Ver y oír

Pensando el mundo desde el borde

“De la necesidad, he ido sacando las ideas”

En un rincón de La Matanza, sobre unas chapas oxidadas que llevan pintada la consigna “Construyamos el Nuevo Orden Mundial”, Luis Angel Lamas, “El Pata”, un conocido acopiador de chatarra, esboza sus ideas sobre una sociedad más justa.

Pepe Mateos

Hay palabras, frases, conceptos que se van instalando en el sentido común y adquieren nuevos significados y sentidos muchas veces opuestos.

Desde los centros de poder se acuñan definiciones que en el flujo de ideas pueden luego aparecer en los lugares más inesperados expresando reivindicaciones o propuestas ajenas (o no tanto) a su origen. Así, en un rincón de La Matanza, pintada sobre unas chapas oxidadas la consigna “Construyamos el Nuevo Orden Mundial” genera interrogantes sobre el significado de un concepto de difusa interpretación.

En 1974 la VI Asamblea Especial de las Naciones Unidas introdujo la expresión Nuevo Orden Económico Internacional para referirse a las nuevas reglas que intervenían en las relaciones entre países subdesarrollados y desarrollados, teniendo en cuenta que muchos de los países en desarrollo no existían como Estados independientes cuando se estableció un sistema que perpetuaba la desigualdad. Este Nuevo Orden, planteado muy resumidamente, proponía una serie de medidas con respecto a las deudas externas, la ayuda financiera y tecnológica a países pobres y control sobre las empresas multinacionales.

El termino Nuevo Orden Mundial aparece con fuerza a partir de la irrupción de la Pandemia. Un concepto ligado a los análisis de pensadores como Slavoj Zizek, que creyo que esta crisis derivaría en una nueva forma de comunismo, Giorgio Agamben que supone que las democracias viraran en estados totalitarios, Judith Butler que denuncia el fortalecimiento de la desigualdad racial, el nacionalismo, la supremacía blanca, la violencia contra las mujeres y personas trans y la explotación, o Bifo Berardi que expresa “asistiremos al colapso final del orden económico global, que podría abrir la puerta a un infierno político y militar esencialmente caótico. El caos es el verdadero dominador de la época pandémica. Un caos que el capitalismo no puede someter.” 

También se apropian de la expresión grupos que creen en una vasta conspiración y difunden una variedad de teorías de caracter muchas veces esoterico aportando una infinidad de datos incomprobables. Casi todas estas especulaciones que tienen un tono fuertemente paranoico confluyen en la idea que la finalidad es imponer un gobierno mundial manejado por oscuras organizaciones.

Luis Angel Lamas, 60 años, conocido por todos como “El Pata”, sobrenombre impuesto por una dificultad al caminar a causa de un tardío brote de polio que afecto su pie derecho, es un conocido acopiador de chatarra y residuos para reciclaje que tiene su base de operaciones en Laferrere, partido de La Matanza, al costado de la ruta provincial 21.

Como un bunker post apocaliptico o una fortaleza asediada, el lugar de acopio esta cercado por unas chapas altas, gruesas y abolladas que en algún momento fueron el techo de una estación de servicio. Desde ese lugar que denomina “mi guarida”, desde esa periferia, El Pata piensa el mundo y la necesidad de una transformación profunda.

“CONSTRUYAMOS EL NUEVO ORDEN MUNDIAL” reza un enorme cartel pintado sobre los colores amarillo, verde y negro que se impone en el arido espacio que bordea la ruta trajinada diariamente por miles de vehiculos. “Ninguna bandera tiene esos colores puestos de esa forma”, dice El Pata. ”El amarillo es el sol, el verde el pasto, y el negro la noche, la oscuridad donde descansa todo, sin esas tres cosas nadie puede vivir. Es horizontal porque ese es el orden en que se dan”

“Desde años antes de la Pandemia venía con la idea de que iba a ocurrir un gran cataclismo, que el mundo iba a estallar, que iba a faltar comida, que íbamos a tener que comernos entre nosotros. Pero llego la pandemia, que no es justo lo que pensaba, el mundo va a seguir y el problema no es la comida sino la necesidad de crear un Nuevo Orden para cambiar en beneficio de los pobres y los trabajadores a diferencia del orden que existe desde hace miles de años que es de explotadores y explotados”.

“El Pata”, se exalta cuando habla, “no me da la mente para explicar todo”, repite un par de veces a lo largo de la charla y ante alguna interrupción que plantea interrogantes.

“De la necesidad, de las cosas que vivi, he ido sacando las ideas”.

“No fui nunca a la escuela. De golpe y porrazo, mi papá que era un obrero se dedicó a la bebida y mi mamá nos abandonó. Yo tenía 11 años y era el mayor de mis hermanos. En mi casa había un vitraux enorme de un faisán, mi papá lo rompió y me mando a vender el plomo. Ahí vi que también compraban latas, huesos, vidrios y me fui con una carretilla a juntar todo lo que encontraba al borde de la ruta. Después empecé a vender golosinas en los colectivos y a pedir. Un día, un tipo con un carro me propuso cirujear con él. Me pagaban moneditas, me verdugueaba, iba atrás del carro con una soguita, aprendí, no me quebraron, nunca me fui a vengar con nadie por todo lo que me hicieron. Dormía en la calle, donde me agarraba la noche. Siempre hubo maldad en la calle y tenés que saber defenderte, no tener compasión por nada, cuidar tu persona, pero nunca le hice mal a nadie”.

Así, sin un resto de autocompasión, Luis, el Pata, hace un resumen de sus primeros años.

“Cuando la crisis del gobierno de Alfonsín, cerca de mi casa había un local con una bandera roja. Fui a ver, a hablar para saber de qué se trataba y se parecía a lo que yo pensaba, las palabras de ellos eran parecidas a las mías. Así fue que empecé a militar en el Partido Comunista. Participe de marchas, movilizaciones, pero hubo un momento que no querían hacer lo que yo quería y me fui.

En el 2000 hice movilizaciones con los carritos de cirujas, quise armar una cooperativa, tuvimos reuniones con Ballestrini que era el intendente de La Matanza en ese momento, pero tampoco funcionó porque todos empezaron a pelearse por migajas. Conocí mucha gente en esa época que se acomodó, algunos trotskistas o maoístas. Uno de ellos termino sentado al lado de Lilita Carrió en el Congreso. Para mí se vendieron”.

En algún momento me ofrecieron administrar planes pero yo no quiero eso, no quiero administrar la miseria de la miseria. La injusticia que yo he visto y padecido y como he tenido que sobrevivir a eso es muy jodido y hay miles como yo. Busco una sociedad mejor. ¿Qué les dejamos a nuestros nietos? ¿Qué le querés dejar? ¿10 millones de dólares o una sociedad mejor?”

“Para construir un Nuevo Orden Mundial es necesario construir mejores personas, es un proceso, vos lo podes comenzar para que otros lo continúen. Antes hay que construir un Movimiento Internacional de los pobres y es difícil conseguir gente que se decida a querer cambiar todo realmente”.

Lanza preguntas o consignas que intentan definir un programa, por ejemplo, “¿Vos, qué preferís, que te aumenten el sueldo, ganar más plata o que bajen los costos de la canasta básica, los alimentos, los servicios y todo lo que necesitas para vivir?“.

Son difusos, maximalistas, los conceptos con los que el Pata intenta definir su propuesta de Nuevo Orden Mundial. Por momentos parece una cruzada anárquica iniciada desde un lugar marginal, la locura de un personaje que esta solo en un combate. “Ojo, no estoy loco, no corro al viento”, advierte.

“De la necesidad, de las cosas que viví, he ido sacando las ideas”. Dice Luis, parado en un territorio que define claramente uno de los extremos de las profundas diferencias y desigualdades de la sociedad actual.

29/07/2016

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