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De las 45.000 toneladas de residuos que se producen diariamente en todo el país más de 10.000 se separan y con eso se evita que vayan a pasar a basurales a cielo abierto o rellenos sanitarios. Los responsables de esa actividad son aproximadamente 170.000 recicladores en todo el país. En Avellaneda funciona una planta de reciclado integrada por 170 personas conformadas en una cooperativa que anteriormente cartoneaban en las calles y hoy están integradas a un sistema de separación y de venta directa sin intermediarios además de producir pellets de plástico con un valor agregado importante. Cuentan con un aporte del Potenciar Trabajo que refuerza las ganancias obtenidas por las ventas.
En el país funcionan alrededor de 350 cooperativas de recicladores que realizan una tarea fundamental para la cuestión medio ambiental ya que permite la recuperación de considerables cantidades de materiales y la planta de Avellaneda es un referente para todos los municipios del país.
Lo curioso (o no tanto) es que este sistema de gestión de residuos viene siendo promovido por la organización de los propios cartoneros que empujan para optimizar el tratamiento de la basura, ya sea por la necesidad de separación en origen (nadie mejor que ellos sabe lo que es meter la mano en una bolsa maloliente), de la promoción de políticas medio ambientales con inclusión social y hasta el tratamiento de una ley de envases que involucre a las empresas productoras. Además de mejorar las condiciones productivas y la necesidad de ser considerados trabajadores con todos los beneficios que esto implica, vestimenta, herramientas apropiadas y organización.
“ Sin todas las manos cartoneras, lo digo a nivel global, que revolvemos la basura y el descarte de la sociedad para recuperar materiales reciclables y reinsertarlos en la industria, la crisis del tratamiento de los residuos hoy sería el triple o más de lo que es”, dice Jonathan Castillo, presidente de la cooperativa Recicladores Unidos de Avellaneda.
“El valor del reciclador en la sociedad es fundamental y es necesario un reconocimiento digno de todas y todos las y los compañeros que están revolviendo la basura del vecino que todavía no es consciente de la importancia de separar el material en origen entre otras cosas”, enfatiza Jonathan que está al frente de alrededor de 170 personas que diariamente llevan adelante la planta de reciclado ubicada en el EcoPunto de la municipalidad de Avellaneda.
Accedieron a esa planta luego de que el Municipio pusiera en funcionamiento una flota de camiones recolectores que los dejó sin material que levantar en las calles y en septiembre de 2018 tomaron ese espacio con la intención de separar los elementos reciclables. Luego de esa toma se llegó a un acuerdo con la intendencia de Jorge Ferraresi y entraron dentro del programa Argentina Recicla del ministerio de Desarrollo Social, que está destinado a organizar y brindar recursos a miles de recicladores en todo el país.
Maria Castillo, es la primera cartonera que llegó a ser funcionaria pública como directora nacional de Economía Popular y la semana pasada en el primer Encuentro Nacional del programa Argentina Recicla habló de la importancia de llevar adelante Sistemas Locales de Reciclado y reconocer el trabajo que realizan las y los recicladores de todo el país. Para eso es necesario articular acciones entre las organizaciones de cartoneros, ministerios y municipios a fines de lograr la integración de los trabajadores más precarizados brindando buenas condiciones de trabajo, equipamiento y herramientas; en ese marco desde el programa Argentina Recicla aspiran a tener incorporados alrededor de 76.000 recuperadores con recursos promoviendo sistemas locales de reciclado entre cooperativas y municipios antes de fin de año.
“Sin cartoneras ni cartoneros no hay reciclado”, es la potente consigna que condensa toda la problemática y a partir de la cual se desprenden todas las cuestiones implicadas. Hablar de cartoneo es hablar de variadas crisis, involucra directa o indirectamente a los problemas que nos atraviesan desde hace años.
Del camino de la basura se desprende un abanico de temas a abordar, desde la pérdida de miles de puestos de trabajo con la consecuente exclusión y condena a la marginalidad de amplios sectores de la población, el cuestionamiento a las modalidades de consumo y producción indiscriminadas, las formas de tratar los residuos y la cuestión medioambiental, hasta las desigualdades y estratificaciones en la sociedad y la necesidad urgente de revertir situaciones de extrema pobreza.
Esa son algunas de las cuestiones que surgen cuando nos detenemos a observar el camino de la basura, un camino en el que estamos todos, de una u otra manera.
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