Entrevistas
09/04/2020

Juan José Servidio

“Es normal que aparezcan angustias en la cuarentena”

“Es normal que aparezcan angustias en la cuarentena” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
(Foto: gentileza).

El médico generalista y de familia, con orientación rural, reflexiona sobre el impacto que tiene el aislamiento preventivo en la sociedad. Aborda también las temáticas de la ansiedad y el enojo.

Fernando Barraza

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En este momento no son miles de familias las que están viviendo casi la misma situación extraordinaria de aislamiento social en todo el planeta: son millones y millones. 

Si bien ésta circunstancia global tan extraordinaria se vive en cada estrato social, en cada geografía cultural y en cada franja etaria con sus características particulares, todo esto trae consigo la repetición de muchos comportamientos comunes, actitudes y sentimientos que se repiten de manera muy similar en cada hogar del planeta. 

Sobre estas cosas “comunes” a todos hemos conversado con Juan José Servidio, médico generalista con orientación rural, especialista en medicina de familia y Master en Psicoanálisis. Juanjo, como lo conocen todas las personas que lo quieren, también es escritor de ficción, ha trabajado con excombatientes de Malvinas en ese hermoso proyecto literario que fue “La Guerra en Mí” y desde hace un año elabora junto al equipo de comunicación de la Asociación Civil La Propaladora, y un grupo de profesionales y adolescentes, su proyecto radiofónico “Jaque Al Mate”, pronto a salir por el aire de diversas emisoras públicas y comunitarias de toda la provincia de Neuquén.

Consultado por nosotros acerca de todos estos temas comunes a la mayoría de las personas en situación de aislamiento obligatorio, Servidio quiso dejar en claro, a manera de preámbulo, que “puedo hacer reflexiones sobre todo esto. No sé si puedo dar respuestas, porque todos estamos atravesando una situación que nunca antes habíamos vivido, así que acepten estas reflexiones y tómenlas como lo que son: reflexiones”.

Dicho todo esto, vamos al cuestionario ya mismo:

-Hay una preocupación constante en mucha gente por no tener demasiado claro en qué día están viviendo durante este aislamiento. Es una barrera que se desdibuja un poco la de la hora y la fecha. Es algo que suele angustiar un poco, pero: ¿es nocivo no saber bien en qué día se está viviendo en una situación como la que estamos atravesando?

-Bajo ningún punto de vista considero que sea nocivo para alguien, en estas circunstancias, no saber en qué día de la semana está viviendo. Eso no es nocivo en sí mismo. Si puede ser malo perder los tiempos de nuestra vida cotidiana, hay que tratar de respetarlos a todos, aquellos donde tenemos que descansar, tener un sueño reparador; o el tiempo y momento para alimentarnos bien; o aquellos momentos en los que queremos informarnos bien, canalizar nuestra necesidad de información a través de aquellos canales que habitualmente usamos porque consideramos veraces. Y también, y por último, tener un tiempo para compartir con seres queridos. Si bien estamos distanciados, la mayoría de nosotros posee medios tecnológicos para poder compartir nuestros afectos y preocupaciones. A ver… habitualmente las personas mayores tienen una tendencia a olvidarse de cosas, los niños no saben si hoy es sábado, o lunes, o domingo, por lo tanto -en sí mismo- no es un problema tener desdibujado el día en el que estamos.

-La tristeza es un sentimiento que durante estos días es más notable. Estamos “más cerca” de nosotros mismos y de las personas que están viviendo con nosotros ¿Qué hay que hacer con la tristeza por estos días?

-Bueno, que la tristeza aparezca en una circunstancia como ésta que estamos viviendo es de lo más normal que pueda suceder, porque estamos viviendo en una situación que nunca vivimos antes, por lo tanto, estamos metidos en una incertidumbre enorme sobre lo que va a pasar, ni siquiera sabemos bien que es lo que está pasando. En algún momento nos vamos a sentir angustiados, ansiosos, hasta entristecidos, porque hemos perdido la rutina de nuestros días, perdimos la comunicación habitual, el contacto con nuestros trabajos y lugares de estudio, obviamente nos vamos a entristecer en algún momento. Además, hay que tener en cuenta que la tristeza es un sentimiento que nos surge de bien adentro, no podemos decir “no me voy a entristecer”, porque eso no funciona así. No podemos evitar la tristeza, porque si la evitamos demasiado, si tratamos de tratarla todo el tiempo, vamos a tener problemas, porque si la tristeza se acumula, en cualquier momento nos puede jugar una mala pasada y puede decantar en una depresión, por ejemplo. Me parece que hay que encontrar la manera de que la tristeza sea como una ola, que se forme, que rompa en la costa y se desvanezca ¿Cómo se puede desvanecer? Quizás puede ser pensando, reflexionando qué es lo que tendríamos que hacer para estar mejor, pero no quitarle el espacio genuino que la tristeza tiene, porque es un sentimiento legítimo, pertinente, y que corresponde al momento que estamos viviendo. 

-¿Es importante para nuestra psique hacer que el cuerpo se mueva durante este aislamiento? ¿Cuánto hay de necesario y cuánto de imposición social en esto de hacer ejercicios?

-Sí, sí, ¡claro que es necesario! A ver… tenemos una distorsión hoy por hoy con nuestros sistemas, pareciera que todos creemos que el cuerpo va por un lado y el aparato psíquico va por otro. No, eso es un error importante: somos una unidad indisoluble, cuerpo y alma. Yo lo suelo graficar frente a mis pacientes uniendo mis dos manos, porque el alma y el cuerpo son así, si le pasa algo al alma, repercute en el cuerpo, y viceversa. Hay que tener actividades en este periodo, claro que no es momento de prepararse para ninguna competición olímpica, de hacer 500 abdominales, pero hay que hacer algo de actividad física, hay que caminar un poco, mover un poco el cuerpo, porque eso genera sustancias como las endorfinas y una serie de neurotransmisores que ayudan a mantener un estado de ánimo; también nos sirve la actividad física para descargar esa energía de vida que tenemos naturalmente, más ahora, que no podemos desarrollarla o expandirla, porque estamos recluidos en casa. Hacer todo esto es no solo saludable, sino que disminuye nuestros niveles de ansiedad. Y es fundamental hacer algo que los médicos siempre recomendamos, pero no siempre cumplimos (se ríe): hay que estar un rato al sol todos los días. Recibir los rayos del sol es fundamental.

-¿Existe alguna manera práctica de medir los propios niveles de ansiedad y angustia en uno mismo? Algo simple, efectivo, que cualquiera pueda hacer en su casa.

-Y sí, en psicología hay muchísimo test de este tipo que los profesionales usamos para detectar este tipo de comportamientos en nuestros pacientes, pero a la población le puedo decir que –ahora que no es tan fácil acceder a un tratamiento profesional- estén atentos a los momentos previos, a cuando nos estamos poniendo ansiosos o nos estamos angustiando. Voy a dar un ejemplo de mayor a menor, a dar el ejemplo que es clave para saber cuan ansiosos o angustiados nos encontramos: no poder conciliar el sueño por las noches, que la cabeza siga trabajando y nos quite el sueño. O nos dormirnos, pero nos despertarnos a la hora y nos desvelamos. Bueno: este es un buen indicador para darnos cuenta de que estamos acumulando ansiedad o angustia. Otra forma es que de repente pasa el tiempo y no nos dimos cuenta: se pasó la hora de desayunar, se pasó la hora de almorzar. Eso no está bien, no es saludable: hay que respetar el sueño, hay que respetar los momentos de alimentación. Luego hay situaciones más sencillas de reconocer: aquellos que fuman, bueno, de repente si fumo seis cigarrillos por día y me bajé un atado en un día… bueno, es claro que esto me da la pauta de que estoy ansioso, que estoy angustiado. El consumo de alcohol también es un índice claro, porque es uno de los tranquilizantes naturales que más al alcance tenemos. Hay que estar atentos a esto, si vemos que se va una botella de vino por comida, bueno, a lo mejor estamos ansiosos, estamos angustiados. Y una un poco menos nefasta, pero también poco saludable es cuando nos damos cuenta de que estamos picoteando todo el día comida, ese es otro gran indicador de que la cosa no anda bien.

-¿Es normal enojarse de más por estos días? ¿Qué hacemos con el enojo que nos nace teniendo en cuenta de que estamos compartiendo lugares físicos chicos y acotados?

-Esto tiene relación con lo que decíamos recién de la tristeza. Uno no decide enojarse, uno se enoja, es algo que a uno le aparece, que sale de adentro, de las tripas. Como con todas las sensaciones y sentimientos, uno no tiene la capacidad de evitar que aparezcan, y aparecen. Ahora, si uno lo reconoce, admite que está enojado, que no le gustó la noticia que escuchó, que la pareja no cumplió con algo del cotidiano que estaba estipulado en tanto tareas domésticas, o que los hijos no hacen caso… bueno… hoy estamos habitando esta situación de aislamiento social obligatorio, transitando una convivencia forzosa en la que se ponen en juego los caracteres y las conductas, las formas de ser de los miembros de la familia y eso nos puede poner en jaque la paciencia. Pero esto es de lo más normal, no hay que pegarse latigazos porque de repente me puse de mal humor. Y quisiera reflexionar algo en este sentido: ojo con enojarse con uno mismo por estos días, porque uno estaría exigiéndose a sí mismo el hacer cosas que no puede hacer, o no siente hacer. Hay que arrancar por ser más benévolo con uno mismo, porque estamos aprendiendo todos a vivir en esta situación. También me gustaría decir que no está bien esto de ponerse a buscar culpables en todos lados. La culpa la tiene el vecino que sacó la basura a deshora, la culpa la tiene el político, la culpa la tienen los bancos… bueno, si me lleno de bronca por todo y deposito culpas en todos lados, la verdad que lo único que estoy haciendo es exponerme a una situación poco saludable en la que todo es negativo y me irrita.

-De esta experiencia de encierro obligatorio saldrán nuevos parámetros sobre la distribución de trabajos cotidianos y domésticos, como el cuidado de las personas (ancianas, niños) y la limpieza y el orden para el funcionamiento de las casas. ¿No le parece?

-Sí, veo cómo los feminismos vienen realizando con mucha fuerza una tarea de concientización del valor de las tareas domésticas, todas estas cosas que en épocas anteriores se atribuían arbitrariamente a las mujeres. Creo que a raíz de esto que estamos viviendo quienes tenemos la suerte de tener nuestra propia casa, los varones estamos empezando a dimensionar de manera más íntima todas estas labores. Lo digo no solamente para quedar bien, es cierto que los roles de cuidados de niños y realización de tareas hogareñas está cambiando y se comparten cada vez más, pero estaríamos faltándole a la verdad si no admitimos que no hay igualdad en esto de cuidar a nuestros niños, a nuestros ancianos, mantener la higiene de nuestro hogar. Me gustaría destacar una frase que se originó en salud pública, pero estaría bueno aplicarla a esta esfera hogareña que estamos analizando ahora: ¿quién cuida a los que cuidan? Es una buena pregunta para hacerse y aprender sobre eso que no quisimos ver demasiado hasta ahora en función de los trabajos que se realizan dentro de las casas, esas tareas que también hablan de la calidad humana que tiene la gente.

-¿Cómo hay que manejar el tema de los espacios en el hogar? Se pone un poco difícil en cuarentena, ¿no? Delimitar bien cuáles son los públicos, cuáles los privados…

-Nunca perdamos de vista que tenemos la dicha de tener un hogar quienes tenemos un hogar, ¿no? Arranquemos desde esa celebración. Dentro de cada hogar hay espacios bien delimitados, desde siempre, y eso se debe mantener. Yo creo que a pesar de este aislamiento social obligatorio sería importante conservar esos límites, porque hacen a la identidad de cada uno de los miembros de la familia. Yo creo que las puertas dentro de un hogar no limitan, sino que resguardan la identidad de los que habitamos la casa. La puerta como límite, habilita a que cada uno sea cada uno. Los límites siempre son asociados a lo castrense, pero los límites también nos permiten diferenciarnos, y desde esas diferencias compartir nuestras identidades distintas con mayor armonía. Las puertas que delimitan espacios privados siempre -pero más en cuarentena- nos dan ese momento de reflexión personal y ayudan a asumir nuestros roles identitarios dentro de la casa: padres, hijos, hermanos, abuelos… Creo que es muy sano conservar los límites de los diferentes ambientes del hogar en la medida de que esto sea posible, aunque sean lugares muy chiquitos, respetarlos.

-¿Qué opinión le merece esta dimensión enorme que está tomando el tema del trabajo realizado a distancia desde las casas? ¿Se puede ya reflexionar sobre lo que produce en las personas, o tendremos que esperar un tiempo para ver cómo avanza socialmente el tema?

-Pareciera que hoy, a la fuerza, y en función de la salud de todos, se ha propiciado el trabajo desde nuestras casas. En otros países, con otras características, no me gusta decirles “del primer mundo”, aunque se usa mucho esa terminología, se está usando este método de trabajo desde hace algunos años. A mí me parece que está bien, corresponde, simplifica. A mí me parece que cuando termine esta pandemia, vamos a haber descubierto un montón de conductas, métodos y recursos que vamos a seguir desarrollando, como esto: el trabajar desde nuestros hogares. Por supuesto que habrá que someterlo a análisis, porque habrá labores y profesiones que se puedan hacer al cien por cien de manera remota, y otras no tanto. Algunas nada. Yo creo que, si se logran los objetivos del trabajo, esté uno donde esté, la función se cumple. Son procesos que hay que aprender, doy como ejemplo lo que me está ocurriendo. En algún momento he atendido a pacientes por Skype, o por otras plataformas que están al alcance. Eran pacientes que estaban en España, en Serbia, completamente impedidos de venir hasta el consultorio. Bueno: hoy en día, y a raíz del aislamiento obligatorio, estoy atendiendo a muchos pacientes que viven acá, en mi misma ciudad, a través de videollamada de WhatsApp. Estoy aprendiendo a atender con esa dinámica especial que tiene un encuentro virtual, estoy aprendiendo a evacuar dudas, tratar ansiedades, a tratar de hacer bien mi trabajo de esta manera. Se aprende, ésta circunstancia nos ha empujado a aprender muchas cosas. A mí me parece que el trabajo remoto, realizado desde los hogares, ha llegado para quedarse.

-Un poco en consonancia con la pregunta anterior: ¿qué opina del tema de tareas escolares online para niños y adolescentes? Suele escucharse como queja habitual que la demanda de responsabilidad que se exige está muy por arriba de lo que debería ser…

-Bueno, sé que, de manera rápida, quienes están en el nivel inicial, recibieron tareas para realizar, y todo esto les llegó no solo desde sus propios docentes a través de plataformas, grupos de WhatsApp y cadenas de mails, sino inclusive por medio de canales de televisión públicos de alcance nacional. Me parece bien, muy bien; porque si bien está instituido como una alegoría quejosa y folklórica esto de “uhhh, tengo que ir a la escuela”, los chicos extrañan ir a la escuela, extrañan ese ritual, así que me parece perfecto que al menos tengan un contacto diario con contenidos escolares, con alguien que haga de maestra o maestro. Todo esto forma parte de un cierto orden que favorece a los pibes y a los padres. Ahora: por favor ¡no hagamos perder la niñez a nuestros niños! No exageremos la nota, los chicos tienen que seguir jugando libremente, porque eso los define como chicos, tienen que seguir viviendo su infancia. Lo mismo digo para los adolescentes, y agrego que prestemos mucha atención porque este –el de aislamiento obligatorio- es un momento sumamente crítico para ellos. Pues bien, dejemos que el adolescente siga teniendo su momento de mirar el techo en reclusión en su espacio, que escuche música… respetarlos. No pretendamos hacer con niños y adolescentes cosas de excesivo carácter disciplinante, o exagerados en lo metódico… ¿por qué?... si nunca se nos ocurriría ser así en momentos “normales”, mucho menos debemos ser así en una situación como ésta.

-Como profesional que ha vivido en un mundo sin redes sociales y con redes sociales, ¿qué opina con respecto a la cantidad de información que nos está llegando todo el día, sin solución de continuidad, a través de las pantallas? 

-Yo creo que las redes son una bendición en términos de comunicación, pero también es cierto que no reflexionamos mucho en el cotidiano sobre el “para qué” de su uso, y eso a veces complejiza la existencia. Soy un defensor del uso de las redes en las franjas etáreas de adolescencia y juventud, e inclusive en el mundo adulto… ¡si hasta el presidente Fernández se comunica con el país todo a través de sus redes sociales! Ni hablar de las conferencias remotas que hace con otros presidentes, con gobernadores, con sus ministros. Me parece que las redes son un avance tecnológico que tiene que mejorar nuestra calidad de vida y nuestra comunicación, Ahora, como todo, el uso de las redes tiene que tener un límite. Creo que la inquietud se me manifiesta a mí, personalmente, viendo a mis nietos y nietas, que son niños chicos, tiene cinco, seis, siete años y usan el celular. Ahí es como que presto mucha atención, cuando pienso en cuánto, cómo y para qué un niño debe tener acceso a eso. Me parece que todos debemos prestar atención, en los niños porque nosotros somos los adultos responsables; y nosotros con nosotros mismos también debemos hacerlo, reflexionar mucho el “para qué”. Que las redes sociales estén al servicio de la comunicación social, del acceso a la información, pero que no ocupen un lugar que reemplaza a la comunicación humana. Sé que es difícil encontrar el punto de equilibrio, pero me parece que debemos hacerlo, monitorear esas cosas cada día, como una experiencia cotidiana. 

-Hablemos de un tema que casi nadie quiere hablar en el cotidiano porque –aún en el siglo XXI, parece mentira- todavía está demasiado contaminado por pensamientos morales represivos: la sexualidad. Ustedes, los profesionales de la salud pueden hablar tranquilos sobre el tema. Aprovechemos entonces… 

-(Se ríe). Bien, lo primero que puedo decir es que en estos momentos no se puede definir una generalización de “cómo se vive la sexualidad humana en pandemia”, si nunca antes hemos atravesado por esta circunstancia global… Más adelante veremos, seguro que se estudiará todo lo que nos ocurrió en este sentido durante este periodo tan especial. Seguramente hay un buen número de seres humanos que no están preocupados y preocupadas por satisfacer sus necesidades sexuales en este momento, porque están preocupados por otras cuestiones, porque es legítimo que sea así, pero también es cierto que, al darse el caso de estar con nuestros seres queridos, con nuestras parejas, las personas que hemos elegido como compañeras de nuestra intimidad, se puede dar que surja el deseo de otra manera, que aparezca. Siempre tengamos en cuenta el tema de cómo lo vivimos habitualmente, de nuestra edad, de nuestro propio “ritmo”. Pues yo le recomiendo a quienes estén viviendo el aislamiento acompañados que, si sienten el deseo de hacer el amor o de tener relaciones sexuales, le busquen la vuelta y lo hagan, porque es una de las maneras más sanas y gratificantes de bajar nuestros niveles de ansiedad, y es también una de las maneras más bellas de vivenciar los mimos, esos que nos hacen tan bien. A los y las adolescentes, por favor, démosle sus espacios de intimidad propia y solitaria, no dejemos de tener en cuenta que la pandemia no detiene a las hormonas. Recuerdo a un cantante de mi generación que tenía una frase célebre que decía: “¡la masturbación es un acto heroico de resistencia!” (se ríe) pues bien… ¡avanti, que la batalla e nostra!

29/07/2016

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