“Cosas, mesas, sillas, motos, tenedores, botas de lluvia, botines de futbol, pelotas, cuchillos, láminas, lámparas, cafeteras, vasos, ventiladores, planchas, carteras, heladeras, autos” enumera Martín Kohan en un texto que leyó en el día de la inauguración de “ Del cielo a casa, Conexiones e intermitencias en la cultura material argentina”.

Cosas tangibles, materialidad extrema que nos muestra cómo muchos de nuestros sentimientos, recuerdos e imaginarios están vinculados a esa materialidad que nos trae sensaciones corporales como el movimiento del dedo al prender un fósforo Ranchera, o la actitud corporal al subir a una bicicleta Aurorita o el movimiento de muñeca para cambiar un canal de televisión.

“Cosas nuevas, cosas hermosas, cosas perdidas, cosas rotas, durarán más que el olvido, es que las llevo conmigo, son tantas cosas que decimos para explicar nuestro vivir”, canta Daniel Melero y es parte del efecto que causa la primera aproximación a una muestra que luego que salteamos esa primera impresión vemos que no es una mera acumulación de objetos y productos.

“Del cielo a casa” la frase que le da el título a la muestra está tomada de un cuento de Hebe Uhart donde habla de la vuelta a lo cotidiano luego de un viaje en avión, literalmente del cielo a su casa.

Se puede recorrer la extensa exposición como quien recorre un inmenso depósito donde se han ido acumulado aleatoriamente las cosas que se han ido descartando o perdiendo valor, pero eso sería perderse la posibilidad de ver los relatos internos planteados por el equipo curatorial armando constelaciones temáticas.

Argentum, Centro, Campo, Rutas, Antártida, Avanzada, Recreo, Siam/Di Tella, Cuerpo, Hogar, Veraneo, Cicatrices y Economía son los 13 ejes que proponen un recorrido que no es cronológico sino que vinculan la propia morfología de los objetos, algunos aspectos materiales y el diálogo conceptual que hay entre ellos.

Argentum, por ejemplo, remite a la riqueza imaginaria que se adjudicó a este territorio y una serie de objetos marcados por la característica del brillo metálico o Rutas, marcando la presencia de YPF, los ferrocarriles, distintas formas de movilidad incluyendo la cuestión sonora con “Rutas argentinas” de Almendra.

Carolina Muzzi, periodista y una de las curadoras de la muestra dice en una entrevista muy interesante, que vale la pena escuchar en Radio Universidad de La Plata, algo que es como el ruido de fondo mientras recorremos la sala: “el diseño fue la disciplina del siglo XX y mal que nos pese, el brazo armado del capitalismo y de formas de consumo exacerbado. En esta muestra hablamos del capitalismo pero también de soberanía, de bienes comunes y de una industria nacional que fue muy golpeada, porque junto al genocidio hubo un industricidio, con las personas que nos arrebataron se destruyó un tejido de producción y trabajo”.

“Del cielo a casa”, es un título que entre otras cosas, nos induce a pensar cómo se conectan entre sí los productos de consumo cotidiano con los que son realizados con un sentido artístico o los destinados a la industria, también podría haberse llamado, menos poéticamente, “Todo tiene que ver con todo” en tanto contribuye a forjar un imaginario nacional muchas veces anclado en la nostalgia por algo que ya fue y hoy, a la distancia, parece luminoso y que en su momento estuvo cargado de la certeza que íbamos hacia un futuro mejor como nación y sociedad pensada desde una ideología desarrollista frustrada por el avance de otras formas de capitalismo más destructivas.

Del cielo a casa se puede visitar en el Malba, avenida Figueroa Alcorta 3415 de Buenos Aires. De jueves a lunes de 12 a 20. Martes cerrado. Hasta el 12 de junio. Los miércoles hay entradas generales a $650 y es gratis para jubilados, docentes y estudiantes.