En el encuentro de familiares sobrevivientes de femicidios, algunas madres y padres dieron ayer dolorosos testimonios de sus casos, muchas veces con el denominador común de atravesar circunstancias de persecución, ocultamiento y negación de justicia, lo que pone en evidencia un entramado social que dificulta generar condiciones para evitar más femicidios.

“No me puedo acostumbrar, todos los días le sigo poniendo el plato en la mesa”. Con lágrimas, Mónica Ferreira, madre de Araceli Funes, asesinada en 2017, expresó con estas palabras el dolor del femicidio.

Durante el acto, el actor Tomás Fonzi, leyó los nombres de las 44 víctimas de femicidios en lo que va del año a lo que se respondió con el grito de Ni Una Más.

“No solo son leyes más duras lo que se necesitan, también un trabajo de concientización en la sociedad de la gravedad de algunas conductas, la necesidad de seguimiento y apoyo a las mujeres que denuncia situaciones de violencia, más contención de los padres a los hijos adolescentes”. Esto decían antes del acto en una conversación Luz y Sabina, ambas del Bajo Flores, militantes del Polo Obrero, comprometidas y sensibilizadas con la necesidad de generar cambios para terminar con la violencia de género.

El colectivo Familiares de Sobrevivientes de Femicidios tiene previsto continuar con encuentros mensuales que se habían pausado durante la pandemia. Desde el primer encuentro en diciembre del 2019, han entregado cinco solicitudes de audiencia con el presidente Alberto Fernández. “ Necesitamos imperiosamente que nos reciba”, dicen.

La jornada había sido convocada antes del femicidio de Ursula Bahilla, la chica de 18 años asesinada en Rojas hace pocos días. Esto hizo que el grito “ NI una Más” tuviera una fuerte carga emotiva y de rabia ante la repetición de estos hechos.

El petitorio dirigido al Presidente fue entregado en las puertas de la Casa Rosada y tiene como objetivo transmitir los cinco puntos fundacionales del colectivo:

• Cumplimiento efectivo de la pena: ningún femicida puede quedar en libertad sin que el Estado garantice que la cárcel no haya sido una escuela de más violencia. 

• Ayuda inmediata a los hijos de víctimas de femicidios: los abuelos se hacen cargo desde el yogur hasta la psicóloga. 

• Acompañamiento integral a las familias desde el Estado que incluya los recursos necesarios para llevar adelante el pedido de justicia: las familias deben pagar desde el ataúd hasta el abogado. 

• Capacitación sobre femicidios a los jueces, fiscales y defensores judiciales: debe ser dada por los familiares, que somos expertos en el maltrato, misoginia y crueldad judicial. 

• Reconocimiento de las familias como víctimas por parte del Estado, y su consecuente tratamiento.

El grito resono fuerte en Plaza de Mayo, porque como dijo unos de los asistentes “es necesario declarar la emergencia en femicidios en forma urgente y desarmar la trama de complicidades, corrupción y encubrimiento que hay en muchos casos. La falta de justicia aumenta el dolor e impide hacer un duelo”.