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El doctor en Historia y docente de la Universidad Nacional del Comahue Enrique Mases, reflexionó sobre el discurso de Cristina Fernández luego de conocer el veredicto que la condenó a seis años de prisión y le impide ejercer cargos públicos de por vida. Señaló que dio un doble mensaje: hacia adentro, "intenta un vacío político" y "es un último llamado a que los compañeros enfrenten a la mafia sin negociar con ella"; hacia afuera, "empieza a darle contenido político a la proscripción" y considero que "si se impone esta idea hay una batalla cultural muy importante contra la derecha" porque "hay una democracia recortada que no permite que todos los ciudadanos puedan elegir y ser elegidos".
El historiador opinó que no cree que el PJ sea el actor capaz de encarnar una ruptura con el actual orden social, sino que la tendencia será a apoyar una candidatura como la del actual ministro de Economía, Sergio Massa, "que al ser políticamente correcto, puede acaparar la atención de ciertos sectores o actores de clase media". En cambio, consideró que a los movimientos sociales y algunos sectores del movimiento obrero organizado "los veo con capacidad de enfrentarse a la derecha tomando como bandera la proscripción".
Sobre la connivencia de jueces federales, el ministro de Seguridad porteño y directivos del Grupo Clarín revelada a partir del viaje a Lago Escondido, Mases sostuvo que el poder real en Argentina lo tienen los medios de comunicación y los grupos económicos, mientras que algunos sectores del Poder Judicial operan como el brazo ejecutor para garantizarles impunidad. Afirmó que lo novedoso de este caso es "la exhibición de impunidad" de cara a la sociedad, puesto que "el poder siempre se siente cómodo en el anonimato, se mueve entre bambalinas".
-Esta semana se conoció el veredicto condenatorio contra Cristina Fernández y el escándalo de Lago Escondido, y quería preguntarte ¿dónde crees que se ubica hoy el poder real en Argentina?
-Está claro que las corporaciones mediáticas y los grupos concentrados de la economía son el poder. Algunos plantean corporaciones mediáticas, grupos de la economía y la justicia. Pero para mí la justicia, o sectores del Poder Judicial, para hablar con mayor propiedad, son el brazo ejecutor. Yo no los pongo en la misma altura. A Lago Escondido fueron invitados, no fue en un plano de igualdad con los otros factores de poder. Hay una anécdota, que circuló profusamente y que creo es verdad, que cuando Néstor (Kirchner) estuvo de acuerdo en que Cristina (Fernández) sea la candidata a presidenta tuvo una reunión con (Héctor) Magnetto, que no estaba de acuerdo con esa candidatura. Entonces alguien ahí le pregunta "¿usted quiere ser presidente?" y él dijo "ese es un puesto menor". Claro que es un puesto menor, en un Estado debilitado, para estos poderes concentrados. Este poder ha ido creciendo en la medida que aumenta la desigualdad en la sociedad argentina y se debilita al Estado. Este poder, que cada vez es más poderoso, nos lleva a un concepto que lo plantea Rita Segato y que yo estoy de acuerdo, que es el de adueñarse. Segato lo hace más amplio y dice que estos sectores de poder son los dueños del mundo. Yo lo achico y digo que tenemos que pensar en esto de adueñarse porque creo que (quienes integran) ese poder se sienten dueños del país porque manejan un resorte de la economía, porque manejan la política y porque se sienten dueños. Entonces aquí aparece algo que para mí es novedoso. El poder siempre se siente cómodo en el anonimato, se mueve entre bambalinas. El poder es discreto, trata de invisibilizarse. Pero este poder hoy, de repente, se corporiza, que es todo lo contrario a esa estrategia anterior. Sale a la luz y, como ha conseguido a través de la justicia erosionar el estado de derecho, se muestra en sociedad llevando a cabo un hecho que me parece inédito por la forma, pero también por la forma de proceder del poder anteriormente, que es la exhibición de impunidad. Con el affaire de Lago Escondido, da una muestra muy clara de una exhibición de impunidad. Han dejado de ser discretos y eso me parece novedoso o terriblemente original respecto de su relación con la sociedad.
-Pero esos chats surgieron de una filtración.
-Es tan sospechoso todo, tan vidrioso, que ni vos ni yo podemos aseverar si estos chats vieron la luz por un hackeo, vieron la luz como fruto de una interna entre en (Mauricio) Macri y (Horacio) Rodríguez Larreta, o vieron la luz por un choque que no alcanzamos a dimensionar entre La Nación y Clarín.
-Pienso que fue Cristina Fernández, en su discurso posterior al veredicto, quien puso énfasis en nombrar a Magnetto. Lo entendí como un acto en contraposición a esto que decís de que el poder busca ocultarse.
-Estoy de acuerdo pero la subterraneidad que el poder siempre tiene no tuvo empacho en los jueces, en los actores, en armar un chat entre sí. Son lo suficientemente inteligentes y perspicaces para saber que puede haber alguna filtración en todo esto. Sin embargo, lo llevaron adelante porque en los mismos chats ellos plantean la salida de impunidad. No están asustados por las posibles sanciones sino que están orquestando cómo construyen esa impunidad. Creo que ese poder subterráneo hoy se corporiza, el ciudadano común hoy lo visualiza.
-¿Qué lectura hacés del discurso de Cristina?
-El discurso apunta hacia adentro y hacia afuera. Hacia adentro, casi intenta un vacío político. Es decir, intenta mostrar la soledad de Cristina. Pero también es un último llamado a que los compañeros enfrenten a la mafia sin negociar con ella. En la reunión en Ensenada, después de su discurso, está planteando esto: "muchachos, hasta acá". El cantito "si la tocan a Cristina qué quilombo se va armar" lo vienen tocando hace diez años. Me parece que creó hacia adentro un vacío político con la idea de decir "háganse cargo". Y hacia afuera me parece muy interesante la jugada de Cristina porque empieza a darle contenido político a la proscripción. La proscripción empieza a aparecer como un tema recurrente en la misma historia del peronismo. Condenada injustamente, su derrotero político de aquí en más va a estar muy emparentado a otros derroteros políticos que la derecha ejerció sobre otros liderazgos políticos, incluido el de Perón. Nuevamente la proscripción aparece como una nota importante en la historia del peronismo. Creo que Cristina va por ahí e intenta darle volumen a la proscripción. Si se impone esta idea hay una batalla cultural muy importante contra la derecha.
-¿Darle volumen implica trasladar su capital político al candidato que ella designe?
-No tanto en candidatos, sino, me parece, en actores sociales. Por un lado, con Cristina sinónimo del peronismo proscripto, se genera una inestabilidad política importante como fueron, no sé si en la misma dimensión, los 17 años de la proscripción del peronismo, porque hay una democracia recortada que no permite que todos los ciudadanos puedan elegir y ser elegidos. Pero, además, empieza a haber para los candidatos -aún los propios- en la elección que viene, una ilegitimidad de raíz porque más allá que van a ser votados en una compulsa electoral, al no poder participar una de las figuras más destacadas de la política, le va restando legitimidad a ese proceso. ¿Cuál va a ser la reacción ante la proscripción? Sinceramente, no creo que el partido político, el justicialismo, tenga una actitud principista. No creo que patee el tablero. Es más, creo que algunos sectores del PJ van a empezar a pensar en un cristinismo sin Cristina, como un peronismo sin Perón. Pero hay otros estamentos del peronismo que sí los veo con capacidad de enfrentarse a la derecha tomando como bandera la proscripción. En esto coincido con el análisis de (la rectora de la Unco) Beatriz Gentile, en que para nosotros son dos los sectores principales: los movimientos sociales y algunos sectores del movimiento obrero organizado. Ahí sí creo que puede haber una reacción que pueda, de alguna manera, ser un revulsivo.
-¿Cómo sería ese proceso?
-En el primer caso, el PJ y otros partidos políticos afines, creo que pasarán a elevar la candidatura de (Sergio) Massa, por ejemplo. Que, incluso, al ser políticamente correcto, puede acaparar la atención de ciertos sectores o actores de clase media. Pero está claro que no va a haber una ruptura con el sistema, en referencia a la mafia judicial o el enfrentamiento con el poder real. Ese sería un escenario de mantener el status quo donde se desdibujaría también la propia razón de ser del peronismo, que es la de erosionar la desigualdad. En el segundo caso, creo que tanto los movimientos sociales como estos sectores gremiales del peronismo pueden tener posibilidades de recuperar la esencia del peronismo. Es decir, ser disruptores, intentar modificar el escenario sin salirse del sistema capitalista. El accionar de la justicia es un accionar que algunos califican de mafioso, otros de inmoral, pero lo que está claro es que hay una profunda crisis moral en sectores políticos, económicos y básicamente en la justicia, y que de alguna manera, todos estos sectores abrevan en la derecha. Ahora, ¿cuál va a ser la estrategia para llevar a cabo esa misión de reconstruir el estado de derecho, recuperar la democracia, la recuperación moral y combatir la desigualdad? Yo creo que hay tres caminos, dos de los cuales que están vedados. Uno: la redención moral ante esta crisis de valores del propio sistema no puede ser como en los ‘70, cuando los jóvenes creyeron que a sangre y fuego podían construir un orden más justo y una sociedad más igualitaria. Tampoco les resultaría útil a quienes quieren reconstruir esto recurrir a la nostalgia porque es una forma estática de recrear un pasado venturoso que a la vez es incapaz de poder reproducirlo. Me queda la tercera, que me parece que es el arma más eficaz, que es la memoria. Recuperar la memoria, recuperar la verdad y, como dicen las Madres de Plaza de Mayo, recuperar también la justicia. Si la nostalgia es estática, la memoria es disruptiva y entonces puede haber la posibilidad de patear el tablero y modificar el sistema. Además, me parece que la memoria puede jugar un rol tan importante como el de construirse como un antemural, en términos ideológicos, a la pretendida revolución de la derecha , que ofrece un futuro pero un futuro que no es más que volver a la recreación de un pasado sangriento.
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