Entrevistas
30/12/2019

Daniel Menéndez

El 30% de la población mueve la economía social

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Los detalles de las dificultades que enfrenta este segmento, que vive en 4.200 barrios, villas y asentamientos, los dio el subsecretario de Promoción de la Economía Social y el Desarrollo Local. “Que el hambre sea una política de Estado es absolutamente acertado”, sostuvo sobre las primeras medidas del gobierno nacional.

Diego Colao

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El 30% de la población moviliza la economía social, un sector que vive en un universo conformado por más de 4.200 barrios, villas y asentamientos en todo el país, dijo Daniel Menéndez, subsecretario de Promoción de la Economía Social y el Desarrollo Local. 

“Tienen una segregación no sólo desde sus ingresos sino también en términos del mundo donde se asientan sus condiciones de vida”, dijo el también coordinador nacional de Somos Barrios de Pie, uno de los movimientos sociales que integran el tridente de San Cayetano y que, junto a la CTEP, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Frente Darío Santillán, conformaron la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), una herramienta a la que calificó de “original” para dar “la pelea por la supervivencia, contra la exclusión”.

Para Menéndez, el asistencialismo no es una respuesta para estas familias porque considera que “hay millones de trabajadores que no van a volver a incorporarse al mercado formal, por tanto la asistencia es una mera continuidad de un esquema de supervivencia”; y en ese sentido planteó la necesidad de “pasar de la asistencia al desarrollo del trabajo”, pero siempre dentro del “mundo que los mismos excluidos han construido para sostener su dignidad”.

El actual subsecretario de Promoción de la Economía Social y el Desarrollo Local, dependiente del ministerio de Desarrollo Social aclaró, en este diálogo con Va Con Firma, que el hecho de que “el hambre sea una política de Estado es absolutamente acertado” y señaló que “las primeras medidas siguen ese norte de afectar ingresos de los sectores más concentrados, hacerlo en un marco de racionalidad y atender como principal urgencia los ingresos de las familias más humildes”. 

-¿Cuál es la importancia del lanzamiento de la UTEP? 

-Nos parece un hecho que en perspectiva va a ser recordado como un hito en el desarrollo de los movimientos sociales, de los movimientos populares, de la lucha social en nuestro país. Es una búsqueda también original, de pensar una nueva articulación de las demandas de los sectores populares en la Argentina. Es entender que existe un mundo con  problemas estructurales que tienen que ver con el empleo y con el desarrollo del modo de producción capitalista en su continua exclusión del mercado formal de millones de personas, y es una respuesta desde la dignidad del trabajo, de pensar una pelea contra la exclusión desde la identidad del trabajo. 

Después de 20 años de luchas sociales en la Argentina, cuando el modo de producción capitalista instaló su vertiente de globalización y de paradigma tecnocrático, como dice Francisco, la destrucción del empleo y las dificultades que acarrea, en los barrios populares peleamos de distintas formas, con cortes de rutas, con salidas a cuestionar la destrucción del empleo y el hambre. Y hoy estamos ante la construcción de una realidad que hace que entendamos que la pelea por la supervivencia, contra la exclusión, cuestionando el modo de producción capitalista; tiene que ser desde el desarrollo de la economía popular, desde pensar nuevos derechos, nuevas formas del Estado para interactuar con ese mundo de la economía popular, desde la idea del trabajo y la producción, no desde la idea del asistencialismo.

Foto: Pepe Mateos
 

-¿De qué manera se puede lograr este pasaje?

-Impugnamos la idea del asistencialismo desde la lógica de que la asistencia no va a resolver el problema, porque no se trata de asistir a alguien que está excluido, sobre la base de que se va a volver a incorporar. Hay millones de trabajadores que no van a volver a incorporarse al mercado formal por tanto la asistencia es una mera continuidad de un esquema de supervivencia; y nosotros entendemos que hay que pasar de la asistencia al desarrollo del trabajo, en el mundo en que los mismos excluidos han construido para sostener su dignidad. Hay que pensar nuevos ingresos, mejorar la productividad de las actividades de la economía del cuidado, del reciclado, de la industria textil, de la construcción, de la producción de alimentos para poder mejorar los niveles de vida de una porción enorme de nuestra sociedad.

-¿De qué magnitud es el universo de la economía popular?

-Creemos que no es menos del 30% de la población. Estamos ante un universo que vive en más de 4.200 barrios, villas y asentamientos, que tiene una segregación no sólo desde sus ingresos sino también en términos del mundo donde se asienta sus condiciones de vida. Por lo que hay que llevar adelante una transformación profunda de lo que hace al trabajo y a la urbanización de los barrios populares y a las condiciones existentes que hoy están en una situación muy difícil.

-¿Qué medidas se deben tomar para mejorar las condiciones de la economía popular?

-Lo que es clave es redefinir las políticas sociales. Pasar del asistencialismo a la construcción de empleo. Nos parece que es central, hay que pensar la construcción de empleo no como una búsqueda de un regreso al mercado formal, porque eso lo podrá hacer una parte muy minoritaria del conglomerado de sectores populares que hoy están peleándola día a día y hay que mejorar esas condiciones de existencia. Y eso se hace con mayor productividad, con mayor equipamiento, con la búsqueda de la comercialización y de generar nuevos mercados. Y todo eso es el desafío que tenemos por delante, que son cambios estructurales que hay que resolver para evitar que cualquier nueva crisis que se dé en nuestro país por estar articulados con el mundo de la forma en que hoy están cruzadas todas las economías, no deriven en la extensión del hambre y de la miseria como pasa actualmente.

-¿Cómo evalúa el desarrollo de las primeras medidas contra el hambre?

-Me parece que son medidas correctas, que hacen a atender el problema de la urgencia, como un problema prioritario. Que el hambre sea una política de Estado es absolutamente acertado. Hay que atender la emergencia y avanzar en paralelo con las reformas estructurales: y las primeras medidas siguen ese norte de afectar ingresos de los sectores más concentrados, hacerlo en un marco de racionalidad y atender como principal urgencia los ingresos de las familias más humildes.

-¿La tarjeta alimentaria es una buena herramienta para atender la malnutrición?

-Es una herramienta para atender la emergencia. Hoy tenemos un problema más allá  de la malnutrición y es que los alimentos no paran de subir, los ingresos están absolutamente estancados por las dificultades de las changas y del mundo del trabajo y por lo tanto, fortalecer los ingresos para poder acceder a los alimentos, es un tema hoy absolutamente impostergable y aspiramos a que luego se pueda avanzar en transformaciones más de fondo.

29/07/2016

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