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Entrevistas
12/11/2021

Fiscal propone romper la mirada “adultocentrista” del derecho penal

Fiscal propone romper la mirada “adultocentrista” del derecho penal | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Germán Martín, titular de la fiscalía especializada en delito penal juvenil de Neuquén, presenta hoy su libro "Ni menores, ni jóvenes, ni conflictivos, ni locos". Criticó la “imposición de la agenda criminal bonaerense y porteña a todo el país”.

Laura D' Amico

El titular de la fiscalía especializada en delito penal juvenil de Neuquén, Germán Martín, lanzó un libro titulado "Ni menores, ni jóvenes, ni conflictivos, ni locos", donde propone un criterio distinto al "adultocentrismo" que caracteriza al derecho penal a la hora de abordar a niños y adolescentes que han cometido algún delito.

"Yo prefiero lo no punible porque la pena a esa edad no serviría, pero no porque sean inimputables", aseguró en una entrevista con Va Con Firma, y contó que tomó herramientas del feminismo de los años '60 para derribar la mirada masculina y adulta del derecho penal, con el propósito de "generar una epistemología propia de lo que hacemos".

El título hace referencia a "algunos de los eufemismos que se suelen usar para hablar de adolescentes acusados de haber cometido un delito", que " terminan connotando o encubriendo otras cosas". En su lugar, y con una mirada interdisciplinar, propone hablar de "niños, niñas y adolescentes y su relación con la cuestión penal".

La obra, que fue presentada en octubre en la Feria Internacional del Libro de Neuquén, se compone de una serie de "artículos académicos pero no técnicos, no necesariamente jurídicos", que fueron pulidos durante la pandemia. La mirada "es más interdisciplinaria, no es normativa. Se nutre del psicoanálisis, de la antropología, de la criminología, la sociología, del proceso penal. Es un texto complejo en las fuentes que tiene, pero de muy sencilla lectura", aseguró.

Con un prólogo de Mary Beloff, docente, abogada por la Universidad Nacional de Buenos Aires, y Máster en Leyes por la Universidad de Harvard, está disponible en librerías jurídicas del país y en la plataforma Mercado Libre. Además, será presentada hoy a las 19 por Zoom.

-El título del libro define lo que no son estos niños que cometen delitos. ¿Cuál sería una definición positiva? ¿Qué es lo que sí son?

-La promoción de la Convención de los Derechos del Niño en los años '90 dejó claro por qué no (hablar de) menores. Decirle a un niño menor era decirle varias cosas. Había niños y había menores. Ese menor estaba cargado de una connotación peyorativa. Si era menor es porque había cometido un delito, había estado vulnerado en sus derechos, o había sido abandonado. En ese momento se decía abandono moral o material. Después, como un eufemismo de transición, se empezó a usar "jóvenes en conflicto con la ley" para no usar "pibes que cometen delitos". Entonces discuto un poco eso. No están en conflicto con la ley y mucho menos con la ley en general. De última que le pongan ley penal como para acercarlo un poco.

Lo otro es que Argentina, fundamentalmente, creo que por una tradición anglosajona, usa la palabra juvenil o joven y tampoco me gusta, y lo planteo en el libro por varias cuestiones. Primero, porque adultiza. La categoría juvenil trasciende los 18 años y nosotros trabajamos con chicos menores de 18 años. Además no representa el impacto de la adolescencia en la vida de los chicos, en términos de impacto biológico pero también impacto psico sociológico que genera la adolescencia. Para mí lo mediático tiene efectos muy nocivos, muy tóxicos. Cuando hablan de jóvenes que cometen delitos generalmente se trata de personas adultas y eso impacta en la seguridad subjetiva de la persona, en la percepción, pensando que son pibes y en realidad son adultos.

-¿Y la idea de relacionarlos con los locos es una forma de desresponsabilizarlos?

-Eso es una crítica fuerte al derecho penal de adultos y ahí empezamos con el otro tema del libro. El derecho penal de adultos ubica a los adolescentes en una categoría cercana a la salud mental y hablan de inimputables, de inmaudurez. Los emparenta permanentemente con los locos. Locos en términos de Dolina, no quiero ser peyorativo con las cuestiones de salud mental. Pero la categoría que utilizan para el delito adolescente es la misma que la que usan para la salud mental. Y (los niños) tampoco son locos, tampoco no piensan, tampoco no tienen discernimiento y todo ese tipo de cosas. Son personas en desarrollo pero completas en su momento. Con lo cual toda la discusión sobre la punibilidad no es una discusión en términos de si entienden o no entienden, sino en términos de si es positivo o no. Si sirve o no. Yo parto de la idea de que un adolescente es una persona de 14 o 15, no punibles, o de 16 o 17, punibles, pero son personas totalmente racionales. Obviamente con el impacto de su nueva realidad física, con rupturas con el mundo adulto, que en la concepción del adolescente se ubican en la transgresión. Pero son personas razonables.

-Se los desresponsabiliza y se sigue sin conocer las causas de por qué actúan como actúan.

-Aun quienes defienden la inimputabilidad en términos de despenalización. Tiene un costo de patologización muy grande eso. Entonces yo prefiero lo no punible porque la pena a esa edad no serviría, pero no porque sean inimputables. Esto es una pelea que tiene la gente de salud mental con cuestiones graves. Por ejemplo, que haya juicios para esquizofrénicos. Que haya un momento en que alguien le diga qué pasó. Hay un caso muy famoso de Althusser, de alguien que mató a la mujer y dice "por lo menos déjenme decir por qué la maté". Aun en el no punible hay una necesidad de no patologizar y dar la oportunidad de decir, de hablar. Otra idea muy fuerte en el libro es la distinción entre responsabilidad y castigo. Para el derecho penal de adultos es una línea casi automática, permanente, y yo pienso que se puede romper esa seriación. Que puede haber responsabilización sin castigo. Y digo que la cárcel está llena de castigados irresponsables. Responsables me refiero a cuando se hacen cargo del hecho, de las acciones. Significa implicancia real y no excusatoria en la acción; significa la posibilidad de dimensionar el daño causado; significa posibilidad, oportunidad o ganas de reparar ese daño cuando puede ser reparado; y responsabilidad en términos de no reiteración de la conducta delictiva. Es un concepto complejo, más vinculado a la responsabilidad subjetiva del psicoanálisis que a la jurídica objetiva.

-¿En el libro hay algún texto propositivo? ¿Cómo debe ser el abordaje con estos niños?

- Es un libro más bien teórico, que busca romper con una tradición. Lo que yo planteo como novedad y tomando las herramientas del feminismo de los años '60, es que el derecho penal se ha construido adultocéntricamente. No solo androcéntricamente. Está pensado como un adulto varón. Seguir aplicando este derecho penal, aunque tengamos órganos específicos y especializados, parece más de lo mismo. Entonces busquemos la verdadera epistemología de lo que hacemos. También marco la diferencia con muchas corrientes feministas de los '90 que plantean una deconstrucción del derecho penal y terminan abrazándolo y legitimándolo muy fuertemente. Yo quiero usar las herramientas de ese feminismo para denunciar al derecho penal como una construcción adultocéntrica, pero no para legitimarlo y expandirlo. En el libro digo que han aparecido en los últimos años unas voces disidentes que ya se desencantaron del derecho penal o que siempre pensaron que el derecho penal no era la respuesta para los problemas del patriarcado. Entonces, las herramientas son parecidas pero yo termino tratando de generar una epistemología propia de lo que hacemos y no abrazar y expandir el derecho penal.

-¿Cómo estuvo la situación en Neuquén, en relación a niños que cometen delitos, durante la pandemia? ¿Hubo algún cambio?

-Sí. El delito adolescente es fundamentalmente expresivo, como dice (Esteban) Rodríguez de Alzueta. Es un delito público, callejero, de circulación. Es muy violento y torpe también. Por lo cual todo lo que fue seguridad sanitaria, que casi restringió casi a cero la circulación y el espacio público, del delito adolescente bajó claramente. El delito adolescente tiene que ver con un "robar para ser", con un robar por identidad, no con un "robar para tener". Entonces la seguridad sanitaria, restringiendo la circulación, bajó fuertemente el delito contra la propiedad. Lo que tenemos ahora es mucha complejidad en el delito sexual en la adolescencia, que eso obviamente la seguridad sanitaria no solo no lo impacta, por ser en un ámbito privado, sino que hubo mucha más visibilización y muchas más denuncias. Hoy casi está emparejando al delito contra la propiedad, que era el tradicional del adolescente.

-El diputado mendocino de Juntos por el Cambio, Luis Petri, presentó esta semana un proyecto para bajar la edad de imputabilidad, a raíz del crimen de un kiosquero en La Matanza. Estos reclamos suelen surgir cuando falta poco para una elección. ¿Sirven para algo estas iniciativas?

-Es una propuesta demagógica e irresponsable. Y es perversa en el sentido de enancarse en el dolor ajeno. La muerte en general y la muerte de este muchacho me parece que es una tragedia enorme. Tenemos el problema del porteñocentrismo mediático y la seguridad mediática en términos de visibilización. Esto ha tenido más visibilización que las muertes nuestras, porque acá también se matan kiosqueros, aunque no importa (dónde haya ocurrido). Hay cierta imposición de la agenda criminal bonaerense y porteña a todo el país. Ese es el primer problema. Pero después, cuando estas propuestas son individuales, personales, veo demagogia y perversión. Son momentos donde la comunidad tendría que estar al lado de estas personas, momentos de reflexión, de empatía con el dolor de las víctimas. Aprovechar esto para hacer un discurso me parece perverso, no encuentro otra cuestión.

29/07/2016

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