“Acá se ve mucho amor” dice Marisa Domínguez,artista plástica,mientras recorre fascinada las fotos que componen la muestra, “se nota la preocupación por el bienestar, por lo estético en la vida de la gente”. El comentario de Marisa no hace más que reforzar la sensación que flota en las personas que recorren la muestra, incluso en aquellas que no guardan muchas simpatías con el peronismo; tuvimos un país mejor.

Claudio Larrea, nacido en 1963, ha hecho una importante carrera como productor artístico tanto en gráfica como en cine, pero lo que lo moviliza profundamente es la fotografía.

“Mi infancia estuvo marcada por los recuerdos. Mi familia es de Bragado y mi abuelo tenía una orquesta de tango de la que había infinidad de fotografías. Mi padre era fotógrafo, fallece muy joven y a los 12 años recibí su cámara como legado; el ejercicio fotográfico tiene para mí una inevitable carga de melancolía”, relata Claudio.

“En el 2001 me fui a trabajar a Barcelona y cuando volví diez años después, en los que extrañe mucho a Buenos Aires, traía una mirada un poco extranjera, veía todo con una distancia que me hacía percibir cosas con otra profundidad. Entre otras cosas, me pareció que faltaba un registro sistematizado de las construcciones realizadas durante el Primer Plan Quinquenal (1946-1951) y Segundo Plan Quinquenal (1952-1955) y en el 2013 salí con mi cámara a buscar los lugares”.

“Me preguntan porque no hay personas en este trabajo. No es que no fotografíe personas, justamente en este momento tengo otra muestra que se llama "Porteños" donde el factor humano es el eje. Pero en el caso de las obras, las construcciones, preferí obviar la presencia humana para que quede más de manifiesto la característica de entidad que tienen en sí los lugares, que esté más presente ese espíritu que transmiten, que en algunos casos, como cuando entre al auditorio de la CGT me impactaron profundamente, como si todavía resonaran las presencias del pasado en el lugar".

"Mi trabajo, en particular este, tiene como referencia una corriente fotográfica, “La nueva objetividad”, que se genera en Alemania, puntualmente en Dusseldorf en los años ‘60. Fundada por el matrimonio Becher, registraron espacios públicos vacíos, adjudicándoles un análisis de su relación con el ser humano, su dimensión social y desde ese postulado aborde mi indagación sobre la arquitectura peronista.

No pertenezco a una familia peronista y me defino como un artista agnóstico y laico, busco trascender cualquier “ismo”. Mi memoria personal es a base de investigación: ahondé mucho sobre este periodo arquitectónico. Por ejemplo, en el proceso, supe que el arquitecto Jorge Sabaté, que fue intendente de la ciudad de Buenos Aires en los años ‘50, fue uno de los creadores del proyecto de la CGT, el sindicato La Fraternidad, el teatro Empire, la Fundación Eva Perón, todos magníficos y con el empleo de materiales irrepetibles. De todos modos quedo mucho por fotografiar sobre todo en el interior del país que por falta de recursos no pude hacer, dice Claudio.

La exposición muestra la coexistencia en la arquitectura del período peronista de lenguajes rústicos, variaciones de las corrientes modernas y formas neoclásicas. Esa diversidad se puede ver en la amplitud de obras que abarcan desdela sede de la CGT (1950), la Fundación Eva Perón (actual Facultad de Ingeniería de la UBA, 1951), escuelas, la República de los Niños (Gonnet, 1951) conjuntos de viviendas sociales en Saavedra, Villa Pueyrredón o Parque Avellaneda, la Pista de atletismo de La Plata, la Escuela Fábrica Casal Calviño, hasta el Velódromo (Palermo, 1954), una magnífica manifestación de un periodo histórico social irrepetible.

La muestra puede visitarse los viernes, sábados y domingos de 10 a 17.30 hasta el mes de mayo con entrada libre y gratuita en el Museo del Bicentenario ubicado sobre avenida Paseo Colón al 100, en la ciudad de Buenos Aires.