A pocas cuadras de diferencia se producen protestas y reclamos que por la forma y el tenor de los mismos hace pensar que vivimos en países diferentes o en un país marcado por diferencias económicas y sociales insalvables.

Ayer, un grupo muy reducido de padres de alumnos se convocó frente a los Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires, acompañado por miembros de grupos autodenominados “republicanos” para reclamarle a la Corte Suprema de Justicia que se pronuncie a favor del recurso presentado por el Gobierno porteño a favor de la presencialidad en las escuelas, contradiciendo las medidas del Gobierno Nacional con respecto a las restricciones impuesta a causa del aumento acelerado de contagios de Covid

Por otro lado, caminando unas pocas cuadras en diagonal, en el Obelisco, una de las organizaciones piqueteras más activas estos últimos meses, el FOL (Frente de Organizaciones en Lucha), protagonizó un “polentazo” junto a otras organizaciones, para visibilizar su postura frente a la situación actual.

En este grupo, plantean que mientras hay 44% de la población en situación de pobreza, la canasta familiar es inalcanzable para los sectores más pobres y medios bajos, los trabajadores cooperativistas reciben un sueldo magro y superado totalmente por la inflación y se negocia un pago de la deuda ilegítima y fraudulenta, tomada por el gobierno de Mauricio Macri, que es sostenido con el hambre de millones de personas.

Una tensión de poderes, de hegemonías que nunca se resuelven definitivamente en nuestro país y muchas veces las vemos teatralizadas en las calles, ese espacio de conquista. Una tensión de poderes que tiene su principio en el origen de la formación del Estado Nacional y siguen subyaciendo a lo largo de la historia y se manifiesta en los conflictos actuales.