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El Mercado de Liniers tiene una larga historia. Fue la continuidad de varios mercados concentradores de la Ciudad de Buenos Aires que se fueron desplazando a medida que crecía la Ciudad. Anteriormente funcionaron mercados en los barrios de Parque Patricios, Barracas y el anterior a Liniers fue fundado en 1854 en el barrio de Once.
Funciona desde hace 120 años en el barrio de Mataderos y la hacienda llegaba arreada por reseros a través de largos recorridos hasta que el ferrocarril acortó los tramos. El traslado adquirió la forma actual con la llegada de los camiones ya en los años 40. Reseros que remiten a la moneda de diez pesos que llevaba su silueta y a Atahualpa Yupanqui, “las penas y las vaquitas se van por la misma senda, las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.
La presencia de mataderos, saladeros, mercados es parte de la historia argentina. A nadie se le escapa la cita a la pieza inicial de nuestra literatura, “El matadero” de Esteban Echeverria.
Una historia que es gran parte de la historia política argentina, encarnada por sectores antagónicos. Una historia que no ha sido suficientemente analizada y estudiada, tanto por un lado como por el otro.
El trabajador rural, en este caso el vinculado a la carne es como una especie de gran ausente.
No hay que olvidar que una de las grandes epopeyas de la lucha gremial y política fue la sostenida por los trabajadores del Frigorífico Lisandro de La Torre, ubicado en Mataderos, frente a políticas que avanzaban sobre nuestra soberanía durante el gobierno de Frondizi y que sufrieron la brutal aplicación del plan Conintes. Todavía hoy el nombre de Sebastián Borro, mítico dirigente gremial es recordado por algún trabajador que viene de familias vinculadas a la actividad.
Mataderos fue el nombre que finalmente se le impuso al barrio, que al inicio de la instalación del mercado se denominó Nueva Chicago en relación a la industria ganadera de la ciudad estadounidense.
Un barrio alejado de la ciudad que era un gran campo y fue atrayendo a pobladores que se instalaron a la sombra de la actividad económica y que le dio un perfil particular. El barrio nació y se organizó alrededor del matadero, por lo que la relación de vecindad estaba estrechamente unida a la relación laboral. El comercio se sostenía fundamentalmente por la venta cotidiana a empleados, obreros y sus familias.
Liniers fue la continuidad de varios mercados concentradores de la Ciudad de Buenos Aires que se fueron desplazando a medida que crecía la Ciudad. Anteriormente funcionaron mercados en los barrios de Parque Patricios, Barracas y el anterior a Liniers fue fundado en 1854 en el barrio de Once.
El ganado que se remata en Liniers abastece principalmente a la industria frigorífica de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Es el mayor mercado concentrador de ganado de Latinoamérica. Entre 35.000 y 40.000 cabezas de ganado entran al Mercado por semana. Los remates en el Mercado funcionan como una referencia y orientación en la creación de los precios ganaderos para el resto del país.
La necesidad de trasladarse como sucedió con los mercados anteriores está relacionada directamente con el crecimiento de la Ciudad y las problemáticas ambientales y urbanísticas que conlleva. De acuerdo a una ley sancionada por la legislatura porteña en 2007, se prohibió la entrada de ganado en pie a la ciudad de Buenos Aires y desde ese momento esa ley ha tenido diecisiete extensiones en el plazo establecido para que se cumpla la normativa.
El traslado del Mercado genera inquietud entre los vecinos y comerciantes del barrio porque va a alterar el funcionamiento económico del lugar, marcado casi en su totalidad por la presencia del mercado, los frigoríficos, proveedores, negocios alrededor y el movimiento en general de este tipo de actividad.
Las 34 hectáreas que ocupa el parque aún no tienen un destino claro a partir del traslado en su totalidad al nuevo mercado de Cañuelas, Mercado Agroganadero (MAG), un desarrollo muy ambicioso impulsado por los principales consignatarios, que pretende ser un proyecto con características superadoras del actual mercado y con amplias posibilidades de desarrollo a futuro.
Con el retiro del mercado del barrio de Mataderos se abre una puja inmobiliaria que todavía no tiene actores visibles.
Además de la inevitable nostalgia por la pérdida de un pasado que abre inquietantes incertidumbres.
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