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Ver y oír

26/06/02 – 26/06/21

A 19 años del asesinato de Kosteki y Santillán

Un punto clave en la historia política fue recordado con un acto en el Puente Pueyrredón. Convocado por familiares y organizaciones de izquierda, se manifestaron la secretaría de Derechos Humanos, el Movimiento Evita y el secretario de la CTA, Hugo Yasky. El Frente Darío Santillán organizó ollas populares y trabajo voluntario.

Pepe Mateos

“Estamos en la estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”, dice desde los parlantes del tren una voz grabada, impersonal, sin un atisbo de la emoción que significa nombrar la tragedia que llevan implicita esos dos nombres. Esa voz que se repite innumerables veces en el dia reconstruye en una especie de cinta de Moebius, el humo de los gases lacrimogenos, las confusas imágenes del repliegue, los disparos en la Estación, los cuerpos de Maxi y Darío, un estruendo que no cesa.

Desde 2013 la estación Avellaneda pasó a llamarse Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, como una forma de homenaje a los dos jovenes militantes.

La estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, funciona como una caja de resonancia de consignas reinvindicativas y reclamos de justicia por situaciones que quedan irresueltas a lo largo del tiempo, desde las imágenes de Julio López, desaparecido en 2006, antes de ir a declarar en el juicio contra Etchecolatz, hasta el pedido de aparición de Tehuel, desaparecido desde el 11 de marzo de este año.

Pinturas e intervenciones en los andenes, pasillos y frente dan cuenta de que ese es un espacio ganado para instalar en forma cambiante, como un memorial orgánico, reclamos y reivindicaciones que estan presentes en las luchas de organizaciones y sectores combativos de la sociedad.

Repasando: a 19 años del 26 de junio de 2002, seis meses despues de la caida del gobierno de De La Rúa, que dejo un saldo de 31 muertos, la inestabilidad económica y social era el distintivo de la época.

El “stablishment”, esa figura tan amplia y difusa, que va desde sectores de poder, empresarios, politicos, periodistas y hasta esa bestia llamada “opinión pública”, le reclamaba a Duhalde que impusiera un orden frente al avance de reclamos que diariamente tenían lugar en las calles.

En una nota de Página12 que firma Mario Wainfeld al cumplirse diez años de los hechos dice: “La Masacre de Avellaneda, tuvo una circunstancia bastante inusual: fue anunciada durante días previos por gestos y señales del gobierno del ex presidente Eduardo Duhalde, perceptibles para quien quisiera notarlos. La feroz crisis económica había alumbrado la efímera cuan llamativa solidaridad entre “piquetes y cacerolas”. Esto es, entre una clase media empobrecida, despojada de sus ahorros, y sectores populares diezmados, con cifras siderales de desocupación y salarios de hambre.”

Eses 26 de junio, en una jornada de lucha que las organizaciones sociales y movimientos territoriales decidieron llevar adelante, tenían como objetivo cortar en forma parcial o total los principales accesos a la Ciudad de Buenos Aires, para reclamar por un aumento de participación en las politicas sociales. El Puente Pueyrredón fue el epicentro de mayor concentración de organizaciones sociales y fuerzas represivas, Policía Bonaerense, Gendarmería, Prefectura y la coordinación de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

A las 12 del mediodía de ese miércoles en forma abrupta sin mediar ningún tipo de negociación, como solía y suele suceder en estos casos, para impedir que las organizaciones llegaran a subir al Puente Pueyrredón, se desato una represión en la que participaron además de los uniformados, personal de civil y se dispararon balas de plomo, una de las cuales impacto en Maximiliano Kosteki a la altura de la entrada del supermerado Carrefour, que fue llevado por sus compañeros unas cuadras hasta caer sin vida en el hall de la Estación Avellaneda.

Darío, al llegar a la Estación, en lugar de correr hacia el tren ante el avance de la Policía, se quedo al lado del cuerpo de Maxi, intentando ayudarlo y fue asesinado por la espalda de un escopetazo que le perforó una arteria y le provocó la muerte en pocos minutos.

En 2006, el Tribunal Oral número 7 de Lomas de Zamora sentenció a pena de prisión perpetua al ex comisario Alfredo Fanchiotti y al ex cabo Alejandro Acosta (ambos en la foto) por los homicidios de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. También se los condenó por tentativa de homicidio por otros siete heridos de bala de plomo. Vega, Quevedo, de la Fuente, Sierra y Colman -ex efectivos que actuaron en la masacre, acusados de encubrimiento agravado- recibieron entre cuatro y dos años de prisión. El veredicto para Robledo, policía retirado que realizó detenciones, es de 10 meses de prisión en suspenso.

Los responsables políticos no fueron juzgados y, por lo tanto, no tienen condenas.Ningún funcionario fue juzgado, a pesar de que las órdenes de reprimir provinieron del poder político. 

Este 26 de junio, un sábado gris, miles se movilizaron al Puente Pueyrredón, convocados por organizaciones de izquierda, acompañando a los familiares de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en una movilización exigiendo justicia y cárcel para los responsables políticos, que siguen impunes. En un comunicado de prensa las organizaciones manifestaron: "Las causas por las que lucharon Maxi y Darío están más vigentes que nunca".

29/07/2016

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