Columnistas
02/08/2020

La crisis actual y el neoliberalismo

La crisis actual y el neoliberalismo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Así como la crisis de 1929 significó también la crisis del liberalismo económico, la crisis del coronavirus puede significar lo mismo para el neoliberalismo.

Humberto Zambon

[email protected]

El liberalismo económico nació a fines del siglo XVIII con Adam Smith y principios del XIX con David Ricardo. Considera al mercado como el mejor asignador de los recursos, mercado que debe ser libre de toda injerencia externa, en particular la del Estado.  En el plano global postula la división internacional del trabajo: si cada país se especializa en aquellas actividades en que tiene ventajas naturales, por medio del libre intercambio comercial la situación económica de todos será muy superior a la que se lograría si cada uno de ellos procura abastecerse con su propia producción.

Hay que tener presente que el origen del liberalismo económico coincide con la revolución industrial iniciada en Inglaterra. Mediante la aplicación de la teoría de la división internacional del trabajo Inglaterra sería el único país industrial y los demás serían los proveedores de materias primas y mercado para la colocación de su producción. El liberalismo fue el arma ideológica del imperialismo inglés para mantener su primacía. 

El alemán Friedrich List, en la primera mitad del siglo XIX, lo entendió perfectamente: comparó el desarrollo económico con una escalera que los pueblos debían subir peldaño por peldaño; Inglaterra, con la teoría de la división internacional del trabajo, lo que estaba haciendo era “patear la escalera” para que los demás pueblos no pudieran subir y desarrollarse.

Lo cierto es que Alemania, Estados Unidos y Japón, entre otros, no aceptaron la regla liberal y aplicaron una política proteccionista que les permitió desarrollar sus propias industrias y llegar a competir con éxito con Inglaterra. Cuando lo lograron, se convirtieron en paladines del liberalismo económico para aplicarlo a los países subdesarrollados.

La crisis de 1929 y sus consecuencias durante la década de los años 1930 pusieron de manifiesto las debilidades teóricas del liberalismo económico y su incapacidad para encontrar respuestas ante los problemas que enfrentaban globalmente todos los países; sus recomendaciones fueron abandonadas, primero pragmáticamente por los gobiernos y luego reemplazadas por un nuevo paradigma, el keynesianismo.

Cuarenta años después, en parte a raíz de la crisis del petróleo, reapareció el liberalismo económico, pero esta vez radicalizado, como neoliberalismo. El primitivo liberalismo económico postulaba la no intervención estatal en la economía, es decir, planteaba la separación en dos esferas independientes: la político-estatal por un lado y la económica por el otro; en cambio el neoliberalismo predica la subordinación del quehacer político a la lógica económica: la económica sería la única racionalidad en el quehacer social. 

La experiencia neoliberal comenzó con dictaduras latinoamericanas: Pinochet en Chile y Videla en Argentina. Luego se extendió al centro, con Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos y, con la implosión y caída de la URSS, se convirtió en el “pensamiento único”, única verdad admitida, mientras que la sociedad que representaba se volvió el único modelo posible para un mundo globalizado, con pretensiones de eternidad materializadas en el “fin de la historia” de Francis Fukuyama, con un mundo basado en la política y economía de libre mercado.

Así como el liberalismo económico fue una de las armas ideológicas para la dominación por parte de Gran Bretaña, el neoliberalismo lo ha sido para Estados Unidos, con el fin de cumplir con la llamada Doctrina Monroe, sintetizada en la frase «América para los (norte)americanos», y que explicitara en 1912 el Presidente Taft cuando declaró que "No está distante el día en que tres estrellas y tres franjas en tres puntos equidistantes delimiten nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. El hemisferio completo de hecho será nuestro en virtud de nuestra superioridad racial, como es ya nuestro moralmente."

La incorporación de México al NAFTA, tratado de libre comercio de América del Norte (1994), y el intento de extenderlo mediante el ALCA a todo el continente no son más que aplicaciones de esos principios. La resistencia latinoamericana llevó al fracaso el intento del ALCA y en su lugar se constituyó la “Alianza del Pacífico” (2012) entre Chile, Colombia, México y Perú con tratados de libre comercio con Estados Unidos y abierta a la incorporación de nuevos países latinoamericanos, mientras que mediante elecciones legales o golpes “blandos”, como el de Brasil y Paraguay, La espuria captación en Ecuador e, incluso, mediante golpes tradicionales, como el de Bolivia, se trató de castigar al “populismo latinoamericano”.

En estas condiciones llegó el “cisne negro” del coronavirus y todo el mundo se enfrenta con un doble problema, el sanitario, también humanitario, de minimizar los efectos de la pandemia y tratar de reducir la cantidad de víctimas y, por otro lado, la caída inesperada de la actividad económica (el FMI pronosticó una baja del producto mundial del 4,9%).

Como regla general, y siguiendo su lógica intrínseca, en los países de orientación neoliberal se priorizó el aspecto económico, primero tratando de desconocer y luego minimizando el problema (como Trump en Estados Unidos, llamándolo “fiebre china” o Bolsonaro en Brasil, con su “gripezinha”); finalmente prevaleció el criterio de mantener la actividad económica, independientemente de su costo, evitando las cuarentenas obligatorias con la parálisis productiva que presuponen las mismas. 

El resultado fue desastroso. Estados Unidos y Brasil encabezan por mucho la cantidad de contagios y de víctimas 1 y no han podido evitar el colapso económico (según el FMI, caídas del PBI del 8% y del 9,1%, respectivamente) mientras que en el resto de América Latina de orientación neoliberal los sistemas de salud se vieron desbordados e, incluso, en algunos casos llegaron al colapso, mientras que sus economías también sufrieron la crisis (según el FMI será, globalmente, del 9,4%), aumenta el descontento social respecto a las consecuencias de la inequidad del sistema y el desprestigio de las autoridades (un síntoma son las manifestaciones, tanto en Estados Unidos como en otros países). 

Este panorama contrasta con el de China, país mucho más poblado y donde se inició la pandemia, que, con aislamientos tempranos y cierres de zonas, parece haber controlado la epidemia, con relativamente pocos contagiados y muertos, mientras que es uno de los pocos países que, según el FMI, tendrán una variación positiva del PBI (para este año prevé 1%); por lo pronto, en el segundo trimestre su economía presentó una suba del 2%. 

Así como la crisis de 1929 significó también la crisis del liberalismo económico, la crisis del coronavirus puede significar lo mismo para el neoliberalismo.

 


1 - A fin de julio los contagiados superaban los 4,5 millones en Estados Unidos y los 2,6 millones en Brasil, con más de 154 mil y 91 mil fallecidos, respectivamente.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]