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La referente de la Colectiva Feminista "La Revuelta", Ruth Zurbriggen, reflexionó sobre la instalación en la agenda política de programas antiderechos. Frente a las posturas que definen a la libertad como un derecho individual, sostuvo que "el acceso a los derechos se consigue en colectivo" y remarcó que "tiene que haber todo un proceso de movilización también colectiva para que esos derechos conseguidos en leyes se plasmen en las vidas cotidianas" de las personas.
Contó que luego del resultado de las PASO "nos dimos cuenta que teníamos el desafío de hacer algo porque estamos amenazadas", entendiendo que "las derechas se organizan con programas profundamente antifeministas, misóginos" que, en parte, son "una reacción conservadora a todo lo que supimos conseguir".
En contraposición, ponderó la existencia de un feminismo y transfeminismo en Argentina al que le interesa intervenir en política y de manera transversal, que ante el resultado electoral activó su potencia "para proyectar".
En diálogo con , Zurbriggen defendió la vigencia de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) porque "trabaja para que las vidas y las infancias pueden desarrollarse libremente" y advirtió que los planteos que buscan eliminarla "nos pueden complicar fuertemente la vida".
A una semana del 36º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries realizado en Bariloche, destacó la masiva concurrencia en un contexto de crisis económica y celebró la elección de Jujuy como sede para el Encuentro de 2024 porque "es decir que los problemas de ciertas comunidades o de ciertos pueblos no nos son ajenos".
-¿Cuál fue el rol de los feminismos después de las PASO, en clave electoral y en clave de accionar sobre la realidad?
-Creo que cuando vimos el resultado electoral de las Primarias lo que ocurrió es que, en principio, quedamos estupefactas por el porcentaje de votos, sobre todo. Casi diría que lo siento como un golpe en términos de cómo pensamos las violencias machistas. Pero también significó la reactivación para intervenir en un proceso y en un contexto que siento otras veces no lo hicimos de esta manera. Intervenir en un proceso electoral donde a la vez sabemos que requiere de la continuidad del armado de redes para lo que sea que pase el 22 de octubre o después en el ballotage. Estamos reflexionando después de las Primarias sobre cómo reafirmar el hacer de los feminismos populares, comunitarios, que buscamos articularnos y a mí me parece que lo que mostramos es la existencia de un feminismo y transfeminismo en Argentina que le interesa intervenir en política y que le interesa intervenir transversalmente porque nos juntamos activistas que estamos en colectivas, en redes, pero también compañeras que están en partidos políticos, para pensar, conversar, dialogar. Y siento mucho orgullo también porque dimos una respuesta. Primero, las asambleas que fueron diversas, dispares en cada lugar, pero que se hicieron, y eso permitió que el 28S la acción tuviera características federales. Me parece que fue la primera respuesta organizada en la calle a eso que sucedió en las Primarias. También sabíamos que dos semanas después venía el Encuentro Plurinacional y eso nos ponía un horizonte. Las discusiones que nos dimos fue que había que intervenir en este proceso. Creo que hay otros momentos en los que los procesos electorales se juegan en los feminismos por otro lado. Aquí nos dimos cuenta que teníamos el desafío de hacer algo porque estamos amenazadas, amenazades. Son una amenaza cierta las derechas y sus programas. La convicción de que hoy por hoy, en este país, las derechas se organizan con programas profundamente antifeministas, misóginos, y cuánto de esa organización, de alguna manera, es una reacción conservadora a todo lo que supimos conseguir y construir para conseguir lo que tenemos, y cómo todo eso está hoy amenazado. Pienso que mostramos mucha vitalidad también para, ante un golpe así, comprender y animarnos a pensar que había que rescatar la potencia feminista y trasfeminista de estos años para proyectar.
-Ante propuestas que hiperbolizan el individualismo y el mérito personal, ¿qué importancia adquiere lo colectivo?
-Creo que algo de lo que estamos haciendo en esos procesos asamblearios -que son bien distintos a procesos asamblearios más ortodoxos de los sindicatos o congresos de los partidos políticos- es mostrar que los debates son transversales, con agendas múltiples y que se multiplican a cada rato. Estamos armando otra forma de hacer política y mostrando que la vida es en colectivo. Todas esas cuestiones que se presentan como grandes slogans: "podés ser un individuo libre", "podés llegar al lugar donde quieras", también va en contra de este proceso que venimos instalando y al que apostamos. Las libertades son siempre en relación y son siempre en una relación con otres, otros y otras. Las libertades se pueden vivenciar si son en colectivo. El acceso a los derechos se consigue en colectivo y se vivencian en colectivo porque sabemos que son mucho más que una normativa, que después tiene que haber todo un proceso de movilización también colectiva para que esos derechos conseguidos en leyes se plasmen en las vidas cotidianas. Que la persona que está al lado tuyo te importe, poder mirar a los otros y a las otras como mi par y no como alguien al que tengo que pisotear para llegar a un lugar prometido, que tampoco sabemos bien cuál es. Creo que estamos con muchos problemas pero que también estamos ensayando pensamientos, reflexión y acciones porque también estos feminsimos siempre actuamos y ahí vamos pensando. Ese es el laboratorio también, la actuación. Creo que allí estamos ensayando formas de respuesta para lo que se va a venir porque hay algo que va a suceder el 22 que es que en las legislaturas, en el Congreso de la Nación, va a haber representantes de estos sectores que nos odian. Nos odian y hay que saber que nos odian. Odian a los movimientos, odian la organización que rompe o que pone en cuestión los statu quo, odian desde un profundo racismo a los pueblos originarios, a los migrantes, a las migrantes... Entonces tenemos que pensar cómo vamos a hacer con eso porque eso convive, está alrededor nuestro, no solo por los que ponen el voto. Quizás los que ponen el voto están un poco hartos y encuentran allí una expresión de "que se acabe el mundo, no me importa". Y puede ser hasta genuino que se piense así. Pero el problema no son esos. El problema son esos que encarnan una manera de sentir, de pensar, que considera que pisoteando al otro, que sacando derechos, que eliminando la idea de justicia social, que eliminando al Estado, las cosas se pueden resolver. Y entonces es llevar al extremo un modo de vida que privilegia en este caso a las castas especuladoras y empresariales que, a días de las elecciones, te sacan las cosas de las góndolas, no te venden... ¿Cuánto daño hace eso a la vida de un país? Nadie habla de eso.
-¿Qué riesgo representa la propuesta del quienes proponen eliminar la ESI?
-Cuando hablamos de ESI decimos Ley de Identidad de Género, Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo... Todas vienen a potenciar la ESI aunque la ESI es de 2006. Hay que mirarla en ese plexo normativo, en la Declaración Universal de los Derechos de la Niñez que permite que la ESI sea posible. Hay proyectos de las derechas que plantean, además de sus programas antifeministas, complicarnos las existencias porque dicen que la ESI corrompe a niños y niñas. La ESI trae cuidados, trajo la posibilidad de develar situaciones de abuso, trabaja para que las vidas y las infancias pueden desarrollarse libremente. Me parece que esos planteos lo que muestran es que se nos puede complicar fuertemente la vida si, aún con todo lo que falta hacer por la ESI, se pretende borrar de un plumazo lo que tenemos.
Foto: Melina Fit
-Pienso en la propuesta de desligar a los varones de sus responsabilidades parentales, que vuelve al binarismo y no pone el foco en los derechos de las niñeces.
-Por eso son el atrás. Las derechas siempre son el atrás porque siempre están para atrás, vuelven para atrás. La discusión central en 2006, cuando se sanciona la ley es a quién le corresponde educar en materia de educación sexual. Quienes se oponían y quienes hicieron lobby para que esa ley no saliera planteaban "la familia". Y en esa discusión primó que es al Estado a quien le corresponde definir cuáles son los contenidos curriculares que deben trabajarse en las instituciones educativas y la familia tiene su rol. Por supuesto que lo tiene. Por eso desde el programa de la ESI se ha hecho mucho trabajo para que las familias se comprometan también con esta propuesta pedagógica que implica la ESI. Pero no es el Estado o la familia. Es en esa relación. Hay familias que educan para el maltrato, para el abuso, para que los cuerpos son solo dos y te voy a corregir si planteás que tu género es otro. Bueno, eso genera daño, sufrimiento. Entonces cuando dicen lo que dicen de la ESI muestran que promueven el sufrimiento.
-El fin de semana pasado se realizó el 36º Encuentro Plurinacional en Bariloche, que tenía como uno de sus ejes la situación de las mujeres mapuche. ¿Qué dejó ese encuentro?
-La definición de la sede en Bariloche se tomó en el Encuentro Plurinacional del año pasado en San Luis y estuvo directamente vinculada con el procesamiento el encarcelamiento, la persecución a las compañeras mujeres mapuche y entonces también tuvo un fuerte eje vinculado al tema del territorio, porque no podemos pensar el territorio por fuera del pueblo mapuche. Yo estoy impresionada con el encuentro que hicimos. Lo quiero poner en contexto: con una crisis económica como la que vivimos, irnos a una ciudad que es carísima y hacer todo lo que hicimos para llegar me parece que también habla de esa vitalidad y de esa sensación de que ahí nos esperanzamos y de que era importante llegar a Bariloche. Todos los años los encuentros son numerosos, masivos pero este año me parece que el resultado de las PASO hizo que si algunos grupos habían desistido de ir, volvieron a encontrar que allí había que juntarse.
En los encuentros hay muchos encuentros y hay también desencuentros. La política de los encuentros plurinacionales lejos está de ser armónica y eso tiene que expresarse porque tampoco somos, ni queremos ser, un movimiento homogéneo. Durante esos tres días pasó de todo y, a la vez muy atravesado por el contexto electoral, hizo que de alguna forma muchos sectores pusieran más en alto lo que nos junta que lo que no nos junta. Después la marcha fue un acontecimiento muy, muy potente, brillante, vibrante. Hay una periodista que escribió algo así como que bajábamos del cerro como el deshielo y me pareció una metáfora muy interesante porque venimos pensando en las olas de los feminismos, el agua que se filtra, y bajar del Alto de Bariloche, la zona más empobrecida de la ciudad que contrasta tanto con esa parte turística me parece que fue una excelente decisión de la comisión organizadora. Me parece que fue una fiesta la marcha. Sentíamos que ahí estaba corriendo una cosa muy energizante para estos días que nos quedaban de la semana.
-Se definió que el próximo encuentro sea en Jujuy. ¿Es una forma de encender un alerta en lugares en conflicto, de decirle a las autoridades "los estamos observando"?
-Es decir que los problemas de ciertas comunidades o de ciertos pueblos no nos son ajenos. Entonces la importancia de estar en 2024 abrazando a ese pueblo que se movilizó contra la reforma constitucional, que se movilizó en defensa también de los territorios me parece que es una excelente definición. Es una respuesta política. Nos lo pedían compañeras jujeñas que estaban en puestos de ventas. Nos decían "hinchen por Jujuy el lunes". Me parece que en este momento para ellas haberse ido con la sede allá es también un programa de acción.
-Desde La Revuelta presentaron una acción judicial contra el Protocolo para la prevención, intervención y protección en situaciones de violencia laboral creado por la provincia el año pasado luego de conocerse las denuncias contra dos ex funcionarios provinciales. ¿Cuáles son las principales observaciones que le hicieron y qué respuesta obtuvieron?
-Por compañeras que trabajan en ámbitos donde circuló el protocolo, nos enteramos que se venía trabajando en el protocolo pero que salió de golpe como una respuesta del gobierno (N. de la R: a las denuncias que se hicieron públicas). Nosotras analizamos el texto. Angie Acosta, que es una compañera abogada con la que trabajamos hace mucho tiempo en La Revuelta, junto con Federico Egea, hicieron análisis del protocolo y vieron las falencias que tenía. Ellos encontraron que el protocolo es ilegal entonces presentaron un recurso administrativo ante el Poder Ejecutivo. El Poder Ejecutivo respondió que el protocolo se va a ir mejorando y que tiene una cláusula que muestra que se puede revisar. Ante eso, la respuesta fue que no estamos diciendo que no se pueda revisar sino que es ilegal de acuerdo a lo que plantea, por ejemplo, la OIT, en relación a cómo ubicarse con estos temas. Principalmente, se encuentra que están nuevamente vulnerados los derechos de las víctimas porque no tienen posibilidades en este protocolo de seguir todo el proceso y de ser informadas sobre lo que va sucediendo. Agregamos a esto que hay compañeras, mujeres, que denunciaron en la oficina que crea el protocolo -porque eso es otra cosa que se hace rápidamente, se crean oficinas para implementar el protocolo- y que no se sintieron escuchadas, que otra vez se sintieron revictimizadas y que otra vez no tuvieron respuestas. O sea, denunciaron en el marco de este protocolo y este protocolo no les dio respuestas. Hay testimonios de compañeras que avalan la demanda judicial que presentamos ahora contra el protocolo para que el Poder Judicial intervenga aquí por la ilegalidad que este tiene. Así que esperamos ahora a ver qué van a responder. No se pueden instalar en estos temas formas de actuar de parte del Estado, que tiene que ser garante de los derechos conseguidos y que tienen rango constitucional y las leyes nacionales que existen, como la 26.485, que generen condiciones de ilegalidad.
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