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Hay crisis al interior de la franquicia "Cambiemos". Octubre de 2023 está más cerca de lo que parece y la representación política de la derecha no atina a mostrase unida y como alternativa superadora del "populismo" y portadora de un mensaje de vida y esperanza sintetizable en la fórmula "capitalismo moderno", que las luces de Miguel Pichetto acuñaron allá cuando las aguas de la derrota electoral a manos de Alberto Fernández ponía a esos dirigentes frustrados más estólidos que lo que habían sido nunca.
A su turno, el estrato enriquecido de “el campo" ha preferidoser esclavo de sus palabras y no amo de sus silencios: le han dicho a Massa que ni se le ocurra presentarse como candidato a presidente en 2023 y Massa ahuyentó temores; sólo pensaba hacerlo en 2027, los tranquilizó.
Es que Massa les impide la polarización buscada, la polarización con Cristina. Pero nada está resuelto todavía, pues Larreta es portador sano del mismo virus. Un electorado escindido entre Massa y la derecha es simétricamente especular con uno dividido entre el jefe de gobierno y el candidato peronista. Con el agravante de que si éste es Cristina, la derecha colapsa en la mar gruesa del propio odio que "Geniol" cosecha dentro de su mismo espacio de modo que, así, Javier Milei, ectoplasmático como las epifanías de los espiritistas, les arrebataría lo necesario como para que Cristina, otra vez, vuelva a iluminar con su sol las azoradas oscuridades de un pueblo que nunca entendió muy bien a qué vinieron Alberto, Cafiero, Argüello, Béliz y demás enamorados de "la democracia" y las buenas maneras con el Departamento de Estado y la Casa Blanca.
Es decir que, con Larreta al tope, pierden. Con la fórmula Macri-Bullrich emparejan el partido pero también corren riesgos.
¿Qué sería de este país gobernado por Cristina y "rodeado" de Lala, Petro, Arce, Boric y con -más allá- Venezuela y Nicaragua reverberando en rojo y en el borde? Serían, casi casi, los potros de bárbaros Atilas, o los heraldos negros que, a la derecha argentina, les manda, desde el fondo de una historia que nunca cesa de escribirse, Cuba, la heresiarca, la innombrable.
Eso temen. Están temiendo a estas horas. Y cuando la derecha teme, apela a sus Videlas, a sus Atilas.
Por la parte que nos toca, hemos perdido un poco de tiempo y debemos salir, ahora, en busca del tiempo perdido, seguimos robando, primero a Vallejo, ahora a Proust. Hay que tener una visión por lo menos confusa acerca de lo que está ocurriendo en el mundo como para haber podido imaginar, siquiera por un instante, que era posible hacer buena letra con Estados Unidos y, en simultáneo, ofrecerle Ezeiza a Putin como "puerta de entrada" de Rusia en América Latina.
Pero la macana ya está hecha. Y la macana no es haber invitado a Putin y luego haber corrido a Alemania a decirle a Scholz que si Putin no les vendía gas se lo vendía la Argentina. Eso es una actitud miserable y nada más. La macana es haber seguido haciendo macanas. O el haber iniciado la gestión sin tener como prioridad el desarmar los enclaves persecutorios implantados en el poder judicial, por caso, la justicia federal de Comodoro Py. Pero bueno... ¡a las cosas!, como dijo alguna vez Ortega y Gasset.
Y las cosas vienen en clave reivindicación de Cristina. Ella ha renunciado al “cuidado de sí”, aquel que inventaron los filósofos griegos y reverdecieron luego los filósofos franceses; y entonces el pueblo se subroga en ella y comienza a cuidarla. Y no es sólo Juncal y Uruguay. Es el país y sus plazas. Al parecer, lo mandaron a Luciani a tantear y el tanteo, a estas horas, les está indicando que si con acusación simple y sin condena se genera este quilombete, ni pensar lo que puede ocurrir si hacen lo que tenían pensado hacer: como Moro contra Lula, en Brasil, pero con éxito.
No habían contado con el pueblo y los hondos sentimientos de gratitud que lo envuelven. No habían creído en que este “liderazgo carismático” podía, aún, mantenerse vigente. Al “error” que significa el armado de una causa para condenar sin pruebas en el sentido procesal del término, se está empezando a sumar el nerviosismo y la confusión de un alcalde de la ciudad de Buenos Aires al que no se le pasó por el magín que no se puede enarbolar la “libertad de expresión” como argumento parea tolerar la amenaza de muerte a Cristina y, al día siguiente, rodear de barricadas el domicilio de Cristina para evitar, precisamente, que sus partidarios ejerzan esa libertad de expresarse. Es muy torpe. Al inicio de la tarde del sábado tuvo que rebobinar. Están nerviosos. Los vecinos se quejaban del olor a pis. Pero ese chetaje caretea de limpito aun cuando disfruta, calladito y con alegría, de la zona roja con que cuenta en las inmediaciones. Nunca se quejaron a Larreta por ese asuntillo.
Y como parte de un libreto recitado por actores sin memoria -o que apuestan a la desmemoria colectiva- sale el diario La Nación a batir el parche que disimule que el afecto del pueblo por Cristina sigue vivo. En efecto, han exagerado hasta el mal gusto los dichos del Presidente en un reportaje pedorro malamente concedido a esa nave insignia de la calumnia y la mentira llamada TN. Se indigna La Nación.Editorializa, La Nación. Dice que el Presidente es “un compendio de traiciones morales propias de alguien sin valores ni palabra... “.
Pero La Nación ya había dicho, antes, lo siguiente: "En verdad, es un hecho positivo el hallazgo inicial de un estilo para enunciar propósitos... Los objetivos básicos del gobierno asumido por las Fuerzas Armadas constituyen un programa inspirado por la sensatez". La Nacióncelebraba, de este modo, el inicio del terrorismo de Estado en la Argentina. Lo hacía en un editorial del26 de marzo de 1976. El diario La Naciónno tiene autoridad moral para hablar de moral ; y mucho menos para faltarle el respeto al presidente de la Nación. Pero lo hace amparado en la “libertad de expresión”. En una mentirosa libertad de expresión. Libertad de expresión que debe y deberá existir pero también deberá consistir en algo muy distinto a ver con buenos ojos el delito de unos cuando son amigos y condenarlo en otros cuando son enemigos. El diario La Naciónfue el partícipe necesario que escondió, con su silencio, los crímenes cometidos en la . Argentina por el terrorismo de Estado. Ahí están los titulares y las notas que podían leerse, en aquellos infaustos años de dolor argentino, en el diario La Nación. Ahí está el archivo. El pasado los condena. Hasta incurrió, ese diario, en la calumnia y el ninguneo hacia la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que había venido, precisamente, en 1980, para tender una mano salvadora a las víctimas de unos asesinos desbocados encaramados en el aparato del Estado y que La Naciónprotegía apelando al disimulo y al silencio. Y se permite, ahora, juzgar a un Presidente que, encima, nunca dijo lo que La Nacióndice que dijo.
Repárese, todavía, en la bobería a que debe apelar el diario para encontrar virtudes en un hombre mediocre como el asesino Videla. Como cuando este quídam hablaba no decía nada -pues intentar una idea le causaba dolor de cabeza- La Nacióndice que Videla enunciaba sus propósitos “con estilo”. Fue lo único que pudo decir de aquel discurso que profirió el malhechor de uniforme.
Pero lo que sí es un “estilo”, y del peor, es el de La Nación cuando debe encubrir crímenes. Hoy, de Zelensky, el otro quídam que dirige la banda nazi que quemó vivas a tres mil personas en la Casa de los Sindicatos de Ucrania en 2014, La Nación se ocupa de difundir la siguiente estupidez: “Cuando Zelensky se dirige a sus compatriotas y al mundo, usa palabras directas. Es notablemente sencillo al hablar, y lo que llama la atención es el «tempo» de sus comentarios. Su retórica no es elevada, pero sus frases tienen la cadencia de la poesía" (La Nación, 4/3/2022; nota de Robin Givhan). Periodismo de la miseria o miseria del periodismo. Usted elige.
Comienza a enrarecerse el clima político en la Argentina. No sorprende el hecho sino el tiempo de su ocurrencia. Nunca es tarde, sin embargo, para luchar por la democracia. Mucho menos lo es cuando no sólo el pueblo argentino sufre sino que es la humanidad la que está en creciente peligro. El primer ángel tocó la trompeta y fue hecho granizo y fuego mezclado con sangre, y la tercera parte de los árboles fue quemada, y quemóse toda la hierba verde...”. Es el comienzo del apocalipsis narrado por San Juan el Teólogo. Se acaba de referir a él, Dmitri Médvedev, “el dos” de Rusia. Sólo falta que otro “ángel” abra el séptimo sello para que no haya retorno.
Por eso decimos que, hoy, como nunca antes, debemos mirar hacia afuera para saber qué es lo mejor que podemos hacer dentro de nuestras fronteras. Pueshoy, más que en la época de la bipolaridad, el acontecer global es crucial. Hasta tal punto lo es, que creemos - y así lo hemos dicho y escrito en alguna parte- que se ha invertido la vieja y apodíctica máxima que un díacomenzó a circular en las escuelas de los servicios exteriores nacionales: hoy, a la inversa de lo que ocurría antes, la política interior de un Estado tiende a ser reflejo de sus alianzas internacionales, es decir, de su política exterior.
Por eso también -o fundamentalmente por eso- hay que defender a Cristina.
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