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“Yo estaba buscando naturaleza y alquilamos una casa vieja con Liliana Maresca sobre el arroyo Caraguatá. Fue un verdadero descubrimiento, una forma de revelación” dice Marcia Schvartz relatando cómo fue la génesis de esta serie de pinturas, cerámicas y esculturas que se exhiben en el Museo de Arte Tigre.
“Mi obra hasta ese momento era esencialmente figurativa, trabajaba con modelos en un ámbito muy urbano. En el Tigre comienzo a pintar paisajes chiquititos y me cambia totalmente la paleta. Empiezo a trabajar con una paleta de colores muy saturados, estridentes que hasta ese momento me había parecido asquerosa y de repente me resultó fabulosa”, continúa, “fue como empezar de nuevo, fue una etapa donde me solté muchísimo con la figura y sobre todo con el color. Cuando empecé a mostrar estos trabajos mucha gente a la que le gustaban mis pinturas me dejaron de dar bola, me decían que era indigenista como si eso fuera un insulto”.
“Pinte indias en el río, algo que se vinculaba mucho con la femineidad, el agua, los fluidos, la relación con la naturaleza. Pinte morochos que antes había pintado en ámbitos urbanos y luego encontré en las islas. Hice cerámicas, acuarelas de flores, pájaros, fue una etapa muy fructífera de mucho descubrimiento que abarcó casi diez años. El río fue un factor esencial para el que yo no encontraba palabras y pintaba. El río es pura filosofía. Años después descubrí un libro, “El agua y los sueños” de Gaston Bachelard y sentí que ahí se expresaban muchas de las cosas que sentía sobre el río y la naturaleza que había pintado intuitivamente.”
“Me da pudor hablar de muchas de las cosas que confluyen en lo que pinto, no me gusta anclarme ahí además, aunque no dejen de estar presentes. La muerte está muy presente, primero viví la represión de los ‘70 y luego apareció el SIDA que se llevó mucha gente conocida y querida. En el río vi una síntesis de muchas de esas cosas, la vida, el deseo, el erotismo, la muerte representadas en todas y cada una de las partes que me rodeaban. Viví en dos casas en el río, Caraguatá y Esperita, respectivamente, creí que nunca las iba a dejar pero en un momento se me hizo muy arduo, era como tener dos vidas, pero cuando vuelvo siento que en el Tigre formo parte de todo eso, es un lugar mágico”, relata Marcia.
En un texto que acompaña la muestra, Roberto Amigo, el curador, dice entre otras cosas: “Si su obra desde los años ‘70 trataba el mundo urbano, los lugares y sujetos populares, la vivencia de las islas le permitió pensar un territorio extenso, antiguo y presente, que sigue el curso de los ríos” .
En el párrafo final concluye: “En las islas construyó las condiciones de su tiempo creativo, ajeno al imperativo del sistema. Regresa constantemente con sus cuadernos de bocetos, con las transparencias de las acuarelas; quizás en la fuerza del río y los verdes intensos encuentra la instancia vital para superar la angustia contemporánea.”
La obra de Marcia Schvartz es amplia, multifacética, abarcativa y profundamente honesta, los materiales que emplea van desde los más clásicos de la pintura, hasta cerámicas, alquitrán, cartones de descarte, vellones de lana, cardones, resinas, manteniendo una actitud pictórica en todos los formatos que desarrolla.
Como un río su obra fluye, transforma paisajes, devora y revela. En esta muestra el río, el agua, la naturaleza, son tangibles y a la vez aparecen como una inmensa metáfora en un estallido de formas y colores que no son otra cosa que la experiencia de la percepción del movimiento de la vida y la muerte.
Museo de Arte Tigre (Av. Paseo Victorica 972, Tigre Centro.
Horarios: miércoles a domingos y feriados de 13:00 a 18:00
Precio: $500 (gratis para residentes del partido, menores de 12 años, jubilados y personas con discapacidad)
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Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite