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24/05/2021

La protesta social “no logra mellar la hegemonía del MPN”

La protesta social “no logra mellar la hegemonía del MPN” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: laizquierdadiario.com

La socióloga Anabel Beliera analizó el impacto que tuvo el último conflicto de Salud y afirmó que la conflictividad no se traslada a los escenarios electorales.

Laura D' Amico

La socióloga y Doctora en Ciencias Sociales Anabel Beliera, del departamento de Docencia e Investigación en el hospital Castro Rendón, hizo un análisis del último conflicto en Salud y señaló que en "una característica de lo que pasa en la provincia es que hay mucha conflictividad social que no se canaliza por los canales electorales" y remarcó que existe un "gran campo de protesta, que no repercute en el sistema político, no logra mellar la hegemonía del MPN".

En diálogo con Va Con Firma Beliera, quien es egresada de la Universidad Nacional de la Plata, sostuvo que "tal vez esa disputa se da hacia adentro del partido gobernante en la materialización de distintas listas pero no surgen otros partidos con la fuerza suficiente para disputar esa hegemonía", al ser consultada por los costos que pagará el gobierno por haber dejado avanzar el conflicto.

Describió que "la historia sindical del sector de salud tuvo muchos vaivenes y muchos hitos en el proceso de configuración de estas identidades" y haciendo un recuento histórico sostuvo que "el conflicto de 2005 tiene muchas similitudes con lo que pasó este año", al tiempo que indicó que "la pandemia es un evento crítico que viene a dejar al desnudo cosas que estaban pasando subterráneamente".

Beliera es autora del libro "Lo sindical en su multiplicidad: Trabajo, profesiones y afectos en el hospital" (Miño y Dávila, 2019), una adaptación de su tesis doctoral donde investiga el sistema de salud de Neuquén.

-¿Cómo se configuró el escenario actual donde hay cuatro sindicatos que representan a los y las trabajadores de la Salud de Neuquén?

-La historia sindical del sector de salud tuvo muchos vaivenes y muchos hitos en el proceso de configuración de estas identidades. En relación a determinadas huelgas se produjeron algunas fragmentaciones que luego se consolidaron. Si uno tuviese que citar un momento de surgimiento de la dinámica sindical post dictadura, uno podría referenciar los años entre 1989 y 1991, que es donde se consolida primero Suten y luego ATE como trabajadores estatales, y los trabajadores de salud participan como un sector más dentro del gran colectivo. Simultáneamente, el Hospital Castro Rendón, que es el de mayor complejidad de la provincia de Neuquén y el que más trabajadores emplea, tiene como una dinámica sindical propia. Por ejemplo, los orígenes del Siprosapune uno los puede referenciar en el Castro Rendón, en donde surge una asociación de profesionales del hospital como una asociación civil, sin personería gremial, con la intención de representar los intereses de este colectivo de profesionales pero también con una fuerte apuesta por la salud pública, por garantizar los derechos de accesibilidad de la población, etc., en el marco de la transición democrática. Muchos de los profesionales que estaban nucleados en la asociación profesional eran afiliados a ATE y eso fue así durante mucho tiempo. En los inicios de los ‘90 la dinámica sindical fue justamente muy dinámica, y un primer mojón de quiebre se puede situar en el ‘98, cuando el Estado provincial decide dar un aumento salarial solamente al sector profesional. Ahí se genera una primera ruptura entre los profesionales los no profesionales, los técnicos y operativos del sistema de salud, porque genera una tensión donde los profesionales se ven beneficiados de un aumento que no es generalizado. La asociación de profesionales lo rechaza como colectivo pero, en definitiva, eso genera una fragmentación dentro de ATE. Desde entonces siempre hubo una oscilación entre momentos de mayor acercamiento y mayor distanciamiento pero siempre estuvieron nucleados en ATE. Eso se terminó de romper en 2005, que hubo un conflicto sindical muy grande, donde también hubo un colectivo de autoconvocados.

-¿Cómo fue ese conflicto?

-El conflicto de 2005 tiene muchas similitudes con lo que pasó este año. También hubo un gran colectivo de trabajadores que se organizó como autoconvocado, muchos de ellos afiliados a ATE pero en desacuerdo con la conducción. En el Castro Rendón hay una junta interna del gremio y hay distintas listas que se disputan esa conducción. Muchos de los que en 2005 se organizaron como autoconvocados habían estado dentro de una de las listas que había en ese momento, que era la Granate, que había conducido la junta interna, luego la perdió, y hubo mucha conflictividad con la conducción provincial del gremio. Si bien salud estaba dentro de ATE, hubo ahí una oscilación porque el sector de salud estuvo dirigido por conducciones opositoras a la conducción provincial. En la huelga de 2005 hubo algunas fragmentaciones en distintos sectores, marcada muy fuerte por la cuestión de los profesionales los no profesionales, y terminó cristalizando fragmentaciones que se venían arrastrando de antes. Ahí se crea Siprosapune como sindicato y en 2009 se crea el Sindicato de Enfermería del Neuquén.

-¿Por qué el SEN y el Siprosapune no logran tener la personería?

-Esto tiene que ver con la regulación nacional. La ley de asociaciones sindicales establece dos tipos de inscripción, la simple inscripción gremial y luego la personería gremial. El Estado argentino reconoce para cada rama de actividad un único sindicato. El que logra tener la mayor cantidad de afiliados es el sindicato con el que el Estado dialoga, salvo en el Estado. El Estado tiene una regulación especial, es la única rama de actividad que admite más de un sindicato representativo, que en la mayoría de las dependencias estatales son  ATE y UPCN y de ahí surgen los representantes paritarios. Lo que sucede es que hay una posibilidad de que surjan múltiples sindicatos, a diferencia de otras ramas donde la disputa se da hacia adentro, porque es más fácil disputar la conducción que crear un sindicato. En el Estado no está en vigencia la condición de tener que ser el mayoritario porque se aceptan muchos. Entonces con tener la personería jurídica de sindicato uno entraría en la negociación, aunque tenga un afiliado. En Salud han surgido organizaciones sindicales nuevas que buscan representar a un colectivo de trabajadores menor, por ejemplo, solo a los de enfermería, y se han inscripto como sindicatos en el Ministerio de Trabajo de Nación. Entonces todos los sindicatos comienzan con la simple inscripción gremial y teniendo un porcentaje de los afiliados podrían demandar la personería jurídica como sindicato. El tema es que ahí empieza a jugar la trama política en la que participan estos sindicatos. Lo que demanda Siprosapune es que ellos tienen las condiciones para tener la personería jurídica hace mucho tiempo pero no se la dan. Lo mismo el Sindicato de Enfermería.

-El conflicto de este año no está entonces desanclado de esta serie de hitos, donde la disputa por la masa salarial está siempre en el centro. ¿Qué particularidad tuvo esta vez?

-Creo que la pandemia es un evento crítico que viene a dejar al desnudo cosas que estaban pasando subterráneamente y que ahora se vuelven visibles, justamente, por la criticidad del momento. Se viene de un año muy demandante para los trabajadores de salud, con muchísimo agotamiento, con muchísima exigencia, con muchas dificultades para gestionar cotidianamente el nivel de demanda que se generó, con frustración, con malestares, con dificultades en la organización de los equipos. Todo eso hizo que al interior de los hospitales surjan conflictos. En el marco de ese momento de mucha exigencia, la demanda salarial, entendida en esta clave histórica de que va de la mano de la demanda de presupuesto y de otras cosas del sistema de salud, se volvió más legítima o más visiblemente necesaria. Hubo mucho malestar entre las distintas organizaciones sindicales porque la dirigencia de ATE, acordó un aumento con el que hubo muchísimo descontento entonces surgieron malestares desde abajo, en un año donde venían sin la posibilidad de tomarse licencia por vacaciones, mucho estrés, muchos problemas vinculados con la asistencia cotidiana. Se sumó el malestar con la dinámica gremial y surgió esta organización que un poco puso en tensión la estructura interna del sindicato y el cuestionamiento a la dirigencia. Los dirigentes de ATE se vieron empujados a tener que demostrar su fuerza en la calle y haciendo base en otros sectores del Estado porque evidentemente dentro de Salud los conflictos no le daban para salir a mostrar fuerza propia.

-De todos modos se mantuvo el pacto del gobierno con la burocracia sindical.

-Se dio una situación muy paradójica. De tan crítica la situación, deja al desnudo un montón de dinámicas que forman parte de las negociaciones en salud. Esta situación en la que los conflictos se extienden por largos periodos de tiempo, sin ser convocados para una mesa de negociación, tampoco es nueva. Sucedió en el 2005, en el 2011, en el 2017. También el conflicto tiene una característica, y es que al ser funcionarios del gobierno los que tienen que mediar la relación salarial pero a la vez ocupan el rol de empleador, hace que los conflictos se extiendan más porque en algún punto no hay mediación. No hay un actor externo. La negociación tripartita entre Estado, empleador y empleado no está porque el Estado es mediador a la vez que es empleador. Eso hace que se extiendan mucho los conflictos.

-¿Qué costo paga el gobierno por haber dejado que el conflicto avance y por la manera de resolverlo?

-Me parece que el conflicto de los trabajadores de salud tiene y tuvo mucha legitimidad. Muchos de los cortes se pudieron sostener porque hubo mucho apoyo de la comunidad, de las organizaciones sindicales, de la comunidad mapuche. Distintos actores políticos y sociales que participaron. No sé cómo impactará a nivel del gobierno pero creo que muchas de las demandas que se colocaron son legítimas socialmente y seguramente tendrá consecuencias para la sociedad, de cómo se lee la situación del sector de salud, y también creo que hay mucha preocupación por la coyuntura de pandemia. Que se haya negociado de esta forma terminó generando mucha incomodidad, frustración y malestar, en un contexto donde los trabajadores de salud vuelven a estar muy demandados por la asistencia sin haber podido dialogar con los empleadores cuáles son las condiciones en las que se va a trabajar, que incluye lo salarial pero no solo eso.

Cuánto impactará en el gobierno no lo sé. Es sorprendente cómo se van armando y desarmando las tramas y a pesar de la conflictividad las cosas parecen como volver a un riel donde no sé si hubo tanto costo, incluso en términos de gestión del ministerio de Salud. En otros conflictos menores, como de Educación, tal vez hay más movimientos. Quizás por la crisis que implica la pandemia, el contexto opera para los dos lados: para que sean más difíciles los conflictos y para que más rápido se vuelva (a una normalidad).

-¿Crees que ese malestar se traduce electoralmente?

-Me parece que una característica de lo que pasa en la provincia es que hay mucha conflictividad social que no se canaliza por los canales electorales. Es una provincia con muchos ejemplos de colectivas que han tenido impacto incluso a nivel nacional y que no se traducen en el sistema político a nivel local. Tal vez esa disputa se da hacia adentro del partido gobernante en la materialización de distintas listas pero no surgen otros partidos con la fuerza suficiente para disputar esa hegemonía. Es llamativo que por fuera del sistema político hay una conflictividad muy marcada, con el sindicato docente, con los trabajadores de salud, en su momento con los trabajadores desocupados, las organizaciones territoriales, Zanon. Algunos investigadores locales, como Ariel Petruccelli y Fernando Aiziczon lo llaman como un gran campo de protesta, que no repercute en el sistema político, no logra mellar la hegemonía del MPN. Parecen cosas que se terminan materializando en la interna del partido.

29/07/2016

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