Leandro Santoro dejó la Unión Cívica Radical con su agrupación Los Irrompibles, se unió al kirchnerismo y acompañó a Mariano Recalde en la fórmula para las elecciones de jefe de gobierno porteño del 2015. Considera que el gobierno del presidente Mauricio Macri depende de la reactivación de la economía y de que no se fracture el bloque de poder que lo sostiene. Califica a la elección en la provincia de Buenos Aires del 2017 como “clave”, porque “se juegan el destino de la Argentina durante los próximos 6 años y el realineamiento del sistema político”.

- ¿Cuál es la evaluación que hace del gobierno de Mauricio Macri?

- Por ahora lo que viene haciendo es transferir una cantidad de recursos de los sectores populares a los sectores concentrados de la economía y esto genera que seamos un poco más pobres, nos sintamos un poco más desamparados día a día, porque el Estado se está retirando de la función social que debería cumplir; sobre todo en un contexto de crisis internacional de la economía.

- ¿Cree que el gobierno puede seguir con la política de “la alegría” mientras se van deteriorando las condiciones materiales y económicas de las grandes poblaciones?

- Están obligados a hacerlo, porque no están modificando las cosas que estaban mal del anterior gobierno, sino que están cambiando el paradigma económico, con lo cual están cambiando el modelo de país. Producen esta brutal transferencia de recursos porque quieren beneficiar a determinados sectores, no porque entiendan que haya que corregir el rumbo en alguna dirección; están cambiando directamente los ganadores y los perdedores, están definiendo otra ecuación económico-social. Y lo consiguen con la construcción de lo que se llama hegemonía, que es la dirección intelectual y cultural de la sociedad a partir de construir un consenso negativo alrededor de lo que fue la experiencia política de los últimos 12 años. Sostienen que hay una herencia recibida muy pesada, que los obliga a tomar decisiones que tienen determinado costo social. Pero las decisiones que tomaron no son consecuencia de la herencia recibida sino que tienen un modelo de orden y organización económica y social completamente diferente.

- ¿Les alcanza con este discurso contra el gobierno anterior para sostener estas medidas antipopulares?

- Por ahora les está alcanzando, hay que ver cuánto tiempo. Yo creo que la clave está en cuánto tiempo le da el círculo rojo, más que cuánto tiempo le da la gente. Lo que ellos consideran el círculo rojo, tiene la sensación de que este gobierno está improvisando, que no hay una dirección unificada de la economía, no hay quién tenga el timón. Hay grupos de poder que están empezando a plantear que el PBI va a disminuir este año 2 puntos y que el año que viene vamos a estar en recesión. Yo creo que el consenso que ellos han construido se va a quebrar el día que se quiebre el bloque de poder que lo sostiene. El bloque de poder tiene cuatro patas: el poder económico, el poder mediático, el judicial, y un sector del poder político que acompaña: la coalición con el radicalismo, Carrió y el Pro.

Hay un sector de la sociedad que le cree a los formadores de opinión que dicen por los medios de comunicación que lo que está haciendo este hombre es lo único que se puede hacer. También es cierto que otro sector de los formadores de opinión empieza a plantear que Macri no está resolviendo problemas sino que está agravando los que ya existían, y creando otros. Cuando el bloque de poder empiece a cuestionarlo más en profundidad va a tener dificultades para explicar las consecuencias sociales de su plan económico.

- Parecería que el gobierno tiene una incapacidad para gobernar para esos poderes también.

- Justamente, el gobierno tiene el manual del libre mercado, pero lo que no tiene en claro es cómo se instrumenta políticamente ese manual. Por  un lado están tratando de aplicar las recetas neoliberales en un contexto muy diferente que en los ‘90, mucho más complicado. El mundo de los ‘90 tenía condiciones económicas mucho más favorables para aplicar el paquete de medidas que aplicó Domingo Cavallo. Lo que están aplicando ahora tiene un costo social enorme porque en el mundo se está agudizando una recesión. Y después tenés una mala gestión política del paquete económico, entre otras cosas, porque no hay un ministro de Economía y Macri no tiene una militancia sobre las variables de la economía, como sí tenía Néstor Kirchner, que estaba atrás de los temas. Entonces el Banco central tiene mala relación con el ministro de Hacienda, el ministro de Energía no habla con nadie, el secretario de Producción no cumple ninguna función, el secretario de Comercio se dedica a defender solamente a los sectores más cartelizados de la economía; y se generan dificultades grandes en el plano de la gestión política.

- ¿Cuál será el escenario de las elecciones de término medio del 2017?

- Es una elección muy complicada la del año que viene porque es la que define los próximos 6 años. Es parecida a la del 2005 cuando Néstor tuvo que jugarla a Cristina y Duhalde la jugó a Chiche, que eran los líderes políticos de los espacios de ese momento; porque el que ganaba la provincia de Buenos Aires en el 2005 se quedaba los próximos 6 años. Algo parecido pasa con la elección de la provincia de Buenos Aires del 2017. Tengo la sensación de que se juega el destino de la Argentina de los próximos 6 años y el realineamiento del sistema político.

- ¿Cómo ve al gobierno en ese contexto?

- El gobierno naturalmente depende de dos cosas, que logre reactivar la economía, una variable que veo cada vez más complicada, y de que no se le fracture el bloque de poder. Una parte del sector económico empieza a reclamar más espacio, porque incluso hay algunos que plantean que las medidas del gobierno son demasiado gradualistas; dicen que la economía no se reactiva porque el ajuste no es suficientemente profundo. Tenés parte del sector financiero, que está haciendo pingües negocios pero a consecuencia de presionar, está destruyendo la industria, la economía real. Hay un sector del poder mediático que analiza estas contradicciones y que de a poco también va planteando diferencias. No en los títulos de los diarios, pero sí en notas de Clarín y La Nación, por ejemplo. Hay mucha gente que no está dispuesta a jugar su prestigio para bancar a un gobierno que aparentemente no tiene mucha noción de adónde quiere ir. Lo que planteo como una amenaza es que se fracture ese bloque de poder, más que un estallido social. Creo que no hay condiciones para que ocurra un estallido por el colchón que dejó el kirchnerismo, que hace que mucha gente todavía pueda bancar este ajuste. Pero hay una parte de los formadores de opinión y de los actores económicos, que están viendo que no hay una solvencia, ni el tipo de articulación que debería haber.

- ¿Cree que Sergio Massa puede quedar bien parado en ese escenario?

- Tiene mucha chance, pero la que define el tablero es Cristina, si juega o no juega. Si decide no jugar y apoyar a un candidato también plantea un escenario muy fuerte. A mí me gustaría o que juegue ella, o que contribuya a la construcción de un armado de centroizquierda. Si la propuesta no se materializa en ningún candidato concreto, naturalmente el peronismo va tender a significarse alrededor de Massa, pero la llave la tiene Cristina.

- ¿El armado del kirchnerismo es solamente con Cristina Fernández?

- Podría haber otra forma. Pero creo que la clave es la provincia de Buenos Aires, porque al ser una elección a senador es una elección de podio donde hay una de las tres fuerzas que queda descalificada para la competencia para el 2019; están obligados a ganar. A modo de ejemplo, sin dar vaticinios, si va Cristina y gana la elección en la provincia va a ser presidenta en el 2019, o si va Massa y queda afuera, va a ser muy difícil que sea candidato en el 2019. Ni hablar de qué pasa si el gobierno pierde la elección. La unidad del peronismo se juega en la posibilidad de construir una alternativa que llegue al poder, y en la posibilidad de avanzar en la discusión de un acuerdo programático. Porque hay un sector del peronismo, y de los no peronistas que integramos el Frente para la Victoria, que está reclamando avanzar en lo que Cristina llamó el Frente Ciudadano, que implica juntarnos básicamente alrededor de ideas y no solamente estar a favor de Juan o en contra de Pedro. Hay que despersonalizar la política y avanzar en la discusión programática.

- ¿Se está avanzando en la construcción del Frente Ciudadano?

-Todavía no. Para fin de año tiene que estar acelerándose el proceso para plantear en la mesa de discusión los temas que de verdad ordenan la política. La política no te la puede ordenar ni una causa judicial ni la simpatía ni la antipatía con un dirigente. A mí me da lo mismo Massa o Macri, lo que me preocupa es el sistema de ideas, la estructura de valores que cada espacio representa. La discusión tiene que ser programática.

- ¿Cómo ve la posición del radicalismo y de Ernesto Sanz apoyando totalmente las medidas del gobierno nacional?

- Sanz piensa como Macri, y es razonable que acompañe ese proyecto político. Y hay muchos radicales que piensan como Sanz. Por eso nosotros no tenemos espacio en la Unión Cívica Radical (UCR). La definición de  la convención de Gualeguaychú fue una definición también ideológica muy fuerte, porque hacer un acuerdo con la derecha implica replantear la identidad tradicional del radicalismo. La UCR no se fundó para pelearse contra los peronistas, se fundó para pelearse contra los conservadores.