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El 14 de junio pasado, Patricio Escobar, documentalista, realizador del documental “La crisis causó dos nuevas muertes”, y Alejandro Bercovich, periodista, director del documental “Diciembre”, presentaron en los tribunales de Comodoro Py material en la causa que investigan a los responsables políticos de dar las órdenes de reprimir una masiva movilización de organizaciones de desocupados el 26 de junio de 2002, donde asesinaron a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, e hirieron de balas de plomo a más de 30 personas.
Un sainete trágico
Patricio Escobar, junto a Damian Finvarb, realizaron en 2005 el imprescindible documental ``La crisis causó dos nuevas muertes”, donde reconstruyen y analizan los hechos ocurridos en la Masacre de Avellaneda, así como las maniobras políticas del gobierno y la manipulación de la información por parte de los grandes medios de comunicación.
Con Alejandro Bercovich, el último 14 de junio presentaron documentación que incluye entrevistas y un exhaustivo seguimiento de las publicaciones periodísticas de la época. Nada oculto, todo lo que de alguna manera está expuesto desde hace años pero no se traduce en una acción judicial y tampoco en una condena social. Algunos, como Felipe Solá, se reconocen como responsables políticos por el cargo que ocupaban pero no culpables de los delitos.
La reconstrucción del entramado político es en sí digno de una novela de John Le Carre, aunque no prime la inteligencia. Políticos desorientados, envenenados y manipulados por informes de servicios de inteligencia, funcionarios de la embajada presionando por el acuerdo con el FMI, todo conformando un sainete trágico en el que Eduardo Duhalde tenía el rol protagónico por ser el presidente en funciones.
Los nombres del elenco de esta novela o sainete (para darle un tono más criollito) son todos conocidos aunque algunos, sobre todo los vinculados a servicios de inteligencia, lograron permanecer en las sombras muchos años. Casi todos continuaron su carrera política sin recibir ninguna sanción aunque fuera simbólica. Ninguno fue siquiera llamado a declarar. Otros, como en el caso del que era jefe de gabinete, Alfredo Atanasoff, un personaje clave en el armado, disfruta de una embajada en Bélgica.
Entre los archivos periodísticos presentados se destaca la reunión de gobernadores en La Pampa el mayo de 2002, donde muchos gobernadores y funcionarios le reclamaban a Duhalde que aplicara “mano dura” para tener el control de la calle. Es esclarecedora una nota en Página12 de Mario Wainfeld, publicada el 2 de junio de aquel año, donde se informa sobre esa reunión. (Ver enlace)
El documentalista Patricio Escobar, en su declaración incluyó entrevistas a Eduardo Duhalde, Felipe Solá y Juan José “Juanjo” Alvarez, que fueron realizadas para su documental “La crisis causó...¨ y tiene continuación en la producción audiovisual que está en proceso, y que va directamente a la cuestión de las responsabilidades políticas.
En una de esas entrevistas dice Felipe Sola:
“El peronismo más histórico que estaba en ese momento, no concebía otra forma de ganar la calle que… en lugar de ganar la calle con sus militantes… ganar las calles reprimiendo. El peronismo perdió la calle¿y la piensa recuperar con la policía? Entonces yo recuerdo una discusión, en la que Duhalde no opinó, no recuerdo la opinión de Duhalde, sí otras. Había gente de Duhalde que estaba de acuerdo con eso, (Jorge) Matzkin (entonces ministro del Interior), (Alfredo) Atanasof (entonces jefe de gabinete), que estaban ahí”.
Solá también reconoce en esa entrevista ser responsable políticamente por ser el gobernador de la provincia de Buenos Aires en ese momento pero no culpable de los acontecimientos, y sí haber sido engañado por los informes que le aportó la propia policía.
Se mataron entre ellos
Luego de ocurridas las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, todos los funcionarios confabulados salieron a replicar el mismo cantito : “Se mataron entre ellos”.
Una frase digna de la historia universal de la infamia. La responsabilidad de la policía era clara. Sin embargo, para continuar con el entramado pergeñado para restablecer un supuesto orden, era necesario continuar con las operaciones destinadas a crear un clima político y social donde el manifestante era el responsable de la crisis, el generador del caos.
“¿Por qué es importante avanzar en el esclarecimiento de las responsabilidades políticas?”, dice Patricio Escobar. Y reflexiona: “No es solo por la búsqueda de Justicia en sí, es resolver esto para que no vuelva a pasar. Hoy un líder libertario, Espert, pide meter bala a los mapuches, estamos a un paso de que se vuelva a pedir represión a los piqueteros. Resolver esto que pasó hace 20 años nos va a permitir empezar a discutir y mostrar lo que pasa ahora, esa es la búsqueda, demostrar que si la Justicia no funciona, la ciudadanía sí. A lo que más le temen muchos de estos personajes es a la condena social.”
De qué hablamos cuando hablamos del 2002
Los acontecimientos de la estación Avellaneda son una especie de trágico desenlace donde confluyen todas las conflictividades que se presentaron en el año 2002, un año excepcional en la historia reciente. Un año en el que estallaron por el aire todas las situaciones que se venían atando con alambre. Una crisis prolongada desde finales de los años ‘90, eclosionó.
La salida de la convertibilidad, el fin del sueño del 1 a 1 (1 peso igual a 1 dólar !! Qué caro que salió), se fue convirtiendo en la madre de todas las pesadillas por todas las aberraciones financieras que llevaba en el vientre. La restricción de retirar solo hasta250 dólares por semana en efectivo de los bancos, el corralito, provocó un caos por la falta de moneda circulante y afectó gravemente a los sectores que tenían una economía basada en el día a día.
Alrededor de 200 empresas fueron recuperadas por sus trabajadores, luego que sus propietarios las llevaran a la quiebra, cerraran o abandonaran, con resultados muy dispares. Los comedores populares se expandieron para poder garantizar una alimentación mínima a miles de familias. Las redes de trueque de todo tipo, de bienes y saberes para paliar la falta de dinero, llegaron a involucrar a dos millones de personas.
Las asambleas barriales, principalmente en barrios de clase media, funcionaron como módicos soviets. Los ahorristas estafados por la confiscación de sus ahorros marchaban diariamente y llegaron a hacer que los bancos debieran blindar todos sus frentes.
Las organizaciones de desocupados, un sector que había sido ignorado durante el menemismo por casi todo el espectro político, irrumpe como un actor político de peso en las calles y el peronismo no los contiene ni los representa.
La limitación para la compra de dólares, hasta 500 por persona, hacía que todas las mañanas miles de personas hicieran colas en los bancos para comprar dólares para terceros.
La figura del cartonero empezó a ser parte del paisaje urbano y las personas hurgando en la basura, una escena que dejó de asombrarnos.
La fractura en la sociedad se hizo cada vez más evidente.
Un año excepcional donde todas las tensiones estuvieron en juego. Un año en que la sensación de que habíamos dejado de ser un país, una nación, para ser nada más que en un territorio disgregado que había perdido todos los valores que le daban sentido de ser. Un territorio a la merced de intereses totalmente ajenos a la idea de tener un país, una patria que nos congregue alrededor de un proyecto.
En ese contexto asesinan a Darío y a Maxi. La verdad histórica es necesaria para que no extraviemos un horizonte por más lejano que nos parezca.
Darío y Maxi, presentes, ahora y siempre!!!!
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