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El candidato a rector de la Universidad Nacional del Comahue por la agrupación "Pensar la Unco", Andrés Ponce de León, bregó porque se vuelva a convocar a una asamblea universitaria, después de nueve años, al entender que "hay aspectos centrales de la vida universitaria que tienen que ser debatidos en ese espacio", con el fin de que "pensemos cómo queremos que sea la universidad de los próximos 50 años".
El actual decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Fadecs) admitió que no estaba en sus planes ser candidato y que la propuesta "me llega de rebote" luego de su gestión de la facultad luego del conflicto de 2017.
Ponce de León, que es acompañado en la fórmula por la docente de la Facultad de Informática, Lidia López, dijo a que "la educación a distancia y la informatización de todos los procedimientos son un desafío inmediato". Sobre el déficit estructural de la Unco sostuvo que Comahue "merece esa reparación" histórica y agregó que su idea es continuar con ese reclamo.
Respecto de la relación con los gobiernos locales y provinciales, aseguró que "nuestra intención es mantener ese vínculo, afianzarlo y que crezca lo más que se pueda" y enfatizó que "no solamente para pedir fondos a las provincias sino también para plantear demandas que las tienen hacia nuestro espacio".
-¿Cuáles son los ejes principales de trabajo que intentará llevar adelante si es elegido rector de la Unco?
-Básicamente lo que nosotros definimos son cuatro líneas estratégicas que entendemos para lo que es el gobierno de una institución tan compleja como es esta universidad. Nosotros somos un grupo decanos, decanas y directores de asentamientos que de alguna manera lo que nos ha funcionado es lo que queremos trasladar a la universidad. Queremos armar equipos de gestión para llevar adelante cualquier línea de cualquier política universitaria. Cuando hablamos de equipos hablamos de coordinación, de que haya liderazgos funcionales, que haya orientación política de las acciones pero no pensar en que una sola persona pueda llevar adelante esto. El segundo lineamiento tiene que ver con la participación, que si bien es un término muy vapuleado, entendemos que en la vida universitaria nuestra estructura de gobierno, de co gobierno, es participativa y entendemos que hay que dar lugar a que cada uno de los claustros pueda tener un espacio para poder definir los lineamientos y los proyectos de trabajo. Lo que vamos escuchando de los distintos actores que conforman la universidad es el pedido del llamado a asamblea universitaria. Hace nueve años que no se convoca, entendemos que hay aspectos centrales de la vida universitaria que tienen que ser debatidos en ese espacio. Esto lo digo y me asusta pero hay que sostener esos espacios que hacen a la estructura de funcionamiento de la universidad. Después lo que vamos viendo en las distintas unidades académicas es que cuesta mucho convocar gente para que ocupe los espacios de los consejos directivos, en listas del Consejo Superior. Incluso hay facultades donde costó mucho que aparezcan candidaturas a los decanatos porque hubo mucho desgaste en la época de la pandemia entonces nuestra intención es motorizar esos espacios. El tercer eje tiene que ver con la integralidad, en cuanto a la distancia al ser una universidad regional, y que la distancia entre sedes no sea un factor que genere desigualdad. Tratar de no repetir el centralismo en el espacio universitario y que estar lejos de la sede central no sea algo que obstaculice. El cuarto eje es el futuro. Acabamos de cumplir 50 años, entendemos que hay que hacer una revisión de todo nuestro sistema de funcionamiento para pensar cómo queremos que sea la universidad que se viene, la Unco venidera. La pandemia nos deja una clara demanda de la población de las carreras a distancia, que no tenemos y que hay que empezar a pensar cómo vamos a promover el surgimiento de carreras en el marco de una universidad pública. Estamos pensando en carreras a distancia en modalidad gratuita.
-Me gustaría que amplíe dos cosas que dijo: hace nueve años que no se reúne la asamblea universitaria y hay un fuerte desinterés por ocupar cargos directivos. En contraste, ¿de dónde surge su ambición de ir por el rectorado?
-Si mal no recuerdo, hacer una asamblea, y estoy hablando de una universidad regional, costaba 2 millones de pesos en 2018. Era algo costosísimo porque tenés que trasladar a Neuquén a los directivos de Bariloche, a los de Viedma... Todos los asentamientos tienen que estar presentes y eso es algo oneroso. Ese fue uno de los obstáculos, entiendo, por los cuales no fue convocada. Frente a eso uno puede pensar que hay decisiones políticas que lo promueven más o menos. Nosotros nos encontramos con que hay demanda de cada uno de los sectores con los que nos vamos cruzando de que la asamblea se realice porque es modificar nuestra carta magna, repensarla y tomar decisiones que hacen a la vida universitaria. Hay una normativa y creo que se debería convocar al menos una asamblea por año. La pandemia creo que nos metió para dentro en todos los ámbitos de la vida. El aislamiento no fue solamente una cuestión de cuidado sino que todavía estamos midiendo las consecuencias de haber estado tan encerrados. Eso en la vida universitaria tiene esta consecuencia que vamos viendo por situaciones de conflicto pero además por falta de pasillo universitario. El pasillo es lo que moviliza a la participación y no tuvimos pasillo en estos dos años. Algunas facultades donde ha costado que aparezcan candidaturas a los decanatos, creo que tiene que ver con niveles de conflictividad y de tener ganas o no de hacerse cargo de situaciones que son difíciles de conducir. Pero hace un mes atrás nadie hablaba de elecciones. Sin embargo, una vez que aparecimos los candidatos y demás, se llena de vuelta el pasillo. O sea que el espíritu de participación lo tenemos los universitarios.
-¿Y su interés de ser rector de dónde surge?
-Varias veces me habían preguntado, no estaba en mis planes. Este grupo de decanos y decanas que nos conformamos en algún momento en realidad pensábamos apoyar la candidatura de la decana de Economía, Mariela Martínez, que después decidió no aceptar la propuesta. Ahí el grupo me hace la propuesta a mí. De alguna manera me llega de rebote. Como surge de un espacio de compañeros que en estos dos años trabajamos muy codo a codo, entonces es un grupo en el cual nos respetamos mucho porque nos hemos visto en una situación de emergencia muy difícil, muy particular que nos tocó vivir, entonces para mí fue muy halagador que los compañeros de trabajo me propongan. Me tomé mi tiempo para pensarlo, hablar con referentes que uno respeta para tomar una decisión, y lo acepté en términos de desafío. No te voy a decir que por momentos no me arrepiento o no me asusta, pero ya puesto en el baile la idea es seguir. Ahora me está pasando, una vez que uno hace pública la candidatura, cosas que refuerzan esa idea de aceptar el desafío porque van llegando apoyos. Yo me hice cargo de la facultad después de un conflicto muy largo en 2017, que estuvo tomado seis meses el decanato. Me tuve que hacer cargo por ser el consejero más viejo en una facultad con un nivel de conflicto muy alto, de mucho quiebre en las relaciones personales. Con mucho orgullo estamos entregando hoy una facultad que está funcionando, que creció y que pudo sobrellevar un momento de mucha crisis. De alguna manera se me reconoce esa capacidad de gestión, que entendemos es lo que estamos ofreciendo como espacio a la gestión de la universidad.
-La actual conducción viene planteando desde hace años el problema del déficit estructural y han impulsado un proyecto de reparación histórica. ¿Los preocupa este tema? ¿Tienen alguna estrategia para abordarlo?
- El planteo de reparación histórica lo comparto. La Universidad en los últimos seis años de gobierno, sobre todo en los cuatro años del macrismo, ha sido muy castigada presupuestariamente. Seguimos casi manejándonos con un presupuesto apenas modificado en 2021, pero que venía de 2016. Estoy al tanto de las gestiones de Gustavo Crisafulli al nivel del ministerio y la Secretaría de Políticas Universitarias y lo hemos acompañado en ese plano. Creo que Comahue merece esa reparación y la idea nuestra es continuarla. De hecho, ya tenemos contacto a nivel de los distintos ministerios. En los últimos dos años ha empezado a haber una línea de gestión muy valiosa. Pienso en Jaime Perczyk, el actual ministro de Educación que era el anterior Secretario de Políticas Universitarias. Nosotros tenemos vinculación desde los distintos consejos en los que participamos.
-¿Tienen la intención de profundizar los vínculos con los gobiernos locales y provinciales?
-En general Comahue tiene buena vinculación con los dos gobiernos provinciales, que tienen líneas partidarias distintas. Eso lo han tenido las distintas gestiones y no excluyo a Gustavo en esto. En nuestro caso, ya hemos hecho las presentaciones con los dos gobiernos provinciales en el sentido de que nuestra intención es mantener ese vínculo, afianzarlo y que crezca lo más que se pueda. Tenemos como mayor demanda, es lo que nos pasó a nosotros, lo que es el gobierno de la provincia de Río Negro tiene como más demandas hacia la universidad del Comahue. Pueden estar justificadas o no, pero nuestra idea es que esas demandas se puedan seguir trabajando y que pueda haber apoyo en esa vinculación. No creo que sea ni siquiera situacional. Esta universidad siempre ha mantenido vínculos con las provincias y eso es parte de de nuestra vida, de la vida regional. Puede haber algún momento de mayor enojo de alguna situación a veces hasta partidaria que pueda dañar ese vínculo, pero si uno va al gobierno provincial, cualquiera de los dos, y entras a una oficina, te encontrás con un graduado de la Unco. Desde ese lugar las puertas se abren y es gente que tiene puesta la camiseta de la Unco. No es algo que sea preocupante. Hay que hacer que ese vínculo crezca, no solamente para pedir fondos a las provincias sino también para plantear demandas que las tienen hacia nuestro espacio. Es lo mismo que hacemos al nivel de las intendencias donde estamos asentados. La universidad es muy querida en todos esos espacios porque siempre hay una vinculación que fue satisfactoria, que generó un buen recuerdo de lo que hicimos.
-La universidad está celebrando sus primeros 50 años, ¿qué se pone en juego en esta elección con respecto a los años que vienen?
-Creemos que es momento de repensar la Unco venidera, que tengamos un espacio, y ahí es donde incorporamos esta necesidad de la asamblea donde tenemos que revisar nuestra carta magna, que tuvo modificaciones sucesivas pero es un estatuto que fue pensado para una universidad pequeña comparada con la extensión que tiene hoy y con la cantidad de gente que la transitamos, entonces se merece que pensemos cómo queremos que sea la universidad de los próximos cincuenta años. Es ahí donde creo que el tema de lo tecnológico tiene que ser un sello distintivo. La tecnologización de todos los sistemas de trabajo, de alguna manera, ha sido uno de los fundamentos por el cual elegimos como grupo nuestra compañera de fórmula, que es una docente especialista en el área de Informática y Sistemas, que es la profesora Lidia López. Yo soy trabajador social y creo que esta Unco venidera es una universidad donde la educación a distancia y la informatización de todos los procedimientos son un desafío inmediato.
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