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Ver y oír

El rio viene bajando

La bajante que viene experimentando desde hace más de un año el río Paraná es la más importante desde 1944. El ciclo hidrológico en América Latina ha sido dañado irreversiblemente a causa de la deforestación intensiva, el agronegocio y la realización de mega obras que modificaron cuencas produciendo desequilibrios de extrema vulnerabilidad.

Por Pepe Mateos (enviado especial a Paraná y Santa Fe)

“Silencio de diamante, en el campo ni un eco”, así describía el poeta Luis Franco a un espacio castigado por la sequía.

Donde hay un arenal, entre dos islotes que se habían ido formando en el medio del cauce principal del río debido a la acumulación de sedimentos y el crecimiento de plantas, frente a la ciudad de Paraná, hasta hace poco tiempo corría agua. Caminando por ese arenal todo es silencio, el rumor del río se apaga y los sonidos de la ciudad llegan lejanos, un silencio que es ausencia, de agua, de vida, un silencio que es pura desolación.

“Nunca vi esto en la vida”, es la frase que más se repite en el Litoral argentino y cada día, cada semana que pasa aumenta el desconcierto frente a una situación que comenzó en 2019 y amenaza alcanzar características de catástrofe. El caudal de agua que ingresa al Paraná actualmente es apenas un 40% del valor promedio de junio registrado los últimos 25 años. Las causas de este fenómeno son múltiples y complejas y están vinculadas a las quemas de la Amazonia y el uso intensivo del suelo por la agroganadería industrial. El desmonte del Amazonas provoco una modificación en el sistema de concentración de humedad y el régimen de lluvias, algo que los especialistas estiman irreversible en el mediano plazo.

En la ciudad de Santa Fe la gente camina por la costanera de la Laguna Setúbal y no tan lejos el humo de los incendios en los humedales se mezclan con las nubes. Aunque algunos recuerdan la bajante del año 71 como lo más parecido, no se había prolongado tanto tiempo y de hecho ya la marca de ese año, ya fue superada. Las consecuencias ya se sienten en muchos aspectos. El abastecimiento de agua potable se ve comprometido por que en muchos casos las tomas de agua quedan por encima del nivel del agua y debido a esto en la ciudad de Paraná ya se instalo una toma alternativa. La eliminación de residuos cloacales también esta comprometida, lo que genera una proliferación de bacterias que altera la composición del agua. La enumeración de perjuicios es extensa. En principio aparecen los reclamos vinculados al negocio agroexportador que ven afectada la navegabilidad y calculan perdidas de 250 millones de dólares, sin evaluar que son una parte importante del problema.

Los pescadores son los primeros en advertir las modificaciones y alteraciones en la fauna y la flora del río y sus márgenes. Detectan la baja en la pesca y la búsqueda de nuevos hábitats de los animales que bordean las orillas como puede ser el carpincho. La biodiversidad esta en grave riesgo ante la seca de arroyos y humedales abastecidos por el río.

El Gobierno Nacional ante las gravísimas consecuencias declaró el “Estado de Emergencia Hídrica” en la región de la cuenca del río Paraná, por 180 días, e involucra las zonas de las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires. Se anuncio la creación de un fondo especial de 1.000 millones de pesos ante la posibilidad de falta de agua en ciudades cercanas, incendios forestales, imposibilidad de mantener el volumen del comercio por la hidrovía, y hasta se pensó qué hacer en caso de que haya que parar las centrales nucleares Atucha 1 y 2, o las centrales termoeléctricas ubicadas sobre este río, que demandan gran cantidad de agua para su funcionamiento, además de la preocupante baja en la generación hidráulica de Yacyretá.

Si bien algunos, tomando como referencia el ciclo de sequías e inundaciones, esgrimen que este es un ciclo natural y que el río recuperara su estado anterior, prescinden de todas las variables actuales a causa de la intervención humana, represas, modificación del territorio, sobrepesca, sobredragado, circulación y población alrededor de la cuenca, todas situaciones que no estaban presentes en las sequías anteriores.

Lo que sucedera a mediano y largo plazo es un interrogante abierto que requiere una activa participación de la población y los sectores comprometidos con frenar un holocausto ambiental.

29/07/2016

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