construyen al arte humano más cruel: la guerra.

Les dejo una versión en vivo de la canción que Bernie Taupin y elton John compusieron en 1982 basados en la novela de Remarque. Abrazo de paz ¡Nos vemos en la próxima!

 

29/07/2016

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