1955. El año de la Revolución Libertadora (o La Fusiladora). Un crimen conmueve a la sociedad.

Alcira Methyger es asesinada, descuartizada y sus restos esparcidos entre la Boca y Martín Coronado. Su asesino, Jorge Burgos, según el relato de época, era un hombre herido en su orgullo.

Considerado por muchos victima el mismo del destrato recibido de una mujer que no lo amaba en la misma medida y disminuido en su condición de varón.

Un crimen que recibió una amplia atención en los medios de ese momento, principalmente las revistas que recibían numerosas cartas de hombres y mujeres contemplando la desdicha del pobre hombre. Las cartas de lectores de las revistas de entonces decían cosas como las siguientes:

“Burgos es una persona querida, respetada, culta y responsable en todas sus actividades y sin ningún antecedente policial. En cambio Alcira Methyger llevaba una vida licenciosa, engañaba a Burgos y al mismo tiempo a otros. El asunto del descuartizamiento no agrava la situación. Lógicamente tenía la necesidad de deshacerse del cuerpo” (Juan Gergevecevich, Cartas de lectores, Revista Ahora, Abril 1955). “Hay que lograr el perdón de este pobre hombre que ha caído en desgracia impulsado por el amor. (…) Burgos obraba de buena fe y le pagaron traicionándolo” (Celia Álvarez Pilar, Cartas de lectores, Revista Ahora, Abril 1955).

María Eugenia Cerutti, fotógrafa, ganadora del premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) por su trabajo “132.000 voltios. El caso Ezpeleta” y autora del libro fotográfico Kirchner, investigo los archivos de época y encontró signos que marcaban una identidad social que iba mucho más allá de las circunstancias del crimen en sí. 

Vinculó espacios, hechos, modos, que describían un contexto social impregnado por el golpe de Estado y un revanchismo de clase que actuaba en distintos niveles y que hoy vemos, 63 años después, con cierto asombro y espanto, aunque de repente, como en un espejo que se desempaña, nos devuelve imágenes que resuenan actuales.

Junto a Alejandro Marinelli desarrollaron una puesta que denominaron "Con toda la muerte al aire", elaborada en el Laboratorio de Periodismo Performático de revista Anfibia/Unsam con fotografías, proyecciones, audios y dos actores que aluden a los hechos.

La performance fue presentada en la sede PROA 21, de la Fundación PROA en la Boca, el domingo 21 de noviembre con la presencia de más de 200 personas y se podrá volver a mañana 8 y pasado 9 de diciembre, en el mismo espacio.