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Entrevistas
14/05/2023

Lucas Rubinich

“Milei es la vanguardia payasesca del clima predominante”

“Milei es la vanguardia payasesca del clima predominante” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El docente y ex director de Sociología de la UBA sostuvo que en los partidos políticos "todo se transformó en un objetivo electoral donde ya no se piensa en el sujeto colectivo sino en individuos que son electores". Opinó que "para construir fuerza política hay que armar la construcción colectiva de la opinión".

Laura D' Amico

El sociólogo Lucas Rubinich, cree que "la política ha perdido la capacidad de poner sobre la mesa problemas fundamentales" y que "los partidos no tienen ninguna propuesta significativa que se relacione con su identidad particular". Dice "todo se transformó en un objetivo electoral donde ya no se piensa en el sujeto colectivo sino en individuos que son electores", y remarca que "en realidad, para construir fuerza política tenés que armar la construcción colectiva de la opinión".

El docente y ex director de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires dialogó con Va Con Firma a su paso por Neuquén para presentar su último libro "Contra el homo resignatus" (Siglo XXI). Allí reúne una serie de ensayos políticos para pensar el momento actual en Argentina y la posibilidad de generar un cambio social.

Para Rubinich, "la política en el presente no puede resolver, no quiere, está condicionada, no resuelve de hecho, los grandes problemas estructurales que posibilitarían la integración de una sociedad que efectivamente esté integrada", y sostuvo que "la reconstrucción del lazo social entre los caídos sería la oportunidad de pensar en una especie de ambiguo y heterogéneo sujeto de cambio".

Al líder de La Libertad Avanza, el Especialista en Sociología de la Cultura lo definió como "la vanguardia payasesca del clima predominante" y consideró que Javier Milei "expresa algo que tiene que ver con una emocionalidad" pero "no reconstituye un lazo social: junta personas molestas, indignadas, porque han sido abandonadas por los partidos tradicionales que lideran una especie de sujeto pasivo de la política".

Por último, consideró que estamos travesando "un fin de época", donde se acabaron las expectativas de cambio inclusivo en favor de miradas individualistas, pero advirtió que "uno no sabe cómo puede operar la memoria histórica de integración frente a las propuestas que irremediablemente van a venir de generación de próximas exclusiones". "La vida social es dinámica", apuntó.

-Suele decirse que la política es una herramienta para mejorar la vida de las personas. Sin embargo, vemos que al política no logra dar respuestas a la desigualdad, a la pobreza, a la exclusión. ¿Por qué crees que pasa eso?

-Para mí es resultado de un proceso histórico de transformación de la cultura política occidental en general, que influye de manera muy particular a las agrupaciones y asociaciones políticas que tenían propuestas de integración de la sociedad. Quiero decir esto en términos muy amplios: propuestas de sociedades integradas que incluían socialdemocracias europeas, partidos tradicionales con perspectivas inclusivas. Uno podría decir también que los dos grandes partidos argentinos, el radicalismo y el peronismo, tienen en sus elementos fundacionales propuestas de integración. De hecho, como forman parte de una sociedad que tuvo un gran proceso de movilidad social ascendente, la idea de la integración estaba en cada uno de esos partidos. Pero lo que ocurre con los procesos de transformación a partir de los años 70, y que se afianzan de manera contundente a partir de la caída del Muro de Berlín, es que se afianza una mirada que ya tenía muchos años, una mirada con identidad económica pero que se traslada a la política, que es la mirada del individualismo pragmático. Es básicamente una cultura donde hay una moral darwiniana: el mundo es de los individuos que logran superar los obstáculos en la lucha egoísta por la ganancia económica. Entonces, en ese contexto de generalización de predominio de esa mirada cultural de ganadores y perdedores, donde el individuo es el centro de la escena, las asociaciones políticas que tenían como propuestas una sociedad integrada han quedado extraordinariamente debilitadas, deterioradas y son parte de este clima general.

Tenemos en Argentina la década del 90, donde las transformaciones que reorganizan el Estado y la economía de una manera que hace mucho más difícil pensar una sociedad integrada, porque se destruyen muchas de las instituciones económicas y estatales que posibilitaban formas de integración. Tenemos la experiencia extraordinaria del proceso generado por la ley 1420, de Educación, que dio como resultado una escuelita en cada pueblo. Entonces hay una integración del sistema educativo; una sociedad con mínimo porcentaje de analfabetismo hacia la década del 70 fue una efectiva realidad. La sociedad con sistemas de salud pública extendidos por todo el país que posibilitaban el cuidado de las poblaciones, aun aquellas que no tenían los recursos económicos mínimos es también una realidad. Todo ese proceso se realiza en Argentina de mano de una asociación política que es la que levantaba más fuerte las banderas de la integración, como es el peronismo. Me parece que la política ha perdido la capacidad de poner sobre la mesa problemas fundamentales, estructurales, básicamente porque, para decirlo con la frase que se le atribuye a Margaret Thatcher, creen que no hay alternativa a la forma de organización social, política y económica del presente entonces los grados de libertad con los que se mueven son mínimos grados de libertad, condicionados por esa idea de que no hay alternativa. Por eso, la política en el presente no puede resolver, no quiere, está condicionada, no resuelve de hecho, los grandes problemas estructurales que posibilitarían la integración de una sociedad que efectivamente esté integrada. Para concluir, diría que para la Argentina, que fue una sociedad que tuvo las características que ya mencioné, que exista cerca de un 50 por ciento de población en niveles de pobreza, debería ser una catástrofe inadmisible para la identidad de cada uno de los dos grandes partidos. Ese tema, inclusive en un momento pre electoral, no aparece como tema extraordinario; no hay propuestas que digan cómo vamos a hacer para revertir esta terrible situación para una sociedad que fue integrada como la argentina. Por eso la política no tiene respuestas fuertes a problemas importantes en el presente.

-¿Hay una falta de creatividad, además?

-Creo que hay una falta de creatividad que está ligada a este sentimiento de inevitabilidad que atraviesa las distintas fuerzas políticas. Algunas de las fuerzas políticas levantan con algarabía la cultura de ganadores y perdedores y creen que -legítimamente, porque esta es una mirada ideológica- esta es la perspectiva más saludable para la sociedad. Que los ganadores tengan sus posibilidades y que no haya que subsidiar a los fracasados. Los fracasados son aquellos que no triunfaron en esa lucha por la ganancia económica. Lo que se omite decir en este caso es que la línea de partida siempre es diferente. Entonces las sociedades que piensan una propuesta inclusiva se organizan para contener a aquellos que su línea de partida fue terrible. Una sociedad que tiene un grupo con bajos capitales de formación laboral, bajos capitales educativos, bajos capitales en relación con la posibilidad del disfrute y de la salud, las sociedades que piensan en propuestas inclusivas generan formas solidarias para lograr que la línea de partida sea otra, no esa línea que realmente condiciona de una manera extrema y hace que ese punto de partida sea prácticamente un destino social que conduce al fracaso. Ese es el problema central de las sociedades en el presente.

-La judicialización de las tensiones y conflictos políticos, ¿da cuenta del fracaso de la política?

-Sin lugar a dudas. Los partidos no tienen ninguna propuesta significativa que se relacione con su identidad particular. Uno no le puede exigir a partidos multiclasistas como el radicalismo y el peronismo que tengan programas demasiado ordenados acerca de cómo organizar una sociedad inclusiva. Pero sí le puede pedir que tengan dos, tres, cuatro propuestas fuertes en términos estructurales acerca de qué es lo que harían para solucionar los grandes problemas. Lo que es observable en el presente es que ninguna de las asociaciones políticas tiene propuestas fuertes en ese sentido. El resultado entonces es el siguiente: hay disputas por la posición electoral. Y la disputa por la posición electoral omite los grandes problemas. Como omite los grandes problemas las discusiones tienen que pasar por otro lado: por las denuncias particulares, en encontrar la corrupción en su rival, en encontrar si su rival violó alguna regla en la presentación en la elección. De la misma manera que hay discusiones entre políticos que se parecen mucho más a un talk showtelevisivo que a un debate argumentativo. Eso forma parte también de esa decadencia extrema de la política que efectivamente los convierte, como pensaban los teóricos sociales conservadores de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en lo que definían como clase política. Una clase política que era un sector activo de la política contra un sector pasivo de la política, que eran los representados. Bueno, cuando el sistema político se aísla de tal manera de los representados -se aísla porque los problemas estructurales que afectan a gran parte de sus representados no son puestos en la mesa del debate electoral-, efectivamente se convierte en un espacio de clase política con una lejanía muy fuerte de sus representados. Y eso da como resultado, entre otras cosas, esas disputas que se tornan absurdas y que pasan a protagonizar sus diferencias a través de disputas judiciales, lo que me parece una extraordinaria decadencia de la política.

-En el libro planteás la necesidad de recuperar el espíritu rebelde o construir una utopía para el siglo XXI. ¿Quién sería el sujeto de ese cambio social?

-Para decirlo en términos estrictos, estamos en una situación de fragmentación social, de crisis de identidades de los partidos tradicionales, de crisis de identidades de los que fueron la perspectivas de cambio de la década del 60 y 70, de reorganización de lo que fue el mundo del trabajo, entonces no es fácil decir cuál es el sujeto que sería el protagonista de los cambios. Uno podría ensayar una generalización, que me gusta mencionar, que es construir relaciones de fuerza que puedan permitir la confrontación con aquellos que tienen poder económico y que efectivamente tienen poder político y también poder cultural. La construcción de relaciones de fuerza se hace a través de la construcción colectiva de la opinión. La construcción colectiva de la opinión necesita de deliberación, necesita de abrir el juego a cuestiones tales como decir un tema fundamental se viene discutiendo en una asociación política desde hace cinco años entonces cuando de pronto existe la posibilidad de realización de alguno de esos temas discutidos, tenés un colchón social. Ese colchón social es el colchón social de los afectados que están en un lugar, en una sociedad como la nuestra, que fue de una movilidad social ascendente, que quedaron caídos. Bueno, yo creo que la reconstrucción del lazo social entre los caídos sería la oportunidad de pensar en una especie de ambiguo y heterogéneo sujeto de cambio.

-¿Crees que el gobierno nacional se desentendió del trabajo de generar el lazo social?

-Independientemente de que son situaciones muy difíciles, porque la herencia de una deuda, que ha sido cuestionada nada más que retóricamente, y ha sido cuestionada nada más que retóricamente porque creen que la situación es inevitable y como creen que la situación es inevitable, creen que están en un altísimo grado de condicionamiento y por lo tanto la preocupación fundamental es cómo sobrevivir al objetivo principal que tienen las fuerzas políticas en el presente, que es el próximo acto electoral. Todo se transformó en un objetivo electoral donde ya no se piensa en el sujeto colectivo sino que se piensa en individuos que son electores. Es una mirada clásica, de tradición liberal. En realidad, para construir fuerza política tenés que armar la construcción colectiva de la opinión. ¿Cómo se hace? Cuando uno delibera durante muchos años acerca de tres o cuatro cuestiones fundamentales que proponen los representantes y en determinado momento esa cuestión se puede realizar. Pongo un ejemplo: este gobierno tiene una postura de intervenir en las negociaciones de la exportación de cereales. Hay una crisis de la empresa cerealera en donde se da la posibilidad de crear un organismo para la exportación y la distribución interna de cereales, o eventualmente participar de una empresa privada o expropiar la empresa para tener un papel en la negociación, pero eso no se puede hacer porque nadie discutió ese tema. Entonces no tenés un colchón social que sostenga al único que se anima a decir, aún dentro del gobierno, "sería interesante poder hacer esto". Vos no creaste una cuestión colectiva, no creaste una opinión generalizada, no tenés el colchón social que te soporte y te permita sostenerte con fuerza frente a los debates, que van a ser debates muy fuertes, porque son debates donde existen obviamente intereses económicos de las grandes empresas exportadoras que van a hacer todo lo posible -y están en su legitimidad- para impedirte hacer eso que va a restringir sus negocios. Ahora, tu tarea, es una tarea de mucho tiempo. Como esa tarea de mucho tiempo no se cumplió, esa construcción colectiva de la opinión no se realizó, el resultado es que eso se esfuma con un pequeño soplido. Es nada más que una expresión retórica que vuelve todo a su lugar porque en la política dicen "la relación de fuerza no nos da", como si la relación de fuerzas fuera algo que está naturalizada. La relación de fuerzas es algo cambiante y la idea de que sea algo cambiante tiene que ver con la posibilidad de que vos como actor político puedas construir relaciones de fuerza donde no hay relaciones de fuerza. Eso es también la lucha política. En ese contexto es que las asociaciones políticas del presente están terriblemente deterioradas y ni siquiera piensan en la posibilidad de reconstitución del lazo social porque el objetivo central es quedar mejor parados en la próxima elección. Y para quedar mejor parados en la próxima elección se recurre a la manipulación de los individuos a través de las técnicas de manipulación, que cada partido tiene a su técnico manipulador. Cada partido tiene a su Durán Barba y creen que ese es el recurso más importante que uno debe entrar a jugar en la lucha electoral. No ya la construcción colectiva de la opinión sino la manipulación de los individuos aislados.

-El discurso de Milei, que representa a esa postura liberal de la que hablabas al comienzo, irrumpe en la agenda pública instalando temas de discusión pero ¿genera lazo social, o produce otra cosa?

-Creo que es otra cosa porque hay un clima predominante. Para decirlo muy contundentemente: es la vanguardia payasesca del clima predominante. Es una vanguardia cachivachesca pero es una vanguardia que en realidad lo que hace es tirar del hilo del clima predominante. Por ejemplo, la autonomización del Banco Central es un problema que se viene hablando desde la década del 90 y que sostienen la mayoría de los economistas liberales, que en el accionar político a veces se tienen que retractar porque también están haciendo política y como efectivamente han logrado éxitos electorales que no se lograban en otros periodos históricos, el hecho de hacer política hace que muchos de esos ideales no se puedan realizar inmediatamente. Sin embargo, el elemento constitutivo del neoliberalismo está en las miradas teóricas del austríaco Frederic von Hayek o del economista norteamericano Milton Friedman -y uno tendría que recordar que esas perspectivas, que tienen una verdadera Internacional neoliberal, porque hay un grupo que se llama Atlas que financia al mismo Milei- pero tienen formas un tanto extemporáneas y parecen cachivachescas como por ejemplo el muchacho (Agustín) Laje de Córdoba que es anti homosexual, antifeminista, reivindicador de Videla. ¿Pero qué es lo que ocurre con estas financiaciones de estas perspectivas? El objetivo central es la libertad económica. Eso es lo que le preocupaba a von Hayek. Von Hayek va a visitar a Pinochet y dice que Pinochet es una verdadera democracia. Para estas miradas, la democracia es apenas una escenografía de cartón. Lo más significativo es la libertad económica. Si la libertad económica se puede lograr con una democracia a la chilena, al estilo de la Concertación, donde se está por reprimir a los estudiantes secundarios, donde hay un aislamiento muy fuerte en sus representados, donde los partidos socialistas se transformaron en partidos del establishment neoliberal, ahí la democracia funciona. Ahora, si hay un gobierno donde las posibilidades de expropiar los minerales y la energía es posible y eso se realiza, bueno, ahí está la punta para un golpe de Estado como ocurrió en Bolivia. Entonces yo creo que Milei es la vanguardia payasesca de un clima predominante que no se puede realizar porque se hace política. Pero creo que las miradas de Juntos por el Cambio no están en profunda contradicción en términos ideológicos profundos. Lo que sí hay son contradicciones con la realización política de esas cuestiones porque la posibilidad de la realización política de algunas de las perspectivas de Milei les generaría conflictos muy fuertes con alguna porción de su electorado. Por ejemplo, la idea de sacarle subsidios a los empresarios que en algún momento se le escapó a Milei. Pero realmente yo creo que Milei expresa algo que tiene que ver con una emocionalidad y con las formas de manipulación electoral que en este caso surgen más espontáneamente, y que tiene que ver con la soledad de los representados. Los representados se sienten solos frente a lo que en algún momento eran radicales o peronistas y se sentían orgullosos de serlo. No todos, pero grandes proporciones del electorado se sienten solos y sienten que esos representantes los han abandonado. Entonces viene alguien gritando y les dice que los han abandonado, que son una casta, y no importa todo lo demás que diga, lo central es que los han abandonado, y ahí se genera solidaridad con el discurso de Milei. No reconstituye un lazo social: junta personas molestas, indignadas, porque han sido abandonadas por los partidos tradicionales que lideran una especie de sujeto pasivo de la política.

-Tengo la sensación de que siempre esperamos que haya un cambio y suponemos que va a ser para estar mejor. La historia reciente nos ha demostrado que eso no siempre es así. ¿Qué ves en el horizonte?

-Para decirlo como dice una estrofa de Dante Alighieri, estamos en una celda oscura. Digo, estamos inmersos en una celda oscura si uno piensa desde perspectivas inclusivas que piensan que las sociedades deben contemplar la integración del género humano. Si uno piensa que el mundo es de los ganadores económicos y que los perdedores se merecen lo que se merecen, bueno, estarán contentos. ¿Que las sociedades deben luchar contra esto? Efectivamente. Ahora, es un tiempo de reorganización de las sociedades en un momento que es, sin lugar a dudas, un fin de época. Se acabaron, porque perdieron productividad, las expectativas de cambio inclusivo y estamos en un momento de predominio muy fuerte, cultural, de estas miradas. Entonces el horizonte, para mí y para estas perspectivas, es oscuro. Lo que no quita que uno no valorice siempre la posibilidad potencial de la lucha política. En los pasillos de la carrera de Sociología siempre se cita la frase de Antonio Gramsci que a mí me parece muy pertinente para mencionar en este momento, que es "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad". Uno no puede ocultar lo que es efectivamente una noche oscura y que si uno tiene que pensar en escenarios, los escenarios no son de los más auspiciosos para esta mirada que piensa sociedades inclusivas. Sin embargo, hago una cita del Borges de "Otras inquisiciones", donde se dice que "el porvenir es irremediable, preciso. Pero puede no acontecer. Dios acecha en los intervalos". Quiero decir, la vida social no es un mecanismo de relojería. Si uno construye escenarios, para una sociedad que fue de integración, como la sociedad argentina, el panorama es oscuro. Ahora bien, uno no sabe cómo puede operar la memoria histórica de integración frente a las propuestas que irremediablemente van a venir de generación de próximas exclusiones. Porque estas miradas proponen exclusiones, porque todo se mira con una hoja de cálculo: los jubilados son un gasto improductivo, los discapacitados son un gasto improductivo, la educación pública es un gasto improductivo. Si uno ve que es posible la realización de estas miradas, también tiene que pensar que hay respuesta frente a la posible realización de estas miradas. No sabemos qué es lo que va a ocurrir. Los escenarios no son los mejores pero tampoco tenemos la posibilidad de plantear que el destino va a ser de tal o cual manera porque la vida social es dinámica. Porque además, en la vida política, para decirlo con Carlos Marx, interviene el azar, porque si no intervinieran las casualidades, la historia sería muy mística.

29/07/2016

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