Entrevistas
12/04/2020

“El aprendizaje de estos días cambiará muchas cosas de nuestros mundos”

“El aprendizaje de estos días cambiará muchas cosas de nuestros mundos” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Jorge Luis Pellegrini es psiquiatra y escritor. Muchos lo conocen por ser un pionero de la desmanicomialización en Argentina, otros como el escritor de “Gerónima”. Muchos más por su trabajo constante en la Salud Pública en diferentes provincias. Le preguntamos sobre la pandemia y sus alcances clínicos y sociales.

Fernando Barraza

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Sin lugar a dudas a muchas de las personas que están por leer esta entrevista, el nombre de Jorge Luis Pellegrini les sonará y mucho. Cualquiera de las actividades profesionales que ha llevado a cabo en los últimos 45 años este médico especialista en psiquiatría, activo gestor de la Salud Pública desde lo institucional y además escritor, han traído consigo un sinfín de repercusiones sociales y humanas que, ahora que vamos a leerlo, seguro más de uno re-editará.

En nuestra región, la norpatagónica, de seguro se lo recordará más porque, como jefe del servicio de Salud Mental del Hospital de General Roca, desde aquí nomás, desde cerca de nuestras casas, hizo que el statu quo de la psiquiatría argentina se sacuda durante los últimos años de la década de los años ochenta del siglo pasado, y los primeros de la siguiente, al teorizar y luego llevar a cabo un sólido proyecto de “desmanicomialización” y externación de pacientes con padecimientos mentales, en días en los que a muy pocos profesionales de la salud mental se les ocurría siquiera cambiar algo de la manera decimonónica en la que se llevaba a cabo la única terapia “posible” hasta allí: encerrar bajo diez llaves a las personas padecientes mentales. 

Su idea científica, libertaria y humana, fue una de las primeras que –con peso académico y efectos terapéuticos comprobados- funcionó como sólida base para la estupenda y avanzada ley Nacional de Salud Mental sancionada en 2010.

Otrxs lectorxs de Va Con Firma recordarán a Pellegrini como el escritor de “Gerónima”, un texto literario hermoso, conmovedor, en el cual el autor recoge con precisión humanista su propia experiencia como médico psiquiatra de Gerónima, una mujer mapuche, nativa y habitante de Trapalcó, un paraje anclado en medio de la meseta lindera a El Cuy, en Río Negro. La de Gerónima es una historia contundente sobre desarraigo cultural, de la que seguramente hablaremos en algunos meses, cuando la circulación no esté restringida por el Aislamientos Social Obligatorio, ya que es muy probable que motoricemos una charla sobre “Gerónima” con el Doctor y una posterior proyección de la película homónima, que es la adaptación fílmica de su relato, con la querida Luisa Calcumil como protagonista.

 El doctor Pellegrini en uno de los tantos congresos de los que participa por año. 
 

Pero describirlo al doctor Pellegrini en solo unos párrafos se complica y mucho; porque todo lo que ha hecho profesionalmente es saliente, al menos notable, siempre útil y fructífero a las sociedades. 

Jorge Luis fue director de Salud Mental en Chubut, subsecretario de Salud Pública y posteriormente vicegobernador de la provincia de San Luis. En esa provincia puntana fue el director de Salud Mental y director del Hospital Escuela de Salud Mental, motivo por el cual obtuvo el premio mundial “Geneva 2005” por promover los Derechos Humanos en Psiquiatría. Es Honoris Causa en varias instituciones y sigue siendo invitado como profesor a universidades europeas y latinoamericanas. Sus textos sobre salud mental y sobre adicciones son utilizados en academias y en el campo laboral de millares de profesionales en las últimas décadas. 

Advertidos de su participación activa en redes sociales en estos días que corren, con reflexiones vinculadas a la situación de la Covid-19 en Argentina y lecturas sociales y clínicas de lo que sucede, desde Va Con Firma tomamos contacto con él para pedirle que nos dé su punto de vista sobre la situación y reflexione profundamente sobre un tema en el que él es un verdadero hombre experimentado: la salud pública.

Antes de pasar al diálogo que con él mantuvimos, quisiéramos compartir con ustedes algunos testimonios o “semblanzas” que diferentes actores de la comunicación, la cultura y la salud de Neuquén hacen sobre la figura de Jorge Luis Pellegrini, como para que quien leerá la posterior conversación periodística, termine de armar un rompecabezas preciso sobre la figura de nuestro entrevistado.

El primer testimonio es el de Martín Ferrari, el realizador audiovisual neuquino y gestor cultural –vice-rector de la escuela pública de cine Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica) sede norpatagonia, que lo conoció cuando él mismo trabajaba en San Luis y no dudó en filmar “Huellas del tiempo”, un documental sobre la experiencia de trabajo de Pellegrini en el Hospital Escuela de Salud Mental de San Luis. Dice Martín sobre nuestro invitado de hoy:

“Cuando el Doctor Pellegrini llegó a San Luis en la década del 90, no había un Hospital Psiquiátrico, había en la provincia un depósito de seres humanos. Él lo transformó en una escuela modelo, con pasantes de todo Latinoamérica. Yo lo fui a conocer al hospital junto al director de cine Gerardo Vallejo y Jorge nos esperó a las ocho de la mañana para que izáramos con él la bandera que hizo poner en el hospital. Lugo trabajé talleres de fotografía para pacientes, profesionales y trabajadores de la salud, todos juntos. Fue una experiencia muy linda. Generé un vínculo de amistad muy grande con ‘el Pele’, para mí es un referente total en muchos aspectos de la vida, mucho más allá de lo profesional. Siempre estamos en contacto, lo veo cada vez que viene a trabajar con los grupos GIA (Grupos Institucionales de Alcoholismo) que él mismo se encargó de motorizar en diferentes puntos del país. Es un incansable Jorge, una persona enorme que siempre es querida”.


Jorge Luis charla con el papa Francisco.
 

El segundo testimonio es de Gustavo “Rulo” Lupano, el psicólogo social y escritor neuquino que desde hace más de una década y media viene llevando a cabo el dispositivo terapéutico “Artepidol”, un grupo de terapia y creación que trabaja activamente por la externación de pacientes con padecimientos mentales y que ha generado el ciclo artístico más longevo en permanencia de la ciudad de Neuquén: los “Domingos Terciopelo”. Rulo habla con admiración y respeto cuando evoca la figura del doctor Pellegrini y dice:

“Trazar un horizonte, una línea en el polvo con una varilla o con el pie, e imaginar lo que se puede construir desde ahí en adelante. Así de arrogante, así de romántico. Jorge Pellegrini es de esos viejos de juventud ética y subversiva, como Pichón Riviere, como Moffatt o Camino, o Basaglia, una persona que va siempre un poco más allá.

Si te interesan las rutas de la desmanicomialización, sabrás que éstas tienen muchas estaciones donde parar, echar una mirada y -si el estómago te lo permite- dar una mano. Hoy en Argentina hay cerca de 160 neuropsiquiátricos entre los públicos y clínicas privadas, con más de 12 mil compañeros y compañeras detenidas desaparecidas sociales. La ley Nacional de Salud Mental 26.657 dice que este 2020 era el año donde todos los centros de detención psiquiátrica llamados manicomios o clínicas debían convertirse en polivalentes. Está claro que eso no ha sucedido, ni sucederá en los próximos años.

En los ‘90 Pellegrini ya lo había hecho en San Luis, desbaratando el manicomio para volver la salud hacia lo comunitario, lugar del que nunca debería haber salido. Por esto, y por algunas sanas irreverencias más hacia el poder médico hegemónico, lo respetamos. Y punto. Porque trazar una raya en la tierra, lo puede hacer cualquiera. Pero cruzarla y construir comunidad entre tanta injusticia y desigualdad, eso no se ve todos los días”.

Bueno: ahora es tiempo de adentrarnos en esta entrevista en la que le preguntamos al doctor todo lo que consideramos que él podía aportar a la sociedad desde su sabiduría y experiencia. Espero que a nuestrxs lectorxs les sea de utilidad y encuentren en las palabras de este verdadero artífice de la Salud Pública argentina algunas respuestas concretas a varias dudas que por estos días se nos cruzan a todxs… 

-Doctor, cuéntenos como está viviendo usted personalmente este periodo de aislamiento obligatorio, denos por favor un primer avistaje de estos días desde su cotidiano.

-Estoy viviendo en el lugar en el que vivo, a 40 kilómetros de la capital, en un lugar serrano. Aquí vivimos tres familias muy distantes unos de otros. El estar alejados de la ciudad y el contacto ciudadano con las calles y demás no me resulta muy difícil. Sí, esta decisión (del aislamiento sanitario) que comparto totalmente, ha trastocado mi vida cotidiana porque yo, tres o cuatro veces por semana iba hasta la ciudad y allí atendía pacientes, veía a mis hijos, a mis nietos, compartía con ellos fines de semana o días de rondas de mates y conversación, o con los amigos. Así que, como a todos los argentinos, esto me significa una ruptura brusca con el ordenamiento cotidiano, con las costumbres, con los deseos, con los placeres, con los encuentros, con los abrazos, con esas largas conversaciones mates de por medio. Tener que prescindir de todo eso, que es tan necesario para la vida cotidiana, y más a mi edad, tiene que ser por un objetivo superior, por algo que valga la pena mucho más que todo eso que configura nuestra vida cotidiana. Y en este caso es así, porque la lucha por la salud púbica, y más la lucha por la vida, propia y de los demás, es motivo más que suficiente para que uno pueda entender que este sacrificio tiene un objetivo que lo legitima. Sé que no resulta fácil, yo vivo solo en casa, pero uno tiene que irse reinventando cotidianamente, refugiarse en distintas experiencias e iniciativas, en el cuidado de las plantas, que requieren su tiempo, en leer, en escribir, en armar un modo de poder llegar a la población con el recurso que uno tiene a mano, que es a través de Internet, ese espacio virtual. En mi caso no puede reemplazar a lo que da el contacto, la mirada, el clima que se vive en una relación humana, los calores y los fríos que hay en una relación humana, es cierto, pero es lo que hay que hacer. 

Cada día de este aislamiento, en un lugar tan apartado, uno tiene que practicar un nuevo aprendizaje. En una edad como la mía, yo estoy en el grupo de alto riesgo por mi edad, uno tiene que cuidarse doblemente y tiene que aceptar que a uno lo cuiden doblemente. Yo vivo a cuatro kilómetros de El Trapiche, un lugar turístico, y ahí hay un hospital público magnífico, y el personal de ese hospital se ha encargado de mi salud en estos días. Y mis vecinos se han preocupado en venir hasta casa a ver qué puedo necesitar, siempre con el cuidado que hay que tener. Hemos juntado alimentos entre todos para la gente a la que le agarró la cuarentena fuera de su casa, sin poder volver. 

-Las experiencias que se viven por estos días nos llevan a reflexionar un poco sobre el valor de la salud pública…

-Sí, todo esto que está pasando tiene un punto que nos lleva al nacimiento, al núcleo de origen de la salud pública. Porque ¿cuándo nació la salud pública? La salud pública nació el día que las personas se empezaron a dar cuenta de que parte de cuidarse a sí mismas era cuidar a los demás, parte de la salud propia es la salud colectiva. Cuando las personas empiezan a interesarse, a querer saber sobre lo que a los demás les pasa, allí nace el sentimiento de lo público, de la salud pública en sí misma. 

-¿Cuál es su punto de vista -como profesional de la salud- sobre cómo se están llevando las cosas adelante desde el Estado, el nacional, o los provinciales que usted conoce y con los que tiene contacto?

-El comienzo de la pandemia a mí me encontró fuera de la Argentina. Yo estaba en Edimburgo, Escocia, y antes había pasado por Londres. Ya los datos europeos, particularmente los italianos, eran graves, lo mismo que los de España. En el Reino Unido por aquellos días no había barbijos, no se hablaba del Coronavirus como algo que les sucediera a ellos. Los medios hablaban como si le estuviera pasando a los demás, a los italianos, a los españoles. Incluso estando allá vi una entrevista al primer ministro, que luego fue internado en terapia intensiva con Coronavirus, descartando totalmente la posibilidad de que -¡nada menos que a ellos!- los iba a sorprender una pandemia. Y en la calle no estaba el tema, en la población no estaba. Luego en Edimburgo seguía habiendo reuniones sociales grandes, funciones en cines y teatros, las clases se dictaban, no había ninguna medida de cuidado. El tema seguía siendo tratado como “lo que les pasa a otros en el continente europeo” y se descalificaba a los españoles, a los italianos, a los franceses. Simultáneamente lo que yo tenía era la información de la familia, de los amigos, de mis contactos en salud, de los diarios. Eran como dos universos diferentes. 

Estando allá me di cuenta de que a esos gobiernos desgraciadamente no les interesó cuidar a su pueblo. Y eso viene de la mano con algo anterior: el absoluto desmantelamiento de la salud pública, algo que ya había visto que se venía haciendo hace más de diez años, porque lo había visto en Londres y en Madrid. Así que viendo todo eso, decidí que iba a suspender el viaje y me iba a volver. Y me volví antes de que transcurriera la tercera parte de mi estadía. 

Cuando llegué a Ezeiza, me encontré con otro mundo, con medidas de distanciamiento, vi muchos barbijos, vi medidas de seguridad, y cuando llegué a San Luis mis hijos me hicieron sentir el tema del distanciamiento, y allí me di cuenta –no había que ser demasiado inteligente para eso- que las medidas sanitarias en Argentina habían sido serias ya desde la medida de no negar la situación, cosa que yo había visto todo el tiempo en ese sector del primer mundo que a mí me tocó visitar en plena pandemia. Este es el primer mérito que hay que destacar de Argentina, que no hayamos negado el problema, que hayamos entendido que es un problema grave y que hay que prepararse para ello, que hay que preparar a la población. Después confirmé lo bueno de esta medida de aceptación cuando llegué a San Luis, y vi que esta política de aislamiento social obligatorio se sigue a rajatabla y es muy respetada por la gente, que ha ido poniéndose a la altura de las circunstancias. 

Un segundo punto que hay que tener en cuenta es que el plan sanitario está siendo llevado a cabo desde un Ministerio de Salud y no desde una Secretaría, lo cual le da una posibilidad de ejecutividad, de acceso presupuestario, de llegada muy grande e inmediata a la mayor responsabilidad, que es la presidencial. Ese ministerio, y este es el tercer punto que me gustaría destacar, se ha rodeado de los mejores. Que el doctor Pedro Cahn esté asesorando directamente al presidente en el Comité de Crisis de Salud, que el doctor Losardo esté allí, que la doctora Gentile, o el mismo doctor Ginés González García estén allí, es una garantía total para el pueblo argentino, porque los mejores epidemiólogos, sanitaristas, bacteriólogos y virólogos están en el lugar de comando. 

Todo esto me parece que ha instalado una situación nueva en la Argentina, incluso el propio ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires, que es un distinguido colega, un hombre que conoce mucho de los aspectos sociales de la medicina, está ligado a ese órgano de dirección de la lucha contra la pandemia. Y me parece muy importante que las decisiones políticas que se están tomando en el campo sanitario, y no solo en el sanitario sino en el ejecutivo general, partan desde las indicaciones que van dando los que tienen conocimientos académicos, conocimientos científicos sobre el tema. Esto se refleja en los medios de comunicación, donde han aparecido nuevos actores, que son las personas que saben del tema. El doctor Pedro Cahn, por ejemplo, fue el primero en América Latina que habilitó un espacio en un hospital público, el Hospital Fernández de Buenos Aires, para tratar bien una pandemia, que fue la del SIDA, que por aquel tiempo tuvo aspectos de miedo social, casi de terror, muy grandes. Bueno, estos nuevos actores han cambiado un poco a los medios de comunicación, y han dejado en evidencia la frecuente falta de profesionalismo y seriedad de muchas personas que ocupan lugares como comunicadores en los medios masivos, y no solo en temas sanitarios… 

 El doctor Pellegrini recibe el Premio Mundial de Psiquiatría en Berlín.
 

-Es que durante años hemos sido consumidores de la comunicación social hecha en base a suposiciones u opiniones sin demasiado sustento…

-Sí, claro. Y hoy una gran parte de la población está haciendo una experiencia muy buena en discriminar lo que es verdad de lo que es mentira, lo que es noticia amarilla de lo que es veraz. Todos estamos haciendo un aprendizaje que también nos permitirá entender qué tipo de medios de comunicación nos están haciendo falta en la Argentina. Es notable la cantidad de “primeras figuras” que han desaparecido de la atención pública en los medios. Y cuando hacen el esfuerzo por volver, sus palabras caen en el vacío. Es evidente que tratan de volver a ganar el terreno que han perdido, que es el terreno de la noticia superficial, del tener mal entretenida a la audiencia y de hablar de lo que no saben; como el señor González Fraga, por ejemplo, que estuvo como presidente del Banco Nación hasta el 2019 -ya con esa carta de presentación tenemos para preocuparnos bastante…- y reapareció en estos días en los medios hablando sobre la pandemia. Pero él es un financista, es un especulador, es un hombre de la timba financiera. Y ahí lo tenés: opinando sobre el descubrimiento del genoma de las tres cepas del virus circulante en la Argentina, en el Instituto Malbrán, y lo descalifica diciendo que es imposible que empleados públicos hayan logrado eso… bueno, eso no habla mal de la gente del Malbrán, eso lo muestra a González Fraga tal cual como él es. 

Es notable como los comunicadores, cuando están frente a los que saben, no les saben preguntar y repreguntar. Es evidente que hay una necesidad editorial de tratar y batir el parche todos los días sobre un tema que no conocen en nada, pero que igual les permite generar un clima de incertidumbre y desconfianza, como con los testeos. Hablan muy libres de cuerpo, mencionando “lo que pasó en otros países”, como si supieran. 

Afortunadamente ahora, la situación epidemiológica, país por país, está al alcance de cualquiera con una aplicación de teléfono. Por esto es bueno observar cómo se está derrumbando de a poco esa presunción de que todo lo que sucede fuera de la Argentina es mucho mejor que lo que sucede en la Argentina; como también se derrumbó la idealización del primer mundo. Miren lo que está pasando en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, que tiene los edificios más altos, los más costosos, que lo más grande del mundo está en Nueva York… y ahora lo más grande del mundo, que es la cantidad de personas muertas a causa del virus, también está en Nueva York. Allí se está viviendo una experiencia enorme en base a los extremos que conlleva el hablar y preocuparse principalmente de las finanzas, ni siquiera estamos hablando de la economía, porque lo que se tiene en cuenta es la timba del mundo financiero; entonces se plantan desde ese lugar y se deja de lado lo que configura el bienestar cotidiano de las poblaciones. 

Creo que esta diferencia en la manera de entender la cosa se está haciendo cada vez más presente en la manera que –con aciertos y errores- se está llevando el tratamiento de la pandemia en Argentina. Los números no mienten. Un comunicador puede mentir, pero los números no mienten, porque los porcentajes de mortalidad en Argentina son muchísimo menores que los de Brasil, la mitad que en los Estados Unidos y Europa. Creo que esto muestra claramente que, aunque esté maltrecha y permanentemente descalificada, la salud pública argentina tiene mucho para mostrar y aportar, y lo está haciendo; porque hay toda una cultura en relación a la salud pública en nuestro país que tiene que ver con experiencias de gobierno y experiencias académicas y científicas que han quedado en lo más profundo de la cultura de nuestro pueblo. Los diez años de Ramón Carrillo, la fundación de la salud pública y la cultura que se generó alrededor de eso, se ha mantenido. 

También se ha mantenido presente en nuestra memoria colectiva la experiencia de Arturo Oñativia, ministro de Salud durante el gobierno del Dr. Arturo Illia. Se ha mantenido en gran parte lo que la gestión del Dr. Domingo Liotta hizo entre el 73 y el 76, y la fundación del Servicio Integrado de Salud, del cual surgió un joven: Ginés González García, el que hoy es nuestro ministro. Menciono también la gestión del Dr. Aldo Neri, durante el gobierno de Alfonsín. Con todos estos antecedentes de gestión concreta, nuestra población tiene incorporados muchísimos temas que están vinculados directamente a las políticas de salud pública, por ejemplo, el tema de las inmunizaciones: las madres se preocupan mucho por el cumplimiento del calendario de vacunación, o cuando las mujeres quedan embarazadas, inmediatamente concurren a control de niño sano, o al plan de control que sea. Hay que tener en cuenta que, ante los grandes problemas, el que da las verdaderas respuestas es el hospital público, el sistema público. Esto está en la cultura de los argentinos, los argentinos lo sabemos. 

 Jorge Luis feliz, sentado junto a la escultura del genial ilusionista René Lavand.
 

-Háblenos un poco de la meseta de casos y cierta puesta en duda que se está haciendo en algunos medios sobre los números oficiales.

-Aquí en San Luis, por ejemplo, no hubo ningún caso en el día de ayer (09/04), venía habiendo y seguro que habrán, pero los números se van dando de otra manera si permanecemos en este aislamiento. La cuarentena está dando los efectos buscados, nos permite cuantificar la llegada del Tsunami. Esto no pasó en países cercanos. Por ejemplo, en Chile, donde se burlaban de la orientación que nosotros habíamos seguido… con una población que es menos de la mitad de la Argentina, en este momento tienen tres veces más infectados y muertos que nosotros. Ni qué hablar de Perú, de Ecuador. Por eso ahora es cuando uno entiende más por qué es que algunas personas de los países vecinos vienen a asistirse a nuestro país: y es porque la salud pública desapareció de América Latina, lo estamos viendo concretamente en Brasil, lo vemos en Ecuador, y lo vemos en el mismísimo corazón financiero del mundo, que es Nueva York, donde los adelantos sanitarios, científicos y técnicos no están al alcance de la población, sino que están al alcance de los que puedan pagarlos. El único lugar de América del Sur donde los testeos son gratuitos es en Argentina. Usted cruza la cordillera y valen 60 dólares, y sigue subiendo hacia el norte y llegan hasta 200 dólares en algunos lugares de EEUU. Es decir: no es una cuestión de si “es más barato o es más caro”, esto muestra las prioridades que se ha fijado el Estado argentino frente a esta situación. ¿Que comete errores? Sí comete errores, y lo hemos visto. Y también vemos cómo se los corrige. 

A ver… estamos frente a un fenómeno nuevo, eso es algo que no tenemos que dejar de tener presente. A veces escucho comentarios como si nosotros estuviéramos luchando contra una enfermedad conocida, con tratamientos y tareas de prevención comprobadas. El primer caso de Coronavirus se informó a la OMS (Organización Mundial de la Salud) el 27 de diciembre, hace tres meses y medio. De modo que el que estamos haciendo es un camino al andar. Pero las cifras no mienten y las curvas que nosotros tenemos son claras: llevamos las curvas de casos nuevos y muertes aplanadas, con una tendencia a continuar aplanada. Estos números son los que no deben dejar que bajemos la guardia, porque esto que está pasando significa que lo que estamos haciendo sirve, no que tenemos que dejar de hacerlo.

-Hay muchas personas “del común”, como así también pensadores y pensadoras de fuste que están convencidos de que, tras esta experiencia global, muchas cosas van a cambiar en nuestras sociedades. ¿Usted qué opina al respecto?

-Yo no tengo ninguna duda: nada volverá a ser igual tras esta pandemia. Ni en el mundo, ni en la Argentina. Pero no solo en el campo de la salud pública, sino en el campo de las ideas, del pensamiento, de la experiencia de los pueblos del mundo. La hija del presidente del Banco Santander de Lisboa, en Portugal, hizo pública hace poco una carta desgarradora. Su padre, el gerente principal del banco, murió por el Coronavirus. Ella hizo público este mensaje que creo que es el pensamiento que está recorriendo un poco toda la humanidad: “mi padre murió sediento de aire, todo su dinero quedó acá”. Esta síntesis tan dolorosa está siendo campo de reflexión de millones de personas en el mundo. En la Argentina también. Esto que se plantea como un conflicto entre personas y la economía es falso, no hay ningún conflicto… Yo pregunto en voz alta: ¿para qué sirve cualquier plan económico si no es para el bienestar de la población en general? Lo que pasa es que la humanidad está acostumbrada a que se apliquen planes económicos que no son otra cosa que una timba financiera. Y quienes elaboran estos planes no están interesados en el bienestar de las personas… ¡ni siquiera eso es una variante a considerar dentro de sus planes! 

Así que sí: aquí se está abriendo un campo de reflexión muy profundo. 

Desde ya que la salud pública es algo menguante en países como los EEUU o Inglaterra -que supo tener a partir de 1946 un sistema público que fue ejemplo en el mundo-, igual que en Italia, en España, en Francia –que tuvo en el área de la salud mental una experiencia maravillosa que heredó de la resistencia, de la lucha antifascista, que fue la Psiquiatría de Sector-. Todos estos países abandonaron la salud pública, porque apostaron a que la enfermedad se convierta en un campo de lucro. Bueno: todo eso está en revisión con lo que pasa hoy. Todo eso se está repensando. 

-Se disparó una mecánica nueva para el grueso de los consumos de información en nuestras vidas también, ¿no? Estamos menos interesados e interesadas por cosas que antes nos parecían centrales…

-Es muy interesante y a la vez llamativo que hayan desaparecido de los medios de comunicación todos esos temas con los que antes nos entretenían y que, genéricamente, caían en el campo de la “grieta” para que hubiera una riña de gallos permanente en los medios de comunicación y aun mismo en la sociedad, en las comidas familiares, en los asados entre amigos. Eso hoy cae mal, porque el que hoy descalifica el esfuerzo que estamos haciendo, siembra dudas y pone el ejemplo en el extranjero, está en problemas, porque hoy en el extranjero no hay ejemplo que poner. Y si se quiere mostrar un plan que hasta el momento va dando resultados, que hace que las cifras se mantengan, porque no hemos pasado de los cien casos nuevos por día desde hace semanas, desde que empezó el aislamiento, ese ejemplo es el nuestro. Entonces, sería bueno detectar que los campos de interés han cambiado con todo esto que pasa, parece que la machacona campaña de que (los argentinos) somos vagos, que no servimos, que somos inútiles o incapaces de resolver nuestros propios problemas se ha venido abajo. Ahora está claro que lo que se repetía como hecho aislado y casi ningún medio recogía, que es que la Facultad de Medicina de la UBA (Universidad de Buenos Aires) es la mejor de América Latina, a la cual vienen a estudiar de todo el mundo, no solo es cierto, sino que tenemos los resultados a la vista. Hay muchísimas personas que ahora terminarán de entender por qué tener una política para el estudio y la investigación científica no es un lujo oriental, es algo que resuelve los problemas de todos los días. 

Hay un grupo de jóvenes, estudiantes de la universidad pública, en Córdoba, que han diseñado un respirador de costo muy bajo y de eficiencia altísima. Todos ellos son hijos de la universidad pública, remarquemos esto, por favor. La gente del Instituto Malbrán también. El Hospital Posadas está haciendo uno de los diez espacios en el mundo, junto con un hospital sueco, uno noruego, uno francés, que está llevado a cabo en este momento una experiencia de tratamiento con hidroxiquinona, y acaban de informar ayer (por el jueves) que un caso grave que estaban tratando con esta experiencia piloto, de la cual participan diez países bajo la supervisión de la OMS, ha mejorado favorablemente. Lo que quiere decir es que ese hospital que fue tan denigrado y atacado, logró preservar sus recursos de resolver los problemas sanitarios de la población. 

La pandemia genera mucha angustia, trae de por sí el temor a lo desconocido. Pero no dejemos de ver que en la Argentina lo que estamos haciendo está bien, tiene su base y sustento en una salud pública con historia, se basa en el interés por cuidarnos y siempre tiene como norte evitar, por ejemplo, la muerte de un compatriota.

-¿Usted cree que los argentinos nos estamos "portado bien" -por decirlo de alguna manera- en función a lo poco habituado que estamos a responder de manera directa los mandatos del Estado?

-Sí, notemos que hay casos en los que una minoría se resiste a cumplirla, pero lo que se ve es que el acatamiento al aislamiento obligatorio se está cumpliendo en porcentajes muy, muy altos. 

Creo también que ese acatamiento está siendo sistemáticamente puesto en duda y cuestionado. Recuerdo ese domingo en el que los medios de comunicación visuales –y a la mañana siguiente las radios y los diarios- hicieron LA NOTICIA de ese joven con las tablas de surf en el techo de su camioneta. Hubo un canal de televisión que estuvo tres horas y media transmitiendo desde allí, desde donde estaba el joven, y los movileros hicieron que sea la gran noticia del día. Pareciera que hay una necesidad de convencernos de que los argentinos no somos capaces de lograrlo. No estoy diciendo que el acatamiento sea unánime, estoy diciendo que es mayoritario. Hay datos objetivos, los resultados de los partes diarios en cifras no mienten: esa es la mejor comprobación de que la mayoría está cumpliendo con el aislamiento. Una cosa que observo en este periodo, y que no me gustaría dejar de mencionar, es la enorme creatividad que el pueblo argentino está poniendo en funcionamiento. 

Un día a las 9 de la noche se propuso que había que aplaudir al personal de la salud y eso se transformó en un reconocimiento colectivo y de un modo de unirse. La gente que sale a los balcones en las ciudades, a interpretar música para otros o a cantar, los que inventan juegos virtuales, los que utilizan las redes con video para hacer cosas creativas. Hay un esfuerzo permanente para no perder la comunicación, no perder el contacto humano y a la vez mantener los cuidados de la cuarentena.

-Y no tejer tanta teoría conspirativa. No estar todo el tiempo cuestionando datos oficiales de un Estado presente…

-Cuando una epidemia o pandemia adquiere el volumen que ésta adquirió, exigir que los volúmenes en cifras que se suministran sea exactamente el que se corresponde con la realidad, es desconocer por completo el ABC de la epidemiología o el sanitarismo. Porque lo que se informa, por ejemplo, como casos nuevos diarios, son casos en los que ha habido una constatación clínica, una epidemiológica, o una constatación a través de un testeo; pero hay que tener claro que cuando ya hay una circulación libre del virus en una sociedad, hay una cantidad ya de portadores, de seres humanos que portamos el virus sin saberlo, lo que hace imposible registrar el total de todas las personas infectadas con el virus. Pero sí se puede comprobar en las personas que, como recién dije, han sido constatadas clínica o epidemiológicamente. Eso es así en todo el mundo y en cualquier epidemia está claro que lo que se pueda constatar son solo aquellos casos clínicamente definidos o epidemiológicamente definidos. El caso de las muertes es un dato muy doloroso, el dato más cruel, pero es el dato que arroja menos dudas desde el punto de vista estadístico. 

-Doctor, ¿hay algo más que le gustaría sumar a esta conversación a manera de reflexión?

-Sí. Que hay que tener mucha serenidad y hay que medir mucho las palabras, porque hay que escuchar a los que saben. Hay que tratar de aprender. Si hay conceptos que uno no comprende, hay que preguntar. 

Hay que estar serenos porque aquí existe una causa común que nos une, una causa nacional por la salud pública y la derrota de la pandemia. Y en este sentido, tenemos que hacer lo mismo que hace el virus, que no te pregunta si estás a favor o en contra del gobierno. A vos que estás a favor, y a vos que estás en contra, a los dos se los lleva puestos. Por eso hay que sumar. No todos pensamos lo mismo, no todos tenemos las mismas posiciones, pero todos tenemos ahora un interés común, que es preservar la vida. 

Creo que, si uno sigue con serenidad y tranquilidad, cotejando datos, no dejándose llevar por polarizaciones, o por comentarios de quienes quizás sepan cómo hacer rating pero nada de pandemias, como Jorge Asís, que apareció hace unos días opinando sobre este tema y realmente fue patético –creo que se dio cuenta y entonces se guardó y no volvió a aparecer más- porque hoy no es momento para que valga lo mismo la palabra del que sabe que la del que no sabe, por más que el que sabe no sea tan conocido por la farándula. Aquí tenemos un problema de salud pública y sanitarismo. Por lo tanto, hay que ayudar a mantener la calma. 

La calma es fundamental en estos días. Hay cuadros que se están agravando a raíz del aislamiento, personalmente conozco porque estoy atendiendo por vías virtuales a pacientes y los cuadros de adicción, por ejemplo, se agravan mucho. Hay un montón de casos particulares de salud que pueden agravarse con el aislamiento, por eso hay que ayudar a mantener la calma, atenderlos de la manera que se pueda, buscar ayuda profesional. Hoy ya acompañar es terapéutico: ocuparse del vecino, preguntándole que necesita –con los recaudos impuestos por la cuarentena- es terapéutico. 

El aislamiento social obligatorio no significa romper los lazos, no significa olvidarse de los afectos, significa cuidarlos, mantenerlos y cultivarlos de otra manera, porque vamos a salir de esto. 

¡A prestar atención entonces! Porque el aprendizaje que estamos experimentando por estos días va a modificar a nuestras sociedades, va a cambiar muchas cosas de nuestros mundos. Ya lo está logrando, ya está empezando a pasar.

29/07/2016

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